webnovel

La Esposa Rebelde

Lisa Blake en una noche de fiesta se puso ebria y se encontró con un hombre con el cual se caso en esa noche. Al día siguiente se levantó y se fue de esa ciudad al enterarse que su pareja la había engañado, después de dos años regresó para superar todos sus problemas del pasado, pero quien diría que cuando buscaba trabajo terminaría en el mismo trabajo que con el hombre que se caso esa noche. Ella parece no recordarlo, pero él ego de aquel hombre no dejara que esa mujer lo olvide tan fácil ahora.

LectorBiub_Koni433 · Urban
Not enough ratings
14 Chs

Regresemos Ahora

Capítulo 3.

En la noche Lisa se preparó con un vestido de color morado, llegaba a las rodillas y las mangas recaían en la mitad del hombro de Lisa y llegaban a la muñeca de los brazos con una tela transparente. El vestido quedaba tan bien en Lisa que la hacía lucirse en la noche; sus zapatos poco altos, color negros y cerrados. Estaba lista para ir a la fiesta, quería dejar de pensar en todos sus problemas y festejar un poco, al estar con sus dos amigos se sentía feliz; cuando estaba un poco ebria un chico se acercó a ella con intenciones de querer pasar la noche con ella, pero con sólo verlo sentía que ocasionaría problemas, así que intentó irse antes de que se acercara completamente; se subió al segundo piso buscando una habitación para esconderse, era una casa muy grande, así que creyó quería fácil escabullirse, pero el chico la tomó del brazo haciendo que se detuviera. 

—Hola linda—dijo con una sonrisa y mientras sostenía con fuerza la muñeca de Lisa—. 

—Aléjate de mi, ¿cuantos años tienes? Eres menor que yo. 

—Tengo 20 años, pero puedo hacerte sentir bien. 

Lisa soltó su muñeca bruscamente haciendo que el chico se enojara, pero antes de que pudiera tocarla le tomó la mano fuertemente haciendo que se arrodillé, el chico tomó del brazo a Lisa para que lo soltara, pero ella solo mostraba una sonrisa y lo trató como lo que era, un chico. 

—Eres demasiado ingenuo al creer que tu puedes complacerme, yo prefiero a un hombre niñito de mami. 

—¡Tú! ¡Pagarás por ésto cuando salgas de éste lugar! 

Lisa lo soltó y se marchó, dentro de un rato se despidió de sus amigos para irse sola, pero tan pronto como salió vio a tres chicos y atrás de ellos estaba aquel chico al cual le dio una lección, al segundo de verlos sabía que era lo que estaba sucediendo, así que hizo lo más valiente que podía hacer en ese momento, correr por su vida, después de todo eran tres chicos contra ella. Al estar corriendo un rato se había cansado, pero lo chicos seguían detrás de ella, en se momento vio a un hombre caminando y lo tomó del brazo metiéndose en un callejón, fingió que le daba un beso hasta que escuchó que los chicos se habían marchado. Al alejar del hombre vio que era muy apuesto y también sentía su mirada confundida, era extraño que alguien de repente tomará tu mano y te llevara a un callejón. 

—Lo lamento, yo estaba huyendo. 

—¿De esos chicos que acababan de pasar? 

—Si, tuve un conflicto con uno de ellos y así terminó, por cierto, soy Lisa Blake. 

—Charles O'Brien… Dueño de la compañía que está justo ahí—apunta a un edificio enorme y brillante—. 

—Oh, que bien… Bueno, debería irme y gracias. 

Lisa se marchó dejando al hombre sorprendido y confundido a la vez, al llegar a su residencia se relajó y espero que el tiempo pasara, al menos eso era lo que quería. Durante ese tiempo, Lisa se hacía anónimamente cargo de la compañía Blake, todos querían saber quien era ella, pero solo quería tener una vida tranquila y segura. 

Seis meses después… 

Ya había pasado seis meses, Lisa seguía habiéndose cargo con ayuda de su madre y de su padre que por sí no lo conocían, su nombre es Oliver Blake, puede lucir como el hombre más tenebroso y malvado frente a los pocos que conocían su identidad, pero era el padre más cariño y amoroso. Después de tanto Lisa estaba decidida a regresar a la ciudad de la cual había escapado para empezar una vida desde cero y tenía todo listo para irse esa misma noche que lo decidió, pero sólo quedaba hacer lo más difícil, decirle a sus padres la decisión que había tomado; durante la cena conversaron hasta que terminaron y era momento de la confesión, Lisa tomó un suspiro largo y cerró los ojos para después abrirlos y decir todo rápidamente. 

—¡Regresaré a Ciudad X…!

—Suelta su copa en la mesa—¡¿Qué?! No te puedes ir, apenas regresaste, dile algo cariño. 

—Lisa, tu madre tiene razón, no puedes irte. 

—Es mi decisión me iré esta noche, pero pensé en decirles antes. 

—Si ya lo decidiste, no hay nada que tu madre y yo podamos hacer para que te quedes. 

—Cariño no digas eso, no puedes dejar que se vaya…—dijo mientras derramaba lágrimas—. 

—Haré videollamadas contigo mamá y vendré a visitarlos cuando cumpla todo. 

—Si vas a ir, deja que te reserve una suit en un hotel—dijo el padre de Lisa, mientras seguía comiendo—. 

—No, quiero iniciar con un departamento pequeño. 

—Se comienza ahogar—Cof… ¡¿Qué?! Definitivamente no. 

—Por favor, que puedo hacer para que aceptes eso, papá. 

—Bien, pero te llevaras tu tarjeta para pagarlo y si necesitas algo, sabes que puedes llamarnos. 

—Hecho, conseguiré trabajo y verán que puedo hacer cualquier cosa. Ya tengo una entrevista en la mañana, así que debo irme lo mas pronto. 

Lisa abrazo a sus padres muy feliz de que la apoyarán en la decisión que tomó, al menos en la mayoría; en la noche, Lisa tomó el vuelo de regreso a Ciudad X y con un suspiro largo se quedó dormida en el vuelo. 

Mientras tanto con Chase, él estaba perdido, se suponía que tenía un compromiso con Jessica al cual se negaba, sentía que no se podía volver peor, ya habían pasado seis meses desde que la chica con la cual se caso esa noche se había marchado, sabía que si ella no regresaba tendría que aceptar casarse con Jessica; y fue donde llegó su luz al final del túnel, Daniel llegó con buenas noticias para Chase, pero el estaba tan cansado que decidió ignorarlo, después de todo tenía que entrevistar al día siguiente a los nuevos empleados, o mejor dicho, a los que serían los nuevos empleados de la compañía Walker. Aunque era una de las cosas que menos soportaba y ni siquiera se tomaba la molestia de ver los currículos de todos los que estarían en la entrevista del día de mañana.