1 “El comienzo”

Capítulo 1

Hola, bienvenida y bienvenido a leer la historia de mi vida, que sin duda de normal, no tiene nada.

Cuando tenía ocho años, mis padres murieron en un accidente automovilístico. Perdí a mi hermano mayor, a mis padres y a mi abuela. La única abuela que tenía. Y a los únicos familiares cercanos.

Solo quedamos mi hermana, que le seguía a mi hermano mayor, y yo. Así que yo era la menor y nos convertimos en solo nosotras dos.

Mis padres tenían muchas deudas y en cuanto murieron, los prestamistas se llevaron todo y apenas nos dejaron nuestra ropa. Estábamos literalmente en la calle, pero entonces terminamos en un orfanato.

Ese lugar era horrible, y era peor lo que podían llegar a hacer los niños mayores que nosotras, que otras cosas, había cierta preferencia con los varones que con las niñas. No tenían educación, ni higiene. Las monjas que se encargaban del orden, eran animales con batas. Sin pensar en lo oscuro que podía llegar a ser ese cuarto donde encerraban a los que "se portaban mal" o "decían mentiras". ¡Era mentira! Si decías algo que no les convenía, ibas a ese cuarto oscuro, y te quedabas toda la noche ahí sin que nadie te pudiera escuchar, las arañas caminaban en aquellas paredes y era horrible.

Mi hermana, cuando llegamos ahí, ya no era la misma. Ya no hablaba, no comía, estaba adelgazando muy rápido y sus manos temblaban.

Ella tenía 13 años, era de piel pálida, ojos verdes y cabello rubio, así como el de una princesa.

Pero dejó de ser todo eso, y empezó a quedarse muda.

Luego un día, solo la encontré muerta en uno de los baños. Sus verdes ojos abiertos, mirando al techo y su cabeza sangraba sin parar.

No pueden imaginar lo que sentí al ver aquella escena, y tener que vivir con eso, sin saber la causa de la muerte de mi hermana, sin entender nada. Escondiéndome bajo la sombra de todos para evitar la muerte, porque en ese lugar, sentía que tarde o temprano, lo que mató a Elisa, me mataría a mi. Niños y niñas desaparecieron de la nada, y nadie nunca sabía a donde se iban, porque todos sabemos que nadie adopta niños en la madrugada.

Tenía ya seis años en ese infierno. Seis años sin poder dormir, sin pensar en que algún día, en algún momento ya no iba a estar ahí. Pero llegó ese día en que desperté y no estaba en mi cama.

Llegó ese día en que todo lo que presentía, estaba pasando, y que lo que había matado a mi hermana, venía por mi.

Escuchaba voces, eran chicos. Y una de las monjas serró la puerta conmigo dentro de los baños con esos dos. Traté de gritarle pero, uno de ellos tenía su mano en mi boca, y el otro, quitaba mi blusa.

—Tranquilízate Ema, no hagas esto más difícil.— me dijo el que cubría mi boca.

—No le hables y pégale Gordy— dijo el otro mientras tenía dificultad para quitarme la ropa.

Gordy empezó a pegarme en la cara, con fuerza. Me estaba a punto de desmayar, pero recordé la imagen de Elisa, mi hermana mayor, en este mismo lugar muerta. Y no quería terminar igual.

Dejó de pegarme y me dejó la nariz y la boca sangrando, el otro, se subió sobre mi cuando logró bajar a la mitad mi pantalón , y lo único en lo que pensé fue en levantar mi rodilla y pegarle un golpe en sus genitales. Se giró adolorido quitándose de enzima de mi, y el otro chico fue sobre mi, cubrió mi boca otra vez con su mano para que dejara de gritar, pero le mordí la mano, le arranqué la carne y la escupí. La monja entró al baño cuando escuchó el ruido, y me vio ahí levantándome los pantalones de dormir.

—¡Maldita niña!, huérfana desgraciada. ¡Ven aquí!

Corrí intentado salir por la puerta pero, la bloqueó, y detrás de mí estaba el chico al que le había pegado.

No sabía que hacer, solo quedaba hacer una cosa.... la ventana. Corrí y me lancé sin pensar que tan alto iba a estar, y sin pensar si la caída sería mortal. Pero tenía algo seguro, era menor intentarlo y escapar, o intentarlo y ir a ver a mi hermana.

Me lancé..

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