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Capitulo 1:

Capítulo 1:

El infierno, lugar de demonios y ángeles caídos, se transformó en un instante en una guerra total que tomó por sorpresa al nuevo gobierno de los demonios.

Sirzechs Lucifer saltó a través de la pared de un edificio, sus manos cubriendo un paquete envuelto en una manta blanca que poco a poco fue manchada por la suciedad.

El rey demonio endureció su mirada, concentrándose en su camino mientras ignoraba el caos a su alrededor.

Uno de los invasores lo siguió de cerca mientras empujaba una lanza hacía su espalda.

Un tentáculo de energía de la destrucción emergió de la espalda del pelirrojo, extendiéndose hasta atravesar a su atacante, provocando qué desapareciera sin dejar rastro alguno.

Pronto salió de Lilith, la capital actual de los demonios y dónde se estaba llevando a cabo una guerra sin cuartel.

Debía llegar rápido al territorio Gremory y luego unirse al frente para detener a los invasores

Una gran explosión sacudió cada rincón del infierno. Sirzechs se detuvo y miró hacia Lilith con sorpresa.

Dos auras chocaron violentamente en los cielos. Una de color verde y otra de una tonalidad blanquecina oscura.

Cada golpe que desatan sobre el otro hacía que todo temblará hasta sus cimientos.

Debo apurarme.

Sirzechs retomó su caminó pero la preocupación ya era evidente en su rostro.

Cortó la distancia entre Lilith y el territorio Gremory en un instante.

Hizo una mueca al ver la escena ante sus ojos.

Falbium tenía razón.

Los ataques no se limitaron solo a la capital, también atacaron los territorios de los 72 pilares con números abrumadores.

—¡Se arrepentirán de atacar a mi familia!

Sirzechs observó como su padre cargó hacía un grupo de enemigos con una espada en mano.

Se movió entre ellos mientras balanceaba su arma y los cortaba sin piedad alguna, una mirada feroz en su rostro que Sirzechs nunca había presenciado.

Sacudió la cabeza y nuevamente retomó su camino, no debía distraerse ahora que estaba cerca.

Cuando estaba por adentrarse en el castillo Gremory, una gran explosión se produjo desde adentro.

Sirzechs erigió una barrera que lo protegió junto a lo lleva en brazos.

—Es bueno ver un rostro conocido luego de tantos años observando solo la oscuridad de mi celda.

Desde el polvo de la explosión emergió una mujer con una mirada despectiva.

Ella se acercó a Sirzechs levitando, sus ojos rojos intentando hacer un hueco en la cabeza del pelirrojo.

—Lucrezia...

Su cabello plateado se movía con los vientos provocados por las múltiples batallas a su alrededor.

Lucrezia suspiró y miró sobre su hombro.

—Me encantaría despedazarte en estos momentos, niño Gremory—Lucrezia habló aún mirando sobre su hombro—. Pero tengo otro asunto que atender ahora mismo.

—¡Devuélveme a Rias!

Sirzechs sintió su corazón acelerarse por lo que escuchó.

Miró detrás de Lucrezia y vio a su madre, Venelana Gremory, lanzando su poder de la destrucción en contra de un hombre de cabello negro y con los ojos cerrados.

Todos sus ataques pasaron sobre él cómo si fuera una ilusión.

El hombre siguió caminando con calma hasta llegar junto a Lucrezia.

Lucrezia miró a una bebé de un año en los brazos del hombre. Ella asintió complacida mientras se movía y enviaba una corriente de energía demoníaca para repeler los ataques de energía de la destrucción lanzados en su dirección.

Lucrezia apareció frente a una histérica Venelana y golpeó su puño en su estómago.

Venelana cayó de rodillas ante el dolor que atravesó su cuerpo. La mujer de cabello plateado pateó la cabeza de la señora Gremory contra el suelo sin piedad.

—Te has vuelto débil hija de Bael—dijo Lucrezia ejerciendo más fuerza sobre la cabeza de Venelana.

Venelana gritó por el dolor e intentó quitarse el pie de la cabeza pero fue inútil.

Lucrezia saltó lejos de Venelana y erigió una barrera que bloqueó una lanza de hielo que estaba dirigida a su corazón.

Alguien muy parecida a ella apareció frente a Venelana dándole una mirada fría que no tuvo problemas en devolver.

—Regresa juntó a la niña—Lucrezia le ordenó al hombre—. Yo me encargaré de eliminar a la traidora.

Un remolino se hizo presente en el espacio-tiempo justo en el rostro del hombre que había secuestrado a Rias.

—¡No!—gritó Venelana viéndolo desaparecer junto a su bebé.

Lucrezia se dirigió hacía Grayfia, la responsable de atacarla hace unos momentos pero se detuvo cuando un llanto inundó el lugar.

Se volvió hacía Sirzechs, sus ojos como platos por la sorpresa.

Saliendo de la manta que lo cubría había un bebé de cabello rojo carmesí característico de los Gremory.

El bebé lloraba ante la intención asesina que venía de todas partes y parecía no querer calmarse pronto.

Lucrezia se concentró en sentir la energía dentro del bebé y tembló cuándo se dió cuenta de lo que era.

—Un hijo de la destrucción—Lucrezia musitó sorprendida.

El destino parecía reírse de ellos una vez más.

—Primero Amur, luego tú y ahora ese bebé.

Lucrezia sufrió un gran dolor de cabeza por solo pensar en los problemas futuros que tendrían en las manos si ese bebé permanece con vida.

Sabía que no podía llevarse al bebé con ella, Sirzechs no lo permitiría.

La otra opción era algo que no quería hacer pero lo haría porque era lo mejor.

—Es una pena que deba morir—dijo Lucrezia sobre Sirzechs.

Sirzechs la miró con calma, inmutable ante su inmensa velocidad y la creciente acumulación de energía demoníaca en su mano.

Lucrezia se retorció en el aire, esquivando múltiples lanzas de hielo que aparecieron a su alrededor.

Miró sobre su hombro pero en su línea de visión apareció un puño que la golpeó de lleno, enviándola a estrellarse contra unos escombros.

—¡¿Dónde está Luna?!—Grayfia apareció juntó a Sirzechs y preguntó.

—Murió en medio del parto—dijo Sirzechs mientras se alejaba—. Consígueme algo de tiempo Grayfia.

Grayfia asintió en silencio, un poco triste.

En su mente se despidió de Luna, su mejor amiga o única en el infierno.

—¡Debería darte vergüenza!

Lucrezia estaba en el aire mirando a Grayfia con frío enojó.

—¡Escupes en el legado de nuestra familia y lo manchas al servir a ese falso Lucifer!

Ellas eran iguales en cierta forma. No dejaban ver sus emociones en público y se comportan siempre a la altura de sus estatus.

Pero ahora ambas estaban teniendo un mal día.

Grayfia había perdido a su mejor amiga.

Lucrezia estaba frente a la vergüenza de su familia.

Grayfia se mantuvo en silencio, sus ojos rojos miraron a los de Lucrezia para la furia de esta misma.

—¡No me mires con esos ojos! ¡Mis ojos!—grito Lucrezia cargando contra Grayfia, olvidándose completamente del bebé en las manos de Sirzechs.

Debía limpiar el nombre de su familia y lo haría al matar a la traidora, la vergüenza de Lucifuge.

Sirzechs se llevó a su madre dentro de lo que quedaba del castillo de Gremory.

—¡Suéltame Sirzechs!—Venelana intentó soltarse del agarré de su hijo, la desesperación evidente en su mirada—. ¡Debo ir por Rias!

—¡Yo la recuperaré!—Sirzechs miró a los ojos violeta de su madre—. Lo prometo.

Venelana logró soltarse y empujó a Sirzechs lejos de ella. Su mirada dirigiéndose hacía dónde suponía se habían llevado a su hija, la capital.

Intentó desplegar un círculo de teletransportación debajo de ella pero fue inútil.

Sirzechs se dió cuenta de lo que intentó y habló—. Hay una barrera que bloquea los círculos mágicos de cualquier variante que intentemos usar, por eso me tomó mucho llegar.

Venelana apretó los dientes y desplegó sus alas de demonio.

Sirzechs intentó alcanzarla pero fue tarde, ella despegó y se alejó rápidamente hacía la capital.

—¡Parece que soy el único que quiere salir de esta situación con vida!—gruño Sirzechs.

—¡Sirzechs!

Zeoticus Gremory se acercó hacía su hijo, su mirada cansada desmontando su estado actual con facilidad.

—¡¿Qué pasa con Venelana?! ¡¿Hacía donde se dirige?!—cuestionó Zeoticus mientras miraba alrededor—. ¡¿Rias esta con ella?!

Sirzechs agarró a su padre del hombro con fuerza y le dió una mirada dura haciendo que se quedará en silenció.

—Escúchame atentamente padre—Sirzechs le entregó al bebé a Zeoticus—. Necesitó que uses la puerta del infierno que conecta con Japón y escapes juntó a mi hijo.

Zeoticus miró sorprendido al bebé en sus brazos, la viva imagen del linaje Gremory.

—Mi nieto...—Zeoticus lo acunó y no pudo evitar sonreír mientras lo veía—. ¿Cómo se llama?

—Su nombre es Millicas—dijo Sirzechs—. Tal vez sea la esperanza del infierno si llegáramos a perder.

—¿Crees que la derrota es segura?—preguntó Zeoticus sorprendido.

—Entre sus filas hay alguien capaz de enfrentarse a Ajuka—dijo Sirzechs mirando hacía la lejanía, sintiendo el choque entre ambas fuerzas seguir—. Lo más probable es que él no sea el más fuerte entre ellos.

Ambos guardaron silencio mientras cada uno estaba en sus pensamientos.

—Si perdemos entonces debes encontrar a Amur—dijo Sirzechs—. Es el único adecuado para entrenar a Millicas en el poder de la destrucción.

—Así que también lo heredó—musito Zeoticus.

Sirzechs sonrió con orgullo—. Sí y su potencial es mayor que el mío.

Zeoticus endureció su mirada, entendiendo ahora entendiendo porque Sirzechs llamó a su nieto la esperanza del infierno.

—¿Qué pasa con Rias y Venelana?—pregunto Zeoticus.

Sirzechs frunció el ceño ante la pregunta y mintió—. Mi madre ya sabía el plan y ya ha abandonado el infierno, los espera en Japón.

Zeoticus asintió pero miró fuera del castillo hacía el cielo.

—Saben que estás aquí y buscan eliminarte con todo—dijo el patriarca Gremory con el ceño fruncido.

Múltiples demonios se alzaron en el cielo cargando todo tipo de ataques y lanzándolos hacía ellos.

Sirzechs apuntó casualmente la palma de su mano hacía los miles de ataques que llovieron sobre ellos.

De su palma lanzó una gran esfera de energía de la destrucción que lo consumió todo sin dificultad hasta llegar a los lanzadores y erradicarlos también.

—Mata a esos bastardos—dijo Zeoticus antes de dirigirse a los extintos territorios de Balam.

Sirzechs miró hacía otra dirección.

La batalla de Lucrezia y Grayfia se intensificó tanto que la temperatura alrededor de ambas bajo más allá de los cero centígrados.

' ¡Puahahahahahaha! '

Sirzechs se estremeció ante un antiguo recuerdo de la guerra civil, aquella vez que se enfrentó a Lucrezia en una batalla a muerte.

El Maou Lucifer sabía que Grayfia no tenía ningúna posibilidad contra Lucrezia por más que lo intentara. La estaba dejando caminar por el sendero de la muerte pero no podía hacer nada, él tenía sus propios asuntos que atender en la capital.

Tal vez hoy sea mi último día con vida—pensó Sirzechs sintiendo un mal presentimiento—. Pero no puedo ser un cobarde y escapar, un verdadero rey nunca haría eso.

Sirzechs desplegó sus alas de demonio y voló hacía la capital para comenzar con el contraataque.

Millicas es el MC de esta historia y el primer arco constará de seis o cinco capítulos. Tenga en cuenta que el máximo de palabras que manejaré serán máximo 2500, trataré de mover la historia hacía un lugar y no quedar estancado.

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