15 Responsabilidad.

"... Aquellos que no siguen la regla son escoria, es cierto, pero aquellos que abandonan a un amigo son peor que escoria." Luego de finalizar su discurso con esa frase, Kakashi añadió: "Tómense el día, mañana comenzaremos nuestra primera misión."

Luego, Naruto presentó a su equipo a Gai y Lee...

"Y eso es todo, Hokage-sama.

¿Y estás seguro de eso? Permitir que evolucione en algo peor podría convertirse en un problema bastante grave.

Sí, básicamente, Naruto no me mostró nada que no supieramos ya. Me resulta imposible evaluar su nivel. Me demostró habilidades como lanzar kunais y utilizar papeles explosivos, algo que cualquiera que pretenda graduarse puede hacer. También me mostró el Kage Bunshin, una técnica que ya esperábamos que dominara, y él sabía que esperábamos eso. ¿Fue prudente permitirle ver el pergamino? No dudo de su lealtad, pero aún es muy joven.

No te preocupes, Kakashi, no soy tan incompetente. ¿Por qué siempre tengo que explicar eso? El pergamino está cifrado. Solo dejé al Kage Bunshin libre porque en ese momento Naruto tenía dificultades para crear clones normales. Más tarde, eso cambió, pero ya era tarde para cambiar el plan de sacar a la rata de su madriguera. Me enteré justo en su examen", soltó una risa al recordarlo.

Aunque me alegra que haya adquirido tanta habilidad en tan poco tiempo. Se ha esforzado mucho con el pergamino que me pidió. Por eso dudo de lo que me dices. Desde el incidente, lo único que he visto es a Naruto enfrentar sus traumas y esforzarse el doble o triple en todo. Y todas las bromas que ha hecho son inocentes y puras.

Por lo último, Kakashi lo miraba como si fuera un idiota, señalándose a sí mismo con el brazo. Casi me mata. Mírame. Y lo que me preocupa no es solo eso. Explotó todo lo que sabía de mí y de Gai al límite, cuidando cada pequeño detalle hasta el punto de la obsesión, y todo surgió de una improvisación. A pesar de que sabía que buscaba irritarme, no me imaginaba que haría que Gai apareciera justo cuando lo estaba insultando. Esto no es normal. Puedes esperar este nivel de estrategia de un ninja con años de experiencia, pero no de un niño que acaba de salir de la academia. La cantidad de obsesión que está demostrando y la crueldad que puede mostrar me hacen pensar que puede tener algún trastorno mental. Y esto a pesar de que está obsesionado con no mostrar nada. ¿Quién sabe qué más tiene? Después de lo que pasó, sería extraño que no tuviera ningún problema.

Mmm", dijo el Hokage, suspirando y ajustando su postura en la silla. "Esto no me gusta en absoluto. La única manera que tenemos de entender a Naruto es que él nos permita revisar su mente o que se abra con nosotros. Considerando lo que me has contado, ambas son tareas igualmente complicadas... He cometido muchas acciones de las que me arrepiento en mi vida. Algunas fueron una obligación, en otras no veía alternativa y otras fueron malas decisiones... Nada me duele más que lo que le pasó a Naruto por mi incompetencia. Y el hecho de que desconfíe de mis intenciones me parte el corazón.

Sin embargo, puedo entenderlo. El chico nunca tuvo opción. Yo intenté guiarlo por el camino que creí que era el mejor de los pocos que tenía, pero él puede ver eso como una manipulación, y tal vez lo sea. No podemos hacer más que esforzarnos en ganarnos su confianza nuevamente y apoyarlo cuando lo necesite. Hacerle cualquier tipo de daño deliberado no es una opción, y no me importa que sea el jinchuriki. Si el precio de mantener viva esta aldea es destruir el legado inocente de sus héroes, entonces dejaré que arda mientras me tomo un té y lo miro pasar en la distancia... Puedes irte, estoy muy cansado."

El Hokage tomó un pergamino y comenzó a escribir en él con un pincel, mientras su expresión se volvía aún más seria. Luego, llamó a una invocación y, entregándole el pergamino, observó cómo partía por la ventana hasta perderse en el horizonte.

"Hmm", suspiró Hiruzen, sintiendo el peso de la responsabilidad en sus hombros. "He estado ignorando los problemas demasiado tiempo, y otros han estado pagando el precio. Ya va siendo momento de enfrentarlos..."

Mientras el trío caminaba por la calle, Sasuke, en una increíble muestra de autocontrol, rompió el silencio: "Hiciste un buen trabajo. No hubiéramos pasado sin ti. Lamento lo que te dije... no lo pensé."

Naruto y Sakura no podían creer lo que acababan de escuchar. La sorpresa se reflejaba en sus rostros mientras miraban a Sasuke, asombrados por sus palabras.

Sasuke se detuvo por un momento, fijando su mirada en Naruto y Sakura con seriedad. "Tengo que irme", afirmó. "Lo sucedido en estos días me ha demostrado mi debilidad. Necesito entrenar más."

Ambos genin observaron a Sasuke alejarse hasta que desapareció en la distancia. Luego, intercambiaron miradas perplejas y volvieron su atención al callejón por el que se había ido.

Sakura analizó el callejón con atención y luego dirigió su mirada a Naruto. "No", dijo. "No fue un genjutsu. Eso realmente sucedió."

"Yo también tengo que irme, Sakura. Necesito que me paguen y comprar un reloj. Nos vemos mañana."

Después de recibir el pago, Naruto contó el dinero. "Dos mil ryō no está nada mal considerando el poco esfuerzo. Ahora, hmm, a saldar algunas deudas."

Luego de pagarle a Tenten por lo que le había fiado, mil ryō, Naruto se dirigió a una relojería.

Al entrar, esta vez logró abrir la puerta sin que sonara la campana, otro pequeño triunfo en su día, según él. "Me estoy volviendo una amenaza", murmuro.

"Bienvenido, caballero. ¿Qué busca?", dijo el encargado.

"Buenas tardes. Busco un reloj de bolsillo, más o menos de este tamaño", dijo mientras mostraba el tamaño con la mano. "Tiene que ser resistente, sumergible e inoxidable."

Luego, el encargado le mostró las opciones y eligió uno de color bronce particular que era casi naranja. "Al fin", pensó. Después de pagar, se quedo sin un ryō. "Es carísimo, pero es tan bueno que va a terminar convirtiéndose en una reliquia familiar". 

Luego de eso se dirigio a comer ramen pero a medio camino un Anbu lo interrumpio ordenandole reportarse a la oficina del Hokage .

Entro como si fuese su casa como siempre, pero al entrar a la oficina ya notaba algo raro el viejo estaba mucho mas serio de lo que nunca lo habia visto. 

Sientate naruto tenemos que hablar. 

"Han llegado a mi conocimiento ciertas actitudes tuyas que me están preocupando. Antes de que digas algo, permíteme explicarte; tal vez así comprendas mejor la situación y pueda aclarar algunas dudas. Desde este momento, todo lo que diga es un secreto de Rango S, ¿entendido?"

Naruto asintio manteniendo la seriedad.

"Estoy agotado", dijo mientras exhalaba el humo de su pipa. "Cansado de este trabajo y de sentirme demasiado viejo para él. Desafortunadamente, no hay nadie en quien pueda confiar que esté listo o dispuesto a reemplazarme. He notado tu discreción hasta ahora, así que confío en que podrás mantener todo esto en secreto. Hace meses que no mencionas una palabra sobre aspirar al cargo de Hokage, cuando antes lo proclamabas a los cuatro vientos... Me pregunto cuál es tu sueño ahora... Pero, dado que no merezco tu confianza, primero debo contarte algunas cosas".

Se inclinó, retirando su sombrero y colocándolo con cuidado sobre el escritorio. "Sobre lo sucedido, permíteme comenzar desde el principio... El día en que tu padre sacrificó su vida para sellar el zorro dentro de ti, me confió la tarea de cuidarte. Expresó su deseo de que te convirtieras en un héroe... Veo que no te sorprende. Lamentablemente, fallé tanto a él como a muchos otros. La razón por la cual nadie te adoptó no fue por falta de afecto, sino porque cada clan anhelaba tenerte como propio, sin dejar que otro lo consiguiera. Lo mismo ocurría en el consejo civil. Supongo que puedes imaginar por qué."

Finalizando con lo que tenía en mente, apoyó su pipa junto al sombrero mientras se levantaba con esfuerzo y continuó: "Ya fuera que te adoptase un shinobi o un civil, eso acarrearía consecuencias que no podía permitirme afrontar... Eso era lo que me decía. La realidad es que solo actuaba cuando no me quedaba más opción... no quería hacerlo. Ya no quería tener que decidir cuál vida valía más que otra, ni vivir con la sangre de los inocentes en mis manos, no quería ser Hokage. Por eso cerré los ojos. Y exactamente eso es lo que te pasó. No quería ver. Nunca creí que llegaría a este punto. El día que te atacaron, finalmente abrí un ojo y me ocupé de esa clase de gente. Hoy, al abrir el otro, comienzo a enfrentar a quienes las crearon. No puedo hacer más que eso y pedirte disculpas por mi incompetencia, aunque sé que no valen nada." Finalizó en una postura de disculpa, con su frente sobre el escritorio mientras sus palabras se ahogaban en el silencio de la habitación...

Naruto se quedó ahí sin realmente pensar en nada mientras observaba al Hokage postrado en el escritorio. Despues de un largo rato cuando vio que el viejo no iba a moverse de ahí hasta esuchar una respuesta rompio el silencio. 

"Voy a necesitar tiempo" 

"Comprendo... No te vayas aún, tengo algo que entregarte", dijo el Hokage mientras procedía a entrar en su bóveda. Luego de un par de minutos, salió de ahí con dos cajas metálicas de diferente tamaño que portaban el emblema Uzumaki en ellas, y las apoyó sobre el escritorio. "Esto te pertenece", añadió.

Después de retirarse, Naruto marchaba hacia casa con las cajas en mano, su mente tan vacía como podría estar. Al llegar a casa, las dejo sobre la mesa y se sentó en la silla, adoptando la pose de Sasuke. Se quedó allí todo el día en silencio, dejando que sus pensamientos vagaran mientras el tiempo pasaba lentamente. Finalmente, cuando llegó la hora de dormir, se levantó de la silla y se dirigió a su habitación, donde se acostó en su cama y cerró los ojos.

Al día siguiente, decidió romper su rutina por primera vez desde que la comenzó, comiendo cereales con leche y dedicándose a analizar la caja grande. Se dio cuenta de que la ornamentación que ostentaba decía muchas cosas: era importante y antigua. Pasó sus dedos sobre el símbolo Uzumaki el cual tenía un rojo que brillaba prácticamente por sí solo, mientras que la superficie era tan negra que apenas reflejaba la luz. Se dio cuenta de que tenía sellos que no tendria la capacidad de abrir hasta los treinta años. Probó tirándole un poco de su sangre pero no tuvo éxito.

Luego, se percató de que la caja poseía una cerradura curiosamente similar al borde ornamentado del libro con el que practicaba. Movido por la curiosidad, intentó abrir la caja con el borde del libro, y para su sorpresa, tuvo éxito.

"La caja", exclamó al abrirla. En su interior encontró una katana y un tanto, ambos rojos y dorados con una guarda en forma de espiral y rombos negros en el medio del mango, junto con otros detalles del mismo color, mostrando una atención al detalle digna de alguien tan trastornado como él. Además, notó varios repuestos en la zona que había de diferencia entre el tanto y la katana. Naturalmente, se habría sentido satisfecho si no fuera porque había gastado casi la mitad de su dinero antes de ayer en algo similar pero con goteras sobre la cama.

Al levantar la tapa donde estaban colocadas, encontró dos sets de ropa idénticos que le quedaban gigantes, junto con un par de libros. Sacó las ropas para analizarlas y se dio cuenta de que estaban llenas de sellos que probablemente no podría crear hasta que tuviera sesenta años. Sin embargo, eso no iba a evitar que las usara para estudiar. Básicamente, eran una mezcla entre un kimono y ropas de combate: blancas con detalles en rojo, una línea roja en la espalda que dividía la ropa en un manto sobre los hombros que se fusionaba en el centro de la espalda con el símbolo Uzumaki.

Las mangas eran anchas, parando a mitad del bícep para dejar escapar una manga más compacta de color rojo que no tocaba los brazos y paraba justo en la parte superior del codo. El cinturón era negro con detalles en dorado, pareciendo algún tipo de nudo complejo plano, evidenciando ser creación del mismo que creó las katanas.

Antes de proseguir con cualquier otra acción, decidió inspeccionar cuidadosamente los libros que descansaban bajo la tapa de la caja. Entre ellos, encontró una carta. Uno de los libros parecía contener la historia de su clan, mientras que el otro era un compendio detallado de criaturas mitológicas, acompañado de descripciones de máscaras y lugares enigmáticos.

Al abrir la carta, se encontró con que era de Ashina, escrita como si fueran sus últimas palabras. En ella, expresaba un profundo pesar y frustración ante la situación actual del clan. Se describía a sí mismo como un viejo tonto, lamentando haber permitido que la supervivencia del clan dependiera de terceros. Con un tono cargado de desesperanza, expresaba como no esperaba nada de Konoha, ya que consideraba al Hokage más tonto, débil e inútil que él mismo.

Finalizaba la carta con la firme intención de que quien la leyera se ocupara del clan, o de lo contrario, él mismo saldría de la tumba para perseguirlo. Mencionaba su intención de llevarse consigo a tantos como pudiera, mientras pedía perdón repetidas veces en un texto desprolijo y tembloroso.

Naruto, entendiendo que probablemente no quería arruinar más su humor por hoy al saber qué le deparaba el futuro, guardo los libros y la carta en su pergamino.

Se puso a inspeccionar las armas con más detenimiento, toquetándolas por todos lados hasta que logró sacar el borde del mango del tanto, revelando que los mangos guardaban cosas en su interior. Encontró un cristal raro cubierto de inscripciones que esta vez no entendió, pero lo que le voló la cabeza fue que en el compartimento había tres monedas ovaladas de oro rosa. "¿Cuánto valdrá esto?", se preguntó. Luego revisó la katana y dentro encontró lo mismo. Observó ambas con asombro. "¡Soy asquerosamente rico! ¡Voy a poder salir de este basurero!", exclamó con entusiasmo mientras contemplaba las monedas de oro rosa y las armas que ahora estaba claro eran parcialmente de oro. Luego miró la otra caja, considerablemente más pequeña, mientras luchaba por contener las ganas de salir corriendo y comprarse Ichiraku. "No, no, no, tranquilo", se dijo a sí mismo, intentando mantener la calma.

"A pesar de ser mucho más simple y pequeña, esta sí requirió su sangre para abrirse, aunque creía que podría forzarla en tan solo 10 años. Dentro encontró una caja de acero que cabría perfectamente en la palma de su mano, y dos kunai de su padre, junto a una pequeña pila de documentos. Los inspeccionó y se encontró con los títulos de propiedad de la antigua casa de sus padres,sobre dos cartas que no pensaba leer hoy. 'Ya fue suficiente mierda por dos días', murmuró."

 

 

 

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