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Extenderse (Parte 4)

El anuncio hizo que Justitia diera un respingo. Siguió la espalda de los tres mercenarios por la puerta del local. Dentro la mugre y el alcohol se adueñaban del suelo, el hedor del ambiente. Había pocas personas dentro, la mayoría mujeres en ropas coloridas, que se acercaban al grupo mientras avanzaban, dejando de lado sus quehaceres. La mujer que protegía a Konrad se llamaba Nela, ella se encargó de hablar una vez estaban dentro. Los llevaron a una de las habitaciones, que estaba llena de sedas, velas, ropas por todos lados. La habitación apenas iluminada, olía agrio. Luciel reconoció el olor. «Esto es un burdel» Se ruborizo al escuchar a un cliente en alguna otra de las habitaciones. Le provocó en la imaginación, sintió su urgencia de vuelta, pero no era momento de ello, debía aguantar y más importante debía ayudar a estos tres.

Todos en la habitación tenían la mirada fija en Luciel mientras trabajaba. Las razones variaban. Jozef y Justitia con interés por lo que hacía. Nela agradecida, preocupada y aun con su propia vergüenza estaba interesada, embelesada. Konrad lo miraba con cierta admiración, casi había olvidado por completo la situación por la que había pasado. El brazo de Jozef y probablemente algunas de sus costillas estaban fracturadas. No podría blandir la espada durante un tiempo, fue lo que les explicó Luciel al terminar.

—Me corrijo además de santo, también eres un doctor, eres todo el paquete, si no fuera porque eres de la iglesia las chicas se te tirarían encima. —Dijo Jozef

—No soy doctor, me se manejar gracias a que alguien me enseñó mucho al respecto. —Dijo Luciel con un dejo de tristeza. Sahely había sido dura al enseñarle, el botiquín era algo que ella había preparado para el viaje.

—Muchas gracias, si no fuera por ti no sé qué habríamos hecho. —Dijo Nela y Acarició el brazo de Luciel con las yemas de los dedos. Este se sobresaltó apartándose un poco.

—No lo asustes, además tu no trabajas aquí. —Dijo Jozef quien recibió una mirada que lo hizo callar.

—Me halagan, pero no creo que debería haber pasado en un inicio.

—Ciertamente, el otro pacificador no causo ningún problema. —dijo Nela.

—¿Cuál otro? -Se interesó Luciel

—El de cabello rojizo, probablemente es el que se escucha de vez en cuando, nadie más viene a estas horas.

Los sonidos se hacían más altos, como si Sergius quisiera que supieran que se trataba de él. Las manos de Luciel subieron a su cara por la molestia. Tuvo que tomar un par de respiros para continuar con la conversación. Recordó lo que menciono Vukan en la posada, los mercenarios de Litae protegían la ciudad.

—Nn-no importa. ¿Ustedes de casualidad son de Litae? -Preguntó Luciel por fin.

—Yo... nosotros... Jozef y yo lo somos, Konrad no es parte, pero aprendió magia en Madalena por ellos. —Nela dudaba en su habla.

—No hay razón para preocuparse, somos nuevos en el país, entendemos que Litae ayuda de la misma forma que nosotros. —Afirmó Luciel para bajar la duda.

—Su compañero no parecía entenderlo —Musitó Jozef

—Él se cree mucho que somos perros de caza de la iglesia —Dijo Luciel. Logro sacarle una buena sonrisa de reacción a Jozef. —Estamos aquí buscando algo sobrenatural, pensé que ustedes ya podrían saber que es o puede que alguien más de Litae que se encuentre aquí.

Jozef contempló sus heridas.

—Anarek'li, es como dijeron que se llamaba en Madalena —Dijo Jozef Luego de un momento en silencio.

—Un Shaeyvah, ¿en este pueblo? —Luciel intentó recordar el nombre, le sabía haberlo leído antes —... no importa, ¿saben dónde está?

—Si y si —Dijo Jozef sin intención de seguir.

—... No sabemos cómo llego aquí. La mayoría de los ataques había sido a animales en las granjas, pensamos que se trataba de alguna bestia. —Dijo Nela al darse cuenta de que Jozef no continuaría —Pero, la familia Mazur fue atacada hace una semana, solo encontramos sus restos, peleamos contra esa cosa, Zelik fue herido. —Nela se abrazó a sí misma y tomó un largo respiro.

—Lo lleve a Madalena para tratarlo, estaba envenenado o maldito, no se nunca me había enfrentado a un demonio... perdón Shaeyvah. Aun no me acostumbro. En la ciudad fue donde me dijeron que era un Shaeyvah del espejo, un Anarek'li. Regresé cuanto antes para avisar a Nela. —Agregó Jozef

—Han hecho un buen trabajo si solo ha atacado una granja, los Shaeyvah suelen ser más... violentos. —Luciel sabía que no solo eran más violentos, si uno estuviera en el pueblo este ya lo hubiese masacrado. Un Shaeyvah del espejo, lo recordó. Uno que no podía verse si no era por medio de un reflejo, uno que no podía tocarse si no era por medios especiales.

Nadie se percató de las habilidades de Luciel y Poena antes, así que nadie podría hacerle frente, nadie del pueblo. Sus ojos se posaron en Nela «tal vez ella» Lo más importante es que el comportamiento del Shaeyvah no tenía sentido, ningún Shaeyvah jugaría con su comida durante tanto tiempo, por lo menos ninguno de los que el aprendió en la academia.

—Paso días comiendo animales en la granja de los Mazur, antes de que se fuera a la granja de los Celko. —Dijo Nela

—¿Saben que paso con la familia?, ¿Hace cuanto está ahí?

—Hará apenas un par de días que encontré animales muertos en su granja. Ninguno de los Celko ha sido visto desde entonces. —Nela rogó con su mirada a los dos pacificadores, Jozef gruñó levemente por dolor y molestia.

—Nos haremos cargó. Muéstranos la granja y nos desharemos del Shaeyvah —Luciel se levantó lleno de determinación.

Nela lo acompaño mientras salía al pasillo, con miradas fijas en todos ellos. Luciel volvió a ponerse la capucha. La dueña Zlatka se despidió de Nela una vez se encontraron en la planta baja, ofreciendo un descuento a ambos muchachos. Ambos rechazaron con torpeza, mientras Jozef bromeaba sobre el interés de Nela con Luciel.

Konrad y Jozef se quedaron en el burdel en contra de sus deseos, haciendo prometer a Luciel que cuidarían de Nela. Cosa que provocó una lluvia de chistes incómodos por las mujeres del establecimiento y Jozef.

Justitia por su lado aprovechó esta pequeña discusión para hablar con Luciel en privado.

—Lu-Luciel busquemos a Agony y Poena. Que ellos se encarguen del demonio. —dijo Justitia, quien quería cuestionar a Luciel sobre sus acciones, sobre su prisa.

Creía que era necesario avisar del demonio, pues uno de ellos seria problema para un pacificador sin guardia. También pensaba en la cantidad de Milagros que había realizado Luciel durante el día, además de mantener otros milagros como la mochila y posiblemente su capa. Debía estar más fatigado que cualquiera de ellos sin contar el viaje, quería decirle que esperara, decirle que podían mandar a Poena y Agony.

—Puedes quedarte a buscarlos, pero un demonio requiere que actuemos rápido. —Fue lo único que le respondió Luciel, y Justitia no pudo decir nada más, quería hacer algo, quería ayudar, pero no sabía cómo hacerlo, no podía más que seguir a Luciel.

Los dos pacificadores siguieron el camino de granjas durante unas horas. Nela los había hecho dar vueltas a propósito en las arboledas para que nadie notara a donde se dirigían. Luciel se perdía en sus recuerdos, intentando sacar más sobre el Anarek'li. Su mirada se escapaba sobre Nela, y aun cuando era aceptada con solo algo de rubor, le molestaba no controlarse.

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