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Mi matrimonio forzado: la hermosa esposa no tiene memoria

Sun Hee es una joven de 18 años. Tras haber despertado de un largo coma, se enteró de que había perdido la memoria. Ese mismo día, su malvada madre la forzó a casarse con un hombre completamente extraño para ella. Sin poder negarse tuvo que aceptar aquella extraña orden. Su esposo Jin Seong es un hombre frío, rico, arrogante y poderoso, capaz de hacer desaparecer a cualquier persona del país. Ellos dos son completamente diferentes. Sus vidas cambiarán por completo y tendrán que intentar convivir juntos aunque no se conozcan. ¿Qué pasara en su relación, terminaran enamorándose? ______________________________________________ Nota de autor: La cubierta no es mía. Por favor, no resubir esta historia

Laurasiscoyote · Urban
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132 Chs

Capítulo 100: Hablemos sobre tu memoria...

Shaoran seguía observando curioso a Sun Hee, sentía una sensación extraña.

Esa mujer nunca ocultaba nada, siempre iba a decir lo que pensaba, era incapaz de ocultar algo.

Pero... Por alguna extraña razón, Shaoran sentía que aunque pasara todo el día hablando con ella, su curiosidad solo aumentaría.

¿Qué era lo que hacía Sun Hee para llamar tanto la atención de alguien?

Shaoran admiraba bastante a la señorita, él sería incapaz de rehacer su vida después de perder la memoria.

Verla sentada en ese auto feliz, incluso parecía que ella desde que nació lo tuvo todo solucionado.

Esta vez preguntaría todo lo que el quería saber.

—Sun Hee, ¿en verdad no recuerdas nada de tu pasado?

Sorprendentemente, Shaoran no pudo evitar dudar sobre la perdida de memoria de ella, aunque él no quisiese pensar que ella había estado mintiendo, era uno de las primeros pensamientos que pasaban por su cabeza.

Él sabía que ella era incapaz de mentir, pero quizás podia haber una pequeña posibilidad...

Sun Hee miró rápidamente a Shaoran, parecía relajada, como si se esperara que algún día alguien preguntara sobre ese molesto tema.

Claramente, cualquier persona sentiría curiosidad, por eso ella no podía enfadarse.

No se conocían desde hace mucho, ella también dudaría sobre ese tipo de temas viniendo de un "extraño."

—Sabía que algún día alguien me preguntaría algo sobre mi memoria, aunque en verdad la persona que menos me esperaba que preguntase acerca de eso eras tú.

Hubiese sido más lógico que preguntara Min Ho o tu hermano, pero ya da igual.

Shaoran no dijo nada, seguía esperando alguna explicación, ¿en qué momento comenzó a desconfiar de la señorita Sun Hee?

—Shaoran, se que es raro que un día llegué una extraña a tu casa.

Se que no te esperabas que tu frío hermano, el cual parece que no quiere a nadie, se casará con alguien que no conoce.

Puedo entenderte perfectamente ya que yo me siento igual.

Se que ahora mismo debería estar quejándome y pidiendo que mi memoria regresase... ¿Pero como sería útil rogar por algo completamente imposible de lograr con palabras?

Shaoran asintió y siguió escuchando atentamente a la señorita.

—Yo también quiero recuperar mi memoria y saber como era mi antigua vida, fácilmente me la puedo imaginar.

Sun Hee pensó que sería como los primeros días que estuvo con su madre, pésima...

—No te voy a pedir que confíes en mi, solo quiero que no me vuelvas a preguntar algo relacionado con mi memoria.

No puedo asegurar que vaya a regresar, quizás tarde años o alomejor puede ser mañana mismo, sinceramente no lo se.

Pero se que lo único que tengo claro, es que no quiero estar recordando eso.

—Entiendo...—dijo Shaoran arrepentido.

Cuando Shaoran fue a girar la cabeza para evitar ver el rostro de Sun Hee, vio la sonrisa de ella. Inmediatamente se relajó y siguió observando aquella agradable sonrisa.

¿Porqué era ella la que debía sonreír?

Él sabía que por su culpa la había echo recordar lo que ella no quería saber, era él quien debía sonreirle y apoyarla.

—Lo siento—susurró Shaoran, quizás la había juzgado mal.

Él lo pensó todo desde su punto de vista, pero en ningún momento pensó en como se debía sentir ella.

La única persona que podía pedir consuelo ahora era ella, pero en cambio era él quien recibía su agradable sonrisa.

Pasaron todo el trayecto en silencio, nadie se atrevía a romper ese incómodo silencio.

Incluso el chofer pudo notar la tensión, no era la primera vez que tenía el honor de presenciar una situación así.

Afortunadamente, ya habían llegado, el chofer abrió la puerta del auto y respiró profundamente el aire que no estaba envenenado.