1 Capítulo 1: Despertar y Dominio

Dokgo despertó en una habitación que no reconocía, el dolor palpitante en su cabeza daba paso gradualmente a una claridad aguda. Sus ojos se abrieron lentamente, ajustándose a la tenue luz matutina que se colaba por entre las cortinas pesadas. Mientras su vista se enfocaba, una serie de datos digitales aparecían flotando ante sus ojos, visibles solo para él:

Sistema:

Nombre: Dokgo

[Boxeo: Nivel 7 (20/4000)]

Cada detalle del sistema parecía meticulosamente diseñado para convertirlo en un luchador supremo, no solo en el ring sino en las complejas guerras de pandillas que llenaban los pasillos de la Preparatoria Hanseo.

Mientras se levantaba de la cama, Dokgo se movía con una mezcla de cautela y curiosidad, explorando su nuevo entorno. La habitación estaba adornada con pósters de famosos boxeadores y trofeos de artes marciales, cada uno contando la historia de un competidor nato. El reflejo en el espejo mostraba a un joven alto, musculoso, con una mirada penetrante y un aire de confianza intimidante.

Consciente de que cada aspecto de su ser había sido potenciado para dominar física y tácticamente, Dokgo se vistió y preparó para su primer día en este nuevo mundo. Su mente estaba llena de preguntas sobre quién había sido antes y qué esperaban de él ahora, pero una cosa estaba clara: él no era un estudiante ordinario.

Al llegar a la Preparatoria Hanseo, el ambiente cambió notablemente. Aunque era un nuevo rostro para algunos, la mayoría de los estudiantes retrocedieron con una mezcla de respeto y miedo apenas lo vieron. Era evidente que, en este lugar, Dokgo no era solo un alumno más; era un líder, una fuerza a ser reconocida.

A lo largo del día, observó y aprendió. Cada interacción le enseñaba más sobre las dinámicas de poder dentro de la escuela. Como líder de la pandilla más poderosa, tenía autoridad, pero esta venía con sus propios peligros y desafíos. Dokgo sabía que debía ser astuto, usar tanto sus puños como su cerebro para mantenerse en la cima.

Al concluir las clases, se dirigió a un área aislada detrás del gimnasio de la escuela, donde se encontraba una pequeña instalación de entrenamiento que él solo podía usar. Allí, continuó refinando sus habilidades:

[Boxeo: Nivel 7 (35/4000)]

Cada golpe que lanzaba, cada esquiva que practicaba, aumentaba su experiencia, visible a través del sistema que solo él podía ver. Era un ciclo constante de crecimiento y adaptación, preparándolo para cualquier desafío que pudiera surgir.

Mientras el sol se ponía, Dokgo se quedó un momento en silencio, reflexionando sobre su lugar en este nuevo mundo. Las calles de Seúl, llenas de sombras y luces, eran ahora su arena, y él estaba listo para defender su dominio a cualquier costo.

El segundo día de Dokgo en la Preparatoria Hanseo comenzó bajo un cielo nublado que parecía presagiar las tensiones que se cocían bajo la superficie de la rutina escolar. Al cruzar las puertas de la escuela, el murmullo habitual de los estudiantes disminuyó, reemplazado por un respetuoso silencio a medida que él pasaba. Aunque nuevo en su memoria, este ritual ya formaba parte de su diario vivir.

La primera clase del día era Matemáticas, una materia que Dokgo encontraba menos interesante que las estrategias de combate, pero sabía que mantener buenas calificaciones era esencial para evitar sospechas de los administradores de la escuela. Se sentó al fondo del salón, donde tenía una vista completa de todos los estudiantes y la puerta.

El profesor, un hombre delgado de mediana edad con gafas, comenzó la clase con una revisión de ecuaciones cuadráticas. Mientras explicaba, Dokgo observaba discretamente a sus compañeros. Notó grupos pequeños, claramente formados por afinidades y lealtades que trascendían las simples amistades escolares. Algunos de estos grupos eran parte de su pandilla, y otros posibles rivales que aún no se habían decidido a desafiarlo abiertamente.

"¿Dokgo, puedes resolver este problema en la pizarra?" preguntó de repente el profesor, sacándolo de sus reflexiones.

Con un gesto tranquilo, Dokgo se levantó y se acercó a la pizarra. Aunque no era su fuerte, manejó la ecuación con habilidad suficiente para ganarse un asentimiento de aprobación del profesor y algunos murmullos impresionados de sus compañeros. La matemática era simple, pero la verdadera ecuación que calculaba constantemente era la del poder y la lealtad.

La campana sonó, señalando el final de la clase, y Dokgo se dirigió al pasillo. Su próxima parada no era otra clase, sino una breve reunión con los líderes de su pandilla. Se encontraron en una esquina discreta del campo de deportes, un lugar donde podían hablar sin ser interrumpidos.

"Tenemos que hablar sobre los rumores de la Preparatoria Dongjin," dijo Hyeon-su, uno de sus más cercanos y confiables subordinados. "Parece que están intentando reclutar a algunos de nuestros recién llegados."

Dokgo escuchó atentamente, asintiendo. "Mantengan un ojo en esos estudiantes. No quiero sorpresas. Si Dongjin quiere jugar, les mostraremos cómo lo hacemos en Hanseo," respondió con una voz baja pero firme, cada palabra medida y definitiva.

El resto del día transcurrió entre clases y vigilancia. Dokgo asistió a su clase de Historia, participó en el club de debate, y observó los entrenamientos de boxeo después de la escuela. Cada actividad era una oportunidad para fortalecer su influencia y asegurarse de que su poder no era desafiado.

Al final del día escolar, Dokgo se detuvo en la entrada de la escuela, observando cómo los estudiantes se dispersaban. Su presencia era un recordatorio constante de la jerarquía establecida, un faro de autoridad en un mar de adolescentes que buscaban encontrar su lugar.

Caminando solo de regreso a casa, reflexionó sobre su día. Las pequeñas conversaciones, los gestos de lealtad, y los desafíos velados formaban el tejido de su vida diaria. En este complejo juego de poder, cada día era un paso más en su camino no solo para mantener el control, sino para entender mejor el mundo en el que había sido arrojado.

A medida que las semanas avanzaban, Dokgo consolidaba su poder en Hanseo, pero no sin enfrentar desafíos. La influencia de las pandillas rivales y las alianzas fluctuantes dentro de la escuela requerían una vigilancia constante y decisiones estratégicas. Aunque había establecido su dominio, sabía que el equilibrio de poder era delicado y podía cambiar con cualquier movimiento en falso.

Era un viernes por la mañana y el aire otoñal traía consigo un frío que mordía ligeramente. Dokgo estaba en el patio de la escuela, donde a menudo observaba a los estudiantes durante los recesos. Desde su posición, podía ver quién se reunía con quién, quién parecía estar tramando algo. Estas observaciones eran cruciales para mantener su autoridad.

Hyeon-su se acercó con una actualización importante. "Dokgo, he oído que algunos de los novatos están siendo tentados por la pandilla de la Preparatoria Dongjin. Parece que les están ofreciendo algo que no podemos — probablemente dinero o protección fuera de la escuela."

Dokgo frunció el ceño ligeramente, una muestra sutil de su descontento. "Organiza una reunión con ellos esta tarde. Necesito saber qué está pasando directamente de ellos. Y trae a Min-jun. Podría ser útil para hacer entender la seriedad de la situación."

"Entendido," respondió Hyeon-su, asintiendo antes de alejarse para cumplir la orden.

La campana sonó, indicando el fin del recreo, y Dokgo se dirigió a su próxima clase de física. Aunque su mente a menudo estaba ocupada con asuntos de la pandilla, se esforzaba por mantener buenas calificaciones. Sabía que cualquier desliz en su rendimiento académico podría atraer atención indeseada y cuestionamientos sobre cómo dividía su tiempo.

Durante la clase, recibió una nota de Ji-eun, una compañera de clase que había comenzado a mostrar interés en él. La nota decía: "¿Café después de clase? Me gustaría hablar contigo sobre el proyecto de ciencias." Dokgo miró hacia donde estaba sentada Ji-eun, quien le devolvió una mirada expectante. A pesar de su vida complicada, la idea de una conversación normal era un respiro bienvenido.

Después de la clase, se encontró con Ji-eun en la cafetería de la escuela. Ella tenía una sonrisa fácil y una actitud que sugirió que era ajena a las complejidades de su vida como líder de pandilla. Mientras hablaban del proyecto, Dokgo se permitió un momento de normalidad, apreciando la simpleza de la conversación que no involucraba pandillas ni peleas.

Sin embargo, la realidad pronto lo alcanzó. La reunión con los novatos tentados por la pandilla rival estaba programada para esa misma tarde. Despidiéndose de Ji-eun, se dirigió a un almacén abandonado cerca de la escuela, donde la reunión tendría lugar.

Min-jun y Hyeon-su ya estaban allí, junto con cuatro novatos visiblemente nerviosos. La discusión fue tensa, con Dokgo enfatizando la lealtad y los beneficios de permanecer bajo su liderazgo. Min-jun, con su presencia imponente, reforzó silenciosamente la seriedad de las consecuencias de traicionar a la pandilla.

Al final del día, mientras caminaba de regreso a casa bajo un cielo que oscurecía rápidamente, Dokgo reflexionaba sobre los eventos del día. Balances entre la lealtad y la traición, momentos de normalidad contrastados con la realidad de su liderazgo; cada día era un acto de malabarismo que requería precisión y cuidado.

A medida que las semanas se convertían en meses, Dokgo fortalecía su control sobre Hanseo, pero también aumentaban las complicaciones. La política de pandillas nunca era estática, y cada decisión tenía el potencial de provocar ondas en el delicado equilibrio de poder.

Era un lunes lluvioso, y el cielo plomizo parecía reflejar el estado de ánimo general en la Preparatoria Hanseo. Dokgo, con su habitual presencia imperturbable, caminaba por los pasillos, su figura imponiendo respeto y una cautelosa distancia entre él y el resto de los estudiantes.

En medio de su recorrido matutino, recibió un mensaje de Hyeon-su, convocándolo a una reunión urgente. Algo estaba pasando con la Preparatoria Dongjin, y las noticias no eran buenas. Sin perder tiempo, Dokgo se dirigió hacia la azotea de la escuela, un lugar que a menudo usaban para discusiones que requerían discreción.

Al llegar, encontró a Hyeon-su y Min-jun esperando, ambos con expresiones serias.

"Tenemos problemas," comenzó Hyeon-su sin rodeos. "Dongjin está movilizando a más de sus miembros. Parece que han formado una alianza con otra escuela, la Preparatoria Seongsu. Están planeando una especie de toma de control, no solo de territorios, sino también de influencias dentro de las escuelas."

Dokgo escuchó, su rostro impasible pero su mente trabajando rápidamente. "¿Qué sabemos de Seongsu? ¿Qué ganan con esto?"

Min-jun intervino, "Seongsu ha estado debilitada últimamente, problemas internos, líderes débiles. Parece que Dongjin les ofreció estabilidad a cambio de números y acceso a sus recursos."

"Prepararemos una defensa," declaró Dokgo con calma. "No solo reforzaremos nuestra presencia en Hanseo, sino que necesitamos asegurarnos de que nuestras alianzas con otras escuelas estén sólidas. Hyeon-su, quiero que te reúnas con nuestros aliados. Min-jun, organiza patrullas más frecuentes y muestra que estamos alerta."

Con las órdenes dadas, la reunión se disolvió rápidamente. Dokgo se quedó un momento más en la azotea, observando la ciudad bajo la lluvia. Cada gota que caía parecía un recordatorio del constante cambio, de las batallas por venir.

El resto del día transcurrió entre clases normales, donde Dokgo participaba lo suficiente para mantener sus calificaciones y su fachada de estudiante modelo. Sin embargo, su mente estaba en otra parte, repasando estrategias y posibles escenarios que la alianza enemiga podría provocar.

Al final de las clases, se encontró brevemente con Ji-eun, quien le ofreció una sonrisa que iluminaba su día de manera inesperada. "¿Cómo estás hoy?" preguntó ella, genuinamente interesada.

"Un día más," respondió él, permitiéndose un breve momento de vulnerabilidad. "Pero mejor ahora."

Ji-eun parecía satisfecha con esa respuesta, y juntos caminaron por un rato, hablando de cosas banales, de clases y profesores, un respiro necesario en el mundo tumultuoso de Dokgo.

Al caer la noche, Dokgo se encontraba en su habitación, revisando nuevamente el sistema "Dokgo" para verificar su progreso y ajustar su entrenamiento. Cada decisión que tomaba, cada movimiento que planeaba, lo hacía más fuerte, más capaz de enfrentar lo que sea que Dongjin y sus nuevos aliados trajeran.

La preparación era clave, y Dokgo no tenía intención de ser tomado por sorpresa. La noche cerraba sobre Seúl, y con ella, el peso de la responsabilidad y el poder se asentaba más firmemente en sus hombros. El juego estaba en marcha, y él estaba listo para jugar.

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