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Mi vida sin Paolo

Fernando y Héctor tienen un tiempo viviendo como compañeros de piso, totalmente libres de…¡Paolo! Aunque en el pasado ocurrían cosas demasiado inusuales, como gente escalando el edificio departamental disfrazadas de flores, o carnavales bizarros dentro del elevador, y hasta visitas de la policía por supuestas llamadas de “auxilio”. ¡Era un maldito caos! Por eso mismo, Fernando y Héctor quieren cortar toda relación con su amigo Paolo (y también con el abuelo de Fernando, que es un cabrón.) Fernando: (Relatando en una voz tranquila.) Imagínate que estás en tu habitación, quizá estás viendo la televisión o leyendo en tu sofá favorito, cuando de repente volteas hacia la puerta del clóset y ves a una persona salir. En primer lugar…¿cómo carajos entró este cabrón ahí?, y…¿por qué está vestido como una especie de abeja o mariposa? ¡Otra vez tú! ¡Ah! ¡No puedo más! ¿No te quedó claro que Héctor y yo ya no queremos tenerte cerca? ¡Lo único que has hecho una y otra vez es arruinar nuestra vida! … (Su voz suena desilusionada.) Y lo peor del caso es que no estás escuchando. De nuevo estás balbuceando sobre estupideces. ¡Basta, Paolo! ¿No te das cuenta? Héctor y yo necesitamos hacer nuestra propia vida…¡sin ti! La vida de Fernando y Héctor tomará un nuevo rumbo, un nuevo camino desconocido y muchas aventuras están por comenzar, ¡y todas sin Paolo!

Kiritomo_Deeh · LGBT+
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13 Chs

¿Un acosador?

El abuelo por fin ha decidido dejar la casa de su nieto; nadie sabe qué pasará con él o con Paolo. Sin embargo, para Fernando es confuso ya que siente nostalgia y una extraña tranquilidad al saberlo. Rodrigue y Héctor han desarrollado una amistad a base de contradicciones, a pesar de esto, Héctor está consciente de que Rodrigue intenta ayudarlo.

****

(El cine 'Piña' es un hermoso edificio antiguo re-acondicionado para proyectar películas en las salas de cine. La entrada tiene unos pilares altos y conducen a un lobby grande que muestra a la derecha un café privado de la misma marca que el cine y a la izquierda las taquillas para comprar los boletos. Hay unas alfombras que van hacia el frente, hasta la entrada principal para las salas y la dulcería general. Fernando está con Lyle, pues aceptó la invitación para salir con él. Ambos están decidiendo qué película ver, así que están parados en la fila que guía a la taquilla.)

Lyle: (Está cerca de Fernando. Viste a la moda y porta un saco ligero que acrecienta sus facciones masculinas y muy atractivas.) Me alegra que por fin te hayas decidido a salir conmigo.

Fernando: (Disfruta de la presencia del otro chico. Está vestido con una playera de manga largas que tiene un estilo muy jovial. Su rostro muestra una sonrisa.) Sí.

Lyle: (Observa las pantallas que proyectan las funciones.) Quiero saber algo.

Fernando: (Mira a Lyle.) ¿Qué?

Lyle: (De forma muy casual.) ¿Por qué no asistieron a la fiesta?

Fernando: (Suspira y regresa el interés a las pantallas de proyección.) Pasaron varias cosas. De hecho Héctor ha estado encerrado en su cuarto desde que llegó de una cita doble.

Lyle: (Dirige la mirada hacia Fernando.) ¿Una cita doble?

Fernando: Sí, su amigo Dustin lo invitó, pero, al parecer, las cosas no salieron para nada bien.

Lyle: ¿Y supongo que tú estuviste preocupado y por eso no quisiste ir?

Fernando: (Voltea hacia Lyle y lo mira fijo.) Sí.

Lyle: (Sonríe con sensualidad.) En realidad pensaba aprovechar; tal vez ponerte ebrio y tomar ventaja.

Fernando: (Confundido.) ¿Tomar ventaja?

Lyle: (Se acerca más a Fernando y le susurra al oído.) Sí, ¿quieres que te explique qué pensaba hacer?

Fernando: (Se sonroja bastante que incluso es visible para otras personas. Da un paso hacia la derecha para alejarse un poco.) No digas ese tipo de cosas así de así.

Lyle: (Se ríe complacido. Regresa la mirada hacia la taquilla.) ¿Por qué no?

Fernando: (Habla con una voz baja.) Porque estamos en público.

Lyle: ¿Entonces necesitamos estar solos para que pueda decirlas?

Fernando: (Titubeante.) No, pero…

Lyle: (Se acerca de nuevo a Fernando y otra vez le habla al oído. Esta vez sujeta el brazo del otro joven.) ¿O puedo decirte aquí pero susurrando?

Fernando: (Otra vez su rostro se sonroja un poco.) Basta.

Lyle: (Sonríe y se aleja de Fernando. Cruza los brazos y simula prestar interés en las funciones.) ¿Y cuál película quieres ver?

Fernando: (Suspira para tranquilizarse.) …

Lyle: ¿Puedo elegirla yo?

Fernando: (Aclara la garganta.) No sé cuál esté bien.

Lyle: ¿Te parece si vemos la película…ésa? (Señala una película bajo el nombre de: Ángeles y Demonios, la guerra final.)

Fernando: (Lee el título pero no le da mucha importancia.) Si quieres entonces sí.

Lyle: De hecho me gustaría verla porque sale un actor que me gusta mucho.

Fernando: (Un poco sorprendido.) ¿Enserio, quién?

Lyle: Se llama Erick Salamanca.

Fernando: (Con un rostro sonriente.) A mí también me gusta. Es muy bueno.

Lyle: Y está muy bueno.

Fernando: (Contempla a Lyle con sorpresa.) ¿Cómo?

Lyle: (Sonríe de nuevo y regresa la mirada hacia Fernando.) Es la verdad.

(Sujeta el brazo de Fernando y se acercan a la taquilla número dos que está disponible. Pide dos tickets y paga. Luego camina junto a Fernando hacia la entrada de las salas y se adentran a la correspondiente. Elige los lugares más alejados de las personas que ya se encuentran en la sala.) ¿Aquí está bien?

Fernando: (Se sienta a la derecha de Lyle.) Sí.

Lyle: (Se sienta y contempla a Fernando con un poco de duda.) ¿Seguro?

Fernando: (Mira a Lyle.) ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué nos sentemos allá donde hay personas para que no hagas cosas extrañas?

Lyle: (Sonríe maliciosamente y acorta la distancia entre ellos.) ¿Cosas extrañas, pero de qué hablas?

Fernando: (Un poco nervioso.) Como besarme en la mejilla o…

Lyle: (Disfruta de la reacción de Fernando.) Dime.

Fernando: (Suspira y mira al frente.) Olvídalo.

Lyle: (Se ríe levemente y luego toca el rostro de Fernando para llamar su atención.) ¿A caso quieres que te bese en la boca?

Fernando: (Observa con intensidad a Lyle y aguarda con un poco de rubor en las mejillas.) ¿E-Eh?

Lyle: ¿Eso quiere decir que puedo hacerlo? (Acorta más la distancia y besa con suavidad a Fernando.)

Fernando: (Cierra los ojos y responde el beso con calma. Luego reacciona con rapidez y se aleja de Lyle.) ¿Qué rayos crees que haces?

Lyle: (Sonriente.) Te besaba.

Fernando: (Titubeante.) Eso ya lo sé…¿pero por qué lo haces?

Lyle: ¿No puedo?

Fernando: (Está más que nervioso, así que mira al frente, después a la derecha y la izquierda como si asegurara que no están siendo vistos.) No es eso, es que…

Lyle: (Mira con confusión a Fernando.) ¿Qué?

Fernando: (Suspira y ve la pantalla de proyección.) … (La película comienza y prefiere evadir la conversación.)

Lyle: (Toma la mano de Fernando.) Dime, ¿qué pasa?

Fernando: (Intenta retirar la mano de Lyle, pero no hace mucho esfuerzo.) La película ya empezó.

Lyle: ¿Y? ¿Acaso nos impide seguir conversando?

Fernando: (Se desespera y regresa la mirada hacia Lyle.) ¿Por qué lo haces?

Lyle: ¿Hacer qué?

Fernando: Besarme.

Lyle: Porque me gustas.

Fernando: (Muestra seriedad.) Pero no deberías de jugar así con la gente; es cruel.

Lyle: (Otra vez está confundido.) ¿Jugar?

Fernando: Sí, jugar.

Lyle: No estoy jugando.

Fernando: Claro que sí, ¿no se supone que eres novio de Kathy?

Lyle: (Niega con la cabeza.) ¿Qué te hace creer eso?

Fernando: Siempre estás con ella, así muy juntos, casi de la mano; aparte sueles llegar a la escuela por ella.

Lyle: Sólo somos amigos.

Fernando: (Agacha la mirada.) Sí, cómo no.

Lyle: (Levanta el rostro de Fernando con su mano libre para buscar su mirada.) ¿No me crees?

Fernando: (Acepta la caricia y levanta la cara.) Obvio que no.

Lyle: ¿Por qué?

Fernando: Porque la tratas muy especial.

Lyle: (Intenta reprochar en voz baja.) Claro que no. A ella no la beso como a ti.

Fernando: (Se sonroja tanto que intenta esconder su rostro de Lyle.) Mentiroso.

Lyle: No es mentira.

Fernando: … (Decide ignorar a Lyle y presta atención a la película.)

Lyle: ¿Fer? (Levanta la mano de Fernando con la suya.)

Fernando: (Hace un esfuerzo por que su voz suene con neutralidad.) ¿Qué?

Lyle: ¿Dejaremos esto inconcluso?

Fernando: No hay nada que dejar, y no hay nada inconcluso. Ahora, déjame ver la película.

Lyle: (Sin comprender la actitud de Fernando.) ¿Te enojaste?

Fernando: No.

Lyle: (Suelta la mano de Fernando y ve hacia el frente.) Te pido una disculpa si dije o hice algo que te molestó.

Fernando: (Mira de reojo a Lyle.) … (Decide no iniciar una discusión.)

***

(Después de dos horas, la función termina. Fernando y Lyle salieron de la sala y se dirigieron directo al aparcamiento. Ahora están en el carro de Lyle, un sedán lujoso de color blanco, el automóvil aún está parado en el estacionamiento del cine.)

Fernando: (Está en el asiento del copiloto y sólo contempla hacia el frente.) … (El silencio lo incomoda. Se expresa con seriedad.) ¿No vas a arrancar el auto?

Lyle: (Se mueve un poco hacia la derecha para mirar de frente a Fernando.) ¿Te molestó bastante lo que hice?

Fernando: (Cruza los brazos.) …

Lyle: Si me pides que no lo vuelva a hacer, no lo haré.

Fernando: (Voltea hacia la izquierda.) No quiero que vuelvas a hacer eso.

Lyle: Entiendo. ¿Es porque te gusta alguien más?

Fernando: (Un poco sorprendido.) ¿Qué? ¡No!

Lyle: Entonces, explícame, ¿por qué no quieres que haga eso?

Fernando: Porque no somos una pareja.

Lyle: (Con un rostro lleno de incredulidad.) ¿Sólo por eso? Podemos serlo si lo deseas.

Fernando: (Muestra sorpresa.) ¿Pero qué dices?

Lyle: (Sonríe con más calma.) Si ese es el problema, entonces podemos comenzar una relación, ¿no crees?

Fernando: (Suspira y baja los brazos.) No es tan fácil.

Lyle: ¿Por qué?

Fernando: (Hace ademanes con las manos para dramatizar un poco.) No sólo es por eso.

Lyle: Por eso, dime, ¿qué más?

Fernando: (Comienza a recriminar.) Aparte, casi no nos conocemos.

Lyle: Podemos seguir saliendo.

Fernando: No lo creo.

Lyle: ¿Por qué?

Fernando: Porque simplemente no.

Lyle: … (Decide acallar por unos minutos. Se acomoda frente al volante y enciende el carro.)

Fernando: (Espera a que Lyle diga algo, pero no hay respuesta. Cruza los brazos de nuevo.) …

***

(En el apartamento, Héctor ha estado trabajando en su habitación.)

Héctor: (Tecleando con rapidez en la computadora; está recostado en la cama y a uno de los costados tiene un recipiente con palomitas. La cama está repleta de papeles, diseños y circuitos extras. Habla para sí.) La interfaz está completa, ahora necesito unas cuantas revisiones a los tres circuitos. (Tiene encendido el reproductor de música en la computadora. De repente suena una de las canciones que Dustin había estado cantando la vez pasada.) … (La canción sigue sonando: "Y has llegado desde allá, donde el frío consume al corazón y dónde el sol se oculta sin razón" …) Maldita sea, no me puedo concentrar. (Deja la computadora sobre la cama y se levanta. Sale de su habitación, baja las escaleras y se dirige a la cocina.)

***

(En la cocina, Rodrigue está sentado leyendo un libro. Hay dos cacerolas con comida recién hecha.)

Héctor: (Se detiene cerca de la estufa.) ¿Tú hiciste esto?

Rodrigue: Sí. (No mira a Héctor, y luego sigue leyendo.)

Héctor: (Abre una de las tapas de las cacerolas y huele la comida.) Delicioso. (Busca un plato para servirse.) ¿Puedo, cierto?

Rodrigue: Sí. Eso ni siquiera lo tienes que preguntar.

Héctor: Okey. (Se sirve los alimentos y se siente en la mesa. Antes de comer contempla a Rodrigue.) ¿Qué estás leyendo?

Rodrigue: (Le muestra la portada del libro; el título es: 'En las sombras de la luz' del autor Pedro Hyla.) Es algo divertido.

Héctor: (Asiente con la cabeza y comienza a comer.) Sí, ese sujeto es muy bueno.

Rodrigue: No sabía que te gustaba este tipo de literatura.

Héctor: Parezco un sujeto pretencioso, pero no lo soy.

Rodrigue: (Sonríe.) Sí, ahora me doy cuenta.

Héctor: (No replica y sólo come. Pasan casi dos minutos y decide hablar. Bebe un poco de agua y aclara la garganta.) Oye, Rodrigue, ¿qué harás hoy?

Rodrigue: (Sigue con su lectura y no mira de frente a Héctor.) Planeaba salir con un amigo, pero no me ha marcado para confirmarme nada.

Héctor: Ya veo.

Rodrigue: (Detiene la lectura y ahora mira a Héctor.) ¿Por qué?

Héctor: Pues, (titubea un poco,) ¿no quieres venir al café Hell-Ground?

Rodrigue: (Baja el libro y lo cierra.) No lo sé.

Héctor: (Habla con rapidez.) Es que, pues hoy hay un evento, y estará genial y creí que te gustaría.

Rodrigue: ¿Por qué no invitas a Fer?

Héctor: (Suspira con pesadez.) No creo que quiera venir.

Rodrigue: ¿Y no tienes a nadie más a quién invitar?

Héctor: (Se siente un poco incómodo.) Escucha, sólo te invitaba porque me gustaría conocerte más, puesto que no hemos tenido el mejor inicio.

Rodrigue: (Deja el libro cerrado sobre la mesa y mira a Héctor directamente a los ojos.) …

Héctor: (No puede evitar mostrar inseguridad en su rostro.) Bien, si no quieres venir, así déjalo.

Rodrigue: ¿Por qué no invitas a Baker?

Héctor: (Se exalta un poco.) ¿Estás loco? Después de lo que pasó no creo que quiera hablarme.

Rodrigue: (Sonríe con calma.) Quizá sea algo precipitado para ustedes.

Héctor: ¿Entonces, qué dices?

Rodrigue: Está bien, iré contigo.

Héctor: (Sonríe.) Genial. El evento comienza a las ocho, pero tengo reservada una mesa.

Rodrigue: Perfecto.

Héctor: (Regresa el interés a los alimentos y come sin cuidado.) Nos podemos ir a la hora que queramos, pero sería bueno llegar como a las nueve.

Rodrigue: Está bien; entonces iré a cambiarme.

Héctor: No hay etiqueta de vestimenta, por lo que puedes ir como quieras.

Rodrigue: (Se levanta de su lugar y toma el libro consigo.) ¿Seguro?

Héctor: (Mira a Rodrigue con calma.) Sí, no hay nada de etiquetas.

Rodrigue: Bien, no tardo. (Sale de la cocina.)

***

(En el edificio grisáceo departamental de la calle Tropa, Lyle estacionó el carro en la zona indicada para los inquilinos. Sin embargo, ni él ni Fernando han abandonado el vehículo.)

Lyle: (Apaga el carro y suspira con fuerza.) Supongo que aquí termina nuestro pequeño encuentro.

Fernando: (Retira el cinturón de seguridad y habla con un tono calmado.) Escucha, sé que tú eres de ese tipo de personas que juega con los demás.

Lyle: (Retira el cinturón y gira un poco para contemplar de frente a Fernando.) Lo dices por mi apariencia.

Fernando: (Voltea para mirar a Lyle.) Y tus actitudes.

Lyle: ¿Insinúas que debo cambiar?

Fernando: No…pero…

Lyle: (Suspira con desilusión.) Así dejémoslo. No volveré a molestarte.

Fernando: (Agacha el rostro.) Será lo mejor.

Lyle: (Retira los seguros del automóvil y abre la puerta del piloto.) …

Fernando: (Abre la puerta de su lado y sale. Camina hacia el elevador, y espera a que éste se abra.) …

Lyle: (Sale del automóvil y se dirige en dirección al elevador. Se queda esperando junto al otro joven.) Espero y aún funcione.

Fernando: (Al abrirse la puerta, ambos entran y aguardan. Mira hacia Lyle.) ¿Estás molesto?

Lyle: (Aunque muestra un rostro de seriedad alta, niega con la cabeza.) No.

Fernando: (Se recarga en la pared trasera del elevador y suspira.) L-Lo siento.

Lyle: (Se acerca a Fernando y lo abraza, luego lo besa tiernamente y lo aprisiona entre él y la pared.) …

Fernando: (No puede quitar a Lyle y se deja llevar por el momento. Durante unos minutos permite que su cuerpo responda el beso del otro joven; sin embargo, al escuchar que el elevador se abre, intenta empujar a Lyle.) No sigas.

Lyle: (Besa la mejilla de Fernando y le habla de una forma sensual.) Quiero que esto no se quede como una simple aventura, o algo así, Fer.

Fernando: (Un poco apenado. Siente que Lyle besa sus mejillas y otra vez sus labios. Se distancian un poco.) Lyle, hay que salir del elevador.

Lyle: ¿Qué sientes tú por mí?

Fernando: (Suspira.) Tenemos que salir…del elevador. (No puede continuar hablando porque Lyle de nuevo lo besa, aunque ahora de forma intensa.)

Lyle: (Habla entre besos.) Me gustas demasiado. (Ninguno de los dos se percata de que frente a ellos están Héctor y Rodrigue.)

Héctor: (Tiene la mano puesta en la orilla de la puerta para que no se cierre. Habla con enojo.) ¿Qué mierdas están haciendo en este lugar?

Lyle: (Reacciona con tranquilidad y sonríe. Suelta a Fernando y gira un poco para contemplar a Héctor.) Hola, vecino.

Fernando: (Se sonroja y no sabe cómo actuar por lo que se pone nervioso.) H-Héctor…¿cuánto tiempo llevas allí? (Acomoda su playera y se queda junto a Lyle.)

Héctor: (Con un tono sarcástico y cruel.) Lo suficiente como para darme cuenta que están a punto de tener sexo aquí mismo.

Fernando: (Totalmente avergonzado.) E-Eso no…no es cierto…

Rodrigue: (Se burla un poco.) Tampoco tanto, pero sabes que a Héctor le gusta exagerar.

Fernando: (Al escuchar las palabras de Rodrigue se exalta un poco y agacha el rostro para esconder el rubor de sus mejillas.) ¿Rodrigue? ¡¿También nos viste?!

Rodrigue: (Usa un tono calmo para hablar.) Sí.

Lyle: Utilizarán el elevador, ¿cierto? (Sujeta la mano de Fernando.)

Héctor: (Molesto al dirigirse a Lyle.) Supones bien.

Lyle: Ven, Fer, será mejor que salgamos de aquí.

Héctor: Aunque pensándolo bien, creo que prefiero utilizar las escaleras. No vaya a ser que me contagien de sus modos extraños.

Fernando: (Da un paso junto a Lyle pero no salen del elevador. Levanta el rostro y muestra dolor y pena.) P-Perdón.

Rodrigue: No tienes que pedir perdón por algo que no tiene nada de malo.

Héctor: (Exagera un poco.) ¿No tiene nada de malo? ¡No me jodas!

Lyle: (Con un tono firme.) Es verdad, Fer, el besar a la persona que te gusta no tiene nada de malo.

Héctor: ¿Son idiotas o qué?

Fernando: Será mejor que nos vayamos, Lyle. (Intenta salir pero Héctor le impide el paso.)

Héctor: (Mira con enojo a su amigo.) Vamos a salir.

Fernando: (Con un poco de sorpresa y duda.) ¿Eh?

Héctor: Rodrigue y yo iremos al café Hell-Ground.

Fernando: (Se tranquiliza un poco.) ¿Enserio? Me parece bien.

Héctor: (Señala a Lyle.) Si este individuo se atreve a meterse a nuestra casa, y si hace algo irrespetuoso, serás tú quien page las consecuencias, ¿te quedó claro?

Fernando: (Se molesta, pero sólo habla con incomodidad.) S-Sí.

Héctor: (Se hace a un lado.) Es bueno saber que sabes respetar nuestro hogar. Vámonos, Rodrigue.

Rodrigue: (Con una sonrisa en el rostro.) A la orden, señor Héctor.

Héctor: (Camina hacia las escaleras y Rodrigue lo sigue.) Nos vemos después, Fer.

Fernando: (Suspira y agacha el rostro.) Rayos…eso fue algo bastante peligroso.

Lyle: (Se ríe un poco.) ¿Peligroso?

Fernando: (Asiente con la cabeza y sale del elevador junto a Lyle.) Sí.

Lyle: (Espera a que la puerta del elevador se cierre y se coloca frente a Fernando.) ¿Por qué?

Fernando: Porque Héctor nos descubrió. (Suelta la mano de Lyle y camina hacia la puerta del apartamento.) P-Por eso te digo que es mejor no hacer nada de esto.

Lyle: (Va junto a Fernando y aguarda.) Pero cuando te dije que me gustas, te lo estaba diciendo de la manera más sincera.

Fernando: (Busca las llaves de la casa y habla con desilusión.) ¿Podríamos hablar otro día?

Lyle: (Sorprendido.) ¿Por qué?

Fernando: (Encuentra las llaves y hace un intento por abrir la puerta; pero sus manos se mueven con torpeza.) Porque necesito tiempo para pensar algunas cosas…y tranquilizarme.

Lyle: (Se acerca a Fernando, lo abraza por la espalda y besa su mejilla.) Vale, está bien. Entonces nos vemos después.

Fernando: (Se sonroja y consigue abrir la puerta.) ¿Qué haces? Nos pueden ver otra vez. (Aleja a Lyle y se adentra a su departamento. Arroja una mirada de reproche hacia Lyle y habla con rapidez.) ¡Nos vemos! (Cierra la puerta sin pensarlo dos veces.)

Lyle: (Sonríe y se siente complacido. Habla en voz baja.) Ya es mío. (Se dirige hacia la puerta de su apartamento y busca las llaves en su bolsillo. Continúa con su voz baja.) El problema será… (Abre la puerta y antes de entrar escucha que el ascensor se abre de nuevo, voltea y ve a un chico bastante extraño que se acerca y toca el timbre del apartamento 112.)

Joven: (Luce como un adolescente todavía; tiene el cabello largo y de color castaño, sujetado en una coleta, viste con una camisa básica de color blanca que está un poco desacomodada. Sus ojos son de un tono claro y su tez es de un moreno claro bronceado. Aguarda de espaldas a Lyle. Porta una mochila tipo mensajero de color negra. Toca el timbre otra vez.) ¿Hay alguien en casa?

Lyle: (Sólo observa con curiosidad.) …

Fernando: (Abre la puerta y muestra un rostro de duda.) ¿Qué sucede? ¿Quién eres?

Joven: (Su voz suena segura.) ¿Qué tal? Disculpe, necesito entregar algo para un chico llamado… (Toma su teléfono y mira algo en la pantalla.) ¿Fernando Torres?

Fernando: (Extrañado.) Sí, soy yo.

Joven: (Contempla a Fernando como si fuera un simplón.) Ah, hola.

Fernando: ¿Hola?

Joven: Necesito que recibas una carta y un paquete, (saca de la mochila un paquete en forma de corazón y una carta roja con un corazón que la mantiene sellada,) son de una persona que me dijo que no dijera quién es.

Fernando: (Sorprendido.) ¿Qué? (Se percata de que Lyle está observando la escena; al entrar en pánico jala al joven para meterlo a la casa y cierra la puerta.)

****

(Dentro del apartamento. Fernando camina hasta la sala y permite que el joven se acerque a la sala.)

Fernando: (Habla con un poco más de calma.) ¿Quién te envió?

Joven: (Sostiene el paquete todavía en la mano.) No puedo decirte.

Fernando: (Sospechando.) ¿Alguna pista?

Joven: Tampoco puedo. A mí lo único que me informaron es: "Ve a entregar esto a Fernando Torres; el chico que vive…" (Se detiene al escuchar la voz de Fernando.)

Fernando: (Intenta no entrar en pánico.) Sí, ya, está bien, me quedó claro que no hablarás.

Joven: ¿Dónde dejo la entrega?

Fernando: (Señala la mesita de centro.) Aquí en la mesa.

Joven: (Deja la carta y la caja.) Son veinticinco dólares.

Fernando: (Contempla con incredulidad al adolescente.) ¿Qué?

Joven: (Mira con seriedad a Fernando.) Solamente acepto efectivo.

Fernando: ¿Veinticinco? ¿Y yo por qué tengo que pagarte?

Joven: Porque el servicio es de propinas, no de pagas. Quién recibe paga.

Fernando: (Cruza los brazos y reprocha.) ¿Servicio? ¿Trabajas en una paquetería o algo así?

Joven: No, esto es un servicio que he decidido prestar a los amigos que me lo han pedido. (Sonríe seguro.) Además, es una forma para obtener algo que necesito.

Fernando: (Sin comprender del todo, mueve un poco la cabeza hacia la derecha.) …

Joven: (Da un paso más hacia Fernando.) ¿No pagarás?

Fernando: (Suspira.) …

Joven: (Gira un paso y se acerca a la mesita de centro.) Entonces debo llevarme el paquete.

Fernando: (Con extrema curiosidad.) ¿Es enserio?

Joven: Sí.

Fernando: (Desiste de su pose seria. Camina hacia las escaleras.) Bien, bien; mira, espérame aquí. Iré por el resto para completar los veinticinco.

Joven: Claro, ¿puedo sentarme?

Fernando: Sí. (Sube por las escaleras a toda prisa.)

Joven: (Se sienta en el sofá y espera en la sala.) Tiene buen gusto; los muebles son lindos.

Fernando: (Baja las escaleras y se acerca al joven. Ofrece unos billetes.) Aquí tienes, veinticinco dólares.

Joven: (Toma el dinero.) Excelente. (Se pone de pie.) Mi trabajo aquí ya terminó.

Fernando: (Habla con rapidez.) Espera, dices que haces entregas, ¿verdad?

Joven: (Contempla a Fernando.) Sí.

Fernando: ¿Qué tipo de clientes tienes?

Joven: La mayoría son mis amigos de la escuela.

Fernando: (Pensativo.) Oh… Comprendo.

Joven: (Interesado.) Podría hacer una excepción.

Fernando: ¿De verdad?

Joven: (Guarda el dinero en su mochila.) Tendría que cobrarte extra para darte mis datos.

Fernando: (Incrédulo.) ¿Estás bromeando?

Joven: No.

Fernando: (En forma de queja.) Al final el servicio que brindas es tan caro como el de las paqueterías.

Joven: Claro que no; sólo serían cinco dólares más.

Fernando: (Cuenta el dinero extra que le quedó y contempla al joven. Decide darle cinco dólares más.) Ahora sí, dime tus datos.

Joven: (Acepta el dinero y lo guarda de vuelta en su mochila.) Mi nombre es Aryan, hago envíos de todo tipo, excepto a la parte suroeste de la ciudad.

Fernando: (Sin sospechar.) Supongo que es por obvias razones.

Aryan: Mi número es el 010-43-64-776, también puedes encontrarme en la Plaza central, en la fuente monumental, o en la preparatoria Miracle-Top o en la escuela St. Angelius.

Fernando: (Analizando la imagen del muchacho.) ¿Eres estudiante de preparatoria?

Aryan: (Con un tono plano.) Sí.

Fernando: (Consternado por el bienestar del adolescente.) ¿Y por qué haces esto?

Aryan: Ya te dije, porque así podré ganar algo que estoy buscando. Además, le hago el favor a los idiotas que no tienen el valor de hablar con otros.

Fernando: (Sorprendido por las palabras del joven.) Comprendo.

Aryan: (Da la media vuelta y camina hacia la entrada.) Me retiro. Disfruta tu paquete.

Fernando: (Se acerca al joven y llega hasta la puerta primero.) ¿No me dirás nada?

Aryan: No, ya que la confidencialidad es una de las cualidades de mi servicio.

Fernando: (Un poco molesto.) Vamos, tan siquiera el nombre de la persona que envió el paquete.

Aryan: (Se queda parado esperando a que Fernando abra la puerta.) Lo siento. Por cierto, tienes un departamento genial.

Fernando: (Acepta las palabras del menor.) Gracias. (Abre la puerta y despide a Aryan. Cierra la puerta, regresa a la sala y toma la carta y la caja. Se sienta en el sofá.) ¿Qué rayos es esto? (Abre la carta y la lee.) "Fer, ¿te gustaría ser mi novio?" (Sorprendido.) ¿Qué? ¿Quién rayos mandó esto? (Abre la caja de corazón y se encuentra con un par de fotografías de él mismo. Sujeta algunas y las analiza.) La calidad es muy buena, se ve que las tomaron con una cámara profesional. Debe tener experiencia… (Detiene sus palabras y se molesta un poco.) ¿Pero qué rayos? ¿Por qué digo esto? ¿Quién me tomó estas fotos? Será mejor que le informe a Héctor. No, no; mejor a Irvin. Sí a él. (Saca su celular del pantalón y marca el número de Irvin.) ¿Irvin? (Habla con rapidez.) Hola, soy yo, Fer. Oye, ¿estás ocupado? ¿No? Genial. ¿No podrías venir a mi casa? Lo que pasa es que quiero mostrarte algo. Yo te espero. (Cuelga el teléfono y se queda sentado en la sala revisando las fotografías y la carta.)