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Prólogo

¿Alguna vez te has preguntado de donde salen los cuentos de hadas?

Los cuentos de hadas salen de la fábrica de hadas "Tu cuento, nuestra magia" es un nombre largo para una fábrica. Cada pequeño ser recién nacido se le es otorgado un cuento de acuerdo a lo que su familia desea y lo que su destino les otorga.

Miles de generaciones se han dado con un final feliz, y ahora. Es turno de la nueva generación.

Las hadas tienen una señal. Tiempo para un nuevo cuento de hadas se aproximaba.

-¡Bien, qué salgan los nuevos finales felices! ¿Alguien sabe donde está Diana? -el hada en jefe estaba pasando lista.

-¿La nueva? Ella salió a entregar a los hijos de la dama en la torre. -a las hadas se les prohibía decir el nombre de aquellos a quienes le dieron cuento.

-¡Qué alguien vigile a esa hada primeriza! -el hada en jefe salió aleteando con un cargamento de nuevos cuentos.

Por otro lado, Diana estaba alentando con dificultad. Llevar dos cuentos para el rumbo más lejano era agotador.

«Ojalá haya donde reposar» pensó Diana. Estaba realmente cansada, pero valía la pena. Ahora podía ver el reino donde debería entregar los cuentos. Llego al cuadro donde los mellizos descansaban y se acercó a cada uno para ver a los pequeños.

Dado que las bolsas con los cuentos le pesaban, vertió polvo de hadas sobre ellas para dejarlas flotando a su lado.

Las cunas tenían nombres, de un lado estaba el nombre de una hermosa bebe, Acalia. Del otro lado había un hermoso bebe, Neil. Ambos eran tan adorables.

El hada empezó a aprovechar el ver a unos bebes tan hermosos y tan tiernos, la ternura era su debilidad.

Ella revoloteó y se detuvo con Acalia. Por lo que ella sabía su cuento será formado por dos tipos ya hechos.

-Espero poder convertirme en tu hada madrina. -Diana estaba soñando despierta. Una ráfaga de viento alejo las bolsas de cuentos. Una la logro agarrar a tiempo, pero, la otra golpeó contra el cunero de Neil. La bolsa se abrió y todo el polvillo empezó a caer.

Diana estaba preocupada. Voló lo más rápido que pudo y tomo lo que restaba de la bolsa. La cerro y con esperanza abrió la bolsa. La preocupación empezaba a invadir su rostro, ella volteó la bolsa, pero el polvillo no salía. Ya no estaba. Todo había caído en Neil.

«¡No! ¡Me van a castigar!» Pensó, mientras se acercaba al bebé. El polvillo aún seguía en pequeñas porciones sobre él. Junto al polvillo en sus manos y lo llevo a la cuna de Acalia. Cuando lo vertió sobre ella, el polvillo se esfumó.

-¡Diana! ¿Qué has hecho? -un hada llego revoloteando. Se paró en el marco de la ventana. Diana se acercó al hada cabizbaja.

-Perdón, se me ha caído el polvillo en donde no era.

-¿¡Qué!? -el hada voló hacia los bebes, cuando noto que el polvillo estaban intercambiados, saco otro tipo de polvillo, lo lanzó al aire y el rostro del hada en jefe apareció.

-¿Qué ha pasado?

-Diana intercambio accidentalmente los polvillos.

-¿Qué? Voy en camino.

Cuando el hada en jefe llego, pidió hablar con los padres, aquel incidente tendría que ser guardado hasta que pudieran cambiarlo.

Las hadas habían creado la forma de evadir el cuento de hadas. Pero para eso tendrían que esperar hasta que el cuento encontrará al joven. Solo serviría así.

Los padres estaban preocupados, esto jamás se había visto. Pero tuvieron que aceptar. En cuando al cuento de la hermana le tendrían que dar el de su hermano. Los dos tendrían que asistir para intercambiar sus cuentos.

-Les reitero qué nadie debe saber los cuentos, qué les damos, solo nuestro superior sabe cuál es el cuento de cada quien.

Hasta entonces ambos hermanos no sabrían qué sus cuentos fueron intercambiados.