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Capitulo 13

La superficie es enorme, una serie de andamios reciben los transportes de la gente que viene al edificio, ninguno de los que quiere residir en la comunidad del Edén Oculto tiene permitido el uso de transporte aéreo. Esta zona está destinada a los proveedores, los encargados de mantenimiento y quienes día a día hacen que la estación menos importante de envíos a otro mundo funcione. 

Sifuentes desciende del vehículo y contempla sin mucha sorpresa los enormes campos de energía que contrarrestan las corrientes de aire que se sienten en un edificio con cincuenta pisos de altura, a pesar de los enormes paneles solares y de viento, la azotea se siente solitaria, con solo tres C.V. "Carros Voladores" símbolo de la autoridad en una zona con restricción de vuelo a baja altura por ser contrario a las disposiciones de la mayoría de los dioses que se veneran en este manicomio, en palabras de Haggard.

La puerta era solo una membrana ionizada, capaz de limpiar toda la suciedad que aún pudiera traer la persona antes de su ingreso, tras un par de pasos, Sifuentes comenzó a sentir bienestar, la música relajante, un par de imágenes breves que se proyectaban de forma alternativa en muros y pisos, pequeñas impresiones que aparecían por décimas de segundo en los cuadros, puertas y muros del pasillo principal, todo con un propósito firme, decir que estaban seguros, cómodos, en casa… solo que mejor. 

― ¡Buenos días! Bienvenido a nuestro centro de atención CEPRA ― La persona del módulo era un varón de edad indefinida con marcado acento extranjero ― permítame recordarle que aquellos que buscan la salvación deben entrar por el piso 1, este lugar está reservado para atender proveedores ¡Tenga un buen día!

― Soy Haggard Sifuentes, jefe del "Servicio de Atención al Cliente" ― Con una voz que esperaba sonase tan pedante como la que escuchó; se presentó ― Mi propósito es la retroalimentación relacionada a su récord en quejas ― Dice con voz segura y concisa. ― ¿SAC? No sabía que tendríamos una visita ― Haciendo gestos exagerados revisa una proyección que se transparenta y muestra solo un registro: 11:00hrs visita del gerente de operaciones del SAC ― ¡Qué casualidad, sí estaba usted registrado! Descuide pasa todo el tiempo ― La mirada burlona y la mueca fueron abandonando el rostro del empleado, la expresión de Sifuentes era oscura, amarga, no parecía nada complacido con el chiste, pero aún así el trabajador insistió.

― En serio necesita considerar una religión en su vida, ya que no tenemos quien lo guíe que le parece ir a primer piso y aplicar para una asesoría espiritual ― Bajando el tono de voz continuó. ― Quien dice y quizás encuentre la paz en lugar de siempre estar 56

con la mano en la espada de guerra ― Citando uno de los preceptos fundamentales del budismo circunspecto ― ¡Espero que mi recomendación le sirva! ¡Que tenga un buen día! ― Se despide muy cordialmente.

Para ese momento el jefe de atención a clientes había tenido suficiente, sin decir una sola palabra sacó un cigarro electrónico, prohibidísimos en sitios como este donde el vapor generado podía incluir cualquier sustancia disuelta en la fórmula original de glicerina, ninguna era letal; primero debía pasar por la boca del usuario, pero pese a las severas regulaciones seguía siendo útil en casos de pretensión o incluso de rebeldía a las compañías tabacaleras convencionales.

― Entendamos algo ― La expresión de Sifuentes lucía firme mientras hablaba.

― No soy ningún creyente, no vine a pedirte, no solicité, cumplo una orden que viene un par de niveles arriba de tu nómina, bastante más arriba diría yo ― En ese punto observó con ligera apatía el nombre que sobresalía un poco de la camisa azul cielo que portaba el incomodo recepcionista.

― Manuel… buen nombre de creyente, ahora si quieres seguir creyendo que tienes empleo ¡Ve por tu personal asignado! ― Le dice en un tono alto.

La respuesta decepcionó a Haggard, esperando al menos un poco de resistencia, algo que justificara el partirle la cara a esta lacra engreída, sin embargo antes que el joven respondiera una voz atronó en el pasillo.

― ¡No será necesario! ― Sin decir más, un hombre de unos cuarenta años apareció sin más, por una de las puertas laterales.

― Es increíble que uno de mis empleados lo hubiera retenido afuera, no faltaba más. Será reasignado a un área con muchos creyentes de "Fanes". Estoy seguro que será feliz ahí sin poder determinar si son hombres o mujeres ― Sabía que era el protocolo, seguro que lo estaban observando los malditos. Habían puesto a un novato ahí, su expresión tenia vivacidad en la mirada, quizás era un ejecutivo novato el cual enviaron para saber qué tanto problema representaba el nuevo visitante de la central, el pobre idiota no sabía que la amenaza era real, Sifuentes estimaba que lo harían desaparecer y quedaría asentado que brincó de alguna ventana. Era estúpido el método, pero no los resultados, todo era un modelo para convencer, pero no había nadie a quien aplicarlo.

― ¡Dejemos que los tontos crean esto! ― Su voz sonó un poco forzada por reprimir la ira ― No vine para entender el poder de sus supervisores, vengo con ordenes explícitas de realizar una retroalimentación de su entorno laboral para conseguir conciencia de como previnieron las quejas en su zona de trabajo.57

Un poco molesto por su táctica fallida, su interlocutor solo tomó un instante para cambiar la aproximación.

― No me atrevería ¿Por qué no cortamos la charla banal? Vamos al punto: Soy Sátiro Argüelles, representante de la empresa CEPRA, subsidiaria de Ouroboros ― En ese momento sus ojos que permanecían entrecerrados se abrieron mostrando un intenso color índigo ― Tengo muchas ganas de mostrar a usted esta maravilla ― Dijo con entusiasmo.

― Entonces vamos ― Con tono cansino, Sifuentes acompaña al representante, mientras en su cabeza solo cursa la frase "¿En dónde me vine a meter?"