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Capítulo 20

Solo había que ver los paquetes de envolturas para comprender el tiempo y el nivel de concentración que Luca tenía. Para una jefa nominal era algo que debería de llenarla de orgullo, pero no ahora, con los problemas causados por la muerte de un pasante, nadie estaba enfocado por el deseo de trabajar, todos los que se encontraban en la oficina tenían el mismo semblante: Estaban furiosos.

Aparte del jefe de T.I., sus dos empleados continuaban trabajando, no por gusto pero no tenían el valor suficiente de decirle a su jefe que la pérdida de un compañero no era para tanto y que había que ir a casa a descansar. Uno se quedó vigilando cualquier problema en sus líneas, hasta podía escucharlo roncar, pero era saludable, cada quien tenía cuatro horas rotando sus turnos, sabiendo que nadie vendría a buscarlos. Era la tercera vez que "checaba entrada" observando esos ojos rojos, cerrados. Entró a su oficina.

Las pantallas informando cambios en la red, órdenes ejecutivas, incluso comportamientos cambiantes en la bolsa de valores; estaban configuradas desde hacía años en postales paradisíacas, playas extintas mostraban el oleaje suave de sus mejores épocas. Al centro el monitor conectado en sistema a la central de órdenes, donde sin mayor sorpresa tres correos la esperaban. El primero era rutinario: Mostraba noticias relevantes sobre programas o acciones, para garantizar la calidad del contenido en los comerciales y programas pagado donde se vendía la imagen de los heroicos enviados post mortem, el segundo contenía su saldo de la casa que aún pagaba, faltaba menos, un par de años más y esa propiedad se convertiría en su aval en caso de que deseara contratar un servicio de transferencia de emergencia, el tercero fue la primera negativa, no, nadie se encargaría de investigar, no había ninguna otra explicación, ni argumentos, en un momento determinado estuvo a punto de arrojar su taza, no tenia descripción de su petición, ninguna, no habían revisado los adjuntos, una insulsa firma digital era toda la información que se dignaron a colocar en su solicitud para presionar a las autoridades usando los recursos de Ouroboros… denegada la petición por no ser necesaria.

La paciencia tenía un límite, la luz de su detector de niveles elevados de estrés se activó. El creador de dicho dispositivo debió ser previsor, al dejarlo bien encajado en la superficie de polímero transparente que era el escritorio y pantalla de su oficina, de lo contrario se habría estrellado en alguno de los muros, eso no impidió que gritara por la injusticia, por la impotencia, por todo lo que regularmente a nadie le importa y a ella tampoco le había importado, pero ¡Ya no más!

Al salir de su oficina contempló unas uñas sosteniendo un cuchillo (tenía que serlo por que "machete" simplemente no se ajustaba a la imagen de su secretaria) Este danzaba entre sus dedos delgados, unos momentos mate y de pronto con brillos, algunos tonos partían de su hoja en partes del movimiento, mientras que con la otra mano sostenía el control del M.T.A. (Multitasking Telephone Answers) solo para cambiar la voz de quien contesta. En un momento de descuido el cuchillo escapa de sus manos y pasa silbando a medio metro de su jefa, la cual pasó de estar lívida de coraje a pálida del susto.

― ¡Admira! ― Dice con gran emoción.

― ¿Qué demonios estás haciendo? ― Pregunta confundida.

― ¡No es genial jefa! Apenas ayer me hice el implante y hoy domino al menos tres de los movimientos del "Lotus flotante", incluso me regalaron este alfanje con valor de 100 dólares.

Antes de que pudiera contestar, una mano fría le tocó el cuello, no por el arma de tan baja calidad, la cual parecía hermosa hasta que la pintura y esmalte se fueran por el caño; había algo más importante en esa oración.

― ¿Qué te implantaste? ―Le pregunta con asombro.

― Lo último de la tecnología jefa, no sabe qué bueno es, recuerdo todo clarísimo, eso sin contar con los manuales de manejo de armas, aunque estoy joven nunca dejé de soñar con tener los míos, solo era cuestión de tiempo, ahora solo hay que ver como sobrellevar los pagos, sin embargo estoy más protegida en caso de que algún bárbaro de la calle trate de propasarse.

― ¿Qué fue? ―Las palabras se tornaron cargadas de solemnidad ― ¿Cuándo elegiste implantes?

― No se ponga seria, jefa, es un implante que ni se nota…me lo mostraron, del tamaño de la mitad de una tarjeta de crédito. Va en la zona de la corteza, se usa para todos los que pagan por vivir un sueño pero también tiene otras funciones.

― ¿Cómo lo piensas pagar?

― Hay subsidio por ser trabajadora de Ouroboros ― Responde con mucha seguridad y certeza.

― ¿Pueden todos leer esos manuales?

― Claro jefa, mire ― Sus manos agarraron mágicamente otro cuchillo de su gaveta ― El manual no lo liberan completo ― El filo comenzó a moverse dibujando la silueta de un trébol ― Cuando las reacciones de tu memoria coinciden con las manejadas en su base de datos ― En ese momento la silueta comenzó a moverse y cambió la forma a una suerte de flor, ni idea de cuál. ― El sistema libera la siguiente parte de los movimientos.

― ¿Y tu información?

― Sin problemas, no trabaja almacenando cosas, solo sensaciones y conjunto de emociones. Hay movimientos pero estos no van relacionados a nada hasta el momento en que cometen un crimen con arma blanca… pero nunca haría algo así, solo la emplearé para defenderme.

No sabía por qué pero algo estaba terriblemente mal, tanto que no podía comenzar a explicarlo. Era importante buscar información, pero no datos sobre las consecuencias físicas, esa manera tan simple con la que se juega con las emociones, el manejo ciego de lo que uno siente y vive… que esto pueda ser enviado a…

― Admira, te reportas con T.I. a la mayor brevedad, no tienes permitido subir tus estadísticas ni nada por el estilo a las redes o a ese programa que tienes instalado… es por tu seguridad no pongas esa cara.

― Pero jefa, no puedo bloquear esa información, en el momento que compras el arma viene con su manual y hay que comprar el implante ¿No está enojada verdad? ― Le pregunta con la cabeza levemente hacia abajo.

Pero ya no fue escuchada su pregunta, con paso nervioso Ingrid, la jefa de un departamento en decadencia y abandonada por todos los círculos de pensamiento en la empresa; tenía una idea, una terrible impresión de la privacidad que se desvanecía por el puro objetivo de ver siluetas de flores en el aire.