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Prólogo

Corría con rapidez en medio del bosque para buscar a mi alfa y avisarle que todo fue una trampa, minutos antes mi amiga había ido para avisarle, aun así necesitaba estar a su lado.

Sentía mi corazón latiendo con demasiado fuerza, tanto así como si esté fuese a salirse de mi pecho. La brisa acariciaba mi rostro y me extasiaba con el simple hecho de volver a correr por las montañas de forma tan libre como solía hacerlo en el pasado. Extrañaba la sensación, esas semanas que estuve postrado en una cama y sin poder transformarme me deprimieron. Es una pena que este no sea el momento para disfrutar de eso.

Estoy seguro de que hay enemigos al asecho esperando para atacar pero no puedo retroceder, tengo que seguir avanzando para que no vayan tras Lucinda. Ella debe llegar a tiempo para impedirlo todo.

Con mi corazón acelerado y mi cuerpo ya cansado de tanto correr decidí esconderme para ganar tiempo.

De pronto sentí aquel olor a frambuesa inundar mis fosas nasales, de inmediato supe de quien se trataba así que acelere el paso para no dejarme atrapar por él, cosa que era inútil debido a que Eren es un alfa y yo un omega, existía una gran brecha entre ambos.

El bosque lo conocía a la perfección así que di un giro para engañarlo y me escabullí entre los árboles tratando de contener mis feromonas. Una vez oculto volví a mi forma humana y con mis manos tape mi boca para evitar hacer ruido alguno. Escuché el aullido de un lobo y luego pude ver cómo el rubio se transformaba también.

—¡No puedes escapar por siempre Liam! ¡Voy a encontrarte! — gritó a la nada. Al escuchar su voz todo mi cuerpo se paralizó del miedo —¡Ustedes! ¡Divídanse y encuéntrenlo!— le ordenó a los dos alfas que estaban con él. Estos obedecieron y salieron en distintas direcciones.

Por mi parte me encontraba temblando del miedo y muy nervioso, ellos no podían atraparme de lo contrario me llevarían con Orión. Cualquier cosa menos ir con ese alfa déspota y cruel.

—¡Liam! ¡Sal de dónde estés!— gritaba buscándome por todo el sitio y yo me sentía morir del terror —¡No puedes escapar por siempre, ¿Crees que escapando vas a evitar el emparejamiento? La manada del sur va a matar a Kai, ese alfa de cuarta no puede hacer nada para salvarte— vociferó buscando alguna señal de mi parte.

Pero yo no tenía pensado salir de mi escondite y entregarme de forma tan fácil, no iba a rendirme, por lo menos no sin dar pelea antes. De un momento a otro él desapareció de mi vista y comencé a buscarlo con la mirada, no se escuchaba nada. Una incertidumbre que me ponía más ansioso.

¿A dónde había ido? ¿Por qué no lo veía?

—Te encontré— escuché a mis espaldas, me voltee y lo vi con una sonrisa cínica en el rostro haciendo que me espante del susto.

Le di una patada en la rodilla haciendo que flaqueara, este hizo una expresión de dolor, me levanté y comencé a correr lo más rápido posible siendo seguido por él pero de inmediato me alcanzó y se abalanzó sobre mi haciendo que ambos rodáramos por el suelo hasta chocarnos con un árbol.

—¡Maldita sea! ¡¿Por qué lo haces tan difícil?!— se quejó mientras se ponía de pie sobándose y quitándose la tierra de encima.

—¡No soy fácil de vencer!— le grité levantándome y estando de pie siento como algo resbala por mi frente. Con mi mano toqué la parte afectada y me di cuenta de que estaba sangrando. El dolor llegó a mi y frunciendo el ceño me puse en posición de ataque.

—Sabes que no ganarás— advirtió.

—Cállate y pelea— le rete.

—Si sigues así el señor Orión te matará— soltó un bufido rodando los ojos.

—Entonces moriré porque no estaré con él, yo ya tengo un alfa— sentencie molesto.

Él pareció escanear cada parte de mi rostro mientras hundía el entrecejo.

—¿Vale tanto la pena perder tu vida por esto?— preguntó.

—Sí— contesté de inmediato sin dudar —Si quieres llevarme con Orión tendrás que matarme primero Eren.

—Debo llevarte vivo— rebatió pasando su mano por su cara con frustración.

—Eso no pasará.

—Ya veremos— sentenció.

Ambos nos transformamos enseguida tomando la posición de ataque, Eren saco a relucir sus colmillos y a botar sus feromonas con olor a frambuesa. Sentí como mi omega lo invadía el miedo, pero aún así no íbamos a retroceder porque nosotros no le temíamos a los alfas, éramos fuertes, debíamos demostrar que por el simple hecho de ser omegas no nos hacía débiles.

No me importaba el hecho de que Eren fuese un alfa dominante y muy fuerte, yo iba a dar todo de mi en esta pelea, no me podía rendir, debía ganar tiempo antes de que llegara Kai. Aunque no me guste admitirlo era imposible que yo ganase, aún así no le haría las cosas fáciles.

Soltó el primer rugido y comenzó a correr hacia mi dirección, ante su acción hice lo mismo estando dispuesto a todo. Mi única esperanza era que Lucinda llegara dónde mi alfa y le avisará del ataque. Tenía toda mi fe en ella en estos momentos donde estaba a punto de perder la vida.

¡Yo….no le temo a los alfas!