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Cap 01

¿Qué es lo que odio en un hombre?

Que sea un total mujeriego, con notable atractivo y una sonrisa irritable.

Si, esa es la clara descripción de mi nuevo esposo.

Mi nombre es Krystal Mikers, soy una modelo que ha estado trabajando para una compañía de joyas desde hace dos años.

Aunque no soy la supermodelo que los paparazzi suelen seguir, pues la mayoría de veces lo que la gente ve son las grandes joyas que porto en las portadas de las revistas.

Es un trabajo que adoro, con un gran salario que recibo, vivo en un par de complejos llamados "Las cuatro islas".

Debido a que hay cuatro edificios que almacenan más de doscientos cuartos que son habitados.

Y era allí donde me encontraba ordenando la ropa que había terminado de lavar.

Hablando con mi amigo que insistía en llamarme cuando no tenía trabajo en la estación de bomberos, Aiden.

Pero antes de sus actos heróicos solía ser todo un mujeriego, al menos un poco más.

Lo conocí durante la preparatoria, pues mantenía una mala fama de no pasar más de dos noches con la misma persona.

Quería mantenerme alejada de un tipo así, por lo que no hable con él en mucho tiempo.

Hasta que descubrí que era el hijo de una amiga cercana de mi madre, cuando lo ví entrar a mi casa me sorprendí.

¿Qué hacía allí?

Lo extraño es que se comportaba diferente a cómo se mostraba en la escuela, pero cada que nuestros ojos se encontraban en la mesa me sonreía de esa manera que detestaba.

¿Acaso quería jugar?

Desde entonces empezó a acercarse a mí durante la escuela, para mí sorpresa teníamos cosas en común y era fácil hablar con él.

Ahora mantiene su fama de mujeriego presumiendo sus fornidos músculos, pero conserva aquella actitud que conocí durante esa cena.

Pero su voz constante saliendo de mi celular me hizo regresar al presente.

-¿Ya terminaste? ¿Quieres ir a cenar algo? - preguntó seguramente con una sonrisa.

-Si, pero vayamos solo por algo cerca de aquí - contesté mientras me dejaba caer sobre mi cama.

-Iré a dónde tú quieras, casi saldré del trabajo e iré por tí.

-No vayas a escaparte antes de tiempo, no quiero que te despidan tan pronto ¿entendiste?

-No te preocupes, en unos treinta minutos te llamaré cuando ya esté abajo. Nos vemos más tarde linda - dijo en tono burlón.

-Dije que no me llamarás así maldito... mujeriego - alcancé a decir antes de que colgará la llamada.

¿Por qué soy amiga de un hombre como él?

Supongo que ya me había acostumbrado tanto a su voz que no podría molestarme...

Me levanté de la cama soltando mi cabello que se encontraba amarrado en una coleta.

Caminé hasta las grandes ventanas de mi cuarto, la ciudad estaba brillando con todas las luces blancas y amarillas.

Era como ver el cielo estrellado sobre la tierra, ese era el paisaje favorito de Aiden.

-¿Por una vez podrías dejar de entrar a mi mente sin que te lo pida? - susurré agitando mi cabello.

Salí de mi habitación para seguir ordenando la comida que recientemente había comprado.

Mientras tanto el tiempo pasaba sobre en la estación de bomberos, por suerte no había ninguna emergencia demasiado peligrosa.

Por lo que Aiden podría salir más temprano para sorprender a su amiga con cabello caramelo.

AIDEN

-¿Quieres a beber algo? Hace tiempo que no salimos - preguntó mi compañero Chase entrando a el comedor.

-Ya tengo planes, pero quizá otro día.

-Vaya, vaya, ¿está vez con quién irás?

-Callate, no es nada de lo que piensas, saldré a cenar con Krystal.

-Ella es la modelo de las revistas que siempre tienes ¿verdad?

-¿Por qué tan interesado eh? - pregunté mirándolo con una mirada fría.

De repente las sirenas empezaron a sonar, el jefe empezó a dar el aviso.

-Un incendio ha sido reportado en "Las cuatros islas", todas las unidades son requeridas - se anunciaba dentro de todo la estación.

Mi cuerpo se quedó inmóvil al escucharlo.

-Espera, ¿no es allí donde Krystal vive? - preguntó Chase mirándome.

Me levanté de la mesa sin responder a su pregunta bajando lo más rápido posible.

CHASE

Desde que trabajamos juntos, fue la primera vez que lo ví correr tan rápido para salvar a alguien.

Y también fue la primera vez que noté preocupación sobre su rostro.