1 Un tesoro

Corría lo más rápido que mis piernas me permitían, todos los escalones no me favorecían. Gritaba por ayuda, por mis hermanos, por mi padre.... maldición por alguien que pudiera asistirme. Sin mis espejuelos que se me habían caído, no llegaría muy lejos.

No note con que o cuando pero tropecé y caí los últimos escalones antes de llegar a la puerta principal;me palpitaba la cabeza, sentía escalofríos por todo el cuerpo. El ambiente ya no era el mismo, me volteé para quedar mirando a la alcoba ahí estaba la imagen más aterradora de todas... mi familia hecha pedazos.

Desperté de golpe, tenia la respiración agitada... gotas de sudor bajaban por mi frente. <Solo fue una pesadilla> pensé Para mi misma. No tarde en ver a Megan entrar por la puerta.

—Buenos días Megan -suspiró y le doy una sonrisa era una de las sirvientas, me levante y fui al baño antes de que ella pudiera musitar las más mínima palabra; pero aún así lo hizo.

—Joven Athena -exclamó mientras volvía hacer mi cama- El señor me pidió recordarle que no saliera de los establecimientos sin vigilancia.

Rodé los ojos terminando de secarme el rostro, necesitaba algo más de libertar. No me permitían salir sola o a largas distancias mientras el resto si lo hacía. Salí del baño dándole una pequeña sonrisa forzada y asentí, me senté frente al espejo viéndola acercarse para hacer mi cabello. Realmente admiro sus habilidades con el, pues tengo un cabello rizado muy abundante. Observe el espejo. Tenía algunos mechones que caían sobre mi rostro justo como me gustaba, no solía usar corsets. Ni trajes abundantes. Me gustaba la sencillez, y tal vez eso jugaba en el hecho de nunca haber tenido ni miradas compartidas con un chico; pero eso a quien le importa... para mi yo lo era todo. Me daba todo mi tiempo para mi misma y ese era mi poder.

—Quedó preciosa - observó el espejo y sonrió. Sin duda alguna lo estoy... me coloqué un vestido azul. Un tono algo distinto como un azul viejo o gastado era un tono muy hermoso. Baje y no había nadie. Ni rastros de Gael. < Que Idiota>

—Bien ya que no hay nadie saldré por mi cuenta -Murmure y antes de poder llegar a la puerta Gael abre y me mira algo apenado-

—Lo siento, tenia hambre y me adelanté

— ¿¡Así que asumes que yo no!? -gruñó y solo tomó su brazo jalándolo afuera, Gael era de estatura promedio, cabello castaño y ojos caramelo. Al comienzo de estar formado. Lo conozco hace 43 años.-

—Lucian solo nos permitió llegar hasta la orilla del Río pero vi algunos humanos allí no te preocupes -Sonrío y me jalo comenzando a correr hacía esa dirección, reí junto a el. El viento golpeaba mi rostro, abrí mi mano sintiendo la corriente pasar por mis dedos como quebrando el viento. Nos detuvimos al ver que los humanos estaban yéndose. No. Hoy no me quedare tranquila. No puedo.

Solté la mano de Gael y me escabullí entre los arboles, eran solo adolescentes. Sentía sus pasos acercándose a mi sin hacer ruido logré llegar hasta el tapando sus labios, acercándolo a mi... clavando mis colmillos en su cuello. Escalofríos recorrieron mi cuerpo; que sensación tan encantadora.

—Athena, ya es luna llena, ¿crees que puedas terminar de drenarlo más rápido? -bufó Gael con una sonrisa tonta-

Suspire y dejé al chico caer al suelo sin pulso alguno.

—Arruinas mi cena. No me digas que le tienes miedo a unos moradores. -lo observó sabiendo que no es así, solo sigue órdenes de Lucian por que ya a estado al fondo en sus mandatos. Solo comienzo a caminar de regreso el resto del clan hace lo mismo. Nos sentábamos en la mesa a cenar, pues tomar sangre es solo por vitalidad, supervivencia. Tenemos nuestros modales, tome mi lugar junto a Gael, a 7 lugares de Lucian nuestro señor.

Se abrieron las puertas revelando una figura un poco alta, debía medir unos 5'9 pies de alto, algo formado. Con un aire superior. Nos levantamos y no pude evitar bajar la mirada a la mesa. No podía evitar sentir mis mejillas algo calientes.

—Hoy quiero brindar por un tesoro en nuestro clan. Por una década más con nosotros. Quiero brindar... por Athena.

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