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Capítulo 9

En las puertas un par de destellos lo revisan, buscan cualquier material que sea contra las creencias generales del sitio. Ella nunca lleva nada por el estilo. Es creyente fiel, como tal respeta todos los mandamientos impuestos por la iglesia presbiteriana latinoamericana, su vestimenta es larga y de corte conservador, la tela de algodón o cualquier otra fibra natural es excesivamente cara, por lo que el diácono aceptó que se emplearan telas sintéticas siempre y cuando estas no tuvieran ningún tipo de tono incitador a la lujuria. El complejo departamental que compraron su esposo y ella tiene todo lo que alguien respetuoso de las buenas costumbres desearía: Sin comerciales, los 1700$ que pagan al año para no tener publicidad en los muros son sabiamente apreciados, los elevadores tienen la opción de separar hasta cuatro grupos de personas dentro de sus puertas para un respeto al espacio personal, su casa está en la azotea, no la querían por otra razón que prevenir celosamente que alguien quisiera hacer una parrillada o asolearse en los techos donde Dios da sus bendiciones todas las mañanas.

Al encenderse las luces puede ver a su esposo orando, el banco empleado se desliza en una de las esquinas más alejadas de la sala, en el sofá sus hijos ven una serie para niños donde les enseña los valores que tanto se perdieron desde que ella era niña, de no ser por esa mirada vacía que tenían después de verlos por casi 3 horas ella estaría dispuesta a endeudarse el resto de su vida por el sistema de sueños realistas y religiosos el cual les daría la educación completamente acorde a las creencias morales de la familia, en lugar de eso son llevados al colegio multi-religioso "Siddharta", su marido odia el nombre pagano pero es el mejor colegio que enseña la difícil palabra de la biblia "Pentecontés"… junto con la mayoría de las creencias predominantes en la ciudad los departamentos de 75mts2 tienen todo integrado en los muros, un par de muebles fijos al piso es lo que se ve si la casa está vacía. Cuando se aproxima a la cocina ve que su esposo ya tiene todo preparado, él trabaja para el Ayuntamiento; tiene horario de oficina aún cuando no le guste, así que procura dejar todos los elementos de la cena cortados o limpios, para facilitar la labor de su mujer, ella sabe que Yahvé no permite que el hombre suplante las labores de la mujer en la casa y no le importa. Con un poco de tiempo una sopa de verduras y una hogaza de pan sin levadura están listas para la cena, los hijos llevan los platos a la mesa, justo cuando está por ir a sentarse recuerda que el agua aún es simple. Saca unos cuantos limones del refrigerador y cuando están sobre la tabla su mente discurre; el cuchillo comienza a moverse de modo errático y de pronto un par de hilos de luz comienzan a fluctuar en la barra de la cocina, un crujido abrupto saca a todos de su concentración, incluida Estela Smoked quien de pronto tiene en su mano el mango de un cuchillo roto, sobre la mesa un limón cortado en formas que nunca pudo creer y en la pared el otro limón que se encuentra soltando su jugo prendido de la hoja rota. Su marido sabe que es una buena mujer, así que deja que todo siga igual; va al clóset, saca el limpiador y una cubeta la cual llena de agua, a ambos los deja a la altura del evento, luego carga los platos a la mesa y se sienta al frente, la pobre mujer sigue sin entender qué pasó pero va y limpia, no intenta retirar la navaja, se encuentra fuera de su alcance y no tendría herramientas para extraer más de diez centímetros de hoja del muro reforzado.

Sentada con las manos todavía un poco temblorosas y la muñeca ardiendo por el movimiento desacostumbrado escucha la palabra de Dios, oraciones de bendición por la comida, deseos de una vida igual de pacífica como la que habían tenido hasta ahora, la comida no sabe a nada, pero no es sorpresa, los vegetales son solo parcialmente cultivados, el tejido sintético se llena con las vitaminas contenidas en los vegetales aprobados por la Biblia, los sazones están prohibidos así que toman dos píldoras por la mañana, una con calcio y la otra con sal para prevenir el bocio. Sin embargo, la mente no está centrada, para ella había mejores comidas, en su mente puede verlo un real B.T.L. con el pan bañado en aceite de ajo y las carnes emitiendo promesas desde el vapor que desprenden. La imagen era tan real que ni el agua de limón sin azúcar la sacó de la sensación, fue una experiencia que ella no podía sacar de su cabeza.

Por la noche ya bañada y vestida revisa con cuidado el calendario, afortunadamente no es día de copular, su marido es tan estricto que solo piden a Dios otro hijo cuando es el tercer sábado del mes, durante la media hora asignada él consume su píldora y después de la oración pecan lo suficiente, se acuesta mientras su esposo revisa un par de versículos, los muros de concreto la mantienen entretenida. Cuenta la cantidad de pasajes escritos por sus hijos, justo cuando sus ojos están por cerrarse escucha a su marido por primera vez en todo el día.

― ¿Esposa, segura que quieres seguir trabajando? Parece que te está haciendo daño ― Sin entonación, pero nunca es un ser muy emocional así que suena normal para Estela.

― Sí, sabes que tu sueldo no nos alcanza para cubrir todo lo que necesitamos y la paga es buena ― Era verdad, el departamento aislado de otras creencias, la ausencia de publicidad, la comida sin ningún tipo de aditivos no autorizados, todo costaba.

― Ve con tu asesora espiritual…necesitas ayuda ― Diciendo esto apaga su lector y automáticamente las luces que manan de las esquinas del muro se tornan naranja suave, era hora de dormir.

El sueño transcurre en colores que no conoce, sonidos que le son familiares pero escapan de su alcance, el canto holístico la saca del estupor sin saber en dónde se encuentra. Su piel siente la tela de algodón sintético y por un momento le recuerda a la seda y la ropa de dormir se la antoja tosca, abundante, desconcertada se levanta a lavarse los dientes, su marido duerme. Hoy tiene una junta al medio día y las labores comenzarán hasta esa hora. A pesar de que terminan a las 16 hrs recibirá su paga completa, pero era de los pocos privilegios de ser sindicalizado.

Al abrir la puerta un zumbido la hace fruncir el ceño, un mosco, la única plaga que no es bloqueada por los pulverizadores de las alcantarillas ni de su drenaje, lo ignora y coloca pasta de cenizas en su cepillo de cerdas auténticas de caballo, ausente mira en el espejo unos ojos que no parecen ser suyos, tan tímidos, apagados, el zumbido persiste, el mosco gira alrededor de su cabeza, ella escupe y mientras enjuaga su cepillo escucha que pasa por cerca de su oreja izquierda, un gesto de odio atraviesa sus facciones calmadas y un movimiento de su brazo hace que el cepillo zumbe, de pronto un dolor se extiende desde su brazo hasta el hombro, una línea roja se va marcando conforme el tejido forzado se relaja. En la mirada de la señora Smoked solo hay pánico, como puede deja caer el cepillo y se dirige a hacer la llamada para la cita con su consejera, atrás en el piso un mango de diez centímetros de largo por dos de ancho mantiene en su estructura a un insecto aplastado por la enorme velocidad de un producto que nunca se pensó usar como arma.