1 Miriam y Rood

En lo alto de una montaña Miriam se encontraba leyendo un libro, junto a una mesa y silla a juego hecha de madera de roble. En la mesa había una copa de sangre y unas galletas de chispas de chocolate que ella había estando comiendo.

—¡Prepárate Miriam por que hoy será tu ultimo día en este mundo!. —Grito Rood.

—Vaya, pero mira quien decidió aparecerse de nuevo. —Dijo Miriam quien ni siquiera volteo ha ver a Rood para poder seguir leyendo su libro.

—¿Sorprendía?

—La verdad no, pude oler tu mal olor a kilómetros.

—¿Eh?, pero si me bañe en té negro.

—Pues debiste usar algo mas fuerte.

—¿Cómo que?

—No lo sé, averígualo tu solo.

—Como sea, ejem, Miriam hoy sera…

—Eso ya lo dijiste.

—Podrías no interrumpirme, por favor.

—No se me da la gana.

—Oh vamos, ¿desde cuando te comportas como una niña?

—El tiempo puede hacer cambiar la forma de pensar de uno Rood.

—De acuerdo, de acuerdo. Y entonces…

—Lo siento pero ahora mismo estoy ocupada, pero puedes volver mañana si quieres o dentro de dos años. —Ella aún seguía viendo su libro.

—Lo siento pero no, ya decidí que hoy seria el día que acabaría contigo…,— Manifestó Rood mientras sacaba algo de la funda que tenia en su espalda.

—¿Qué es eso? . —Miriam se veía algo interesada en el arma que tenía Rood en sus manos.

—Esta sera el arma con la que por fin lógrale vencerte, esta es la Leviatán.

—Así que esa es la Leviatán de la que tanto hablas, eh, pero ¿que no tu familia no quería que tu la tuvieras?

—Su opinión debió de cambiar después de haber escuchado de mis hazañas en pueblo de Ther.

—¿En serio lo crees?

—Por supuesto.

Tras un suspiro Miriam contesto: —Supongo que quieres probarla ya, ¿no? . —Ella guardo su libro en la manga de su brazo derecho, para luego levantarse de su asiento.

—¿Estas listo?. Miriam tronaba sus dedos.

—Mas que listo. Rood tomo su particular pose de combate, la cual lo hacia ver como un mono.

—Solo no llores si la rompo.

El sonido que produjo el choque de la Leviatán con el hacha de Miriam se pudo escuchar por toda la montaña y alrededores.

—Nada mal Rood. Esta vez si pudiste quedarte de pie tras el primer golpe.

—Y aún falta mejore mucho en estos últimos dos años.

—Eso ya lo veremos. —Miriam saco otra hacha mas grande su manga izquierda.

—Saluda a Dante.

—¡Oye eso es trampa!

Esta vez el golpe que le dio Miriam a Rood lo mando a volar por los aires, quien estuvo gritando:— ¡Me lleva!—, hasta caer dentro de una casa del pueblo que había debajo de la montaña.

—Bienvenido de vuelta, Rood.

avataravatar