La dolorosa vida de Izuke- CAPÍTULO 28

La dolorosa vida de Izuke.

CAPÍTULO 28

Mi hermana y yo estamos sentados en una gran mesa con comida.

—¡¡Cuéntame sobre tú vida!! ¡¡¿En qué mundo estabas?!! ¡¡¿Que había en tu mundo?!!

—En mi mundo había algo llamado electricidad, aunque en este mundo no puede existir la electricidad.

—Ya veo... A mí me rescataron cuando tenía cinco años, no recuerdo mucho de mi pasado en el otro mundo.

—Ya veo... En el otro mundo era un vagabundo, no tenía hogar, pero en este mundo soy un guerrero muy poderoso.

—¿Un vagabundo?... ¿Por cuánto tiempo viviste en las calles?

—Toda mi vida... 16 años viví en las calles.

—Ya veo... Debió ser difícil para ti.

—Te mentiría si te dijera que no fue así... Fue bastante difícil... ¿Y nuestra otra hermana?

—Se encuentra de compras... Ella es un poco... Temperamental e inmadura, así que te pido que le tengas paciencia.

—Claro, no hay...

Siento un escalofrío.

—Problema...

Me levanto de la mesa.

—El trío demoníaco sabe mi ubicación... Y los demonios usan un portal... Eso significa que ellos pueden venir a este lugar... No tengo a Crismei... Necesito una espada. - Pienso.

Volteo a ver a mi hermana.

—Necesito una espada.

—¿Una espada? ¿Por qué?

—Un demonio puede estar cerca.

—¿Un demonio?

—¡¡Nerma, ¿En dónde estás?!! ¡¡Vengo por la energía mágica!!- Grita una voz de hombre.

Mi hermana se levanta.

—Llegaron... Izuke, ese demonio no nos atacara, viene a... Recoger nuestra magia.

—¿Recoger?

—Quédate aquí.

Nerma se dirige corriendo al salón.

—¿A qué se refiere con recoger?... Esto es malo.

La sigo y entro al salón.

Esta arrodillada ante un demonio con la piel llena de pelo negro, traje rojo, cabello blanco y largo.

—La gobernante de las hadas... Arrodillada ante un demonio... ¿Por qué lo hace?

Me acerco a ellos.

—¡¡Oye, ¿Quién te crees que eres?!! ¡¡¿Por qué mi hermana se arrodilla ante un demonio como tú?!!

Mi hermana voltea a verme asustada.

—¡¡No le grites, hermano, te matara!!

El demonio se acerca a mí.

—Vaya, es tu hermano... Se parecen un poco... Me pregunto si es igual de cobarde que tú.

—¡¡No la llames cobarde!!

—Solo vengo por la magia de las hadas y me iré. Si me sigues gritando, tendré que matarte.

—¡¡No permitiré que te lleves la magia de las hadas!!

Se para frente a mí.

—¿No lo permitirás? No me hagas reír. ¡¡Maldito don nadie!!

Intenta darme un gran golpe en la cara y me hago a un lado rápidamente.

—Eres muy ágil.

—No soy un don nadie... Mi nombre es Izuke. Creo que los demonios me conocen muy bien.

—¡¡¿E-eres Izuke?!! ¡¡E-el fa fa fa...!!- Grita sorprendido.

—¡¡Soy el familiar Izuke!!

Le doy un gran golpe en el estómago y lo saco volando varios metros.

—¡¡Hermano, ¿Qué hiciste?!! ¡¡Te mataran!!

—¡¡No te preocupes por mi!!

Me acerco corriendo a él.

—¡¡Esto es peligroso!!

Salta por la ventana y se va corriendo.

—¡¡No huyas!!

Salto y lo sigo corriendo.

—No tengo armas... No puedo atacarlo... Maldito...- Piensa.

Toma aire.

—¡¡Sei!!

Lo alcanzo y le doy una patada rápidamente en la pierna derecha, provocando que caiga al suelo.

—¡¡Eres lento!!

Intenta levantarse y pongo mi pie sobre su espalda.

—Oye, no te levantes. Tengo una pequeña pregunta. ¿A qué te referías con "vengo por la magia de las hadas"? ¿Intentabas matarlas?

—T-tenemos un trato. Nuestros amos dejarían con vida a las hadas y a cambio, las hadas nos darían toda su magia una vez por semana.

—¿Para qué quieren la magia de las hadas?

—N-no lo sabemos... Nuestros amos la necesitan... Pero no sé por qué.

—Ya veo... Gracias por contestarme la pregun...

Una flecha negra atraviesa mi hombro izquierdo, rompiendo una parte de mi camisa.

—¡¡Lo logre!!- Grita una voz de mujer.

—¿Q-que? ¿M-me rompió la camisa?

El demonio empieza a reír.

—¡¡Bien hecho, Sei!!

Volteo y veo a una demonio con un arco en su mano. La mujer tiene el cabello rojo y corto, vestido blanco y cuernos negros. Ella se acerca corriendo a mí.

—¡¡Deja a mi compañero!!

Intenta darme un golpe en la cara con su puño derecho y me hago a un lado. Rápidamente me da un golpe con su puño izquierdo y me saca volando varios metros.

—E-es rápida.

La demonio ayuda a levantarse al otro demonio.

—Gracias... ¿Por qué tardaste tanto? Dijiste que ibas a comer rápido.

—Perdón, pero la comida estaba deliciosa, así que la comí lentamente. Afortunadamente escuche tu grito.

—Nuestros amos estarán contentos con nosotros si capturamos a Izuke.

Los dos se acercan a mí y me levanto del suelo.

—No tengo a Crismei... Tal vez un hada pueda ayudarme... ¡¡¿Hay alguna hada tipo Monder aquí?!!

Veo a las hadas a mi alrededor y solamente me observan.

—Supongo que no... O no quieren ayudarme... Tendré que pelear solo.

Me quito la flecha del hombro rápidamente y la dejo caer al suelo.

—D-duele.

Se paran frente a mí.

—Escucha, ven con nosotros por las buenas.

—N-no lo haré.

—Entonces serán por las malas. Sei, empecemos a matar a las hadas.

—¡¡Ellas no tienen nada que ver!!

—Ven con nosotros y las dejaremos vivir.

—N-no... No iré con ustedes.

—Entonces mataremos a las hadas.

—No lo harán... No lo permitiré.

Cierro los ojos y tomo aire profundamente.

—Quiero convertirme en hada.

Mi cuerpo es rodeado por un material negro y desaparece rápidamente.

Cuatro enormes alas de hada de color negro salen de mi cuerpo, dos en cada lado de mi cuerpo, rompiendo una parte de mi camisa. Expulsan un vapor negro... Es más, como energía negra... Energía demoníaca.

—En esta forma mi poder mágico incrementa, lo que significa...

Abro los ojos.

—Que soy más poderoso.

Concentro mi magia en mis piernas.

—¡¡Mueran!!

Con una patada muy rápida que apenas se pudo ver el movimiento, golpeo a Sei en el costado izquierdo y la saco volando, provocando que choque contra una pared. Sei cae al suelo inconsciente.

—Q-que increíble fuerza y velocidad.

—Tu turno.

Concentro mi magia en mis puños y le doy un gran golpe en el estómago, provocando que le atraviese el estómago con mi puño.

—M-maldito...

Sangre sale por su boca.

Me asusto al ver lo que hice.

—¡¡Mierda, que asco!! ¡¡Me pase!! ¡¡Lo siento!!

Quito mi puño y cae al suelo.

—¡¡Mierda!!... ¡¡Pero genial!! ¡¡Mi fuerza es increíble!! ¡¡En esta forma soy muy poderoso!!... Pero recibiré daño cuando desaparezca la transformación... Carajo.

Cierro los ojos, mis alas desaparecen y se vuelven polvo que se lleva el aire.

Abro los ojos.

—Uno, dos, tres...

Mi cuerpo es rodeado por rayos negros y blancos que me electrocutan. Partes de mi piel se desintegran y desaparecen.

Grito del dolor.

Esto dura unos diez segundos y desaparece.

Caigo al suelo rodeado de sangre.

—Duele... Demasiado...

Cierro los ojos y me desmayo.