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Mi matrimonio forzado: la hermosa esposa no tiene memoria

Sun Hee es una joven de 18 años. Tras haber despertado de un largo coma, se enteró de que había perdido la memoria. Ese mismo día, su malvada madre la forzó a casarse con un hombre completamente extraño para ella. Sin poder negarse tuvo que aceptar aquella extraña orden. Su esposo Jin Seong es un hombre frío, rico, arrogante y poderoso, capaz de hacer desaparecer a cualquier persona del país. Ellos dos son completamente diferentes. Sus vidas cambiarán por completo y tendrán que intentar convivir juntos aunque no se conozcan. ¿Qué pasara en su relación, terminaran enamorándose? ______________________________________________ Nota de autor: La cubierta no es mía. Por favor, no resubir esta historia

Laurasiscoyote · Urban
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Capítulo 129: La mejor medicina

Seong-Jin caminó cerca suyo y enseguida pudo llamar la atención de su esposa sin hacer si quiera un movimiento.

Su mirada seguía clavada intensamente en el rostro de ella, ya que Sun Hee evitaba mostrar su expresión desanimada.

Ella en verdad siempre era una persona que emanaba felicidad en cualquier momento, incluso en los momentos incómodos. Desgraciadamente esta vez no pudo evitar sentirse así.

De nuevo, miró los guiones que había dejado sobre la mesa y luego se volteó para fijarse en el hombre que estaba al lado suyo con una expresión que indicaba preocupación e curiosidad.

Enseguida Sun Hee averiguo que es lo que deseaba preguntar él, sin dudarlo prefirió responder a todas sus preguntas.

Sin embargo, la intuición de Sun Hee no fue completamente cierta, es más, se había preparado mentalmente para responder cualquiera de sus preguntas. En cambio notó como gentilmente la mano de su esposo tocó lentamente su cabello.

Como si su cabello fuera lo más frágil del mundo, siguió acariciando cada uno de sus mechones.

Sun Hee claramente no se esperaba ese movimiento sorpresa en ese mismo momento, pensó que quizás preguntaría sobre su expresión desanimada que no podía ocultar.

Pero en realidad, de alguna manera Seong-Jin logró la medalla de oro, ya que cuando Sun Hee notó su mano acariciando su cabello supo que esa era la mejor cura, como una medicina fabricada por los dioses.

Incluso solo eso logró que fuera mejor que mil palabras reconfortantes.

Cuando finalmente Sun Hee fue capaz de levantar su cabeza para observar nuevamente el rostro de su esposo, notó que su expresión había vuelto a ser la misma de siempre, indescifrable y fría.

Aquél hombre emanaba siempre una frialdad capaz de hacer temblar a cualquiera... excepto con Sun Hee, aunque no lo notase de alguna manera él evitaba parecer tan frío.

Seguido de aquellos suaves movimientos, paso a las palabras.

—¿Te surgió algún problema? En verdad no pareces estar muy animada, sin duda no estás como está mañana. ¿Pasó algo mientras yo estaba aquí dentro?—preguntó Seong-Jin sin dejar de acariciar delicadamente el cabello de ella y con una voz que de cierta forma relajaba un poco.

De repente, notó como si un rayo pasase rápidamente por su cabeza, a continuación apartó su mano rápidamente sin dudarlo.

Aunque eso no significaba que no esperaría una buena respuesta de su esposa.

Daba igual que ella pusiera una excusa, simplemente ahora quería una buena explicación que fuera capaz de cambiar su ánimo e expresión.

Sun Hee como respuesta mostró una sonrisa forzada, sin embargo en el momento que volvió a ver la expresión de su esposo inmediatamente supo que debía decirle lo que en verdad había pasado.

—Eh... esta bien, esta bien... te lo contaré.

Pero enserio que no es nada importante, además, sigo sin saber el motivo por el que me llamo tan de repente—comentó Sun Hee sin percatarse de que todavía no le había dicho la persona que era, lo único que logró diciendo eso fue aún más confusión en su esposo. Ni siquiera él podía descifrar lo que intentaba decir su esposa de esa manera tan mal explicada.

Finalmente pudo ver el ceño fruncido de su esposo, lo cual provocó que inmediatamente ella se detuviese a pensar que en verdad todavía no se lo había explicado correctamente.

Ella sonrió disimuladamente para intentar disimular lo avergonzada que estaba en ese momento, ¿cómo podía ser tan despistada? Claramente esa explicación solamente causaría aún más confusión y curiosidad a cualquier persona.

Sorprendentemente, la reacción de su esposo no fue mala, no parecía haberse molestado por aquélla explicación tan pésima, en cambio espero pacientemente por una explicación decente.