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17

Akira:

Recuerdos:

—Cuando grande quiero ser un superhéroe, mamá.

—¿Y eso por qué, mi amor?

—Para protegerte de todos los chicos malos.

—Eres tan lindo, Akira. Estoy segura que vas a poder serlo— me abrazó fuertemente.

Sus abrazos siempre fueron tan cálidos.

—Llegó tu padre. Ve a tu cuarto, pequeño.

Siempre me dedicaba la misma sonrisa de siempre, sin importar las circunstancias.

—Eva, ¿Dónde mierdas te metiste? — la voz de mi padre siempre era firme y ruidosa —. ¿Aún no has preparado la cena? Eres una perra buena para nada.

Los golpes que le proporcionaba a mi madre, se podían escuchar, a pesar de estar detrás de la puerta de mi cuarto. No podía hacer nada.

—Te leeré un cuento, mi amor.

—Mamá, ¿Qué te pasó en la cara?

—Un pequeño accidente, mi niño. Mamá es muy torpe. Vamos a dormir.

Otra vez la misma sonrisa.

—Ese niño es un malcriado, tengo que hacerle respetar.

Los golpes que me daba, prefería soportarlos, antes que permitir que tocara a mi madre.

—¡A mi hijo no lo toques!

Mi madre siempre intervenía...

—¡Salté, vieja sucia!

Y recibía los golpes ella...

—¡Deja a mi mamá!

Ese día lo mordí, queriendo evitar que la siguiera golpeando.

—¡Eres un niño insolente! Maldito el día en que naciste— me empujó al suelo, y puso su pesada pierna en mi barriga—. ¡A ver si van a aprender a respetarme!

Nos golpeó hasta el cansancio y luego se fue como siempre hacía.

—¿Estas bien, mi amor?

—Quiero ser mas fuerte, mamá. ¡Quiero protegerte!— lágrimas bajaban por mis mejillas.

—No te preocupes, chiquito. Algún día lo serás.

Otra vez me dedicó esa sonrisa.

Los meses fueron pasando y era más de lo mismo.

—Cuando sea más grande seré el hombre más fuerte del mundo, mamá.

—Lo serás, mi amor— su sonrisa era todo para mí.

—¡Compraré una casa gigante y estaremos juntos por siempre!

—Sé que será así, pequeño.

—¡Te amo, mamá!

—Yo también a ti. ¡Estaremos juntos por siempre!

Esa tarde, luego de llegar de la escuela, venía de buen ánimo pues tenía una noticia que quería darle, pero fue muy tarde...

—Mamá, ¡ya llegué! ¡Saqué una buena calificación!

Al abrir la puerta de la casa, escuché los gritos de mi madre.

—¡ME CANSÉ DE TI, PERRA!

Un sonido escalofriante me alertó de que algo andaba mal y corrí a la cocina.

—¡MAMÁ!— me arrodillé donde su cuerpo estaba tendido.

—Mamá, ¿qué te pasa? ¿Por qué hay mucha sangre? Papá, ¿Qué le pasa a mamá?

—Eres un buen chico, no seas como tu padre — su cálida mano acarició mi mejilla—. Huye de aquí, por favor— su voz se escuchaba entrecortada.

Soltó un último suspiro y su mano cayó al suelo.

—¿Mamá? ¡Despierta, mamá! No me gusta este juego. ¿Por qué mamá está tan pálida, papá? ¿Por qué mamá está tan fría? ¿Por qué mamá no se mueve?— lágrimas bajaban por mis mejillas.

Si tan solo hubiera sido fuerte la hubiera podido salvar. Esas palabras retumbaban en mi cabeza.

Eres un buen chico, no seas como tu padre.

—¿Qué estoy haciendo, mamá?

—¡Akira, por favor, ayúdame!

Al reaccionar, vi a Lisa en llanto y rogando que no la soltara. Sujeté su cuerpo firmemente y la ayudé a subir las barandas.

                     Lisa:

Sus brazos cubrieron fuertemente mi cuerpo. Jamás había recibido un abrazo de Akira. Podía escuchar su corazón latiendo fuertemente. Su cuerpo parecía temblar. Cada vez sentía que me sujetaba más fuerte. Escuché que murmuró algo en mi oído.

—Perdóname, Lisa—dijo con voz temblorosa, mientras que se alejó agarrando mis dos manos y las acercó a sus labios.

Me di cuenta que lágrimas bajaban por sus mejillas. Me quedé verdaderamente sorprendida. No podía sentir miedo de la persona que estaba delante de mi, a pesar de haber intentado matarme hace unos instantes. Es la primera vez que veo a Akira de esta forma. De alguna manera, sentía ganas de abrazarlo. No sé cómo explicar lo que sentí dentro de mi. Lo odio y, se supone que deba estar feliz de verlo de esta forma, pero ¿Por qué me duele el corazón?

Acerqué mis manos a su rostro y sequé sus lágrimas, antes de abrazarlo. No sé porqué hizo todo esto, pero de algo estoy segura y es de que, no quiero verlo llorar nunca más.

Pasamos largo tiempo de esa manera. Lloró en mi hombro hasta quedarse dormido. Es la primera vez que duerme profundamente de esta manera tan cerca. Su rostro lucía muy lindo mientras dormía. Nunca pensé que esto pasaría. Sentí tanto miedo que no quisiera volver a pasar por esto nunca más en mi vida. No sé cuáles fueron sus motivos de ayudarme. Una persona como él no es de sentir lástima por nadie. No importa la razón detrás de su ayuda, pero solo quiero atesorar este momento.

Acaricié su cabello y se sentía muy suave. Nunca había tenido oportunidad de tenerlo tan cerca y, de poder contemplar su rostro, su olor, o su respiración. No sé porqué hago esto, pero me hace sentir tranquila.

Al día siguiente al despertarse, no dijo ninguna palabra, pero su rostro se notaba más relajado. Me agarró de la mano y me trajo a la casa.

—Empezarás a vivir aquí de nuevo— desvió la mirada.

—Entendido—asentí con mi cabeza.

—Daré la orden para que hagan el desayuno. Puedes darte un baño mientras lo preparan.

—Esta bien.

Caminé al baño. La casa se sentía distinta. Tal parece que hubiera pasado tiempo desde que estuve aquí. La habitación de cierta manera no se ve de la misma forma, es como si en tan poco tiempo las cosas hubieran cambiado drásticamente.

                    Akira:

—Sr. Akira, ¿La Srta. Lisa regresó? —preguntó la empleada.

—Sí, escúchame bien; de ahora en adelante quiero que cuides de ella mientras yo no esté en la casa. No permitas que haga ninguna tontería, y la seguirás a todos lados que vaya. ¿Entendido?

—Sí, señor.

                     Lisa:

—Srta. Lisa, la casa se a sentido muy sola desde que no está— me dijo la empleada.

—De ahora en adelante espero no sea así—sonreí.

Luego de terminar, bajé a la mesa del comedor. Es la primera vez que desayuno con Akira en el mismo momento, aunque a estado muy silencioso toda la mañana. No sé si sería buena oportunidad de preguntarle sobre mí mamá.

—Akira, no quiero dañar el momento, pero ¿podría hacerle una pregunta?

—Dime—preguntó en un tono calmado, lo que nunca había hecho.

—Sé que la última vez que estuvimos con mamá todo salió mal. Quisiera pedirle un favor. Sé que siempre estoy pidiéndole favores, pero le aseguro que esta vez será el último.

—¿Quieres que tu mamá viva en esta casa? —preguntó directamente.

No pensé que preguntaría eso. No sé sí sea algo bueno o algo malo.

—No sé si se pueda, pero al menos, sacarla de la casa.

—Ya lo tenía pensado, pero no puedo permitir que se quede aquí. Es peligroso para ella. Tengo un departamento bastante cómodo en el cual podemos llevarla. El único requisito será que la visites pocas veces.  

¿Acaso me está dando permiso de salir?

—¿Eso significa que podré ir a visitarla? — pregunté con asombro.

—Sí, pero si vas acompañada.

—¿De verdad haría eso por mi?

—No es la gran cosa, niña— desvió la mirada.

—Gracias, Akira. Prometo no defraudarlo.

Akira ha estado actuando tan diferente. Su comportamiento ha sido amable desde que llegué nuevamente a la casa. Si todo se mantuviera así, todo sería perfecto.

Hoy iremos a buscar a mi mamá. Aún no le he dicho nada porque no quiero que mi papá se entere. Akira quedó en llevarme a la casa de mi mamá. Solo espero que actúe como si nada hubiera pasado entre los dos.

—Bienvenida a la casa, Srta. Lisa.  ¿Qué la trae por aquí? — preguntó la empleada al vernos llegar.

—¿Se encuentra mi mamá?

—Sí, señorita. Está con su padre en el estudio.

—¿Mi papá está aquí?

¡Lo que faltaba! Quise correr al estudio, pero Akira me sujetó la mano.

—Vas a entrar conmigo. No pretendas ir sola.

Toqué la puerta del estudio, pero nadie respondió, así que abrí la puerta y vi a mi mamá en el suelo. Mi padre tenía un cinturón en la mano. Eso terminó con todo mi mundo. La ira se me subió a la cabeza, pero antes de que pudiera actuar, Akira lo comenzó a golpear.

Corrí a donde mi mamá; vi que estaba inconsciente, tenía muchas marcas en su cara, cuello, brazos y piernas. Se podían notar a simple vista.

—¡Eres un viejo repugnante! ¡Me das asco! Viejos desgraciados como tú, no tienen derecho a respirar. Debería matarte ahora mismo—Akira trató de estrangularlo en el suelo.

Corrí hacia Akira para evitar que cometiera una estupidez. Era demasiado difícil hacer que Akira reaccionara. Estaba encima de mi padre presionando su cuello tan fuerte, que mis fuerzas no podían sacar su brazo del cuello de mi padre.

—Detente, por favor. ¡Lo vas a matar!

De momento dejó de hacer fuerza y sacó sus manos del cuello de mi padre. Mi papá estaba casi inconsciente e intoxicado en alcohol. Los ojos de Akira estaban totalmente llenos de odio hacia mi padre. Sus manos temblaban y, solo pude acercarme a él y abrazarlo, intentando hacerlo reaccionar. Estaba lleno de ira, tanto como yo.

Se levantó del suelo y cogió a mi mamá en sus brazos para llevarla al auto, mientras que yo hablé con las empleadas para que recogieran todas las cosas de mi mamá.

Dejamos la casa y nos dirigimos al hospital, para que pudieran curar las heridas que tenía mi mamá. Akira se sentía un poco incomodo por lo que se mantuvo afuera. Mi mamá aún no despertaba. ¿Qué hubiera pasado si no llegamos en ese momento? De tan solo pensarlo, mi cuerpo comienza a temblar.

Salí a buscar a Akira, quería saber si se sentía mejor. Su rostro había vuelto a cambiar, aunque su actitud hacia mi, no era la misma cortante de siempre.

—¿Te sientes mejor?—le pregunté, mientras le daba un jugo que compré.

—Sí, me siento mejor—su mirada estaba perdida en el espacio.

—Gracias por ayudar a mi mamá, Akira— toqué su hombro.

—No me dejes solo— sacó mi mano de su hombro, y la puso en su rostro.

—No lo haré— me ruboricé al escuchar esas palabras.

Jamás esperé que me pidiera algo así, pero de alguna manera, me hizo muy feliz.

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