webnovel

El Extranjero y su lanza

< 6 de noviembre del año 2022 >

Mis ojos repentinamente se abrieron, mis pupilas ya acostumbradas a la escasa luz azul que invadía mi cuarto en esa mañana me permitieron observar con cierta claridad el techo de mi pequeño cuarto. Mi primer instinto fue tomar mi celular solo para comprobar la hora. Eran poco más de las siete de la mañana. Demasiado temprano para un sábado, pero había dormido por lo menos diez horas. Levanté mi cuerpo de tal forma que terminé sentado en la cama con las sábanas cubriéndome desde la cintura hasta los pies dejando escapar un largo bostezo al separar mis labios y estirarme extendiendo mis brazos lo más alto posible. Relajado, revelé el resto de mi cuerpo al quitarme de encima las sábanas y proceder a levantarme. Pisé el suelo firmemente estando descalzo y navegué tallando mis ojos hacia la puerta. Cuando estuve a punto de abrirla me detuve por unos momentos escuchando a mis padres, sus voces sonaban opacas contra la madera y el cartón duro que tenía delante. Ellos solían hacer eso, salían desde temprano para realizar sus labores y no tenía queja de eso, prefería mil veces más que fuese así. Yo me quedé en silencio, refugiado en la puerta de mi habitación hasta que finalmente los escuché salir de la casa. Con un alivio claro en mi suspiro pude salir de mi habitación y bajar las escaleras relajadamente, pero algo en el aire invadía mi sentido olfativo. Olía a algo delicioso. Contemplé una nota en la mesa y la tomé por unos momentos tentado a leerla, más que nada porque podría se un hecho importante que quizá tenga que resolver más tarde en casa, o quizá tenga que ver con que el desayuno hecho es para obviamente Suguha y para mí. Particularmente no estaba interesado en sermones, ni mucho menos en sus palabras que consideraba vacías. No pertenezco a esta familia de todos modos. Rompí aquella pequeña carta y la tiré a la basura dispuesto a desayunar.

Una vez terminé, lavé mis correspondencias para finalmente, ir a mi habitación, encender la computadora con sus tres pantallas y revisar nuevamente el reloj; ocho de la mañana. Tenía suficiente tiempo para hacer crecer a mi personaje actual; Ingresé mi usuario "Kirito" y comencé a jugar. Un avatar vestido con ropa oscura, cuya arma principal era una lanza; la velocidad y la fuerza en este avatar estaba particularmente acelerada. Dedicaba las ansias de mi impaciencia por entrar a SAO en los monstruos a los que me enfrentaba a través de los botones de mi teclado, pasé así por lo menos una hora subiendo de nivel y eso me llevó a un grupo que asaltaría a un jefe. Pensé que sería buena idea colarme en ese grupo una vez más.

Efectos de sonido se encargaron de anunciar por parte del sistema que nuestros avatares virtuales se trasladarían a la zona indicada para luchar contra el jefe en curso. Un gran monstruo abominable de dos cabezas y cuatro poderosos brazos, dos de ellos físicos y otros dos espirituales. La magia en los juegos de fantasía es muy útil para derrotar este tipo de jefes, y un gremio como en el que me había colado no carecía para nada de ellos.

— No sabía que el extranjero estuviera invitado.

Escuché la voz de una mujer a través del micrófono interactivo del juego, integrado por supuesto para experiencias inmersivas. Movió su avatar corriendo intensamente hacia el jefe junto a su compañera.

— Invitado o no, espero no estés de trol.

La voz firme de la siguiente chica me había puesto en rol de seguir sus ordenes automáticamente. No soy fan de dirigir combates, pero puedo acoplarme y hacer mi papel si me lo piden.

— No prometo nada, quizá me robé el «Last Attack»

Presumí por supuesto corriendo junto a sus avatares desenvainando mi gran lanza empezando un enfrentamiento simple, sencillo. Era demasiado aburrido para mí. La acción real me esperaba en SAO y siendo que la apertura de sus servidores estaba próxima, era un tema en común que no tardó mucho en ser explorado por las jugadoras. En el transcurso de su conversación, estaban interesadas obviamente como cualquier jugador casual y/o profesional de los MMORPG, los nombres de sus avatares eran Marina, quien era el tanque del grupo y también la comandante suprema del gremio en el que me había colado y Bernie, la que se enfocaba en daño y en esta ocasión, con quien competía el bono del daño máximo al jefe. Una de las grandes sorpresas que me hizo abrir la boca, fue que estas dos jugadoras tenían el juego y al igual que yo, compartieron su desesperación por jugar.

— Yo fui beta tester en la prueba de SAO, y no es nada comparado con pelear pulsando botones.

En ese momento ocasionado por puro impulso me bombardearon miles de preguntas acerca de como se sentía estar dentro de Sword Art Online, la experiencia inmersiva, como jugarlo, lo complicado que era adaptarse al mundo virtual con un cuerpo "real" que manejar. El posible temor que podría causar observar a un gran monstruo frente a tus ojos y la desesperación por morir por alguno con sus respectivas penalizaciones. En ese momento me arrepentí totalmente de haberme dejado llevar por su emoción.

— Dejaré que ustedes mismas descubran esos aspectos al entrar. Si tienen suerte quizá me encuentren y puedan pedirme que les enseñe a jugar.

Mi actitud por supuesto, buscaba presumirles la oportunidad de haber sido seleccionado como uno de los únicos mil beta tester del juego. Busqué ignorar el escepticismo y la agresividad de algunos otros jugadores presentes en la raid al jefe debido a estos detalles. No me gustó para nada la atención recibida, pero sonreía para mis adentros, confiado de que aquellas personas agresivas, o al menos una gran mayoría de esas personas no estarán conmigo en ese mundo virtual. Mientras todos seguían distraídos, atentos a lo que yo tendría que responder casi obligatoriamente debido a toda la insistencia de preguntas, me percaté de que Bernie, estaba a punto de ser atacada por el jefe y este juego en particular tenía una condición única; cuando un enemigo está a punto de atacar, es posible otorgar un potente crítico que posiblemente, o lo mate o lo debilite tanto que otro pueda ser capaz de derrotarlo.

— ¡No te distragas tonta!

Mas que un regaño, con mi voz buscaba retarla; "Si no dejas de distraerte, te ganaré" Ella pareció entender el mensaje y dejó el tema para después. Un par de largos y agobiantes minutos finalmente se acabó la raid al jefe, nuestros avatares fueron transportados a una sala de espera común donde se nos entregarían las bonificaciones. No fui el que tuvo más daño, pero si pude acertar el último golpe.

— Fue un placer conocerte beta tester.

Anunció Marina con una particular voz coqueta, que lejos de ponerme nervioso, solo terminó por confundirme. No era por supuesto nada bueno conversando con mujeres ni con nadie en general.

— Si, digo lo mismo. Quizá volvamos a vernos.

En ese momento fruncí el ceño esperando que nunca hubiera dicho la frase final al respecto. Ahora tendría la necesidad de ir a buscarlas por casualidad una vez estando en Aincrad, y no era necesaria para mi la convivencia con esas dos chicas. Finalmente se desconectaron, al igual que yo y ahora solo quedaban apenas un par de decenas de minutos para que los servidores de Sword Art Online fueran abiertos, así que… Aprovecharé hasta el último segundo para consultar más acerca del juego, leer una de las tantas revistas que coleccioné a lo largo de todo este tiempo y… explicar de qué va SAO directamente. Más que una aventura de fantasía, Sword Art Online es revolucionado.

Conectado a internet, con mis audifonos aún puestos escuchaba las noticias recientes de las largas filas hechas por los jugadores de Japón en toda tienda que tuviera alguna copia del juego de Sword Art Online, según la reportera en turno había quienes acamparon fuera de las tiendas solo para tener su lugar reservado. No era para menos, este juego era revolucionario. En mis manos, yacía una revista de las tantas que había adquirido por parte de quien se suponía, era mi madre de sangre. Ella se dio cuenta que a temprana edad descubrí que era en realidad un niño adoptado tras la muerte de mis padres y probablemente por eso, la única forma que tenía de intentar acercarse a mí era brindándome algo que me gustaba. Mientras ojeaba las hojas de aquella revista sentí una punzada sobre mi dedo pulgar que me hizo apartar el dedo enseguida. Al mirarlo fijamente pude ver algunas gotas de sangre brotar sobre mi piel.

En ese momento fui capaz de escuchar el reloj que tenía colgado en mi pared, al mirarlo fijamente un sentimiento de vértigo invadió mi cuerpo. Los servidores de Sword Art Online estaban a punto de activarse y quería entrar desde el primer segundo en que eso ocurriera. Apagué el computador, enchufe aquel casco similar al de los motociclistas y abrí el compartimiento que existía encima de aquel casco para sacar un pequeño cuadro con una coloreada ilustración de la versión beta del juego e introduje finalmente la versión oficial del mismo lanzada apenas a la venta el día de hoy. Con todo listo escuché tras la puerta la voz de Suguha.

— ¡Hermano, me voy a las prácticas!

Sin esperar una respuesta de mi parte como era lo habitual, abandonó el inmueble donde ambos vivíamos y solo pude mirar por la ventana como se alejaba, corriendo de nuestra casa. Quizá se le había hecho tarde, o quizá quería alejarse de mi tan pronto como fuera posible. Mordí mis labios y tragué saliva como una respuesta involuntaria a un hecho que me atormenta desde que era pequeño.

En un principio, ambos estudiábamos y practicábamos el kendo, una disciplina marcial en el combate de espadas por mi abuelo, uno de los campeones más influyentes de dicha formación. Yo no tenía tanto interés en participar en aquellos eventos, ni mucho menos de darle mi atención o el tiempo que quería dedicarle a mis videojuegos. Cuando mi abuelo se enteró de ello, después de ignorar sus clases por unos días decidió golpearme una y otra vez, hasta que finalmente Sugu se interpuso y dijo que entrenaría kendo por ambos, así que entrenaría el doble. Eso realmente me sorprendió. No sabía si Sugu amaba o disfrutaba el kendo tanto como para querer practicarlo todo el tiempo, sacrificar así el resto de sus diversas actividades solo me llevó a pensar que me odiaría seguramente por ello. Le arrebaté la vida para dedicarla a otra completamente diferente. Yo estaba preparado para recibir golpes como castigo, pero ella es la que más ha sufrido en ese aspecto.

— Sugu…

Lleva la carga que yo no quise aceptar y el castigo eterno de haber perdido su vida y la oportunidad de explorar otros gustos ajenos al kendo. No sólo decidí alejarme por descubrir que realmente no éramos hermanos, sino también por arruinarle su vida, cuando finalmente la vi desaparecer de mi vista al cruzar la calle y subir a un transporte público, me recosté en la cama y ya con el casco puesto, solo esperaba el momento oportuno para entrar a Sword Art Online. El timbre de la hora sonaba cada segundo, mientras el reloj holográfico del Nerve Gear se mostraba ante mí. Respiré profundamente sintiendo una extraña emoción y escalofríos que recorrieron mi espina dorsal y después, se extendieron por todo mi cuerpo. Toda esa descarga de adrenalina que estaba sintiendo en esos momentos fue puesta en un solo gritó.

— ¡Link Start!

Al momento de gritar el inicio de comando que la consola tenía establecido para iniciar la inmersión sentí como la consciencia se separara de mi cuerpo. Todo lo que ahora podía ver era una nada. Color blanco mientras veía sutilmente como los colores diversos de la consola me absorbían hasta llevarme a un menú donde libremente podía seleccionar el nombre de mi avatar. Los datos almacenados en la memoria local del Nerve Gear autocompletaron los datos. Mi nombre de usuario; Kirito

El seis de noviembre a las 13:00 horas, fue el inicio de todo para mí y nunca creí que sería como en las siguientes páginas relatarán.