1 capitulo 1

Los truenos rugían y los relámpagos iluminaban la noche, con las primeras gotas de lluvia se fueron mis esperanzas de salir a bailar. 

El aguacero no me tomó por sorpresa, sabía que era cuestión de tiempo, pero no quería admitirlo; me aferraba a la absurda esperanza de que una ventisca salvadora ahuyentaría las nubes, justo antes de que comience a llover. Pero no ocurrió. Alrededor de las nueve de la noche todos mis planes para el sábado se diluyeron con el agua y se fueron por el desagüe.

Las discusiones entre Lisa y yo, suelen ser frecuentes, aunque casi siempre están causadas por una buena razón; sin embargo aquella noche, por la amargura que trajo la lluvia, estábamos hechas unas furias y bastaba la simple mirada de la otra para provocar insultos o actitud desafiante. Sus planes también habían sido truncados por el mal clima. Jisoo, tuvo que intervenir en más de una ocasión. Ella es el pilar anímico del grupo, hace tiempo que nos hubiéramos desmoronado, de no ser por ella; viviríamos sumidas en el caos y la anarquía total. 

Ante la amenaza de pasar el fin de semana encerradas en nuestros cuartos decidimos hacer una tregua. Ya tendríamos tiempo para solucionar nuestras diferencias, cuando estuviéramos solas. Por la astucia que me caracteriza, sabía que yo iba a ser la vencedora; especialmente si tenía tiempo de prepararme para ello. Lisa era un animal que sólo empleaba su fuerza bruta para solucionar cualquier inconveniente; si bien nunca llega a golpearme, tiene por costumbre apretar mis brazos, como si sus dedos fueran una tenaza, hasta hacerme gritar de dolor. Esta fuerza desmedida es producto de meses de ejercicio. 

Como ya no podía pelear con Lisa, me tiré en el sofá a contemplar el infinito. No tenía idea de qué haría durante el resto de la noche, y dormir no era una opción. Había dormido toda la tarde.

―¿Estás bien, Jennie? ―Me preguntó Rose, cuando me vio acurrucada en un sofá con los ojos inyectados de furia.

―Sí, Rosie, gracias. No te preocupes. ―Se sentó a mi lado, la envolví con un brazo.

Rose era una menor de los integrantes de la casa, con una personalidad de cristal, se había convertido en el recipiente de todos los mimos. A veces la veíamos tan frágil y delicada que nos costaba dejarla sola por más de una hora, aunque eso no ocurría con frecuencia. 

«En la casa siempre hay gente», es una frase que nos acostumbramos a decir cada vez que alguien organizaba alguna reunión con amigos. A mí no me molestaba convivir con la mayor parte de las chicas; a excepción de Lisa, todas son buenas personas. Pero también tenemos nuestros límites, por lo que las discusiones suelen ser frecuentes. En cambio Rose es un ser de paz, para que ella llegue al punto de discutir con alguien, seguramente esa persona había hecho algo muy malo. Ella nunca pelea con nadie, vive en su mundo y pide permiso para todo, como si fuera una molestia en su propia casa.  

―Perdón, pero vamos a tener que suspender todo, no para de llover.

Le había prometido que saldríamos juntas a bailar, sería la primera vez que pondría un pie en una discoteca. Si bien ella ya llevaba varios meses para poder salir con libertad, por nuestros ensayos no habíamos tenido la oportunidad de salir juntas antes. Esta debía ser nuestra gran noche, y la lluvia había arruinado todo. 

―No te hagas problema, Jennie, será la semana que viene, o la próxima. ―Su voz era tan suave que uno debía guardar absoluto silencio para poder escucharla―. ¿Por qué peleabas con Lisa?

―Porque la muy idiota empezó a hacerme chistes por las tetas. Dijo que me pongo escote para que los hombres se me acerquen en el boliche, y me lleven a un motel.

Mi mejor atributo, del cual estoy muy agradecida, son los pechos que heredé de mi madre. Es cierto que cuando salgo a bailar me gustaba provocar usando escotes; pero eso no significa que vaya con intenciones de acostarme con un desconocido. Sexualmente soy mucho más reservada de lo que mi ellas imaginan; pero no es mucho decir, porque ellas deben imaginar que soy una puta. «Ser "voluptuosa" no es sinónimo de ser puta», suele decir mi mamá, quien tuvo que vivir toda su vida con un cuerpo tan llamativo como el mío. 

Tampoco es que yo sea una santa; puede que haya hecho algunas cosas para que ciertas personas piensen en mí como una puta. Pero no es la forma en la que suelo comportarme. Fueron pequeños deslices morales.   

―¿Piensa que por mostrar un poco las tetas ya estás provocando? Se nota que no vio el pantalón que pensaba ponerme, ―dijo Rose, sonriendo.

―¿Era muy ajustado?

―Sí, mucho.

―Seguramente te queda hermoso. 

Ella no tuvo la suerte de tener pechos muy desarrollados, sus tetas son algo pequeñas; pero la naturaleza no fue tan cruel con ella, y le entregó una carita angelical sumamente bella y, lo mejor de todo, un culo que obligaba a los hombres a voltear cuando la veían caminando.

La desilusión estaba presente en la cara de todas, ellas también tuvieron que cancelar sus planes, por culpa del aguacero. Jisoo pensaba ir a cenar a un lindo restaurante y Lisa tenía la fiesta de cumpleaños de un amigo. Creo que ella fue la más perjudicada de todas, ya que había conseguido una cita con una amiga de Jisoo, que es bastante linda, y se vio obligada a llamarla para cancelar todo. Le dijo que posiblemente no tuviera otra oportunidad con esta mujer, ella no era de las que esperaban por nadie. Pero Jisoo le dio palabras de aliento y le aseguró que ella convencería a su amiga para que Lisa tenga una segunda oportunidad. 

Ninguna sabía en qué ocupar el resto de la noche del sábado. Comenzamos a deambular por la casa, estorbándonos unas a otras, e intercambiando miradas duras. Parecíamos tigres enjaulados, preparados para dar el primer zarpazo ante la menor provocación. Harta de la situación, Jisoo nos reunió a todas en el living―comedor, que es la habitación más amplia de la casa, y nos dijo debíamos pensar en alguna actividad para no aburrirnos; porque la lluvia no iba a parar. Iniciamos nuestra propia lluvia de ideas. Rose propuso mirar películas, pero ya nos habíamos visto todas las que teníamos en la videoteca. Jisoo sugirió jugar juegos de mesa, pero todos los que teníamos ya nos habían cansado. Lisa  dijo que podríamos hacer un torneo de fútbol en la PlayStation, pero era injusto, porque Rose siempre nos ganaba a todos fácilmente. Cosa que hacía enojar porque no podía tolerar que ella siendo la que tiene más experiencia, lo pudiera derrotar la tierna Rose con resultados tan abultados como 9 a 0.  Así que, para evitar una guerra, esa idea quedó rápidamente descartada. 

Al parecer, no podíamos ponernos de acuerdo en nada; estábamos por cancelar la lluvia de ideas justo cuando Jisoo hizo un comentario que nos despertó la curiosidad:

―Cuando yo estaba en mi entrenamiento bastaba con un mazo de cartas, y algunas bebidas, para tener una buena velada de Póker.

―Eso pasó hace un millón de años, ―dijo Lisa―. Ahora ya nadie juega a las cartas… a menos que vengan en una aplicación para el celular.

―A mí me gusta jugar a las cartas, ―dije. 

―Yo no sé jugar al póker, ―dijo Rose.

―Es muy fácil, especialmente si es el estilo Texas Hold'em. 

―Yo jugué póker online, con mis amigos. ―Acotó Lisa―. Nos matamos de la risa; ellos se enojaron conmigo porque yo ganaba casi siempre.

―Claro, porque en esa mierda del póker online nadie te puede ver la cara, ―. El póker en serio, cara a cara, es un juego mucho más difícil.

―Nada que ver. ―dijo Lisa con arrogancia―. Lo que importa es saber elegir las cartas, cuándo arriesgar o cuándo no. Sé que les puedo ganar.

―La que tiene suerte con las apuestas, es Jisoo ―. Juega muy bien al póker. ―Eso nos causó curiosidad, nunca hubiéramos imaginado a Jisoo jugando al póker. 

―Genial , ahora van a pensar que soy una apostadora. 

―Yo quiero aprender a jugar, ―dije, con una sonrisa que entusiasmó a todas. 

―Y yo tengo justo lo necesario para jugar. ―Diciendo esto, Jisoo se puso de pie y fue hasta su cuarto. 

Regresó en poco tiempo, con una caja de madera que llevaba escrita la palabra Póker, en letras negras. De allí sacó dos mazos de carta, uno de reverso rojo y el otro azul. Además había un pequeño paño verde y varias fichas de diferentes colores.

En pocos minutos nos acomodamos alrededor de una mesa hexagonal, con superficie de vidrio. Me molestó que Lisa se sentara a mi derecha, seguía enojada y no la quería cerca mío; pero no quería provocar una nueva disputa, así que me quedé callada. 

Jisoo nos explicó las reglas y tuvo la amabilidad de anotar las posibles combinaciones de cartas para formar juegos, y el valor de cada una. Con esto en manos el Póker no parecía difícil, era cuestión de esperar a que salieran las cartas favorecedoras, y saber mentirle a los demás. 

La partida comenzó a buen ritmo, teniendo en cuenta que Rose y yo aún estábamos aprendiendo a jugar y preguntábamos muchas cosas. Sin embargo nos estábamos divirtiendo mucho. Jisoo tuvo que intervenir unas cuantas veces, porque cuando yo preguntaba algo, Lisa me contestaba de mala manera, como si yo fuera estúpida. Algo muy hipócrita de su parte, teniendo en cuenta de que ella, con diferencia, es la más lenta de nosotras. Sus comentarios me hacían hervir la sangre, y tenía ganas de azotarle la cabeza contra la mesa de vidrio. Pero Jisoo me calmó en cada ocasión.

Tengo que admitir que, al principio, el juego me pareció muy divertido; pero después de una hora, comenzó a tornarse muy aburrido. No era la única que pensaba esto, Rose estaba tan carilarga como yo. Jisoo mantenía siempre una sonrisa en los labios, pero yo tenía la impresión de que lo hacía para no arruinar el momento. En cambio Lisa, Lisa se le veía genuinamente entusiasmada. Intenté apostarlo todas las fichas que tenía, para perder de una vez; y me sorprendí, porque gané la mano, y recibí aún más fichas. Jisoo me felicitó por mi proeza, y a Lisa le dio mucha bronca, lo cual me alegró momentáneamente. Pero si seguía ganando quedaría atrapada eternamente en un juego aburrido en el que, aparentemente, era muy buena, sin saber por qué.

―Esto no termina nunca, ya me estoy aburriendo, ―dije. No era mi intención arruinar la velada, pero no pude aguantarme. 

―Es cierto, yo también me aburro. ―Me apoyó Rose, mientras se inclinaba hacia su derecha para mirar las cartas que Jisoo tenía en mano―. Además Jisoo gana seguro en esta, tiene dos ases.

―¡Ey, idiota! ¡La vez que me tocan dos ases, y  me arruinaste la mano! ―Rose empezó a reírse a carcajadas. 

Noté que la mente de Jisoo trabajaba deprisa, seguramente intentaba encontrar la forma de arreglar todo antes de que la situación se pusiera fea.

―Es porque falta el alcohol, ―dijo, por fin. A ella nunca le molestó que bebiéramos ocasionalmente. 

―Puede ser. ―La idea de tomar algo me agradaba, pero igual el juego seguiría siendo aburrido―. Lo que pasa es que no le veo la gracia a estar ganando fichitas de plástico. Nadie gana ni pierde nada de valor. No digo que juguemos por plata, ―de hecho eso me desfavorecía mucho, porque no tenía ni un centavo para apostar―; pero ¿hay algún otro tipo de apuesta que se pueda hacer?

―Se puede apostar lo que uno quiera, ―dijo Jisoo ―. Algunos apuestan por "desafíos", como: "El que pierde sale a bailar bajo la lluvia", o cosas así. También está la apuesta por tragos: los que pierden toman un shot de tequila… pero eso no lo vamos a hacer; porque vamos a terminar todos con un coma etílico.

―Especialmente Lisa, que pierde en todas las manos, ―dijo Rose, en tono de burla. Lisa la fulminó con la mirada.

―Existen otras variantes, ―prosiguió Jisoo ―. Está lo que se llama Strip Póker, por ejemplo.–– al dar esa idea Jisoo se quedó pensando. 

―¡Qué recuerdos! ―Exclamó―. Eso es lo que jugábamos con una amiga , cuando entramos en la agencia. Pero lo hacíamos las dos solas, y siempre le ganaba. La dejaba en bolas, literalmente. 

―¿Y por qué solas, tiene algo de malo? ―Preguntó Rose, demostrando toda su ingenuidad. Hasta yo me había dado cuenta que el nombre del juego provenía de la palabra Striptease, y Jisoo dijo que su amiga quedaba desnuda cuando jugaba con ella. 

―Es que en ese juego cuando uno pierde, tiene que quitarse alguna prenda de vestir. ―Explicó, con su santa paciencia.

―Eso parece divertido. ―Opinó Lisa―. Ahí sí se pierde algo importante, podemos jugarlo de esa forma, ¿o te daría vergüenza, Jennie? ―Me miró desafiante.

―Acá la única sinvergüenza eres tu; pero yo me animo a jugarlo, ya demostré que ganó casi siempre. Vas a quedar en pelotas, delante de todas. Cuando veamos tus "pasas de uva", vas a querer inventar la excusa de que hace mucho frío. Cuenten conmigo. ¿Alguien más se suma?

Jisoo y Rose se miraron inquietas, ninguna sabía qué decir. La mayor  se puso de pie, diciendo:

―¿Me ayudan a buscar las bebidas y los vasos?

Jisoo y Lisa se alejaron, y me quedé con Rose, en silencio. Sabía que esa actitud era sólo una excusa para poder decidir si seguiríamos adelante con el juego, empleando el nuevo sistema de apuestas. Rose estaba algo sonrojada y apretaba nerviosa su negro cabello, atado formando una cola de caballo. Al parecer la idea no le gustaba mucho, pero no se animaba a decirlo. Tengo que admitir que a mí también me ponía un poco nerviosa el imaginar a mis amigas desnudándose delante de mí. Fui un tanto prepotente porque Lisa me desafió, y yo no podía tolerar que esa troglodita me desafiara.

Cuando Lisa y Jisoo regresaron, vi que Lisa traía una pequeña mesa de madera plegable, en la que apoyaron varias botellas de vino, blanco, tinto y rosado. Yo no acostumbraba a tomar vino, pero también trajeron algunas gaseosas; para poder mezclarlo, y hacerlo más apetecible para mí y para Rose. Lisa solía tomarlo puro, y Jisoo acostumbraba variar.

―Bueno, vamos a jugar al "Strip Póker", ―dijo Jisoo, con voz serena―. Si no hacemos eso, nos vamos a aburrir toda la noche, y nos vamos a terminar matando. 

―¿Estás segura Jisoo? 

―¡Qué bien! ―Exclamó Lisa, al mismo tiempo que yo hacía la pregunta.

―Si Jennie, puede ser divertido, y si alguna quiere abandonar, puede hacerlo en cualquier momento. No vamos a obligar a nadie a hacer algo que no quiera. ―Eso me tranquilizó bastante―. La idea es divertirnos un rato y reírnos. Estamos en confianza, acá todas nos vimos en bragas alguna vez. 

―Sí, por desgracia, ―dije―. Tengo algunos recuerdos de levantarme a la noche para ir al baño, que me van a atormentar toda la vida. 

―Ey, eso fue un simple descuido, ―dijo Rose―. Pensé que estaban todas durmiendo…

A ella la había sorprendido desnuda de la cintura para abajo, por suerte alcanzó a taparse rápido con la remera; pero tuve que ver su culo desnudo mientras se alejaba de mí, caminando como un pingüino. 

―Sí, ya sé… pero no me refería sólo a eso. Creo que a todas me las crucé en situaciones más o menos similares.

―Claro, porque tu siempre te levantas a mear toda tapada, ―dijo Lisa. 

Me sonrojé, recordé una noche de mucho calor en la que me levanté a hacer pis. Casi me muero de la vergüenza, y creo que a ella le pasó lo mismo. Como yo comparto dormitorio con Rose, estoy acostumbrada a andar medio desnuda dentro de la habitación, y como era tarde supuse que nadie estaría despierta. Salí de mi cuarto vistiendo una diminuta tanga, y nada más. Vi a Lisa en el pasillo, caminando directamente hacia mí; pero en realidad ella también iba al baño, igual que yo. Éste se encontraba justo entre mi dormitorio y el suyo. Ella no me hizo ningún comentario, se quedó petrificada, mirándome las tetas, que se tambaleaban y estaban cubiertas por pequeñas gotas de sudor. Eso no se debía sólo al calor, sino que apenas unos segundos atrás estuve haciéndome tremenda paja… fue tan intensa que tuve miedo de despertar a Rose. Tenía la concha toda mojada, y estoy segura de que Lisa se dio cuenta de eso, porque la tanga, qué me cubría muy poco, tenía una gran mancha de humedad, justo debajo de mi concha. Ella no tenía más ropa que su bóxer. Lo más vergonzoso de ese encuentro fue notar que Lisa tuvo una erección, y no supo disimular para nada. Su gran bulto creció de manera inmediata. Podría haberme enojado con ella, porque soy su compañera; pero también soy consciente que tengo un cuerpo que es capaz de excitar a muchos hombres y mujeres, y posiblemente agarré a Lisa desprevenida. Recuerdo que me quedé muda durante unos segundos, al igual que ella. Nos miramos la una a la otra, con detenimiento y asombro. Cuando reaccioné le dije que yo pasaría primero al baño, porque no aguantaba más. Lo cual era cierto, después de llegar al orgasmo me entraron unas ganas increíbles de hacer pis. Ella no se opuso. Entré al baño, hice mis necesidades, y cuando salí me volvió a sorprender. Ella seguía allí, de pie en el pasillo. Sus ojos volvieron a recorrer toda mi anatomía, especialmente me miró las tetas, seguramente notó lo duros que tenía los pezones. Caminé de regreso a mi cuarto, y giré la cabeza para comprobar que me estaba mirando el culo descaradamente. Al entrar a mi dormitorio prendí la luz y me miré en un espejo, especialmente quería ver la parte de atrás. Me agaché un poquito, dándole la espalda, y me encontré con la tanga medio metida en mi concha, mis  labios vaginales parecían estar devorando la tela. Con razón Lisa me había mirado de esa forma. Desde esa noche no pude dejar de preguntarme si ella se habría hecho una paja pensando en mí, o en alguna mujer muy parecida a mí.  No habíamos vuelto a hablar del tema, hasta ahora; me sentí tan avergonzada que no supe qué contestarle. Por suerte Jisoo intervino, para rescatarme.

―Bueno, ya… dejen de pelear de una vez, y vamos a jugar, ―dijo―. A todas nos ha pasado alguna vez, la casa es chica y somos 4. 

Se repartieron las bebidas y se establecieron las reglas. Todos debíamos comenzar con la misma cantidad de prendas, se determinó seis, como el número apropiado. Conté la ropa que llevaba puesta: una remera roja, un pantalón azul marino bastante holgado, corpiño, bombacha, medias y zapatillas. Eso sumaba un total de seis, ya que las prendas en pares se contaban como una sola. Todas teníamos la misma combinación de prendas.

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