1 Capítulo 1: San Antonio, Puerto Principal.

Al final de la historia estará el glosario de diálogos y este será la dinámica de todos los capítulos.

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En San Antonio de Chile se encontraba Luis Minchillanca de 51 años, de profesión militar con el cargo de suboficial mayor y padre de Felipe Minchillanca de 18 años. Al verse viudo un día que parecía tan normal, pero era horriblemente desgarrador, Luis le dijo a su hijo que siempre estaría para él y que lo amaba. En efecto, Javier recuerda ese día con dolor y anhelo pues a pesar de la muerte de su querida madre fue la primera y única vez que su padre le decía que lo amaba. Aquello siempre le provocó dificultades en cómo se relacionaba con las personas de su entorno, lo único que Javier quería era la aprobación de su padre y sólo la tuvo una vez en la vida.

La vida con él era estricta en exceso; Felipe no podía hacer muchas cosas en casa y tampoco fuera de esta. Comenzando por la mañana, él debía estar despierto y listo a las siete, su padre iría a inspeccionar que todo estuviera en orden. El desayuno como todas las comidas se hacían en silencio y respetando siempre a la autoridad (él, como padre) sentado en la punta de la mesa rectangular, y que no se le ocurriera hablar sin su permiso, porque eso era golpe en la cara seguro. Entrar a clases era peor, Felipe nunca fue realmente un buen estudiante así que las notas con las que llegaba a casa siempre eran motivo de golpe. El señor Luis nunca fue bueno con los niños ni con la gente, más desde que su esposa había fallecido.

Pero todo ocurrió en un día martes trece a las cinco de la tarde luego de clases, Felipe llegó a casa y se encontró con dos personas ajenas aparte de su padre; una señora y un niño que parecía de doce años.

—¿Padre? —Felipe tenía prohibido llamar a su padre de otra forma. —¿Quién es esta gente?

El señor Luis se levantó del sofá y se dirigió a su hijo.

—¡Llegaste justo! —El chico se sorprendió por la alegría de su padre, normalmente lo veía con una cara seria todo el tiempo. —Te voy a presentar a Sarah Tapia y a su hijo Aarón Tapia. Sarah es mi pareja y...

—¿¡Qué!? —Felipe quedó prácticamente pasmado de la impresión que le dio la situación. —No puede ser, tu esposa se murió, ¡qué te pasa! — Expresó Felipe con enojo.

—¡Cálmate Felipe Minchillanca! —Gritó su padre, anonadado. Pero sólo un grito era suficiente para calmar a Felipe. —No tienes por qué ponerte así, mira, Aarón puede ser tu amigo, tiene 18 años también. Es gay.

Cuando el padre habló, Felipe enojado dirigió la vista hasta el chico sin importarle lo que el padre estaba diciendo, cuando se encontró con los ojos más bellos, dulces y asustados del mundo. Algo se derritió en Felipe, algo lo atravesó de pecho a espalda, su semblante se transformó a uno ligeramente sorprendido (no podía dejar que se notara, no podía), estaba con el estómago lleno de mariposas. Pero qué hablar de Aarón, cuando le dirigió la mirada el otro chico apenas podía respirar, era demasiado atractivo, tipo popular de película gringa, así era Felipe. Esta energía que se transmitió entre ellos les hacía vibrar, y aunque fue por muy pocos segundos ambos disfrutaron de sobremanera lo que ocurrió; los capullos florecían, las aguas fluían y los hielos se derretían. Así fue.

—¿Felipe? —Pronunció el Señor Luis. —¿Estás bien?

Felipe carraspeó y volvió a su semblante estresado de toda la vida.

—Estoy bien, me voy a mi pieza. —El chico comenzó a caminar para irse rápidamente del lugar y la situación, cuando su padre volvió a hablar.

—Vas a compartir tu pieza con Aarón desde ahora, ellos se quedan, y sin peros.

—¡Pero! —Dijo Felipe antes que su padre lo volviera a callar.

—¿Qué dije? —Felipe mantuvo el silencio. —¿¡Qué dije!?

—Sin peros...

—Bien. —Con la cabeza agachada, Felipe no tuvo más remedio que no dar problemas, conocía a su padre y medía como veinte centímetros más que él y sus brazos y piernas eran enormes. Él ya los conocía y no quería volver a hacerlo. —Ahora vete a tu pieza.

Felipe finalmente caminó hasta su habitación que ahora tenía dos camas. Una con funda negra y la otra rosada. Por lo que había escuchado el otro chico era gay pero no entendía cómo diablos su padre lo aceptaba en la casa. Siendo criado con una enseñanza homofóbica, que los hombres sólo pueden estar con mujeres, no le calzaba en la mente en lo absoluto.

—Mhm, ¿hola? —Escuchó Felipe detrás de él pues se había quedado en el marco de la puerta, era Aarón.

—Hola. —Respondió seco, no tenía nada más para decir. Al parecer de ahora en adelante eran hermanastros.

—Eh, ¿por qué te enoja tanto que estemos aquí? —Cuestionó Aarón sorprendido por la molestia del otro chico.

—Que te importa, weco culiao¹. —Dijo entre dientes Felipe mientras se iba en dirección a su cama.

—¡Oye!, no tienes por qué tratarme así.

Felipe, con toda la rabia intentando ser contenida, explotó. Se acercó hasta el otro chico, lo tomó por la polera y lo levantó del suelo contra una muralla. Aarón casi siendo asfixiado intentaba gritar por ayuda, pero no podía. Entonces Felipe finalmente rasgó de su garganta las palabras, casi sonando guturales.

—Mira, conchetumare, esta es mi casa, mi pieza, mi tranquilidad. Si te atreví a molestarme te voy a sacar a patas en la raja de aquí, ¿me escuchaste maricón culiao? Y que ni se te ocurra decirle a alguien².

Aarón asintió apenas con la cabeza, lleno de miedo por el acontecer, pronto Felipe lo soltaría y caería al suelo tosiendo, esa fuerza descomunal aterró cada célula de su cuerpo, apenas podía moverse.

Felipe rápidamente y enojado, se recostó en la cama dándole completamente la espalda. Se sentía un poco culpable de haber desquitado toda su rabia hacia el padre contra Aarón, pero lo hecho ya estaba.

Felipe no salió de su habitación para la cena y su padre tampoco lo vino a golpear porque no se presentó. Era extraño, pero lo prefería así.

La noche transcurrió sin problemas.

En la mañana Aarón despertó con una pesadilla que estaba teniendo. Él en el fondo del mar como siempre, ahogándose. Se despertó tan agitado que ni siquiera observó que Felipe no estaba en la cama. El chico, aún medio dormido se metió al baño que todos compartían, abrió la puerta y se encontró con alguien bañándose, pero cuando observó quién era se llevó ambas manos a la boca en señal de sorpresa, como Felipe se estaba quitando el shampoo del cabello, no alcanzo a ver al chico ahí, sino hubiera sido un problema.

Aarón rápidamente volvió a la pieza, sonrojado de pies a cabeza pues había visto el gran miembro que Felipe tenía. Alcanzó a verlo.

—Mierda... —Pronunció.

Aarón era una persona transexual, básicamente había transicionado de mujer a hombre, realmente no tenía ni una oportunidad con Felipe, aunque esos pensamientos se quedaran muy detrás de su conciencia ya que era su hermanastro. Volvió a meterse a la cama y se tapó con las mantas completamente. Dentro de ellas finalmente se cobijó, ya tenía un gran río entre sus piernas gracias a su imaginación. Su mano viajó hasta la zona y comenzó.

Caricias.

Gemidos bajos.

El movimiento exquisito de su mano le hizo gemir débilmente, nadie debía enterarse (que terrible) se estaba masturbando por su hermanastro. Pronto, ni notó los pasos hacia él, alguien levantó por completo sus cobijas mostrando la pegajosa situación. Era Felipe. Aarón se congeló con la mano derecha dentro de su pijama.

—¿Crees que no te escuché en el baño? —Preguntó, levantando una ceja en cuestionamiento. —¿Quieres que les diga a todos?

—¡No no no! ¡Por favor! —Aarón se levantó de la cama (con su vagina descubierta) y le rogó a Felipe que no lo hiciera. — ¡Por favor! Hago lo que quieras.

—¿En serio? —Sonrió finalmente Felipe y Aarón se enamoró nuevamente, pero la maldad del chico más alto era enorme. —Quiero que me hagas la tarea todo el año.

—¿Qué? ¿Todo el año? —Aarón creyó que era demasiado tiempo.

—Sí, ¿o quieres que le diga a alguien?

—No, no, acepto.

—Muy bien. —Felipe observaba hacia abajo a su ahora hermanastro, sonriendo satisfecho. Aarón se sentó en la cama derrotado. —Hasta puede que nos llevemos bien, ¿ah? maricón³.

Felipe le dio dos palmaditas en la cara que fueron bastante agresivas para el gusto de Aarón y lo volvió a ignorar.

El día y la noche transcurrió igual que siempre, solitaria para ambos. 

Al día siguiente ambos tenían clases en el colegio de su región, Fenix se llamaba, la profesora se encontraba hablando de cómo el realmente el puerto principal de Chile era el de San Antonio, no el de Valparaíso como la canción decía. Los compañeros de Aarón lo estaban molestando nuevamente. Le lanzaban pelotas de papel de atrás de la sala hacia delante justo en su cabeza, Aarón no era realmente bueno para defenderse.

Estaba a punto de levantarse y decir algo cuando Felipe se le adelantó.  

—¡Oye culiao! ¡Déjate de wear en clases un rato po!⁴ —Felipe hizo un ademán con la mano amenazante y todos comenzaron a gritar en clases.

Todos les gritaban, la profesora no podía controlarlos. Se aman, son gays, son pareja, una cantidad de barbaridades que a Felipe ni a Aarón les agradaban. 

Felipe salió rápidamente de la clase a pesar de las palabras de su profesora. Escapó hacia los baños y no volvió a salir de ahí en todo el día. 

•••

1. ¿Qué te importa? Gay de mierda.

2. Mira, hijo de puta, esta es mi casa, mi pieza, mi tranquilidad. Si te atreves a molestarme te voy a sacar a patadas de aquí, ¿me escuchaste, gay de mierda? Y no se te ocurra decirle a alguien.

3. Gay.

4. ¡Oye estúpido! ¡Deja de molestar en clases un momento!

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