1 I- Dove Sono

Llevaba horas caminando por ese bosque, el cual estaba muy segura que distaba de ser el bosque prohibido, lo sabía porque conocía ese bosque como a la palma de su mano; pero en el que me encontraba ahora mismo, no le sonaba de nada.

Jura que cuando vuelva iba a darle unas patadas en las bolas a Potter y unas buenas merecidas nalgadas a Draco por idiotas, ¿cómo se le ocurre a su hermano seguir las provocaciones de la estúpida comadreja envidiosa? Y Potter ¿cómo diablos puede ser tan ciego? ¡por Merlín! Que ahora entendía como es que el idiota había acabado muerto en la guerra, si es que se necesita ser muy ingenuo como para confiar en la primera persona que le ofrece una "mano amiga" sin siquiera conocerla y juzgar a los demás simplemente por creer lo que esa "mano amiga" le dice sin darse cuenta de que lo único que hacían era volverle su marioneta.

Se supone que debía evitar ese destino para ese idiota, pero ¿cómo demonios lo ayudaba si este ya se encontraba bailando al son en el que los idiotas esos movían los hilos?

Suspiró pesadamente, menos mal que en cuanto llegó de nuevo al pasado le mostró sus recuerdos a su familia, sabrían que hacer en su ausencia después de todo ya lo habían planeado todo con antelación, ahora debía centrarse en averigiar ¿en rayos donde se encuentra? Y encontrar una manera de regresar.

Se detuvo abruptamente cuando escuchó un gruñido detrás suyo, se giró lentamente y ahí pudo ver lo que le había gruñido. Abrió a más no poder sus ojos porque eso ¡¡tenía que ser una maldita broma!!, ¡¡eran los Tigres más grandes que había visto jamás!!... aunque bueno, no es el primer bicho, animal o cosa gigante con la que se encuentra en ese bosque, aún así lograba escapar debido a su buen manejo de la magia sin varita... menos mal se había ocultado del mundo mágico, especialmente los ministros mágicos, más de la MACUSA que era el Ministerio americano y logró pasar desapercibida los últimos 27 años pues sin una varita que usar no había forma de rastrearle.

Un escalosfrio le recorrió el cuerpo cuando vio como se saboreaban los bigotes, eso le sacó de sus cavilaciones, ¡ni de coña, estúpidos! No iba a ser devorada por esos babosos; así que cuando vio que se le venían encima lanzó un petrificus tottalus que los dejó congelados en plena acción.

Bufo asteada de la situación, lleva horas caminando y no veía ¡ninguna salida de ese bosque por ningún lado!... ok, mejor se calmaba o iba a terminar incendiando el bosque y no era buena idea porque ella estaba allí también y a pesar de que los animales quieran deborarle, no tienen la culpa de nada y mucho menos de su mal humor.

Respiró profundamente para apaciguarse un poco y pensar mejor con la cabeza fría, al final cogió una rama del suelo y dejó a su magia fluir atraves de sus manos que cubrió a la pequeña ramita la cual comenzaba a perder su forma para adquirír otra, más específico, una brújula.

── ¿Qué chula me ha quedado? ──se elogió por el trabajo bien hecho.

Comenzó mi caminar cuando la brújula señaló el norte, siempre que estés perdido sigue a la estrella del norte pero como era de día es obvio que no hay estrellas más que el astro rey sol.

Suspiró cansina, ahora a caminar de nuevo... al menos está vez iba en el camino correcto, se pregunta ¿Qué estarán haciendo los demás? ¿le estarán buscando? Negó varias veces para alejar esos pensamientos de su mente, de nada valía preocuparse por eso ahora si ni ella sabía ¿dónde diablos estaba?

•○•○•○•○•

No sabía cuanto tiempo llevaba ya caminando pero al menos ahora veía el linde de ese bosque, guardó la brújula en una de los bolsillos de su capa y se echó a correr a todo lo que sus pies daban.

Aspiró aire puro y extendió sus brazos a lo largo mientras alzaba su rostro hacía el sol, enserio creyó que nunca saldría de ese bosque, se sentía bien el picor de los rayos solares sobre su piel y la brisa fresca que cubría su cuerpo como una suave caricia.

Fue sacada de su devoción al sol y la naturaleza por unos ruidos de golpes hacía su derecha, anduvo unos cuantos metros y ahí fue cuando lo vio, un chico rubio cual rayos de sol, piel canela y lo más curioso fueron las 3 marcas en su mejilla derecha que estaba segura que a pesar de verlo de perfil había otras 3 del lado izquierdo, al parecer estaba enojado por algo porque se veía así aunque también podía ver un rastro de lágrimas que descendían hacía su barbilla... al parecer notó su presencia porque giró en su dirección y simplemente contuvo la respiración... tenía el par de ojos más hermosos que había visto solamente en Draco y Potter, eran azules como las mañanas despejadas de nubes, con luz propia... era simplemente hermoso y le partió el alma ver esos ojazos brillantes por lágrimas contenidas.

── ¿Quien eres? ──preguntó luego de haber borrado todo rastro de lágrimas de su rostro, era adorable.

── Oh, eh, soy Theola Pendragón, mucho gusto ──se presentó aunque el debía haberlo hecho primero, pero en fin.

── Que nombre tan raro ──comentó extrañado, lo que a ella le pareció gracioso pues sí, sabía que su nombre era raro── Pero es bonito y único, como tu ──dijo muy eufórico y le había dado ternura── Yo soy Naruto Uzumaki, dattebayou ──dijo de manera energética.

── Mucho gusto, Naruto ──dijo extendiendole la mano en un saludo que el miró extraño porque sólo hizo una inclinación hacía el frente como normalmente lo hacen los japoneses.

Ok, eso quiere decir que estaba en alguna parte de los países orientales... la pregunta es ¿cómo diablos un simple estallido de magia la había enviado hasta ahí? Suponso que debió de ser poderoso y quizá la magia del castillo contribuyó a ese hecho, siendo que el castillo tiene magia propia dada por los fundadores desde el inicio del levantamiento de sus cimientos hasta cuando estos dejaron el mundo terrenal.

── ¿Me puedes decir donde nos encontramos? ──preguntó curiosa.

── En el campo de entrenamiento 44 o mejor conocido como el bosque de la muerte ──respondió el rubio sin perder su sonrisa.

── Yo me refería a esta ciudad o continente ──aclaró.

── Estas en Konohagakure no sato, una de las muchas aldeas del continente elemental ──aseguró.

── ¡¿Qué cosa?! ──exclamó asustada── ¡Eso no puede ser verdad, es imposible!, ¿cómo demonios voy a volver a mi casa? ──indagó caminando de un lado a otro mientras era observada por el rubio que la veía confuso.

── Podemos ir con el Hokage y decirle que le diga a un equipo gennin que te lleve a tu pueblo o aldea ──sugirió el rubio.

── ¡Es que yo no vivo en ningún pueblo ó aldea! ──chilló con los ojos abiertos como los de una lechuza.

── Entonces ¿de dónde eres? ──preguntó el rubio confuso.

── ¡De Londres! ──exclamó.

── Nunca había escuchado de ese lugar ──mencionó el rubio sosteniendo su barbilla con una mano, en estado pensativo── ¿Es acaso alguna nueva aldea Ninjā? ──interrogó curioso.

── ¿Aldea Ninjā? ¿cómo que Ninjā? ──indagó con la respiración acelerada.

── El continente elemental se compone de Ninjās, por ejemplo aquí en el país del fuego, está Konohagakure no sato, luego están los otras aldeas y algunos pueblos Ninjās ──explicó el rubio, lo único que recibió a cambio fue el cuerpo inconsciente de la peliblanca quien se había desmayado debido a el colapso emocional que tuvo── Y ahora ¿qué hago? ──se cuestionó el pobre rubito viendo preocupado el rostro de la peliblanca inconsciente.

Entró a como pudo a su departamento y cerró con el pie, llevó a la peliblanca hasta su cama y ahí la dejó, no podía llevarla al hospital porque estaba seguro de que no la atenderían si venían que era el quien la llevaba, tampoco podía avisarle a ningún docente porque la chica no parecía ser de la aldea, quizá era mala idea no reportarla con las autoridades correspondientes pero algo le decía que debía esperar para ver que pasaba.

Suspiró triste cuando vio su calendario, en este había anotaciones que mencionaban a cierto Uchiha del que estaba enamorado pero este era ciego además de orgulloso y no le importaba nadie más que él y su venganza en contra de su hermano por lo que le hizo a su clan.

Era algo que no entendía, se suponía que el Uchiha era inteligente y del que más se esperaba sus progresos pero aún él que no era muy inteligente sabía e intuía que había algo más tras esa masacre pero al parecer lo que él pensara no era algo de importancia, además no importaba cuantas tratara de destacar para llamar la atención del Uchiha, este simplemente pasaba de el como al estiércol y eso le dolía, provocándole ganas de llorar porque ese sentimiento que él sentía por el Uchiha no debía ser, era prohibido además aunque pudiera ser, el Uchiha quería hacer renacer su clan y él no podía darle eso así que sólo le quedaba callarse lo que sentía, enterrarlo muy en el fondo de su corazón y seguir adelante aunque le doliera ver al Uchiha con alguien más que no fuera él, porque él no era nadie, sólo un parásito que ocupaba espacio y oxígeno, que no servía para nada más que para estorbar o al menos es lo que los aldeanos siempre le gritaban cuando era niño durante las palizas que estos le daban hasta casi dejarlo medio muerto.

Soltó un suspiro para dejarse caer sobre el viejo sofá de su sala, estaba cansado debido al entrenamiento que tuvo antes de encontrarse con la peliblanca que yacía inconsciente en su cama. Simplemente decidió dejar de pensar en eso y dormir un poco, ya después averiguaria más sobre la peliblanca.

Despertó algo desorientada pero los recuerdos acudieron rápido a su memoria como una película, saltó de la cama hasta quedar sentada sobre esta debido a la impresión de todo.

Pasó sus manos por su rostro y cabellos para terminar en su cuello, donde las dejó. Quería llorar como hacía mucho no lo hacía, con lo que le dijo el rubio fue más que suficiente para saber que: de alguna manera el estallido de magia que la absorbió la había escupido en alguna parte del universo o mejor dicho en otra dimensión, por que en todos sus años y viajes por todo el mundo tanto mágico como Muggle, jamás había conocido los Naciones elementales que el rubio había mencionado antes, ni mucho menos a los Ninjās.

Soltó otro suspiro pesado, pues sabía que tardaría mucho en encontrar una manera de regresar a su dimensión junto a los suyos, por ahora sólo le quedaba agradecer a su salvador por no dejarla tirada en medio de un bosque o campo de entrenamiento para que alguien más la encontrara y posiblemente la llevara ante las autoridades correspondientes y no era que ella fuera alguien malo simplemente que las cosas se complicarian más y le sería más difícil movilizarse si decidían encerrarla en una celda, que no era como que ella no pudiera hacer nada por salir porque sólo le bastaría chascar los dedos pero no quería dar una mala impresión en un lugar completamente desconocido donde quizás podría ganar buenos aliados o quizás hasta amigos.

Se sentó a la orilla de la cama y miró a su alrededor, todo parecía de segunda mano y alguna que otra cosa que parecía habían rescatado del tiradero de basura o la calle misma, pero aún así tenía ese toque humilde que te hizo sentir a cuando ella anduvo entre callejones y cestos de basura buscando algo para comer ó dormir. Parecía ser que el chico rubio era huérfano y este lugar fue lo mejor que encontró para vivir, bueno al menos él si tenía un sitio donde dormir, ella lo tuvo hasta que cumplió los 8 años que fue cuando Draco la encontró y decidió quedarse con ella y llevarla a casa como a una mascota que encontró en la calle, pero sin duda agradecía por ello pues ya tenía 4 años viviendo en las calles y no creía poder resistirlo más.

Se puso de pie y camino hasta la cocina, buscó en los estantes y no había nada más que ramen por todos lados y la única olla que encontró era pequeña, supuso que era para calentar el agua para los ramen, buscó en la nevera encontrando algunas verduras como patatas comenzando a ponerse en mal estado, una cebolla y una chiltoma, además de ajo, en el frizer encontró una carne que debía de tener mucho tiempo ahí.

Suspiró y puso todo sobre la mesa, con un elegante movimiento de manos todo estaba como recién cocechado o preparado, tomó algunas cosas y las transfirguro en ollas, pailas y algunos cubiertos. Luego se puso manos a la obra, mientras preparaba el almuerzo se fijó en un calendario que tenía anotaciones, como un diario pero se mencionaba mucho a un tal Sasuke o Teme, se encogió de hombros restandole importancia y siguiendo con lo suyo.

── ¿Puedes poner la mesa? ──pidió mirándo al rubio quien debido al aroma de la comida se había despertado; para luego darse la vuelta y seguir en lo suyo. 

Después de un rato, ambos estaban degustando un delicioso estofado de carne y patatas.

── Esto está delicioso, dattebayou ──expresó el rubio con una sonrisa espectacular que la dejó algo boba pues le recordó a la de su hermano Draco pero que después correspondió.

── Gracias ──respondió para seguir comiendo sin interrupciones hasta que ambos acabaron de comer.

Él rubio lavaba la losa y los utensilios ocupados, lo cual le pareció raro ¿porqué de donde salieron tantos si el sólo tenía la olla en la que calentaba el agua para preparar su ramen? Negó varias veces para seguir con lo suyo.

── ¿Quien es Sasuke? ──preguntó curiosa hubicandose a su lado mientras cogía un trapo e iba secando los trastos para guardarlos.

── Es un Teme de la Academia ──respondió haciendo un mojin que le pareció tierno── Todos lo idolatran, incluso los senseis. Tiene un club de fans al cual ni determina y se cree el mejor sólo por ser un Uchiha ──despotricó casi tirando el plato que si no es por sus buenos reflejos no la cuenta.

── Te gusta ──declaró más que otra cosa poniendo el plato en su lugar y escuchando como el rubio rompía otro debido al asombro de lo que dijo.

── E-eso n-no es v-verdad ──dijo en medio de tartamudeos y en sus ojos se notaba las lágrimas comenzando a acumularse.

── ¡Hey! No tienes por que ponerte así ──dijo para tomarlo por las mejillas acariciando el bello que tenían las marquitas, casi como bigotitos de algún zorrito o kitsune siendo que se encontraba en algún lugar de Japón de algún universo ó dimensión desconocida── Enamorarse no es algo malo, mucho menos si es alguien de tu mismo sexo, de donde yo vengo eso es algo muy natural ──expuso.

── Pues aquí eso no es nada normal, además él nunca se fijará en mi porque soy hombre y él quiere re-establecer su clan ──declaró dejando que las lágrimas fluyeran libres.

── Bueno, si lo que te preocupa es eso, yo tengo la solución ──dijo con una sonrisa para abrazar al rubito.

── ¿Cuál? ──preguntó sin dejar el abrazo, era el primero que le daban en toda su vida y se sentía cálido y bonito.

── De donde yo vengo hay una poción que un hombre que no es fertil se bebe para poder gestar una vida, es permanente y muy efectiva ──respondió, pues era verdad.

Aquellos magos que no eran fértiles pero eran pasivos y querían tener hijos pues se deprimian al no tener la capacidad de gestar, pero un mago creo la poción fertilizante, y no del fertilizante para plantas, no claro que no, sino fertilizante de poder gestar una vida, esa poción era permanente y el mago una vez la bebida sería fértil hasta el día en que muriera.

── ¿Eso es posible? ──preguntó sin poder creer lo que escuchaban sus oídos.

── Si, es posible. Así que ese ya no seria un problema para ti ──aseguró para ver como los ojos azules preciosos se llenaban de un brillo de esperanza que murió segundos después── ¡Hey! Y ¿porqué esa cara? Acaso ¿no te gusta la idea? ──indagó levantando el mentón del rubito.

── No, todo lo contrario. La idea me encanta pero no creo que el se fije en mi. No soy nadie, no tengo un clan o una fortuna, tampoco padres, no destacó en nada y todos en la aldea me odian sin razón aparente ──respondió dejando que las lágrimas fluyeran nuevamente── Mucho menos soy bonito, no soy nada bonito en comparación a sus fans ──declaró.

── Eso no es verdad. Tu eres precioso, tienes unos ojazos que ya quisiera alguno aquí tener, tienes esas marquitas que te dan un aspecto adorable, tienes una sonrisa que deja mudo a cualquiera, además de esa cabello rubio tan precioso que hasta el mismo sol debe envidiar. Tu eres perfecto siendo imperfecto y si el no ve eso, entonces es un idiota y se pierde de una excelente persona ──aseguró ganándose a cambio una sonrisa espectacular por parte del rubio que se lanzó a abrazarla de nuevo.

── Arigatou Thio-neechan ──casi susurró, por suerte ella tenía un excelente sentido de audición.

── No hay porque darlas Kitsune-chan, sólo dije la verdad ──alegó── Además, si me lo permites; puedo ayudarte a conquistar a ese Teme como tu le llamas y te aseguro que dentro de unos meses él estará comiendo de tu mano ──aseguró.

── Gracias, Thio-chan ──dijo de nuevo con una sonrisa como sólo él sabe darlas, debido a la felicidad que sentía, pues estaba seguro de que la peliblanca se convertiría en alguien muy importante para él pero lo que no sabía es que él ya era alguien importante para la peliblanca.

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