1 #1 Cielo e Infierno abarrotados

— ¿Todo terminará así?, - Dije mientras veía caer una enorme bomba del cielo - nunca creí que moriría siendo tan joven.

 

Ya con la muerte respirándome en la nuca, cerré los ojos y acepté mi destino. Cuando abrí los ojos nuevamente, estaba haciendo una larga fila en lugar reinado por oscuridad, sólo podía ver a otras personas delante y detrás de mí haciendo la misma fila, intente salirme, pero una fuerza invisible mantenía mi cuerpo inmóvil, tampoco podía hablar, parecía como si mis cuerdas vocales hubiesen sido removida porque de mi boca no salía ningún sonido.

 

- ¡El que sigue! - Grito una persona desde el frente de la fila.

 

Aquella persona terminó de decir eso, automáticamente mis piernas avanzaron por sí solas, como si la esa voz me controlara. Después de un rato, llegue al final de la fila, frente a mí, un elegante hombre de rostro apacible estaba sentado detrás de un escritorio con un gran libro en sus manos.

 

- ¿Tu nombre? - Preguntó aquel hombre, - ¡Oh!, se me olvido quitar la maldición - Esté chasqueo los dedos y volvió a preguntar - ahora si, dime tu nombre.

 

Tras ese chasqueo, sentí como volvía a recuperar la movilidad de mi cuerpo y también, como una fría sensación recorría mi garganta, no me sentía nada como con esto.

 

- Ehm... Soy Ryan Rosberg, - Respondí al instante y el secretario comenzó a ojear ese gran libro, la velocidad con que pasaba de página era impresionante - ¿Dónde estoy y quien eres tu?

 

- Estás en el purgatorio y yo soy Samael - Samael cerró el libro y chasqueo los dedos nuevamente, impidiendo que pudiera preguntar algo más - entra en aquella habitación, allí serás juzgado y se te indicará tu destino.

 

Nuevamente perdí el control sobre mi cuerpo y comencé a caminar hacia una puerta azul que apareció a unos metros de donde estaba. La duda y el miedo inundaron mi mente, ¿Qué me espera detrás de esa puerta? ¿Quién me juzgará? ¿Iré al cielo o al infierno?, todas esas preguntas serian respondidas en unos minutos.

 

Abrí la puerta y entré a la habitación, en ella había solo dos personas o ¿ángeles?, no lo se. El más alto tenía cabello castaño y vestía un traje rojo, su facciones eran extremadamente delicadas, incluso mejores que las de una mujer promedio, y a su derecha estaba una hermosa joven de cabello blanco, vestida con una camisa azul y una falda corta que permitía ver la blancura de su piel. Ambos se acercaron a mí y el hombre me jalo hasta una silla que estaba en medio de la habitación, este al igual que Samael, chasqueo sus dedos.

 

- ¡Maldito chasquido! - Grite obstinado - ¿No podéis dejar de hacer eso?

 

- Creo que no entiendes tu posición - Sonrió de manera macabra aquel hombre mientras decía esas palabras - si quisiera, yo podría enviarte al infierno, con tu pasado de bebedor y fumador compulsivo entrarías sin problemas.

 

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, solo pensar en ser enviado al castigo eterno me hacía temblar de miedo.

 

- O eso me gustaría decir - continuó el hombre - desafortunadamente para mi, los humanos causaron un revuelo que no esperábamos. - Se puso la mano en la cara - Mira, que causar el apocalipsis antes que nosotros, ¡De verdad que son estúpidos!. Pero eso no importa ahora, gracias a ustedes, tenemos sobrepoblación tanto en el cielo como en el infierno, por lo que enviarte allá se me hace imposible, así que te daré una nueva oportunidad para redimirte. Serás enviado a otro mundo, un mundo diferente del tuyo en todos los sentidos, allí hay cosas que jamás has visto en el tuyo, y por eso te va acompañar ella - Señaló a la joven a su derecha - Su nombre es Sofía, ella será tu guardián y se asegurará que aprendas todo lo que necesitas saber de aquel mundo.

 

Era demasiada información para procesarla en cuestión de segundos, tengo algo de conocimiento de las reencarnaciones gracias a los animes y novelas ligeras, pero no tengo ni idea de cómo funciona. Y antes de que pudiera hablar, volvió a chasquear los dedos y me dio un golpe en la nuca, resultando en mi desmayo

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