1 Los Susurros del Mar

1993...

La estupidez también es un regalo de Dios, pero uno no debe abusar de ella...

Apenas iniciaba el crepúsculo, aquel que es el destello de luz antes de que salga el sol, que estaba en el otro lado del mundo, donde sólo se podía ver el mar, aquel mar que nunca terminaba y que ocupaba un gran vasto lugar, que sólo dejaba una raya de neblina al final o quizá era hasta donde la vista podía llegar.

Los muy elaborados castillos de arena hechos por los niños del pueblo eran destruidos por las grandes olas que parecía un tsunami, parecía ser que el mar era igualitario ya que dejaba toda la arena que estaba en sus cercanías, igual a toda la demás arena y tal parece que detestaba que jugaran con su arena.

Él se había quitado la camiseta y Melanie sabía que la razón por la cual amaba a Sam era por aquello que se escondía debajo de aquella apretada camiseta. Melanie le dio un beso en la boca y Sam solamente le dijo:

—Sígueme —y él como un demente salió corriendo a la arena...

Melanie se encontraba llorando en su cama, por temas de adolescentes, aquel era el rechazo a su cuerpo, no se sentía a gusto con el, se sentía fea, pero era todo lo contrario, sólo que las críticas de las personas crueles se apoderaron de ella hasta convencerse que era la criatura mas horrible del mundo. Ella estaba indefensa, cogía la almohada e intentaba asfixiarse con ella, pero no lo conseguía o quizá era porque no era capaz de terminar con aquel sufrimiento.

Al rededor de su cama estaba la colección de sus mejores dibujos, aquellos que había hecho con tanto esfuerzo y dedicación, entre ellos estaba un chico que por alguna razón lo había dibujado desnudo y el cual había hecho sin modelo alguno, varios dibujos de las flores de la playa, de calles del pueblo, de personas, de objetos, de formas abstractas, de bares y el último era el dibujo del faro del pueblo.

Melanie se paró de golpe de la cama y rápidamente se acordó de la existencia de aquel dibujo hecho con tantos detalles.

—Ese faro me genera intriga —pensó para sus adentros-. Será mejor que me olvide de ello y vaya a surfear un poco -Se secó las lágrimas que tenía en todo su rostro, aquel rostro con una piel tan suave y sin imperfección alguna.

En efecto, cogió tabla de surf y se dirigió hacia la playa. En el suelo de la habitación quedó aquel dibujo del faro.

Al llegar, Melanie no estaba usando zapatos, por lo que podía sentir la suave arena entre sus pies. Los niños hacían sus castillos de arena, otros enterraban a sus padres debajo de la arena, claro sin cubrirles sus rostros; las madres se bronceaban con sus cortos bikinis, otros adolescentes fumaban toda clase de sustancias psicoactivas escondiéndose debajo del muelle, algunos chicos buscaban tesoros con sus radares de metales pero sólo encontraban tapas metálicas de cerveza y otras parejas de jóvenes simplemente se besuqueaban.

Melanie no era la única que iba a surfear, unos cuantos se la pasaban surfeando y enseñando unos muy increíbles trucos, al igual también había un chico tan guapo que hacia babear a Melanie, pero nunca se atrevía a hablarle, él en ocasiones también surfeaba.

Ella cogió su tabla de surf y muy decidida la colocó en el agua, no sin antes haberse atado a ella; la llevó hacia una zona en el que la tabla pudiera flotar empezó a bracear.

Aquel chico la miraba atentamente. Era una muy buena temporada para el surf en casi todas las playas de Estados Unidos; Melanie tuvo que esperar un poco, pero el mar no se tardó en darle una ola a Melanie.

El chico se acercó un poco al agua del mar, quizá porque creía que Melanie no era del todo capaz de lograr domar semejante ola, eso significaba que ella le importaba o simplemente era su trabajo el de salvar vidas.

La ola ya llegaba, Melanie se incorporó en la tabla, ella creía que ya tenía a la ola domada, pero el mar le tenía una mejor sorpresa que simplemente domar aquella ola. La tabla se tambaleó hasta hacer caer a Melanie al agua, el chico se precipitó a salvarla, se podía ver su tabla flotando en la superficie. por lo que sería fácil de rescatar.

El chico sin pensarlo dos veces se sumergió en el agua para rescatarla, la tomó en sus brazos y la llevó a la superficie, luego la colocó en la tabla de surf y la llevó hasta la orilla del mar, la colocó en la arena cálida e intento reanimarla, al ver que no reaccionaba, le dio obviamente respiración boca a boca, los presentes estaban conmocionados con la situación; el chico continuó hasta que Melanie despertó y ella escupió una gran cantidad de agua salada, aquella que no la dejaba respirar.

—Me diste un beso —le dijo Melanie sintiéndose importante.

—No, te salvé la vida —dijo él, que se volvió hacia ella, se acercó y esta vez le dio un beso—. Esto sí es un beso -Añadió.

Él aún estaba bastante cerca, por lo que Melanie no iba a perder la grandiosa oportunidad de devolverle el beso.

—¡Que cursi! —dijo el público mientras la gran parte de ellos se iban a continuar con sus actividades.

—Quien lo diría, tú me amas —afirmó muy confiado—. ¿O eso era sólo por el momento? —él le hizo una cara de ternero degollado.

—Sam, tu siempre me has hecho babear, me vuelves loca —dijo Melanie cogiéndole suavemente la mano.

Lo que le esperaba a Melanie... no era una sorpresa nada agradable y el mar sería cómplice de aquello.

avataravatar