2 02: El inicio de mi viaje

Los humanos son una especie nacida gracias a la explosión conocida como Big Bang. Su especie evolucionó a lo largo de los años y se llegó a convertir en una sociedad muy bien estructurada pero con muchas falencias: Siendo la codicia y la envidia dos características que los convertían en seres sumamente manipulables. Sin embargo, sus creaciones son bastante interesantes. ¿Quién diría que crearían instrumentos y edificios tan maravillosos e intrigantes?

Lamentablemente, los humanos son bastante ignorantes y no tiene conocimiento alguno sobre las diferentes razas que vivien ocultas entre ellos.... o por lo menos lo es así en este mundo. Aquí la raza dominante, es la humana. Pero escondidos entre sus habitantes y adoptando sus figuras, se encuentran seres que fácilmente podrían matar a un humano. Aunque para mí siguen siendo seres débiles.

Lo que pasase con los humaos y estos seres sobrenaturales no es de mi incumbencia. Yo gastaba mi tiempo caminando por las concurridas calles de esta ciudad llamada Kuoh, lugar donde había llegado.

A medida que caminaba por sus concurridas calles, mi apariencia parecía llamar más y más la atención de las hembras que conforman esta raza (mujeres). Algunas de ellas se me quedaban mirando fijamente, dejando de lado toda actividad en la cual eran participes. Otras, empezaban a murmurar por lo bajo con las mejillas sonrojadas cosas como: <<Es muy guapo>> <<¿Será extranjero?>> <<Lástima que estoy casada>> <<¿Tendrá novia?>> y así sucesivamente.

Yo no entendía el significado de muchas de estas frases, ya que el conocimiento que Madre me brindó sobre el omniverso es muy limitado. Este se restringe únicamente a lo que soy, a la formación del omniverso y a las diferentes energías que lo componían.

Pero si te preguntas cómo es que sé lo que son los humanos y sobre sus logros e inventos; pues fue gracias a que entré en un lugar llamado biblioteca y revisé un libro titulado <<El hombre: Evolución, sociedad e invención>>. Que por cierto, fue muy aburrido pero sirvió para aumentar mi conocimiento sobre su raza.

Todo iba relativamente bien. Pero mi caminata se vio interrumpida por un humano. A juzgar por su apariencia, diría que se trataba de un espécimen joven.

—Buenos días mi amigo.—Saludó con una sonrisa.—Ven y entra a nuestra tienda. ¡Tenemos los géneros más nuevos, así como también los más.... calientes, si sabes a lo que me refiero!—Gritó.

<<No lo sé en absoluto>> pensé.

Sin darme cuenta, el joven me llevo al interior de la tienda y me dejó en medio de un montón de libros que contenían fotos de mujeres sin mucho que cubriera sin cuerpos. Había que aceptar que las mujeres humanas eran bastante atractivas.

De todos modos, dejé de observar las portadas y empecé a recorrer el interior por mi cuenta. Era bastante aburrido a simple vista, ya que por dónde quiera que mirases solo encontrabas libros y más libros, con títulos como: <<Un amor de primavera>> <<Sentimientos en otoño>> <<El ataque de Revendred>> etc.

No puse suficiente atención a mi camino y por casualidad, terminé chocando contra un par de objetos bastante suaves. Solo que a diferencia de un objeto normal, este emitió un ligero chillido cuando cayó al suelo. Al levantar mi vista, me di cuenta que no era un objeto como tal.

En su lugar, había una joven mujer de piel blanca rodeada de libros y con sus prendas algo desordenadas. Su largo cabello carmesí se extendía hasta los muslos y cubría la parte superior de su rostro. Debajo de esos flequillos, se encontraban un par de brillantes ojos azules, los cuales hicieron contacto directo con mis ojos de color morado.

<<Esto puede ser malo, ella podría terminar loca>>. Pensé.

A medida que el tiempo avanzaba, las mejillas de la mujer empezaron a teñirse de un color rosado. Podía sentir que su cuerpo empezaba a liberar cierta feromona, la cual calaba en mis fosas nasales y las llenaba de un olor muy fragante y.... único.

—¿Te encuentras bien?—Decidí romper el silencio.

—E-Eh... N-No....—Murmuró ella.—D-Digo sí. Estoy bien.—Corrigió su respuesta.

Finalmente rompió el contacto visual que mantenía conmigo y desvió la mirada hacia el suelo. Una de sus manos fue hacia su largo cabello carmesí y lo empezó a acomodar detrás de su oreja, adoptando una actitud bastante sumisa. Pero dicho comportamiento se rompió cuando se dió cuenta de los libros esparcidos alrededor de ella.

Rápidamente, ella empezó a recoger uno a uno los diferentes libros que contenían ilustraciones bastante únicas. Eran las mismas ilustraciones que encontré en los libros del estante de Romance ubicado en la parte posterior del local.

<<Sentimientos en otoño>>. Nombré uno de esos libros.—¿Es tuyo?

—¡N-No!—Gritó desesperada.—E-Es para una amiga. ¡Sí, definitivamente es para una amiga!

Una de mis cejas se arqueó. Esa era definitivamente una mentira. Una mentira que contenía un tono de desesperación inscrita en ella. No juzgue a la mujer, ya que tendría sus motivos para decir lo que dijo. Además, no encuentro intenciones oscuras en dicha mentira. Así que está bien supongo.

—Entiendo. Ten.—Entregué el libro.—No presté atención a mi camino, me disculpo por ello.—Sonreí de forma inconsciente.

La mujer se me quedó mirando. Está vez, ya no solo sus mejillas eran las que poseían esa linda tonalidad rosada; sino que ahora también, las puntas de sus orejas compartían el mismo color.

—Umu....—Solo asintió con un pequeño y tímido sonido.

Una de sus manos se movió lentamente y sujeto el libro que tenía en mis manos. Pero justo en ese momento, un extraño gruñido hizo eco alrededor de nuestra posición. Al darme cuenta de dónde provenía, no pude evitar mirar su estómago y pensar en lo extraño que esto era.

Sé que ella no pertenece a la raza humana, así que.... ¿Quizás su raza tiene vida en el interior de su estómago? Es una posibilidad. El omniverso es bastante extenso y las razas que lo habitaban son igual de extensas y raras después de todo.

<<Grr....>>. Gruñó una vez más su estómago. Parecía ser que ella sabía lo que estaba pensando. Y eso era algo bastante interesante.

—Ugh... Lo siento....—Murmuró la dueña del estómago.—N-No he comido nada hasta el momento....—Su voz era extremadamente baja y su expresión parecía ser la de <<Tierra trágame>>.

Pero me llamó la atención esto de la comida. Según leí en <<El hombre: Evolución, sociedad e invención>> la raza humana fue perfeccionando y mejorando la comida que necesitaba para sus funciones básicas. Al principio todo era cocina cruda. Luego mejoró con el descubrimiento del fuego. Tomó un nuevo rumbo cuando aprendieron a cultivar y a usar esos mismos cultivos para acompañar la carne. Y finalmente toda esta síntesis de conocimientos deriravon en lo que se conoce hoy en día como restaurantes.

—Yo tampoco he comido nada hasta el momento.—No es que lo necesite tampoco.—Y soy nuevo en la ciudad. No la conozco bien del todo. Así que, te parece si vamos a comer a uno de estos dichosos restaurantes.—Dije.

La mujer me miró sorprendida. Pero luego una ligera sonrisa llegó a su ruborizado rostro. Asintió con las cabeza repetidamente y empezó a nombrar algunos de los restaurantes más cercanos.

—A-Ah, por cierto....—Dijo ella.—No me he presentado aún. Mi nombre es Rías Gremory.

—Rías ¿Eh? Mi nombre es...—No sabía si decir mi nombre completo. Recuerda que los nombres contienen poder—Orión, solo llámame Orión.

Rías asintió. Así es como empezó nuestro día juntos. Ella pagó por los libros (llamados mangas) comprados y luego procedimos a salir del establecimiento ante la mirada llorosa del joven que me había forzado a entrar en este lugar al principio. Fuimos a un restaurante de comida japonesa ubicado a unas cuadras de distancia y por primera vez en mi vida pude saborear lo deliciosa que era la comida hecha por humanos.

Nuestro tiempo en el restaurante llego a su fin, pero Rías se ofreció amablemente a darme un rápido recorrido por algunas zonas cercanas a nuestra posición.

Primero me llevo a un parque de atracciones, lugar donde descubrí lo que era <<hacer fila>> y lo molesto que era esto. Pero las atracciones del lugar fueron bastante divertidas. Los humanos sabían cómo divertirse.

Luego, fuimos a un lugar llamado acuario. Aquí se preservaban los animales marinos para su estudio, reproducción y exhibición. Quería llevarme un par como mascotas, pero cuando estaba por romper el vidrio de las peceras Rías me detuvo con una expresión de pánico.

Finalmente llegó la noche. El sol había dejado de brillar en el cielo y las estrellas y la luna tomaron su lugar en el firmamento.

Las calles ahora estaban alumbradas por la luz de las farolas y el parque donde nos encontrábamos no era la excepción. Era una imagen y un ambiente totalmente diferente al de hace unas cuantas horas.

—Hola, Akeno....—Habló Rías con lo que llaman teléfono.—¡¿Eh?! ¡¿Ya son las siete?! ¡E-espera, iré de inmediato!—Colgó el teléfono y se volvió a mirarme.

—M-Me tengo que ir Orión.—Dijo ella.—Había olvidado que tenía cosas por hacer.

—Adelante.—Me despedí.—Fue un día muy entretenido y divertido.—Sonreí.

Las mejillas y las orejas de Rías volvieron a colorearse de rosado. Mi sentido del olfato captó las feromonas que su cuerpo empezaba a liberar (de nuevo). Mi vista atrapó sus brillantes ojos azules, en los cuales se hallaba impresa la figura de mi rostro. Y mi sentido de la audición captó los rápidos latidos que empezaban a salir de su pecho.

Rías se había quedado en silencio, congelada y sin emitir sonido alguno. Luego de un par de segundos, ella pareció darse cuenta de lo que estaba haciendo y desvío la mirada, adoptando de nuevo esa expresión débil y sumisa.

—Umu..... F-Fue un días bastante hermoso.....—Susurró con un tono casi inaudible.—Ugh... ¡Nos vemos!

La voz algo fuerte dió origen a su partida. No sé porqué, pero Rías salió corriendo del parque a toda velocidad. Lo último que ví de ella fue su largo cabello carmesí balanceándose de un lado a otro, rompiéndo por completo el esquema del lugar. Al final, desapareció por completo gracias a la profundo de la oscuridad.

Estaba solo una vez más. Dejé de ver al lugar donde Rías desapareció y me centré en explorar la cara nacturna de la ciudad de Kuoh. No sabía si me volvería a encontrar con ella; pero de lo que sí estaba seguro, era que recordaría este día por mucho tiempo. El día que una mujer ganó mi interés y mi favor.

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