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Los dragones detrás del mito

Daoista6vWmu · Fantasy
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Capítulo 01: El origen del fin.

"El origen del fin es el amor, pero... también es el origen de todos los males. El amor es peligroso, cuando nos guiamos por las sensaciones del alma dejamos de lado la razón".

- AN96-CARBE

En el principio Dios creó el sol los cielos y la tierra; y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamo Dios a la luz día, y las tinieblas noche. Y fue la tarde y la mañana un día del primer día. Luego dijo Dios: hay expansión en medios de las aguas, y sepárense las aguas de las aguas. He hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión, y fue así. Y llamo Dios a la expansión cielos y fue la tarde y la mañana del día segundo.

Dijo también Dios: júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamo Dios a lo seco tierra y a la reunión de las aguas llamo mares. Y vio Dios que era bueno. Después dijo Dios: produzca la tierra hierba verde, hierba que tenga semilla; árbol de fruto que de fruto según su género, que su semilla este en él, sobre la tierra y fue así. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierbas que dan semillas según su naturaleza, y árbol que da fruto cuya semilla esta en él según su género. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana del tercer día.

Dijo luego Dios: haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, y sean por lumbrera en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día y al lumbrera menor para que señoreas en la noche; hizo también las estrellas. Y las puso Dios en la expansión sobre la tierra y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana del cuarto día. Dijo Dios: produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda agua salada según su especie. Y vio Dios que era bueno. Y Dios los bendijo diciendo: fructifica y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra. Y fue la tarde y la mañana del quinto día.

Luego dijo Dios: produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno. Entonces dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestras semejanzas y señoreé en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre ella. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creo; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo; fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Y dijo Dios: he aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y en todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Y toda bestia de la tierra y a todas las aves de los cielos y ha todo lo que se arrastra sobre la tierra en que hay vida, toda planta verde le será para comer. Y fue así. Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana del día sexto.

Entonces después de casi terminar la creación, faltaba algo... hasta que dijo Yaveh en su infinita sabiduría:

Ahora hagamos al hombre a nuestra imagen. Él tendrá poder sobre los peces, las aves, los animales domésticos y los salvajes, y sobre los que se arrastran por el suelo.

Cuando Dios creó al hombre, lo creó a su imagen; varón y mujer los creó, y les dio su bendición:

- Tengan muchos, muchos hijos; llenen el mundo y gobiérnenlo; dominen a los peces y a las aves, y a todos los animales que se arrastran- declaró orgulloso de su creación.

- Miren, a ustedes les doy todas las plantas de la tierra que producen semilla, y todos los árboles que dan fruto. Todo eso les servirá de alimento. Pero a los animales salvajes, a los que se arrastran por el suelo y a las aves, les doy la hierba como alimento- Feliz por la vida nueva que había creado para su Edén.

Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en el reposo de toda la obra que había hecho en la creación.

Cuando Dios el Señor hizo el cielo y la tierra, aún no había plantas ni había brotado la hierba, porque Dios el Señor todavía no había hecho llover sobre la tierra, ni había nadie que la trabajara. Sin embargo, de la tierra salía agua que regaba todo el terreno. Entonces Dios el Señor formó al hombre de la tierra misma, y sopló en su nariz y le dio vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente. Después Dios el Señor plantó un jardín en la región de Edén, en el oriente, y puso allí al hombre que había formado. Hizo crecer también toda clase de árboles hermosos que daban fruto bueno para comer. En medio del jardín puso también el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. En Edén nacía un río que regaba el jardín, y que de allí se dividía en cuatro. El primero se llamaba Pisón, que es el que da vuelta por toda la región de Havilá, donde hay oro. El oro de esa región es fino, y también hay resina fina y piedra de ónice. El segundo río se llamaba Guihón, y es el que da vuelta por toda la región de Cus. El tercero era el río Tigris, que es el que pasa al oriente de Asiria. Y el cuarto era el río Éufrates. Cuando Dios el Señor puso al hombre en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara, le dio esta orden:

Puedes comer del fruto de todos los árboles del jardín, menos del árbol del bien y del mal. No comas del fruto de ese árbol, porque si lo comes, ciertamente morirás. Luego, Dios el Señor dijo:

- No es bueno que el hombre esté solo. Le voy a hacer alguien que sea una ayuda adecuada para él- declaro de manera magistral.

Y Dios el Señor formó de la tierra todos los animales y todas las aves, y se los llevó al hombre para que les pusiera nombre. El hombre les puso nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves y a todos los animales salvajes, y ese nombre se les quedó. Sin embargo, ninguno de ellos resultó ser la ayuda adecuada para él. Entonces Dios el Señor hizo caer al hombre en un sueño profundo y, mientras dormía, le sacó una de las costillas y le cerró otra vez la carne. De esa costilla Dios el Señor hizo una mujer, y se la presentó al hombre, el cual, al verla, dijo:

- ¡Ésta sí que es de mi propia carne y de mis propios huesos! Se va a llamar "mujer", porque Dios la sacó del hombre- sentenció finalmente.

Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos llegan a ser como una sola persona. Tanto el hombre como su mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza de estar así.

Después de lo ocurrido entre la serpiente que le ofreció probar el fruto prohibido a Eva, ella marchó a buscar a Adán. Después de encontrarlo lo llevo a donde estaba el árbol de los frutos prohibidos, él al percatarse de eso sintió temor. Se notaba por su repentina palidez, que su corazón empezó a acelerarse al ver las acciones de su esposa. Estaba tomando el fruto del cuál Dios les había negado probar, el único que no debían de comer. Y ella le pegó un mordisco en su presencia, el se quedó atónito al observar la gran osadía de ella. Iba a reprenderla, lo decía su lenguaje corporal. Pero solamente le preguntó:

- ¿Por qué haces esto?- le cuestiona suavemente.

- Por libertad, por independencia, por conocimiento y por decisión propia- le contesta Eva, mientras le da las últimas moridadas a la porción de fruta restante que al tirarlas fue consumida por unas llamas de color negro.

- ¿Qué es eso?- pregunta Adán con cierto temor al ver las llamas negras consumir las semillas del fruto prohibido.

- Eso no es importante, lo verdaderamente importante es esto. Ten, pruébalo- le contesta Eva tomando otro fruto y ofreciéndoselo al incauto Adán.

- No puedo, Dios nos prohibió comerlo- le contesta Adán temeroso.

- Dios no está por ninguna parte, no se dará cuenta- le convence tentativamente.

Al aceptar la fruta prohibida, su cuerpo sintió nueve escalofrío al mirar al cielo ve que nubes de color oscuro que se estaban arremolilando en el cielo cubriendo casi toda su extensión. Decidió ignorar las claras señales de advertencia, y mordió finalmente el apetitoso fruto prohibido. Al masticar se veía claramente su expresión de deleite, pues todos sabemos que lo prohibido es lo más satisfactorio que existe. Empezó a tronar, era algo insólito, nunca había ocurrido en el paraíso... un ave de hermosos colores iba volando por el cielo en busca de refugio hasta que la fulminó un trueno, casualmente también le dió al árbol de las frutas prohibidas. El ave soltaba chirridos cada vez más agónicos... hasta que se consumió, o eso creyeron la pareja que estaban viendo con lástima al agonizante animal.

El hombre y su mujer escucharon que Dios el Señor andaba por el jardín a la hora en que sopla el viento de la tarde, y corrieron a esconderse de él entre los árboles del jardín. Pero Dios el Señor llamó al hombre y le preguntó:

- ¿Dónde estás?- le pregunta Yaveh.

- Escuché que andabas por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí- contestó el hombre.

- ¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? ¿Acaso has comido del fruto del árbol del que te dije que no comieras?- le preguntó Dios

- La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí- contestó el hombre rápidamente.

- ¿Por qué lo hiciste?- le pregunto a la mujer finalmente.

- La serpiente me engañó, y por eso comí del fruto- contestó Eva.

Entonces Dios el Señor dijo a la serpiente:

- Por esto que has hecho, maldita serás entre todos los demás animales. De hoy en adelante caminarás arrastrándote y comerás tierra. Haré que tú y la mujer sean enemigas, lo mismo que tu descendencia y su descendencia. Su descendencia te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón.

A la mujer le dijo:

- Aumentaré tus dolores cuando tengas hijos, y con dolor los darás a luz. Pero tu deseo te llevará a tu marido, y él tendrá autoridad sobre ti.

Al hombre le dijo:

- Como le hiciste caso a tu mujer y comiste del fruto del árbol del que te dije que no comieras, ahora la tierra va a estar bajo maldición por tu culpa; con duro trabajo la harás producir tu alimento durante toda tu vida. La tierra te dará espinos y cardos, y tendrás que comer plantas silvestres. Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste formado, pues tierra eres y en tierra te convertirás.

El hombre llamó Eva a su mujer, pues ella fue la madre de todos los que viven. Dios el Señor hizo ropa de pieles de animales para que el hombre y su mujer se vistieran, y dijo:

- Ahora el hombre se ha vuelto como uno de nosotros, pues sabe lo que es bueno y lo que es malo. No vaya a tomar también del fruto del árbol de la vida, y lo coma y viva para siempre- después de haber sacado al hombre, puso al oriente del jardín unos seres alados y una espada ardiendo que daba vueltas hacia todos lados, para evitar que nadie llegara al árbol de la vida.

Ellos se quedaron mudos, no encontraban palabras para expresar lo que sentían en ese instante. Hasta que Eva habló finalmente:

- Vámonos, no necesitamos nada de él. Sobreviviremos con el sudor de nuestra frente, vamos cariño- le toma Eva del brazo a Adán para empezar a caminar a buscar un lugar nuevo donde vivir, lejos de donde se encontraban.

Después de eso, Luzbel sorteando a los ángeles que había custodiando el árbol del Edén... rescató las cenizas de el bello ave que fue fulminado por el trueno de Yaveh para llevarlo a un lugar un tanto especial. Al llegar al núcleo de la tierra Luzbel vió que era un lugar baldío y exclamó en voz alta:

- De estas profundidades colosales, nace el fuego ardiente fuego que alimenta a la tierra por completo. De estas tierras profundas nace el agua que da a parar a los ríos y mares, como toda vida surgue de este núcleo tus cenizas de ave del Edén simbolizan tu antigua vida de servidumbre. Eres libre, renacerás como un Pheynix y te convertirás en mi primer pilar de los 72 que crearé. Serás mi mayor orgullo, y demostrarás el orgullo de la raza infernal- declaró sumergiendo las cenizas del ave para que empezaran a arder en las violetas aguas del río Styx.

A los instantes dejó de arder las cenizas para formarse poco a poco la forma de un hombre con cola de Pheynix, y el cabello de un rojo ardiente. El salió desnudo de las violetas aguas del único río del núcleo terrestre y le dijo:

- Me has renacido, a partir de ahora yo y todos mis descendientes te obedecerán a ti de manera absoluta- declaró de manera melodiosa el antiguo ave, que hoy es un Pheynix renacido.

Hoy una nueva raza había sido creada por Luzbel, una raza que se extendería por todos los confines de la tierra.