1 Un dia normal (o casi)

Esta es la historia de **Kaito**, un chico de 16 años que vive en Tokio. Kaito es un otaku, es decir, un fanático del anime y el manga. Le encanta coleccionar figuras, pósters, revistas y todo lo relacionado con sus series favoritas. Su sueño es convertirse en un mangaka, un creador de manga, y publicar sus propias historias. Sin embargo, su vida no es fácil. Su padre murió cuando él era pequeño, y su madre trabaja todo el día para mantenerlo. En el instituto, es víctima de acoso por parte de sus compañeros, que lo llaman "friki", "raro" o "perdedor". Su único refugio es su habitación, donde se sumerge en sus mundos de fantasía.

- Kaito: (despertando) ¡Buenos días, mundo! Hoy es un día más en mi aburrida y miserable existencia. (bosteza) Bueno, al menos tengo algo que me alegra el día: el nuevo capítulo de **Dragon Soul**, mi manga favorito. (se levanta de la cama y se dirige a su estantería, donde tiene una colección impresionante de mangas) Veamos, veamos... ¡Aquí está! (toma el tomo más reciente y lo abre con emoción) ¡No puedo esperar a ver qué pasa con **Ryuu**, el héroe de la historia! Él sí que tiene una vida emocionante: es un dragón humanoide que lucha contra el malvado imperio de **Zarok**, que quiere conquistar el mundo. Ryuu tiene el poder de transformarse en un dragón gigante, y además tiene un montón de amigos que lo ayudan en su misión. Y por si fuera poco, está enamorado de **Luna**, la princesa de la luna, que es la más bella y dulce de todas. (suspira) ¡Qué envidia me da Ryuu! Ojalá yo pudiera ser como él...

- Madre de Kaito: (desde el otro lado de la puerta) Kaito, ¿estás despierto? Te he preparado el desayuno. Date prisa, que se te va a hacer tarde para el instituto.

- Kaito: (guarda el manga y se pone el uniforme) Sí, mamá, ya voy. (piensa) ¡Qué fastidio! Tengo que ir al infierno, digo, al instituto, donde me esperan los mismos idiotas de siempre. (suspira) Bueno, al menos podré ver a **Haru**, mi mejor amigo y compañero de otakismo. Él es el único que me entiende y me apoya. Juntos soñamos con escapar de esta realidad y vivir de nuestro arte. (se mira al espejo y se arregla el pelo) Vamos, Kaito, tú puedes. Solo tienes que aguantar unas horas y luego volverás a tu santuario. (se pone una sonrisa forzada y sale de su habitación)

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