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Espacios de transición

Recogí su espada que era de buena calidad, cuatro de sus dagas, y dos anillos... use detectar magia y uno de ellos respondió con un leve brillo... el otro solo era una sortija con un sello, no llevaba nada más encima que mereciese la pena.

 

Me dirigí a la grieta dimensional que se había abierto justo cuando murió mi enemigo y

en ella se veía una imagen del pasillo...

Aparecí en otra franja de suelo, con más grietas en frente, la imagen de mi colegio estaba de nuevo en una de ellas, salte dentro al igual que con los siguientes dos lugares de mi vida, hasta llegar a la misma situación que antes, de una parte mi lugar conocido el bar donde quedaba con mis amigos, del otro lado la playa paradisíaca...

Salté a la grieta de la playa con la lanza por delante... sin embargo aterricé en una playa de arenas blancas, mar azul, con un sol increíble y el cielo azul, en la playa solo se veía una pequeña cabaña a lo lejos, un chamizo de cañas mas bien. Me acerqué cauteloso a la cabaña, no había nadie, una hamaca, una tumbona, una sombrilla y una nevera... sorprendentemente el chamizo tenía dos placas solares para mantener la nevera... dentro había un pack de cervezas, algunos snacks, agua, fruta, unas salchichas y un par de bocadillos... En un armarito un mechero y pastillas de encender la barbacoa y una parrilla. Detrás de la cabaña había un pequeño bosquecillo de palmeras, nada muy denso ni selvático pues en realidad se trataba de un pequeño islote, con no más de 50 metros de costa por un lado, otros ochenta al otro lado del bosquecillo, y un pequeño embarcadero en la parte sur... una isla triangular y abandonada donde no había nadie... no se escuchaba nadie...

Registré toda la isla y no encontré nada raro ni nada inusual, rebusqué de nuevo en la cabaña y encontré otro anillo con otro sello... era parecido al del elfo pero la marca era diferente... me quedé durante una hora en medio de la playa con las armas preparadas y no pasó nada... nada de nada...

Al final cansado de esperar un enemigo saque la tumbona y la sombrilla y me instalé a esperar... hacía calor, entré a por la botella de agua, no tenía sed pero apetecía, al tomarme el agua como si de una poción se tratase mis heridas cicatrizaron como por arte de magia.

Con el paso de los minutos acabé relajándome, dejé mis ropas y mis armas y desnudo me bañé. Que sensación tan maravillosa, cuando me canse de nadar y chapotear en las aguas cristalinas, incluso conseguí pescar con las manos algo parecido a una lubina que se acercó juguetona, me decidí a saquear la nevera, cogí una cerveza y unos unas patatas fritas y me tumbe debajo de la sombrilla. Después de la entrada al tutorial era el primer momento de relax que había tenido... y sentaba maravilloso... Cuando el sol estaba en todo lo alto me comí uno de los bocadillos y otra cerveza...

No dudéis que me eche una siestecilla mientras las nubes pasaban en medio de esa calma... La tarde llegó, me acerqué al bosque y con mi hacha me hice de suficiente leña como para que una hoguera durase hasta entrada la noche. Encendí una fogata, me tome todas las cervezas menos una, y prepare la parrilla con la lubina y las salchichas... Me supieron a gloria.

Después me dormí en la hamaca dentro del chamizo como si fuese un niño... Por la mañana al despertarme una grieta me esperaba justo en frente de la entrada de la cabaña... Lo bueno no podía durar para siempre.

Salté y estaba de nuevo en el tunel.

 

La siguiente etapa distinta era el espacio apocalíptico, me daba un poco de miedo después de la tranquilidad de la playa.

Preparé la lanza y salté. Aparecí en un mundo oscuro, abierto, estaba en lo alto de un acantilado, extrañas nubes de tormenta pasaban, se unían se desvanecían un segundo después. A veces un rayo sonaba lejos, o caía cerca sin ninguna pauta. Desde el acantilado se veían rocas salidas o estrelladas más bien, trozos de ladera con arboles quemados por los rayos, arena desertica que azotaba con el viento.

Un temblor sacudió el acantilado, las rocas caían, y se desprendían, yo eché más hacia detrás para evitar caer y como prevención a que todo se desmoronase a mis pies. Lo que vi parecía sacado de una película de star wars o de una de las novelas de Dune, un gusano con un cuerpo ancho como una casa de tres plantas de grande y lasgo como un tren salió desde la ladera proyectando su cuerpo hacía el frente y abajo hasta estrellarse en el suelo y desaparecer en un agujero...

El temblor cesó, pero estaba claro que este no era un espacio estable, ni seguro... decidí continuar por el acantilado en la seguridad de las alturas. Avance a unos metros de seguridad del borde a unos cien metros los restos de un esqueleto del tamaño de un camión yacían en el suelo... era una especie de pájaro aunque tenía dientes... lo peor es que la mitad inferior del cuerpo no estaba...

A medida que avanzaba mas huesos cortados encontré, de todo tipo de criaturas desconocidas, el corte fue limpio. Los restos de un árbol carbonizado ocultaban detrás una grieta... pero no era una salida de vuelta al santuario lo que se veía a través de la grieta eran unas extrañas piedras cúbicas, negras. Miré a mi alrededor y al lo lejos pude contemplar en la parte inferior del terreno unas piedras de aspecto similar, con la diferencia de escala era difícil saberlo. Guiado otra vez por el instinto atravesé la grieta, efectivamente las piedras eran las que estaban abajo dado que desde allí podía ver el acantilado y claramente el hoyo dejado en la ladera por el gusano.

Las piedras eran negras, intuía que metálicas porque podía notar el mana metálico fluyendo de ellas... En alguna había símbolos escritos con algo parecido a tiza. Seguí explorando entre las piedras hasta que hallé un cadáver entero de un humanoide del que no podía saber la raza, dentro de lo que hace mucho tiempo tuvo que ser una tienda de campaña rudimentaria...

No llevaba muchas cosas encima, ropas raídas, un viejo sombrero de ala, un báculo que nada más acercar mi mano hizo que se me erizasen los pelos de la nuca... y un anillo con otro sello.

No diré que me adentré en el desierto para enfrentarme al gusano. ¿estamos locos? No, seguí buscando por mis alrededores entre las piedras hasta que al final encontré otra grieta y esta llevaba por fin al santuario...

No perdí un momento más allí, la tormenta, los huesos, el gusano, el muerto, todo me decía que no permaneciera allí más de lo necesario, que me fuera, y mi sexto sentido pulsaba como si me fuera a estallar la cabeza.

Si tuviese que describir ese espació sería de con el adjetivo desolador, si tuviese que decir la sensación que transmitía sería desesperanza.

Me adentré en la grieta y no miré atrás.

 De nuevo comenzó la prueba de elegir grietas conocidas, y así acabé llegando a la habitación de los espejos...

La salá era muy parecida a en la que había luchado contra el elfo oscuro, solo que un poco más pequeña. En las paredes espejos de todas las formas y tamaños, cubrían el espacio, incluso en el techo había espejos...

Lo curioso que tenían los espejos es que aunque reflejasen mi imagen no era así con el fondo, en algunos estaba en salones, en habitaciones, en un autobus. Otros escenarios no eran tan bucólicos un campo de batalla, un incendio, un cementerio.

Si me acercaba o me alejaba el espejo lo reflejaba, seguía mis movimientos con normalidad. Había casi un centenar así que revisarlos todos era extraño, como una oda al narcisismo, el primer accidente paso en un escenario de una cafetería, al mover mi mano en la escena tiré una taza que había encima de una mesa... no noté nada en mi mano, pero mi movimiento si afecto a lo que pasaba al otro lado.

Probé a interactuar con los objetos de varios de ellos, pero además de algún jarrón roto, una puerta abierta, no conseguí muchos resultados... era extraño y divertido a la vez... conseguí pulsar el botón de parada del autobus y este pareció detenerse. Mis interacciones eran torpes ya que era difícil controlar los movimientos y efectos solo basándome en la imagen del espejo sin tener referencias reales a mi alrededor.

Después de examinar todos los espejos de la paredes, sin hallar nada comencé con los del techo. Bosque, pantano, tienda de comestibles, un bar, y por fin una sala con el suelo idéntico al que estaba pisando y con una mesa baja, en la mesa había una pequeña caja, torpemente conseguí abrir la caja en el reflejo, y dentro de ella un anillo, hice el gesto de cogerlo y lo acerque a mi yo real para poder verlo más de cerca, efectivamente tenía el esperado sello...

Sin embargo si miraba mi mano en la misma no había ningún anillo... Espera esto no era una escena de "¿Harry Potter?" como en la película hice el gesto de guardarme el anillo en el bolsillo, saqué la mano y dejé de mirar al espejo, volví a meter la mano en el bolsillo y allí estaba el anillo.

No tardó mucho en aparecer la grieta para devolverme al santuario... Ninguna de las pruebas habían sido difíciles, pero si no fuese por el uso de la magia de tierra y la cornisa que creé ¿habría encontrado la primera cámara con los cuadros... Seguramente habría elegido las habitaciones conocidas y descartado el resto de escenarios.

Me alegré de mi nueva suerte y volví al santuario, el resto fue un paseo por el resto de recuerdos que tenía grabados en mi mente hasta llegar a la grieta con la imagen de la sala de la balanza.