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ᐷ Capítulo V

Pasé semanas sin verla, sin comunicarme con ella, había desaparecido totalmente de mi vida. Sin ella, mi vida cayó rápidamente en la rutina y la monotonía. Todo se volvió rutina para mí, ya no tenía la emoción que ella me proporcionaba a través de su extraña manera de ser.

Necesitaba la crueldad de Naomi en mi vida.

•|| Naomi Benet ||•

Mayo, 29.

8:30

El cabello castaño de Ivonne obstaculiza mi vista hacia su rostro, hacía meses no se aparecía en mi casa, desde aquello que pasó con mi padre. Ella se encuentra escribiendo en su libreta las indicaciones que le dejé sobre lenguaje.

—En serio, gracias, Naomi —Deja de escribir para mirarme, su cabello deja de estorbarme, ahora veo sus hermosos ojos claros. —. Sé que debe ser fastidioso hacer ésto durante tus vacaciones.

—No hay de qué, para eso somos amigas después de todo. —Le dedico una sonrisa mientras ella vuelve a escribir sobre el papel. Debo admitir que Ivonne cae en el estereotipo de santurrona, pero no es más que una golfa. Oigo los lentos pasos de papá dirigirse hacia su estudio al fondo del pasillo y veo la mirada descarada de Ivonne mirar hacia la puerta de la cocina.

—Ivonne, la cara en la libreta. —Exijo observándola fijamente aún dedicándole una sonrisa vana, pero no obedeció me devolvió la sonrisa, una sonrisa burlesca.

—¿La niña de papi está celosa? —Hay sorna en su voz, parece reirse de mí de una manera poco disimulada. Me saca de quicio su forma de ser.

—No —Respondo tomado una postura más dominante estando sentada frente a ella. —, no debería si sólo eres un pasatiempo que ha llegado a su fin.

—¿Qué estás insinuando, Naomi? —Su sonrisa se esfumó un momento quedando en una perfecta expresión de seriedad, casi rayano en la preocupación, cosa que me emocionó.

Me satisface ver ese rostro.

—No insinúo nada, sólo aclaro la situación en la que te encuentras. —Se levanta colocando sus palmas contra la mesa, optando por una postura superior a la mía.

—Según tú, ¿en qué situación me encuentro? —Cuestiona volviendo a su actitud egocéntrica y alturista. Desbloqueo mi celular para colocar aquel video que me entregó mi mejor amigo, Ethan. Su cara vale oro, su ego cayó en picada en ese momento. No me gusta dar muchas vueltas con los temas serios, voy al grano, cómo ahora. No perderé el tiempo en insinuaciones ni amenazas, sólo le daré una única advertencia. —No tiene sentido borrarlo, tengo copias en diversos lugares.

Ella saca su celular y busca algo ahí con suma calma, sin decir nada lo deja frente a mí: Soy yo, dándole un beso a Dominick en los labios.

—¿Quieres que llore o suplique? —Cuestiono con ironía, tomo mi teléfono de dónde ha borrado su vídeo, era de esperarse. — Papá, ¡¿puedes venir un momento?!

—¿Qué haces? —Pregunta escéptica de mis acciones, su mirada es de absoluta desconfianza, incluso capto algo de miedo a causa de mis acciones.

—Enseñarte la capacidad de mis palabras y acciones. —Respondo sin un ápice de duda, ella lo sabe y eso le duele.

Sabe que soy perfecta.

—Dime. —Papá se adentra a la cocina deteniéndose a mi derecha.

—Mira. —Le muestro el celular de Ivonne, mi foto con Dominick para ser exactos.

Toma el celular analizando la foto con detenimiento en completo silencio. La cara de Ivonne es un poema, acaba de caer en cuenta que no puede hacer nada con alguien perfecto que no puede cometer errores.

—Sí, eres tú. —Responde papá con normalidad, sin elevar la voz. Deja el teléfono sobre la mesa y se queda esperando alguna otra cosa, aunque puedo notar su mandibula un poco tensa, ha de estar enojado o frustrado, la cara de Dominick ni siquiera es visible en la imagén.

—¿Hay algún problema con eso, papá? —Lo miro directamente a los ojos esperando su respuesta, está disgustado, pero no creo que pueda hacer mucho.

—No, ninguno.

—¿Algo que comentar?

—No, nada que comentar.

—¡Oh, vamos, Alexis! Debes decir algo, eres el adulto aquí. — Exclama Ivonne arremetiendo contra la mesa, sus palmas están clavadas en la misma y mira a papá suplicando alguna reacción de su parte.

—Si fuera tú, dejaría a mi hija en paz —Comenta acercándose a ella pasando su mano por el hombro desnudo de Ivonne, el vestido que ha traido hoy, como los que ha traido en muchas ocasiones en el paso, es corto y sin mangas, lo trae con el único objetivo de provocar. —. Deja de ser malo cuando ya no opones resistencia.

—¡¿Dejarás que haga lo que quiera?! —Chilla cuya niña que pierde en un juego acusando a otros de hacer trampa.

—No sabes perder Ivonne.

—Ésto no es un juego, Naomi, es la vida real.

—La vida también puede ser un juego, Ivonne, sólo tienes que perder el miedo de apostartela para jugar.

—Volveré a trabajar. —Papá abandona la cocina dejándonos a Ivonne y a mí solas de nuevo, cómo en un inicio.

—Le lavaste el cerebro. —Susurra sentándose en la silla frente a mí, viéndome fijamente mostrándome su rostro con hermosos rasgos finos y delicados, su nariz respingada; sus ojos rasgados y penetrantes; sus labios carnosos. Labios que han besado a mi padre tantas veces.

—¿Qué ofreces? —Rompo el efímero silencio que se formó entre las dos.

—¿Qué? —La confusión en su voz es más que obvia.

—Por no subir tu vídeo. —Aclaro levantandome de la silla para llegar detrás de ella y tomar sus hombros para obligarla a sentarse nuevamente.

—Eso se llama extorsión y estoy casi segura de que es un crimen, sólo debo denunciarlo a la policía.

—Mi padre es la policía. —Le recuerdo y la fachada de manipuladora impenetrable que tenía hace nada, desaparece inmediatamente siendo reemplazada por un fuerte rubor en sus mejillas.

—¡Oh, cierto! No lo sabías, estabas más ocupada chupándole la polla. —Rio acariciando su cuello, rodeándolo con mis manos sin hacer presión sobre el. Ella está estática, sin ningún movimiento.

—Puedo... —Su voz vacila sin poder decir nada más.

—Tus padres son fanáticos religiosos, ¿no? —Cuestiono dejando en paz su cuello para sentarme en la mesa al lado de ella quién palideció.

—Si, lo son...

—¡Bien! Seguro dirán que te vas a pudrir en las profundidades del infierno por ser una adultera, profana y pecadora. —Mi tono suave no la despista y la hace verme con terror.

—¿Se lo mostrarás a mis padres? —Su voz se rompe y comienza a temblar.

—¡Claro!, somos amigas y no me gusta verte en malos pasos —Apreto su hombro con fuerza haciendo que me observe fijamente a la cara. —, para eso son las amigas después de todo.

—Dices que me pudriré en el infierno, ¿no?

—No, tus padres lo dirán. —Corrijo.

—Tú te vas a pudrir en el mismo rincón del infierno que yo. — Murmura alimentada por la ira e impotencia de su situación actual, pasar del creer manejarlo todo a no manejar nada, no es la mejor sensación del mundo.

Tomo con delicadeza su definido mentón y afirmo su cara frente a mí, quiero que vea muy bien y oiga claramente lo que voy a decirle, porque no lo repetiré.

—Cariño, sé que me iré al infierno por haber hecho cosas imperdonables, pero no aspiro a pudrirme en un rincón como lo harás tú. Yo aspiro a algo más grande —El desconcierto de su expresión no se va, está callada frente a mí sucumbiendo ante mis palabras, sabe que puedo acabar con su vida como la conoce con un "tap" en la pantalla de mi celular. —. Volviendo al tema, ¿cuánto ofreces?

—No tengo dinero. —Objeta inmediatamente.

—Ambas sabemos que eres prostituta de clóset, alguno de los tipos con los que te revuelcas han de tener algo, ¿no?

—Prosti- ¿Sabes qué?, no tengo dinero y no voy a pedirlo. —Comienza a recoger sus cosas con algo de violencia impropia de ella. La saqué de quicio.

—Cómo quieras, Ivonne —Me levanto a su par encarandola. —Si te acercas a mi padre de nuevo, no sólo vivirás en la calle, me aseguraré de que vivas de lo que sabes.

—¿A qué te refieres? —Cuestiona fingiendo ingenuidad.

—Ya lo sabrás. —Respondo acompañándola hasta la puerta donde le entrego su celular.

—Largo de mi vista. —Le dedico una amable sonrisa azorandole la puerta en la cara.

—¿Se fue? —Pregunta papá saliendo de su oficina, se coloca la corbata correctamente, parece que se va a ir.

—Sí, ¿irás trás ella? —Pregunto.

—Iré a la jefatura, tengo doble turno hoy —Responde ajustando finalmente la corbata. —. Sobre esa foto, ése sujeto se llama Dominick Grossman, ¿verdad?

—Vaya la policía de éste país aún funciona —Respondo. —. Ya no tengo contacto con él, puedes hackear mi celular desde tu arcaica computadora en la jefatura la veces que quieras, sólo pierdes tu tiempo.

—Naomi, ¿qué pasó contigo? No eras así. —Pregunta con esa mirada cansada que trae hace varias semanas, seguro afirmando en su trabajo que ya no tengo contacto alguno con Dominick

—¿Debería haber un acontecimiento para ser feliz?

—Tu felicidad viene de la miseria y el sufrimiento ajeno, eso no es sano. —Argumenta peinando su corto cabello hacia atrás en busca de una apariencia más pulcra.

—Fumar tampoco y la gente lo hace igual.

—No es lo mismo, es un comportamiento autodestructivo, el tuyo sólo es destructivo y ya.

—¿Hay algo de malo en eso? —Cuestiono recostándome del marco de la puerta.

—Sí, las personas tienen sentimientos, cómo tú, cómo yo. —Abre la puerta dejando entrar la fresca brisa de una agradable mañana.

—La felicidad ajena en vez de la mía, ¿por qué mejor todos son infelices para que yo sea feliz?

No dice nada y me da la espalda aún sosteniendo el pomo de la puerta en su mano temblorosa.

—Eres...

—Anda, dilo. —Incitó al ver qué se va a ir sin culminar su frase inicial. —Creaste un engendro atroz. —Sus hombros se tensaron y detuvo la acción de cerrar.

—Creé un monstruo insensible idéntico a mí. —Comenta para cerrar la puerta, pasaron varios segundos hasta que oí el motor del auto encenderse y dejar la casa.

Sola, finalmente.

Me dirijo a mi habitación cerrado la puerta con seguro después de entrar, avanzo hasta mi cómoda de madera para moverla, no hace ruido alguno al moverla por el suelo de mármol. Ahí está una caja metida estratégicamente entre la pared, el suelo y un pequeño espacio que la cómoda tiene en la parte trasera. La caja es de zapatos y dentro hay dinero en efectivo separados en fajos de 2000 y tantos.

Tengo el dinero suficiente para irme lejos de aquí, en unas semanas comenzaré la universidad y no pienso ni siquiera ir el primer día, desapareceré y no volverán a verme otra vez a penas tenga la oportunidad.

Cuento el dinero nuevamente, con la cantidad que me dió Ethan alcanzo a vivir sin problemas por un tiempo, en lo que dejen de buscarme, y con lo que tengo reunido a parte, puedo costear un apartamento y conseguir un trabajo real. No como esa estupidez que hago.

No he abandonado ésta casa, por el egoísmo y apego enfermizo de mis padres hacía mí, me prohibieron cualquier actividad o trabajo que me dejara ganancias. Por lo tanto, estoy atrapada aquí. Sin salida.

No tengo a nadie en quien confiar, por lo que también estoy por mi cuenta. Ellos me han obligado a ésto, prefieren verme muerta que dejarme ir.

Reorganizo las cosas dejándolas como si nada hubiera pasado, si descubren mis ahorros, es el fin.

Nada pasó aquí, otro día normal en la casa de los Benet.

•||•||•||•

17:22

—Hola, Oliver. —Saludo cuando finalmente contesta su celular.

Hola. —Su masculina voz del otro lado de la línea responde a mi saludo de manera cortante.

—Haremos otra reunión.

—¿Cuando y dónde?

—Mismo almacén el primero de julio a las ocho p.m.

—¿Cuánto el pago?

—Esta vez, será la mitad para cada uno, el pago de tus trabajadores lo decides tú. —Me remuevo en la cama con cautela de no hacer ruido, mamá está durmiendo una siesta en su habitación. Hace poco volvió del trabajo.

Va demasiado bien ésto de las fiestas.

—Podría ser la última.

Vaya, que pena.

—Sí, corre la voz.

Claro, adiós.

—Oh, espera, una cosa más. —Aviso saliendo de la cama y parándome frente al espejo para ver mi rostro. —También coloca que será una fiesta de disfraces eróticos.

—¿Desde cuándo las temáticas?

—La última noche debe ser especial, tienes un presupuesto considerable, Ethan te los hará llegar.

Será algo grande.

—Sí, mucho. Adiós, Oliver.

Adiós.

La llamada terminó, miro el viejo celular del que nadie tiene la más mínima idea de que existe, y pensar que desde éste miserable aparato planifico las fiestas de Dolly.

Ahora, paso dos: mandarle un mensaje a Ethan para dejarle indicaciones cómo siempre. Mi otro celular sonó, lo tomo para ver un mensaje de un número desconocido no tan desconocido en la pantalla.

Número No Registrado

Hey.

15:43

Nadie más que Dominick Grossman, ya comenzaba a tardarse, me preocupaba que no buscara la manera de comunicarse conmigo. Desde el viejo teléfono le respondo su mensaje para no llamar la atención de papá, quién usa sus ventajas de policía para investigar mi vida, cosa la cual es una pérdida de tiempo.

Dominick Grossman

Hey, Grossman.

15:59

¿Benet?

16:00

Cuánto tiempo.

16:00

Sí, llevo casi un mes sin saber nada de ti, ¿Estás bien?

16:02

No puedo hablar de eso.

16:03

Pasarón unos minutos adicionales a los que se tarda en escribir, espero pacientemente cuán pescador espera que el pez pique el anzuelo. Pasan diez, veinte minutos y Grossman parece no dar señales de vida.

Sé que hacer para ayudarte, pero no sé si quieras hacerlo, no quiero obligarte a nada.

16:32

¿Que insinúas?

16:34

Si algún día escapas, puedes quedarte conmigo hasta que dejen de buscarte.

16:34

Mordió el anzuelo como era de esperarse, ya casi salgo de aquí.

Hablemos de eso en 3 días, primero de Junio, en una reunión de Dolly.

16:40

Si de verdad quieres ayudarme, confiaré en ti y te contaré lo que haremos.

16:40

Confiaré en ti, Grossman.

16:40

•||•||•

Para ése momento lo tenía claro, ella me gustaba y me dolía fuertemente que lo hiciera, porque más que un romance imposible, era ilegal. Sin embargo, existía un lugar donde la palabra "ilegal" no era más que un conjunto abstracto de letras sin sentido.

Y ahí es donde nos íbamos a reunir.