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26.

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| CAPÍTULO VEINTISÉIS. |

La noche era de lo más normal, Ailén se encontraba vigilando la casa de los Potter. Muchas veces Tom le había dicho que no debía preocuparse, pues los Mortifagos se encargarían de todo. Pero a ella no le generaba mucha confianza aquel Mortifago que se encargaba de cuidar la casa de los Potter. Jamás lo había visto.

Ah eso de las once y media de la madrugada del 30 de octubre, la puerta principal de la casa Potter fue destruida por un bombarda, eso alarmó a los Mortifagos avisando al señor Tenebroso con la mayor rapidez posible.

Al llegar Ailén se horrorizo con la escena que estaba presenciando. El patriarca Potter se encontraba en el suelo posiblemente en coma, todo a su alrededor estaba destruido. Lo que hacía pensar que James y Dumbledore habían tenido un duelo, que Dumbledore ganó claramente.

La pelinegra se acercó al Potter examinandolo, su pulso era débil.

—Llévenlo con Narcissa y Andrómeda— ordenó a dos de los mortífagos que se encontraban ahí

Estos asintieron a las órdenes de la pelinegra cargando al castaño Potter para llevarlo enseguida a la mansión Riddle. La pelinegra subió las escaleras con su varita en mano, encaminandose a la habitación del pequeño Harry, donde había hablado con Lily hace ya meses.

—¡Alejate de mi hijo!— gritó Lily con angustia y desesperación mientras cerraba la puerta

Dumbledore sonrió, su sonrisa ya no era cálida, no; ahora era tétrica estaba sediento de sangre. Hacia años que no mataba a alguien.

—Avada Keda...— antes de que Dumbledore pudiera terminar de decir la maldición asesina Ailén reaccionó

—¡Expelliarmus!— exclamó apuntando a Dumbledore pero este logró esquivar el encantamiento

—Pero miren que sorpresa... Ailén Riddle— dijo el de la barba blanca con una sonrisa falsa y notable despreció en su voz

—Guarda silencio maldito bastardo— dijo Ailén con una mezcla de odio y despreció hacia su antiguo profesor de transformación —Lily ¿Estás bien?— le preguntó preocupada

La pelirroja asintió con una sonrisa mientras mantenía a su hijo en brazos.

—Maldita, sabía que tú y tu estúpida familia me habían traicionado— exclamó molestó Dumbledore

—Alejate de ellas Dumbledore— advirtió la voz de Snape atrás de él

—Severus— se volteó para mirarlo —De ti si me lo esperaba— agregó con asco mientras lo miraba

—¿¡Severus que haces aquí?! Le dije a...— calló antes de decir su nombre —Al mortífago que te llamará para que te llevarás a James— agregó con seriedad la pelinegra

—Él esta bien, otros mortífagos lo están ayudando— respondió seriamente

Ambos apuntaban a Dumbledore con sus varitas, pero en un movimiento rápido por parte del mago de la barba blanca Lily Potter recibió un Avada kedabra. Cayendo al suelo sin vida, mientras a Harry se le formaba una cortada en forma de rayo.

—¡Maldito bastardo!— gritó molesta la pelinegra —¡Crucio!— pronunció pero antes de que el rayo rojo impactará en el cuerpo del viejo este desapareció

Ailén maldijo, una vez más ese viejo decrépito se había salido con la suya. Se acercó al pequeño Harry y lo cargó mientras las lágrimas recorrían sus mejillas. Severus se acercó al cuerpo de Lily dándose cuenta de que aún seguía con vida. Sonrió informándole a Ailén. Para enseguida llevarla a la mansión.

Al llegar a la mansión Riddle, los Mortifagos los recibieron con una mirada de preocupación.

—Llévala a la enfermería yo iré enseguida— ordenó al pelinegro mientras se acercaba a Bellatrix —Informale a Tom que estamos aquí, y que no salió tan bien el plan—

La Lastrange asintió mientras se dirigía a la oficina de Lord Voldemort; Ailén subió las escaleras con el pequeño Harry en brazos dormido en sus brazos, sonrió sabiendo que el podría llevarse muy bien con el hijo de Lucius y Narcissa, el pequeño Draco.

Al llegar a la enfermería le entregó al pequeño Harry a la matriarca de los Malfoy.

—Necesito que lo cuides, Cissy— dijo la pelinegra con una leve sonrisa

—Como ordené mi señora— hizo una leve reverencia antes de cargar al hijo de los Potter y luego salió de la habitación con él en brazos

Una vez adentró de la enfermería, Ailén comenzó a checar a la pelirroja, bajó la atenta y preocupada mirada de Severus.

Unas dos horas pasaron hasta que Lily estuviera completamente estable, y cuando Severus vio que Ailén ya había terminado, decidió preguntar por su estado.

—Esta en coma, pero hay altas probabilidades de que despierte pronto— informó con una sonrisa

La puerta se abrió dejando ver a Rodolphus Lastrange, sobrino de Ailén.

—Mi señora— hizo una reverencia ante Ailén —Severus— inclinó levemente la cabeza como saludo hacia su compañero mortífago —Les informó que James Potter está al borde de la muerte—

Ambos se alarmaron y siguieron al Lastrange hasta la habitación de a lado donde se encontraron a un débil James que respiraba con dificultad.

—¿Cuál es su estado?— preguntó con preocupación

—Dumbledore lo atacó con una maldición que lastimo de gravedad a sus pulmones— pauso —Esa es la principal razón por la cual tiene dificultades respiratorias—

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Las mentes de James y Lily se conectaron, y ahora ellos estaban en el mismo sueño. Ambos en coma sin imaginarse que estaban entre la vida y la muerte.

Una figura humana se acercó a ellos, ofreciéndoles un trato. El trato era simple uno tomaba la decisión de dar su alma y magia al otro. Uno de ellos moriría mientras el otro viviría.

Después de un largo y dolorosa discusión, James y Lily llegaron a un acuerdo. El cual James había propuesto.

Él daría su vida para salvarla, esperando a que ella criará a su hijo y reconstruyera su vida nuevamente; Lily se negó al principio, pero James insistió en que era la mejor decisión así que acepto, sin importar cuanto le doliera perder a su amado.

La alma y magia de James fue transferida al cuerpo de Lily recuperando sus fuerzas, energía. Su vida.

—¡Esta empeorando!— exclamó el Lastrange mientras corría rápidamente a James

Tratando de que este vuelva a estar estable, pero fue inútil. El Potter estaba empeorando, mientras que la pelirroja que se encontraba en la habitación de a lado mejoraba a cada minuto que pasaba.