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Gantz: AQP

Javier Ávila es un estresado universitario que llegó a un restaurante, donde sus planes se frustran por los malos tratos de las personas que lo rodean. Agobiado por la situación, un inesperado incidente pone fin a su ordinaria vida y así comienza su lucha por sobrevivir. Ahora está envuelto junto a otras personas, en una matanza nocturna de la cual no pueden escapar. Un enorme agradecimiento a Edward Trulooks, quien alegró mi día dedicando la hermosa portada que pueden apreciar. Si gustan, les sugiero seguir su pagina y apoyar su arte. Basado en el manga original Gantz de Hiroya Oku, todos los derechos pertenecen al autor original. Esta historia es ficción, cualquier parecido con lugares o situaciones no tiene nada que ver con la realidad y solo son tomados de referencia.

DaSaInN · Anime & Comics
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14 Chs

Capítulo 12: Monstruos andinos II

El primer grupo avanzaba con cautela entre los sembradíos de alfalfa, repentinamente escucharon los mugidos de unas vacas, eran fuertes y sonaba que estaban sufriendo. Javier y Katy avanzaron activando el modo sigilo del traje, quedaron en que lo desactivarían para atacar a lo que se encontraran, el chico emo y Copetín se quedaron atrás por si algo salía mal.

—Luces diferente, loquillo, se te nota como alguien en quien se puede confiar. Pareces otra persona en comparación al sujeto de la pollería. —Murmuró Katy prestando atención adelante.

—Solo quiero que estas cosas no me maten, tengo motivos para regresar a casa. —Él vio que Katy le hizo una seña para que se detenga.

—No tuve la oportunidad antes, pero quiero disculparme por tratarte mal ese día. De no ser por nosotros, hubieras hecho tu compra y evitado el asalto... —Le dijo Katy con un tono suave y ante esto Javier soltó una pequeña carcajada.

—¿Miedo de irte con un cargo de conciencia? —Viendo que le volteó la mirada indignada—. Es broma, no me importa el pasado... Echarte la culpa de eso no me hará sentir mejor, debemos centrarnos en el ahora, así que shhh. —Respondió Javier indicándole que guarde silencio.

Lo que encontraron fue un grupo de 6 vacas temblando, en los lomos de 3 de ellas habían pequeñas criaturas de 1 metro de alto, vestían ropa de tela desgastada, a simple vista parecían los gnomos de las leyendas, estos seres estaban mordiendo a las vacas y aunque los bovinos mugían de dolor no podían escapar por alguna razón. Escondiéndose entre los arbusto desactivaron el camuflaje, usaron los rifles para preparar un potente disparo a una distancia de 20 metros, cada uno apuntó a un objetivo y Javier dio la orden para disparar. Una corriente de aire impactó el cuerpo de esos pequeños seres, sintieron un leve empujón y segundos después dos de ellos explotaron, él que quedó vivo divisó a los muchachos entre los arbustos, sacó unas largas garras y corrió a toda velocidad. Katy y Javier estaban por sacar sus espadas, pero sintieron algo pasar por detrás de ellos, fue entonces que Copetín apareció activando su traje y logró interceptarlo mordiendo directamente en el cuello del monstruo matándolo al instante.

—¿Copetín? Creí haberte dicho que te quedaras con el emo ¿Dónde está? —Dijo Javier guardando la espada.

—E-Ese perro salió corriendo de la nada, me dejó solo... ¿Qué sería de mí sí me encuentran esos monstruos? —Por atrás llegó el muchacho emo, estaba jadeando de cansancio.

—Pero que mala condición física tienes, debería darte vergüenza de que ese perro haga más que tú. ¿Y qué tú no querías matarte? —Mencionó Katy de forma despectiva.

—Yo quería suicidarme, no ser asesinado. Si voy a morir quiero elegir como hacerlo y ser comido por esas cosas no es algo que quiera. —Ese muchacho tomaba aire para calmarse.

—No sigas con eso Katy, no quiero que intente demostrarte lo contrario y terminemos en problemas. Ahora presten atención a esto, hay dos enemigos más adelante. —Javier calmó las cosas entre esos dos, sus problema personales no eran de su incumbencia y ahora estaba totalmente absorto en sus objetivos.

—De verdad anotas muchos puntos cuando actúas así, puedo entender por qué ella está fijándose en ti. —Decía Katy murmurando la última parte.

Este grupo continúo su camino, bajaron por un par de andenes donde distinguieron dos sombras de al menos 8 metros, estas estaban alrededor de una casa y metian sus manos por el techo. Cuando se acercaron más distinguieron a sus enemigos, se trataba de dos seres humanoides de cabezas pequeñas en comparación a sus cuerpos, tenían brazos largos e irregulares y estaban desnudos pero cubiertos por sangre.

—¿Cómo quieres hacerlo? —Preguntó Javier mientras buscaba alguna buena posición para disparar.

—Bueno, me gusta de perrito —Javier se quedó mirándola indignado—. ¿Qué no aceptas una broma? No seas tan aburrido... Lo mejor sería ponernos en paralelo, disparar ambos a la cabeza o pecho para matar a uno, al otro podemos manejarlo con las pistolas y espadas. El emo de aquí puede disparar desde lejos para interrumpirle los ataques —viendo seria al emo—. Si nos cae algún disparo, yo misma te mataré. —Katy cambió un poco el humor de Javier, en cierta forma lo relajó con esa inoportuna broma y escuchar su plan le hizo tenerle confianza.

—Eres buena planeando cosas, ahora tengo una mejor impresión de ti. Bueno realizaremos tu plan, yo me pondré cerca de ese árbol y tú tras la roca. Le dispararemos al que tiene el pelo negro, contaremos hasta 30 y dispa... —Javier paró de hablar cuando vio que ese gigante sacó gritando a un anciano de aquella casa y comenzó a comérselo lentamente desde los pies.

—Oh por Dios, tienen que hacer algo para salvarlo. —Mencionó sorprendido el emo, pero ellos no se inmutaron en ningún momento.

—Mejor matemos al que está comiendo, esta distraído y podremos hacerlo más fácil. —Dijo Katy disponiéndose a ir a su posición.

—¿Esperen no van a ayudarlo? ¿Qué rayos pasa con ustedes? —Les recriminaba el emo enojado.

—No nos concierne, ese hombre está perdido y al menos su vida servirá para acabar con esos monstruos —acerándose a Copetín—. Quédate aquí, amiguito, esa cosa podría aplastarte si te le acercas. —Respondió Javier de forma fría dejando asustado al emo, antes de irse dejó sentado a Copetín.

Antes de separarse, Katy y Javier se hicieron una seña para comenzar contar, en el numero 18 llegaron sus posiciones. Estaban a alrededor de 20 metros de sus objetivos, desactivaron el camuflaje y comenzaron a apuntar a la cabeza de aquel que devoraba al anciano. Hubo una mínima diferencia en sus conteos, pero al llegar a 30 los disparos fueron eficaces, la cabeza de ese gigante explotó y soltó a su presa, cayó arrodillado sobre la casa mientras que su compañero comenzó a buscar a sus atacantes.

Katy salió de su escondite, en su mano izquierda tenía la espada mientras que con la derecha disparaba la pistola, varios de sus disparos explotaron en el pecho de ese ser, pues por su gran tamaño era un blanco fácil. La criatura estaba preparando un golpe de su puño contra Katy, repentinamente su brazo fue cortado y a un lado de este apareció Javier empuñando su espada y quitando el camuflaje de su traje. Fue inmediatamente a cortarle los talones al monstruo, tras lograrlo le dio un fuerte tacle que lo hizo caer, su cabeza estaba cerca de Katy quien cambió de arma al rifle y le disparó entre los ojos. La explosión solo dejó un gran hueco en el cráneo de ese ser y cayó inerte mientras su sangre burbujeaba.

Javier fue a revisar al anciano que estaba siendo devorado, solo tenía las piernas lastimadas por mordidas, parecía que ese monstruo estaba chupándolo como a una paleta. Dentro de la casa encontraron a dos chiquillos asustados, estos no podían verlos así que decidieron dejarlos ahí y cerrar bien la casa. En la entrada estaban los restos de la primera víctima, se trataba de una señora de avanzada edad, solo encontraron su cabeza decapitada.

Por otra parte, el grupo de Yesica había tenido problemas, se encontraron con una mujer mitad caballo, esta relinchaba mientras intentaba aplastarlos con su patas. Yesica estaba en problemas pues esta cosa se movía muy rápido, era difícil apuntarle en esa situación. Dos más de esos seres saltaron de entre la hierba alta, iban matar a pisadas a Claudio pero su compañero Edgar lo empujó, este recibió todo el daño por parte de aquellos monstruos y comenzaron a aplastarlo con sus pesuñas mientras lo latigueaban con sus largas lenguas. Claudio estaba tan asustado que mojó sus pantalones, se quedó paralizado teniendo su arma a un costado, escuchaba los gritos de ayuda de su amigo pero no hacia anda por salvarlo. La mitad del pecho de una de esas mujeres equinas explotó, las otras dos se percataron de esto y dejaron a su víctima.

Miraban alrededor pero no encontraban a su atacante, repentinamente la cabeza de otra fue cortada y rodó hasta los pies de Claudio, quien seguía gimoteando de miedo. La ultima golpeó el suelo con sus cascos, fue un estruendo tan fuerte que lo hizo temblar y puso visible a Yesica quien sostenía su espada. Este ser galopó relinchando mientras levantaba las patas delanteras, Yesica se lanzó hacia está rodando por debajo del pisotón que iba a darle, estando en posición cortó las patas traseras del monstruo y por último clavó su espada directamente en la nuca de la criatura, quien lanzó un relinchido estremecedor. Yesica suspiró calmando su respiración, caminó hacia Edgar junto con Sixto quien recién quitó su camuflaje, al ver al muchacho notaron que su traje había sido roto, los huesos del Edgar fueron destrozados por las pezuñas de esos seres, tenía la piel atravesada por las lenguas y sobre todo la expresión de dolor en su rostro era horrible, Yesica caminó hacia Claudio y le dio una patada.

—Tu amigo sacrificó su vida para protegerte, el traje hizo que aguantara los ataques... ¡Si hubieras tenido las bolas, podrías haberlo salvado! —Yesica tomó del cuello al cobarde minero, lo vio llorando como un niño y lo soltó como si de basura se tratara.

—Yo tenía miedo, no podía hacer... —Se excusó Claudio viendo a Sixto.

—El no tuvo miedo de saltar a defenderte, Edgar consideró la vida de su amigo más importante que la suya... Ahora veo que solo te aprovechabas de él todo este tiempo, estas por tu cuenta, Claudio. —Le dijo indignado Sixto mientras se iba.

—Dejen eso, estamos en problemas, esa cosa avisó a otros antes de morir. —Yesica miró el mapa que portaba y notó que habían 6 enemigos viniendo por el lado derecho.

—Que vamos a hacer Yesica, solo nosotros dos no vamos a poder contra ellos. —Sixto estaba retrocediendo hacia la base.

—Tampoco podemos regresar, pondríamos en peligro a los que están en la base. Iremos en dirección a encontrarnos con el otro grupo, tal vez juntos tengamos una oportunidad... Maldición, la falta de comunicación es un problema —viendo el mapa nuevamente—. Para encontrarnos con el grupo de Javier, tendríamos que abrirnos paso entre 5 enemigos aparte de los que se acercan... Esperemos que ellos se den cuenta de que algo anda mal. —Yesica miraba en dirección hacia donde debería encontrarse Javier, ella guio a su grupo a un lugar en medio.

Los primero seis enemigos que Yesica identificó los alcanzaron, eran seres de al menos metro y medio de tamaño, sus delgados cuerpos hacían recordar a los duendes de los cuentos, en sus espaldas llevaban algo envuelto en una manta y dentro podía notarse unos brillantes ojos rojos. La terquedad de Claudio los había dejado en una desventaja, al no llevar el traje solo era un estorbo y su temerosa actitud sería inútil para el combate. Al estar cerca de sus enemigos Sixto usó el modo sigilo del traje, pensaba acercase para acribillar con sus armas a los que pudiera y Yesica se quedó más atrás para dar fuego de cobertura.

Sixto llegó a su posición, había practicado un poco con estas armas y se sentía nervioso de tan estresante situación, peor aún ver a esas criaturas le hacía tener miedo. Pasando saliva con dificultad se acercó un poco más, apuntó las dos pistolas que cargaba y estando a punto de disparar, algo inesperado sucedió. Dentro de las mantas que esos enanos cargaban en su espalda, se encontraba oculta una criatura cuyo olfato le permitió descubrir la posición de Sixto, de esas seis mantas que cargaban le saltaron pequeños y amorfos duendes, su piel era rojiza y se lanzaron al ataque dando chillidos similares al llanto de un bebe, los cuales decían "!Apallimay, apallimay¡". El hombre aún tenía el camuflaje activado cuando estos se le subieron, los golpes que esas seis criaturas le dieron, aunque eran débiles terminaron por romper su traje y forzarlo a salir del modo sigilo.

—¡Ye-Yesica, quítemelos por favor!... —Rogaba Sixto sintiendo como los seres que lo atacan aumentaban su tamaño, mostraban horrendos y coléricos rostros, junto con grandes fauces de dientes puntiagudos.

Yesica se dio cuenta de la desventaja del modo sigilo del traje, mientras uno permanece invisible su defensa baja considerablemente, golpes de fuerza media rompían el traje al instante y con esto en mente se hizo visible inmediatamente. Sacó su espada y corrió para ayudar a Sixto, vio que su compañero estaba comenzando a enflaquecer rápidamente, sus ojos se hundieron y solo quedó un escuálido estropajo de carne. Yesica blandió su espada solo llegando a matar a tres de esos seres, los otros saltaron hacia atrás mostrándole sus colmillos y seguían repitiendo aquella frase, "!Apallimay, apallimay¡". La situación no era para nada ventajosa, nunca habrían imaginado que había enemigos escondidos y estos el mapa no los mostraba.

Repentinamente dos ráfagas de aire impactaron a dos de los duendes que trajeron a esos seres en sus espaldas, la mitad de la cabeza de uno explotó y el pecho del otro fue destrozado. Yesica miró sutilmente a su espalda sin perder de vista a los enemigos frente a ella, vio que fue Claudio quien dio esos disparos con sus pistolas y este respiraba agitadamente mientras mostraba una expresión de miedo. Yesica aprovechó que esas criaturas retrocedieron, extendió la espada algo de dos metros y dio un corte hacia adelante, así logró decapitar a dos duendes pero recibió un puñetazo en el rostro por parte de esos que gritaban "!Apallimay¡", el sonido de este golpe era fuerte, la mandó unos metros atrás dejándola algo aturdida y había soltado su espada por el impacto.

«Esas cosas son muy rápidas y fuertes, si no fuera por el traje me hubiera reventado la cabeza», pensaba Yesica recuperándose del golpe, vio que dos de esos apallimay se dirigían hacia Claudio, mientras que los últimos dos duendes restantes y el apallimay que quedaba iban por ella.

Claudio retrocedió asustado, comenzó a disparar pero sus objetivos lo evadían, los apallimay se lanzaron para subírsele encima, uno de ellos explotó en el aire por un disparo que le dio Yesica y a pesar de estar a punto de ser atacada logró acertarle cuando estaba en el aire. Claudio fue sujetado del brazo por el apallimay que lo alcanzó, quería subirse a su espalda pero el muchacho forcejeaba intentando dispararle con las pistolas y esto le ganó algo de tiempo.

Los duendes que iban tras Yesica sacaron unas largas garras mientras se ponían a cuatro patas, chillando corrieron hacia ella quien sacó una de sus pistolas para destrozar el cuerpo de uno, al otro lo sujetó del cuello y activando la fuerza del traje lo estrelló contra el suelo, pero sin darse cuenta el apallimay se había subido a su espalda, Yesica priorizó al duende que tenía contra el piso y le dio un disparo para matarlo. La muchacha se arrodilló cansada, sentía que el peso en su espalda iba incrementándose y al ver de reojo notó que el apallimay estaba creciendo. Ella intentó quitárselo de la espalda con las manos, pero este ser las repelía dando manotazos cada vez que lo intentaba.

«¿Por qué me siento tan cansada?... Tengo tanto sueño», pensaba Yesica sintiéndose somnolienta, estaba a punto de rendirse cuando los gritos de Claudio la hicieron reaccionar, pudo ver como el apallimay que lo atacaba logró subirse a su espalda, en segundos lo dejó como a Sixto y de él solo quedó piel y huesos secos.

—¡No! ¡Eso no me va a pasar! ¡Quítate de mí, enano de mierda! —Aprovechando que estaba arrodilla tenso los músculos de sus piernas, el traje se activó fortaleciéndolas y saltó hacia atrás para impactar su espalda contra un árbol.

El árbol contra el que chocó se partió a la mitad mientras que el Apallimay sobre Yesica fue aplastado, aprovechando que estaba aturdido por el golpe, ella lo tomó de su deforme mano y lo estrelló contra el suelo, luego comenzó a darle dos golpes con toda la fuerza extra del traje, así logró destrozarle la cabeza. La muchacha estaba jadeando de cansancio, la preocupaba cuanto le quedaba al traje de resistencia pues una vez roto estaría expuesta a cualquier peligro, frente a ella notó al Apallimay que mató a Claudio y su tamaño era ahora de 1.70 cm.

Yesica miró a unos metros frente a ella la espada que se le cayó, estaba justo a medio camino de su último enemigo cerca del cadáver de Sixto, arriesgándolo todo corrió hacia la espada y el Apallimay saltó para caerle encima. Los segundos parecían eternos, Yesica rodó por el suelo cerca del cuerpo de su compañero, tomó otra cosa antes que la espada, se trataba de una de las pistolas de Sixto y parando en seco disparó desde abajo contra su enemigo. El ahora enorme cuerpo del Apallimay se volvió un blanco fácil, cuatro de los siete disparos le dieron destrozando sus piernas cuando cayó. Ese monstruo no se rendía, se arrastró con sus brazos queriendo golpear a Yesica, pero ella había tomado su espada y aprovechando una abertura entre los golpes del Apallimay, terminó por partirlo a la mitad.

—Maldición... No creo que pueda moverme más... —Decía exhausta la muchacha, se sentó jadeando mientras sentía con su mano como le latía el corazón.

—Quedan cinco enemigos cerca, me van a matar una vez me encuentren —viendo los cuerpos de Sixto y Claudio—. Soy una pésima líder, es por eso que tardaron en ascenderme... En verdad siento que vinieran conmigo, creía que podía con la responsabilidad. —Decía Yesica con unos ojos llorosos, escuchó un ruido entre las hierbas y tomó su espada.

«No me mataran sin que de pelea... Vamos, salgan de una vez», Yesica estaba determinada a darlo todo con su último aliento.

—Llegamos demasiado tarde... Espera, aquí esta Yesica ¡Yesica, aguanta por favor! —De los altos sembradíos de maíz salió Javier, corrió inmediatamente a socorrer a Yesica y esta mujer se alivió dejado de estar alerta.

—Gracias al cielo vinieron, fui muy descuidada... Por mi culpa el señor Sixto y esos dos muchachos terminaron muertos. —Decía Yesica sintiéndose enojada consigo misma.

—Pídeles disculpas a ellos, aceptaste el grupo que formó Cesar y era tu responsabilidad guiarlos. Si no puedes con la tarea, sería mejor que no la aceptes. —Katy se lo decía ocultando la felicidad de verla fracasar.

—No es tanto tu culpa, Yesica, en primera ese tal Claudio no quiso ponerse el traje y la vida de cada uno es su propia responsabilidad. Si ellos murieron es porque no servían para esto ¿Puedes levantarte? —Javier lo dijo de manera tan fría que estremeció a los presentes y le extendió una mano a Yesica para ayudarla a levantarse.

—Gracias, luché contra unos monstruos extraños que gritaban apalima o algo así. Si se te subían encima, comenzaban a hacerte enflaquecer mientras ellos se hacían más grandes. —Yesica estaba de pie pero por poco tiempo, sus piernas temblaron haciéndola tambalear y fue sujetada de caer por Javier y el emo.

—Nosotros nos encontramos con un grupo de 3 duendes y 2 de esas llamas con caras humanas, los duendes cargaban en sus espaldas a esas cosas que gritaban apallimay. De no ser por Copetín se hubieran subido sobre Katy, quien nos causó más problemas fueron esas llamas de caras humanas, de alguna manera paralizaron al emo. Felizmente Katy logró dispararte en la cabeza a una, mientras yo partía a la otra. —Javier explicó su pelea antes de encontrarse con ellos, ayudando a caminar a Yesica regresaron a la base.

—Yo me di cuenta que esas palabras que repetían me parecían conocidas, pero será mejor estar con el grupo para explicarles a todos. —Dijo el emo llamando la atención de Yesica.