Capitulo 2: El día del descenso del caos

Hoy era un día de miedo y de oportunidades.

Cada cientos de años, descenderían las estrellas y de ellas, las piedras de las calamidades serian transportadas a nuestro mundo.

Este día era pronosticado por los clérigos y magos, dando un aviso preciso, pero nunca se sabe dónde caerían, con suerte en un punto medio de un reino civilizado, en un caso poco probable, caerían en una ciudad, destruyéndolo por completo, pero este era un futuro mejor que otros, en estos casos, un grupo armado podría ir a las ruinas y recuperar la piedra, de esta manera los reyes podrían tomarlas para crecer su poder o dormirlas, por último y como peor situación, que está lejos de los reinos civilizados, eso significa que crecerán impunemente y será un cáncer incansable, una bestia devoradora.

Según nuestro conocimiento de ellas, son almas traídas por los dioses, entonces son obligados a esa forma, ellos son seres milagrosos, pero terribles, son seres hambrientos, ellos necesitan energía, algo similar al mana, pero diferente, según sabemos, es mas extenso que el mana, capaz de suministrarse por millares de formas, pero siempre tienen una forma la cual fue la razon de ser nombrados de esta manera, la depredación, con su capacidad de crear vida, formar ejércitos de criaturas, todas con el propósito de devorar toda la vida , luego, cuando tienen el estomago lleno, viajan de regreso para transformar la materia orgánica en energía, al parecer es una manera rápida y eficiente, pero las piedras no se detienen con una poca depredación, algunos solo usan esta forma de obtener energía, devorando todo hasta dejarlo yermo, sin distinguir hombre o bestia, niño o adulto, la cantidad de imperios devorados se han vuelto incontables, pero ellos también son una fuente de riqueza.

Yo mismo he visto el efecto de que un reino posea una de ellas bajo su control, un ejercito sin miedo, rápidamente reemplazable y mucho más poderoso que los hombres, bosques de recursos invaluables y cosechas infinitas.

Su poder es tan grande que si un reino pequeño obtiene el control de una, seria capaz de llegar a transformarse en un imperio solo tras una generación.

Realmente aterrador, pero no puedo perderme en la riqueza, si esta riqueza significa la perdida de mi pueblo, entonces no la quiero.

Sigo mirando el cielo nocturno desde el balcón del salón principal, al poco un par de magos me acompañan, era mi fiel amigo Rufus, el mago de la corte y el joven aprendiz que acababa de adoptar, aun no cumplía ni 6 años, era realmente adorable cuando se escondía detrás de la túnica del mago.

Quizá debería buscarme una esposa, también quiero que un pequeño se esconda detrás de mi ... Bueno, un rey no tendría que tener celos de esto, pero que le voy a hacer.

- Mi rey - Rufus dio una ligera reverencia. -

- Rufus, tu también ha venido a contemplar su descenso? -

- Claro, Anthor, ademas de que sera una experiencia inolvidable para Raher, no se sabe cuando volverá a pasar, quizás, incluso en cien años - Sonreí.

- Con suerte no volveremos a ver ningun descenso mas- El asintió y se quedo a mi lado.

- Raher, saluda a su majestad Anthor - Rufus dio un ligero empujón a Raher, pero el seguía detrás del, firmemente aferrado a su túnica mientras me miraba con ojos miedosos.

Dios, Rufus no sabes cuantos celos tengo ...

Ambos nos reímos, aunque tenia ganas de azotarlo, pero entonces la noche, justo cuando la luna llena estaba en su cenit.

Decenas de estrellas comenzaron a descender.

Eran bastantes, parecía que tiempos revueltos iban ha azotar el mundo.

- Maestro, maestro, mira, mira, las estrellas se mueven, son hermosas - Los ojos de Raher brillaban con la inocencia de los niños de su edad y Rufus no pudo evitar levantarlo sobre sus hombros para que viese mejor.

Realmente era hermosa la ignorancia.

Poco a poco, los minutos pasaron y las estrellas descendieron fuera de nuestra vista, todos los descensos fueron muy lejos de nuestra frontera, ha miles de kilómetros.

Justo cuando Rufus y yo suspiramos de alivio, Raher hablo ilusionado.

- Maestro mira, una estrella se hace muy grande, justo detrás - Los dos nos dimos la vuelta y allí estaba, una estrella no desaparecida en el horizonte.

- Mierda - Al segundo en el que mi voz salio, la barrera de la ciudad se activa.

La estrella rompió nuestro cielo y con ello, un sonido estridente, haciendo que el escudo flaquease solo de su potencia.

La estrella aún muy por encima de nosotros, nos sobrevoló, pero se pudo notar su descenso precipitado.

En solo unos segundos paso nuestro Horizonte.

- Rufus ... - Justo cuando iba a hablar a mi amigo, un temblor enorme sacudió toda la ciudad, al seguno una ola de viento y presión sacudió el reino, como un vendaval, nosotros estuvimos a salvo por el escudo, pero muchos pueblos estaban indefensos, tras la primera ola llego una segunda, fue la primera que regreso al epicentro, después de eso nada, solo el silencio, el cual fue rápidamente acompañado con el llanto de niños y gritos de pánico de los adultos, tenia que pasar, había caído, una de ellas, estaba en nuestra puerta.

En solo unos segundos una guardia llego a garantizarme, junto a ellos algunos de los generales, todos con su armadura, preparados para la batalla.

La paz se fue de mi reino, una paz difícilmente conseguida, había sido arrebatada en una noche.

Pude ver un toque de miedo de mi amigo y el terror en el pequeño Raher.

Enviad mensajeros a todos los miembros del consejo, traedlos de inmediato, hoy nadie dormirá, los cielos han reclamado nuestro sueño - Ha mi orden, varios guardias salieron en busca de los mensajeros, le dije a Rufus que dejase a Raher en su alcoba, esta sera una larga reunión, no digna para el pequeño.