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LA ESPOSA PROMISCUA DEL CEO FRÍO

—Oooooooo... no... no lo hagas. —Bebé, tú lo deseas. Nancy quiere llorar sin lágrimas tumbada en la mesa, mirando al gran jefe detrás de ella seguir follándola sin descanso, la primera vez que se arrepiente de trabajar aquí. Día tras día era follada y le dolían la espalda y las piernas. ¡Solo era una pequeña secretaria que quería hacer bien su trabajo! ¿Cómo podía ser tan difícil? —Jefe tienes que trabajar en serio, no puedes entregarte al sexo femenino todo el día, tú... ah... —Nancy intentó razonar con el gran lobo gris detrás de ella, pero él no escuchaba en absoluto e incluso intensificaba su comportamiento. —No me entrego al sexo femenino, solo me entrego a ti. El hombre yacía detrás de su oreja, respirando pesadamente, extremadamente seductor. El aliento ardiente que exhalaba hacía que Nancy resistiera tensando su cuerpo. —Sssss... relájate... no... —No había vergüenza en la oficina, mientras que en un lugar distante, otra asistente miserable miraba al cielo sin palabras. ¡CEO y señora por favor déjenme ir, cambien a alguien para exprimirlo! ¿Por qué todos son subordinados del CEO, pero el asistente y la secretaria reciben un trato diferente?

Xiao_Yan_0938 · Urban
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Capítulo 30 ¿Collar único, falsa pequeña princesa?

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—Creo que hay algo mal con esa tesorera —mencionó el asistente después de terminar de informar sobre sus tareas y entregarle los documentos a Miguel.

—¿Cómo así? —preguntó Miguel. ¿Qué podría estar mal con el lado financiero?

—Solo estaba pasando por el departamento financiero y ella me paró para preguntar qué estaba haciendo la señora —relató el asistente lo que acababa de suceder.

—Esta mujer está simplemente enferma —intervino Nancy después de escucharlo hablar.

—En la mañana, incluso dijo que yo era superior cuando me convertí en la secretaria del presidente; su mente pequeña, todo el mundo puede verla —continuó Nancy.

—¿En la mañana? ¿Cuándo, por qué no me lo dijiste? —captó el punto de las palabras Miguel y persiguió.

—No fue mucho después de bajarme de tu coche, caminando hacia la empresa, también me encontré con ella, discutimos unas palabras —explicó Nancy.

—¿No te afectó, verdad? —preguntó Miguel preocupado.

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