1 Capítulo 1

- Capitán de los Caballeros Negros acompáñenos. El Príncipe lo ha llamado.- El capitán de la guardia real había hablado, su mirada era fría como siempre, iba acompañado por algunos de sus hombres y podía apreciarse que si escuchaban una negativa de su parte acudiría a otras formas para que acatará lo que había sido ordenado.

Sin comprender lo que sucedía en ese momento, el Capitán no respondía... La manera en la que estaba siendo tratado era...

-Si su Alteza me necesita iré de inmediato, no necesito ser escoltado. - dijo mientras se despedía de la Orden de Caballeros Negros.

Esa noche comenzarían las desgracias para el Capitán de los Caballeros Negros... Comenzó el infierno para Kain.

Al llegar a la oficina de su Alteza, lo vio a él y al Líder de inteligencia juntos, esperándolo.

-Déjennos solos- Dirigiéndose a la Guardia real.

Kain se arrodillo ante el Único Príncipe del Reinado Antare, y mostró su respeto al único que juro lealtad.

-Su Alteza solicito mi presencia. Estoy aquí para servirlo. -

La expresión del príncipe cambió, antes se mostraba sereno e impasible pero al escucharlo hablar no pudo evitar que se mostrará una mueca en su rostro.

- ¿A quién le juraste lealtad hace quince años? - un escalofríos recorrió la espalda de Kain... Ese tono no era el habitual de su Alteza, algo había ocurrido y eso lo demostraba.

- A usted, su alteza. -  soltó sin rodeos.

-ja- se pudo apreciar una mueca en el rostro del príncipe heredero, de Luca Dietrish. Y se escucho como sonreía a carcajadas... La locura parecía que lo habia invadido, pero no era así, solo se estaba riendo de sí mismo... De lo estúpido que había sido al confiar en alguien.

- ¿Su Alteza? - Kain lo miraba desconcertado.

-Me juraste lealtad, eso es lo que dices... Entonces explícame esto. - soltó una carpeta de hojas donde estaba la investigación del asesinato que había sucedido hace un mes.

Kain al leer lo que decía no daba crédito a ello, como es que esa investigación lo colocaba como culpable. Él no tenía nada que ver en eso, estaba asqueado por alguna razón.

-Nada de lo que esta escrito en estos papeles es cierto, se lo puedo jurar por mi... -

-¡¡¡¡TRAIDOR!!!!- el grito de esa palabra se escucho por varios pasillos del castillo.

-¿Qué no eres tú la cabeza de esto? , me estas llamando idiota, averigüe todo lo que planeabas hace mucho y por fin encontré pruebas para dárselas a Luca. - dijo Adán, el más joven en ocupar el puesto de  Líder de Inteligencia.

Las dos personas que alguna vez había confiado estaban ahí paradas, mirándolo fríamente como si fuera escoria, algo podrido, podía apreciar la repulsión que les causaba.

-Lo juro por mi vida, YO NUNCA LO TRAICIONARÍA. - vocifero.

No le creía.

Podía verlo en sus ojos, no había ninguna pizca de duda. El Príncipe creía ciegamente en esos informes.

-Llévenselo e Interróguenlo. Además capturen a todos los cabellos negros, ellos deben saber algo. - ordenó el Príncipe, acto seguido algunos guardias entraron para llevarlo a los calabozos.

-No involucres a mis amigos en esto, si quieres un chivo expiatorio, solo necesitas a una persona. No toques a mis camaradas. - Si no le creía, de que importaba, acaso no sabia él lo mucho que lo amaba, no se lo había demostrado ese día, no le había dicho durante horas palabras de amor y aún así parecía que eso nunca paso, que él deseaba olvidarlo. Si así era, que así sea, pero eso no significaba que le permitiría dudar de los hombres que habían estado con él durante toda su vida. No permitiría que nadie tocara a los amigos que tanto apreciaba, a los únicos que consideraba una familia.

El Príncipe solo lo vio y movió su mano dando señal para que se lo llevaran y así quedar solo en su oficina.

-Mi amor, no tienes porqué sentirte mal. Esto es lo mejor para todos. - dijo el Líder de Inteligencia.

-No sé como hubiera podido soportar esto, Adán. Nunca pensé que me traicionaría. - la soledad lo invadía...

Lo había conocido hace quince años y nunca pensó que esta amistad se vería acabada  de esta manera.

Dio un largo suspiro y miró en sus recuerdos... Recuerdos que había atesorado con mucho recelo, pero que ahora le causaban mucha tristeza.

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-Mierda, es un cadáver. - se escucho decir a Amel. - Que nadie ingrese. Debo ver como me encargó de esto.- se acerco lentamente al cuerpo y vio un gran charco de sangre.

-Au... Xi... Lio- se escucho como un susurró y claramente Amel lo noto.

-Estas vivo. - este hecho sorprendió a Amel, pero rápidamente fue a socorrerlo. El niño necesitaba un Doctor y si quería salvarlo debería ir por ello... Lo único malo es que se quedaría sin dinero. Bueno, salvar la vida de alguien es más importante que el Dinero, siempre se lo decía Kain.

Cargo al pequeño y se fue por ayuda, a los que lo acompañaban les dijo que fueran a avisar al doctor que llevaban a alguien y de paso que avisaran a su líder sobre la Tardanza.

-Kain, es tu culpa. - soltó de repente. Le habían ordenado ir a la casona en ruinas y mírenlo ahora, con un moribundo en brazos. Su vida apestaba. Cuantas veces le pasaba esto y aún así no aprendía.

Al llegar con el médico, este ya lo estaba esperando y de inmediato paso a revisar al chico. Noto que sufría de desnutrición y por lo que se podía apreciar tenia varias cicatrices en su cuerpo, principalmente en sus muñecas y tobillos, lo habían encadenado. Lo que parecía ser sangre afortunadamente no lo era, era una sustancia rojiza que se utilizaba actualmente como tinte en el reino.

Como había llegado allí, no sabía y por hoy no quería saberlo. Su tierno jefe lo mataría.

-Bueno, Doctor. Mañana estaremos aquí por él. Cuídelo. - se despidió.

A la mañana siguiente fue a recoger al niño, afortunadamente estaba bien y ya había hablado con su jefe para que lo recibieran, solo debía esperar a que el niño despertará y lo llevaría con él.

Una hora después el niño despertó, estaba ido. El doctor lo reviso y preguntó su nombre, tardo unos minutos y lo único que recibió como respuesta fue:

- ¿Quién soy yo? ... - dijo dubitativo.

- No recuerdo... Yo no sé quien soy. - dijo consternado.

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