3 03: La noche de un Antiguo

Fue una sorpresa total saber que la vida nocturna de los humanos era más fuerte e intensa que la diurna. La velocidad con la cual se desplazaban de un lado a otro y la alegría con la cuál lo hacían me daba a entender que este era el momento preferido de muchos de ellos.

Los edificios que en la mañana estuvieron sin vida y apagados, ahora contaban con brillantes luces que llamaban mucho la atención e incitaban a un ambiente de diversión.

Pero mi atención estaba enfocada en otra cosas.

Cuando dejé el parque (luego de mi paseo con Rías), sentí que alguien me empezaba a seguir. El ser en cuestión era muy cuidadoso con sus movimientos y trataba de suprimir por completo su presencia. Parecía ser un cazador experimentado que buscaba el momento perfecto para sorprender y capturar a su presa.

Decidiendo jugar con el ser que tenía las agallas para cazar a un Dios Antiguo, camine sin cuidado por las nocturnas calles de la ciudad, viendo como se llevaban a cabo las acciones de esta entidad. Hasta que llegó el momento de conocerla.

—Sé que estás allí. Es inútil que sigas escondiéndote.—Mi voz resonó a lo largo de todo el oscuro callejón.

—Fufu~.—Escuché una risa sutil.—¿Desde hace cuánto que sabes de mí?—Preguntó la entidad con una voz femenina.

Lo siguiente que captaron mis ojos fue la figura de una mujer. Tenía el cabello largo y de color azul. Poseía un par de ojos amarillos brillantes. Piel blanca. Y una figura bastante atractiva.

—Desde que dejé aquel parque para ser más precisos.—Hice contacto visual con ella.

Sus ojos y los míos se encontraron. De la misma manera que ocurrió con Rías, la mujer que ahora tenía enfrente presentaba las mejillas y las orejas teñidas de color rosado. Solo que la gran diferencia radicaba en la sonrisa depredadora que poseía en su rostro.

—Ya veo.—Se relamió los labios.—Entonces mi suposición fue acertada. Al principio pensé que solo eras un mero humano, pero el misterio que te rodea simplemente rompe esa hipótesis. Además, un simple humano no podría tener esa apariencia física ¿No lo crees?

Tenía razón. He visto bastantes hombres a lo largo de toda mi caminata por la ciudad de Kuoh y ninguno de ellos tiene una apariencia física cercana a la mía. Y eso que usé magia para cubrir mi rostro y reducir el impacto que este tuviera fuera del Gran Abismo. No quiero que la creación se vuelva loca con tan solo mirarme.

—Sin embargo.—Continuó.—La fuerza que puedo sentir en tí es mínima.... ¡Bien, lo he decidido!—Materializó una lanza de luz.—¡Serás mi esclavo y descubriré personalmente todo este misterio que te rodea!

La mujer se abalanzó sobre mi luego de desplegar un par de alas emplumadas de color negro. Su velocidad al ojo humano sería igual a la de un parpadeo, pero no lo era así para mí. Ella parecía estar moviéndose en cámara lenta. Incluso tuve tiempo para comparar las diferencias físicas que tenía ella con Rías.

Eventualmente, el ataque de la mujer llegó a mi cuerpo. Su lanza de energía colisionó contra mi abdomen, terminando en una aparatosa ruptura que sorprendió a la mujer.

—¡Imposible! ¿Sin daño alguno?

La mujer retrocedió instantáneamente al mismo lugar en el cual estaba y me miró seriamente.

—Ya veo.—Añadió.—Al parecer ocultas tu fuerza ¿No es así?—Preguntó.

—¿Y que si lo hago señorita?

Ella sonrió.

—¡Pues eso te vuelve solamente más deseable!—Volvió a lamerse los labios.

Sus alas la elevaron del suelo. Estando a seis metro por encima mío, convocó múltiples lanzas de luz. Estaba completamente rodeado, pero esperé pacientemente su ataque.

—¡No te preocupes!—Gritó—¡Me aseguraré de no matarte!

Las lanzas se precipitaron hacia mí. Al colisionar contra la barrera natural de mi cuerpo, provocaron pequeñas explosiones. La nube de polvo se lavantó y bloqueó la visión del lugar. Pero no para mí.

Ya no quedaban más lanzas en el cielo. La mujer respiraba de forma bastante pesada. Supongo que uso casi todo su poder en ese ataque. Y aún así no fue suficiente para dañarme. Lástima por ella.

—Supongo que terminó.—Sonreí.—¿O quieres volverme a atacar?—Pregunté estando detrás de ella.

Mi voz pareció asustarla un poco. Su cuerpo tembló ligeramente. Parecía ser miedo. Pero esa suposición desapareció cuando mi sentido del olfato captó en el ambiente un potente olor a feromonas (por tercera vez en un día).

—N-No....—Respondió.—Me es imposible para mí volver a atacarte.—Se giró a mirarme.—Acepto mi derrota.

Por alguna razón, las mejillas de las mujer tenían un color rosado más profundo. Su cálido aliento se podía ver en lo frío de la noche. Y el olor de las feromonas que su cuerpo liberaba solo se hacía cada vez más y más intenso.

Al ver este comportamiento, no pude evitar preguntarme: ¿Que le pasa a esta mujer?

💎💎💎

Los "demonios", angeles y angeles caídos compartían en común una historia bastante interesante.

Empecemos con los ángeles. Seres de luz creados por el Dios Bíblico con la misión de servirlo, ser sus mensajeros y guiar a los humanos por el camino correcto. Estos seres poseen alas emplumadas de color blanco, las cuales representan su pureza. Cuentan con un halo brillante sobre sus cabeza y son la "parte buena" de la facción Bíblica.

Seguidos a estos, tenemos a los ángeles caídos. Cómo su nombre lo indica, son ángeles que también fueron creados por el Dios Bíblico. Solo que con la pequeña diferencia de haber perdido la pureza que los caracterizaba. Al igual que los ángeles, los ángeles caídos poseen alas emplumadas, solo que estás son de color negro. Y por lo general, su raza es mucho más pecaminosa.

Finalmente, tenemos a los "demonios". Seres que fueron creados (por lo menos en este mundo) gracias a la unión de Lucifer (un copión de nombre) y Lilith, una súcubo. Lucifer fue al principio un ángel creado por el Dios Bíblico. Pero debido a una rebelión que causó, fue desterrado del cielo y convertido en un ángel caído. Poco después, de alguna manera se convirtió en el "primer demonio" y junto a Lilith, crearon la facción que habita en el Inframundo.

Toda esta síntesis de información me la entregó la mujer con la cual había sostenido una batalla unilateral hace unas cuantas horas. Su nombre es Kalawarna y es un ángel caído, que por algún motivo que desconozco, me terminó siguiendo.

—¡Y esa es la victoria del señor Orión! ¡Aplausos por favor!—Gritó el presentador.

Ahora mismo nos encontrábamos en un lugar conocido como casino. En este lugar se llevaban a cabo las famosas apuestas. Es una forma rápida y sencilla de ganar dinero.

Básicamente es algo necesario en la sociedad humana si quieres vivir como los reyes.

—Me sorprende que con solo 100 yenes hayas hecho una fortuna.—Alabó Kalawarna.—Es casi como si supieras lo que iba a pasar.

—Me das demasiado crédito.—Me encogí de hombros.—Fue simplemente la suerte de tenerte como compañera.—Sonreí.

Mis palabras eran parte mentira y parte realidad. Gracias a la belleza que poseía Kalawarna, los hombres dentro del casino no eran capaces de concentrarse en sus propios juegos. Esto derivo a qué ganar fuese bastante fácil y divertido (era nuevo haciendo este tipo de cosas). Pero aunque no estuviese con ella ahora mismo, igual me sería bastante sencillo ganar. Después de todo, algo que nos caracteriza a los Dioses Antiguos, es que las cosas siempre salen como queremos....

Mis palabras hicieron que las mejillas de Kalawarna se volvieran a teñir de rosado. Ella desvío de forma bastante linda la mirada y terminó con una expresión bastante avergonzada. Era lindo.

—Pero estás no serán las únicas ganancias de esta noche.—Me levanté y tomé su mano.—Es hora de causar estragos en las mentes de los humanos.

Aunque Kalawarna no parecio entenderme, simplemente asintió con la cabeza. Su mirada se quedó fija en mi rostro, adoptando un comportamiento similar al que mostró Rías cuando me conoció.

La noche prosiguió entre apuestas y alcohol. Los codiciosos humanos perdían una y otra vez cada vez que me tenían como rival. Pero no los culpo. ¿Quién no entraría a una apuesta de Miles de millones de yenes? La ilusión y posibilidad de poder llevarte todo el premio hacia que tu sentido común se rompiera y como consecuencia, la locura era lo más normal hasta el momento.

Kalawarna quedó sorprendida por lo fácil que se me hacía convencer a los humanos para seguir apostando. Según sus palabras: <<Si hay alguien que puede hacer pecar a los demonios, eres tú>>. Me sentía halagado por sus cumplidos; después de todo, es algo innato.

He ganado muchos de mis combates en el Gran Abismo gracias a la oratoria que poseo.

Poco a poco, las expresiones derrotadas de los humanos se hacían más y más divertidas de ver. Muchos perdieron una cantidad insana de dinero al apostar en mi contra. Al ver esta situación, el gerente del local me solicitó amablemente que me retirase del lugar. El pobre tenía miedo de ser atraído por mis palabras y en consecuencia, terminar perdiendo su casino.

Sin darme cuenta, la noche ya había llegado a su final. Los primeros rayos del sol alumbraban la figura de Kalawarna y la mía a medida que caminábamos.

Por alguna razón que desconocía, nuestro destino final fue le mismo parque donde finalizó mi estadía con Rías y a su vez, dónde Kalawarna empezó a seguirme.

—Fue una noche bastante divertida.—Murmuró ella.—Lástima que-....

—Ya te tengas que ir ¿No?—Miré la bolsas de dinero en mis manos.—Ten. Esto es tuyo.—Se las entregué a Kalawarna.

—¿E-Eh? Espera.... ¿Me estás entregando todo el dinero?—Preguntó ella sorprendida.

—Lo hago.—Asentí.—No lo necesito. Además ya viste lo fácil que es para mí ganarlo.—Al ver que no tomaba las bolsas las solté en el suelo.—Asi que.... toma esto como un regalo. Fuiste una excelente compañía y sin duda alguna, la noche en solitario no hubiera sido lo mismo.

Kalawarna se quedó en silencio. Unos minutos después, empezó a reírse sin aparente motivo alguno.

—Ah.... Eres bastante extraño.—Negó con la cabeza.—Sabes que si sigues con esa actitud tendrás a muchas mujeres detrás tuyo ¿No?

Estaba por responder pero entonces, sentí que algo suave en mis labios me impedía hablar. Al ver lo que era, me di cuenta que Kalawarna había pegado sus labios contra los míos. El sentimiento fue bastante extraño. Nunca antes había besado a nadie, así que esto bastante nuevo para mí. Pero no me disgusto en absoluto.

—Fufu~.... Joven, fuerte, guapo y con una personalidad única. Me gustas—Dijo ella al término del corto beso.—No dejaré que ese demonio me gane.

Lamiéndose los labios una vez más, Kalawarna se dió vuelta y recogió las bolsas de dinero del suelo. Mientras lo hacía, movió su cuerpo de una forma bastante provocativa. Me era imposible apartar la vista de ciertas partes en específico.

—Nos volveremos a ver, Orión.—Declaró.—Y cuando eso ocurra....

Con las mejillas sonrojadas y con una sonrisa confiada, Kalawarna extendió sus alas. Se elevó hacia el cielo y desapareció de mi visión en cuestión de minutos.

Así fue como llegaron a su fin mis primeras 24 horas fuera del Gran Abismo. Conocí a dos mujeres interesantes de formas poco convencionales y realicé actividades que nunca pensé que existirían. Se puede decir que fueron las 24 horas más entretenidas de mi vida.

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