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Mi matrimonio forzado: la hermosa esposa no tiene memoria

Sun Hee es una joven de 18 años. Tras haber despertado de un largo coma, se enteró de que había perdido la memoria. Ese mismo día, su malvada madre la forzó a casarse con un hombre completamente extraño para ella. Sin poder negarse tuvo que aceptar aquella extraña orden. Su esposo Jin Seong es un hombre frío, rico, arrogante y poderoso, capaz de hacer desaparecer a cualquier persona del país. Ellos dos son completamente diferentes. Sus vidas cambiarán por completo y tendrán que intentar convivir juntos aunque no se conozcan. ¿Qué pasara en su relación, terminaran enamorándose? ______________________________________________ Nota de autor: La cubierta no es mía. Por favor, no resubir esta historia

Laurasiscoyote · Urban
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132 Chs

Capítulo 119: Era necesidad

Seong-Jin miró nervioso un poco más la puerta, luego rápidamente salió para poder seguir a su esposa la cual seguramente ya se había adelantado mucho.

Enseguida volvió a llamar la atención de todos, esta vez no era por su vestimenta, si no por su semblante malhumorado.

No estaba enfadado con su esposa ni con ninguna persona de esa sala, es más, estaba enfadado con él mismo, se sentía... ¿culpable por ser tan impulsivo?

En ningún momento pensó en las consecuencias de sus actos, realmente Seong-Jin ni siquiera sabía porque había echo eso, en aquél momento por alguna razón necesito hacer eso, realmente era una necesidad.

Poco después siguió su rumbo hacia la entrada, nada más llegar a la entrada vio a su esposa agachada observando un bonito y pequeño jardín.

Sin dudarlo, se acercó a ella.

Sun Hee enseguida pudo escuchar claramente los pasos de alguien, pensó que tal vez ese alguien se acercaba a ella y enseguida giró su cabeza y miró hacia arriba para poder observar quién era.

Sin embargo, no se esperaba ver a Seong-Jin tan pronto, rápidamente se levantó y miró a su esposo con una expresión tranquila.

Realmente Sun Hee no estaba molesta pero enseguida pudo notar la expresión preocupada de su esposo.

En ese momento parecía un niño preparado para ser regañado por algo malo que había echo, pero en vez de eso incluso Sun Hee pensó que era adorable y quiso jugar con su cabello.

—Lo siento...—dijo finalmente y enseguida apartó su mirada para evitar mirarla directamente.

Sun Hee suspiró aliviada y miró tranquila el rostro de su esposo, el cual todavía no se había atrevido a mirarla.

—Realmente no entiendo porque hiciste eso, no quiero darle importancia al asunto así que por favor tú tampoco recuerdes lo de antes.

No pienses que estoy enfadada, simplemente quería tomar aire fresco, estaba comenzando a agobiarme en ese lugar— respondido Sun Hee mientras daba palmaditas en el hombro de su esposo.

En verdad, no salió fuera del restaurante porque se sentía agobiada, era porque sintió que si seguía ahí dentro atrapada en esa situación no lograría evitar que su corazón explotará por lo avergonzada que estaba.

Aunque ella intentase olvidar esa situación, su cerebro la obligaba una y otra vez a pensar en eso, incluso llegó a pensar que era un castigo por algo que había echo.

Todavía notaba el sabor de su esposo, lo que le provocaba que sus orejas se pusieran rojas, afortunadamente, su cabello las cubría por lo que su esposo no podía percatarse.

Seong-Jin pensó que lo mejor sería darle una explicación a su esposa por lo sucedido pero... ¿como iba a decirle que lo de antes lo había echo porque sintió que era una necesidad fundamental?

—Piensa que lo de antes era un castigo por haber tardado tanto, no todas las personas tienen tiempo para desperdiciarlo, la próxima vez me iré y me llevaré tu teléfono para que regreses a pie—dijo Seong-Jin con la misma expresión de siempre, fría y indescifrable.

—T-tú maldito bastardo...

Sun Hee le miró enfadada, finalmente su rostro se había enrojecido pero no porque estuviera avergonzada.

—Regresemos.

Sun Hee, todavía un poco molesta, asintió con desagradó para confirmarle a su esposo que lo había escuchado.

Velozmente, se colocó frente a él, esta vez decidió que ella caminaría la primera y no iría detrás como si fuera la sombra de Seong-Jin.

Enseguida se dio la vuelta para ver la expresión de su esposo, la cual parecía la misma de siempre, no parecía odiar aquello.

Sin quejarse, siguió a su esposa en silencio y observo detalladamente cada paso que daba ella como si realmente aquello fuera entretenido.