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Andante (Parte 2)

El alba se hallaba pintada en naranjas cuando emprendieron el viaje hacia el puerto. Adelayn bostezaba por la falta de sueño que ella misma se había causado. En palabras de Cilya o Niall. «Tenía sueño porque ella es una insensata» Gruñía de forma similar al lobo color acero que llevaba en las alforjas. Rememoraba el incidente que la había dejado al borde de la muerte. Una parte de ella quería insistir que no era ninguna insensata, otra le recriminaba esa forma de pensar. Una tercera y la que más le molestaba insistía en ponerse a lado de Luciel para hablar con él.

Según Niall, el rubio de ojos lavanda le daba la misma impresión que los pacificadores que le ayudaron en el norte cuando lo necesitó. Hombres peligrosos pero confiables. «Es confiable, aunque eso lo pude deducir a la primera vez que lo vi. No por que fuese guapo, solo porque lo es. Me salvo la vida al fin y al cabo» Ella nunca conoció a ninguno de pequeña cuando vivió en Astyel. Ahí en el Golfo de las joyas tenían ideas similares. "Confía en ellos, pero no te relaciones demasiado o pueden ser un gran problema" Ella misma no sabía que pensar de los pacificadores. Había conocido a un par cuando naufragó. Ellos se ocuparon de muchas de las cosas que Cilya y ella no podían haber realizado. Fue gracias a ellos que ella se encontrase bien. Mas aún, era gracias a ellos que estuviera en una posición noble. Aun así, eran ellos mismos y su misterioso actuar la razón por que estaba tan apresurada a aprender cómo defenderse.

Se revolvía en la montura pensando que debería hacer y cómo debería actuar. Quería acercarse a Luciel, era la primera vez que había sentido algo así por alguien. Ella no era alguien que se guiara solo de aspecto, no. Ya no era una niña que pensase de forma tan simple. Por lo menos es lo que se repetía cada que se cruzaba con esos ojos lavanda. Se propuso a sí misma hacerse inmune a los encantos de Luciel, pues solo así sabría lo que sentía. Para eso debía verlo muy de cerca.

Adelayn no advirtió su cercanía con el grupo de pacificadores hasta muy tarde. Improvisó alguna conversación con Luciel e intento agregar a la conversación al muchacho moreno llamado Justitia. De alguna forma salió victoriosa, a su parecer. Luciel hablaba de un viaje que tuvo a Astyel y de las ciudades, la gente y las vistas. En algún punto ella hablaba mucho más de lo que ninguna ves había hecho. No se percataba como el rubio la había hecho conversar sobre los libros que había leído recientemente, su conocimiento de viaje marítimo y algunas las historias que los marineros contaban en el mar del escudo. Había contado incluso opiniones muy personales sobre la ropa que debían usar las mujeres en Astyel, dando mucho detalle de porque los corsés deberían prohibirse. De alguna forma, sentía ella, Luciel la examinaba con detenimiento digno de un joyero.

Los demás pacificadores se limitaban a ver las cercanías con sumo cuidado. Habían dejado, a ella y su grupo en el medio de toda la formación. Los escoltaban a través del camino entre Ilyberk y Madalena. Uno que ella juzgaba extremadamente tranquilo. Escucho de Cilya como se había puesto énfasis en dejar bien segura esta vía, apostando mercenarios en cada pueblo. Si algo pasaba los mercenarios les darían aviso sin falta. Y como resultado no había escuchado de ningún problema en meses. En parte esa era la razón por la que se preocupó al ver Cuervos paseando tan tranquilos por el camino. Era su responsabilidad como hija del maestre del Litae, por lo menos en Beruem.

Perla la yegua blanca que le había regalado Cilya al salir del puerto, se movía constantemente entre la formación. «Debo dejarlo descansar, que desee mi compañía también» Niall la recibía con una pizca de desaprobación en el rostro. Pero no decía nada. Niall nunca decía más de lo necesario. Era lo opuesto de su hijo. A veces Adelayn quería preguntar si Eoin se parecía más a su madre. Pero la posibilidad de tocar un tema complicado la detenían cada vez. Ninguno de los dos la había mencionado en el medio año que llevaba de conocerlos y ella opinaba que debía haber una razón.

Para la noche había perdido toda esperanza de llegar a entablar una conversación con alguien más aparte de Luciel y Sergius. Eoin y ella se acercaron a la chica Agony para conversar y si bien mientras se tratase de los lobos se mantenía atenta. En cuanto intentaron hablar de alguna otra cosa ella se limitó a fulminarlos con la mirada en toda ocasión. Justitia no podía seguir del todo la plática, se limitaba a escuchar y asentir. «Es un compañero perfecto para Eoin» Su limitada charla la dejaba con un sentimiento similar al de hablar sola. Poena el grandote solo les dijo que no buscaba entablar conversación con nadie de una forma más ruda de la que le gustaría. Sergius el mentor tenia de Apodo Trol del norte y paso el primer descanso contando aquella historia a Eoin. Ella había escuchado más bien poco por intentar hablar con Justitia.

Paso una guardia acompañada del silencio de Agony. Según los pacificadores no era necesario que ellos participaran en las tareas. Niall les explico que era parte de las enseñanzas de él y que no les prestaran atención. Para ella, Niall estaba preocupado por lo que podrían hacer los pacificadores en la noche. Creyó haber visto como la muchacha buscar acercarse a ella en varias ocasiones. Suceso que la puso paranoica durante la noche incluso estuvo a punto de contarle a Niall sobre ello.

Se encontraron con el pueblo de Svayn una hora pasada el Cenit. El pueblo había estado prosperando desde hace unos años gracias a que la lana de las ovejas de montaña que se vendía. Muy codiciada en el puerto recordó ella. Una lana que facilitaba el hilado a tal punto que muchos solo llegaban a lavarla y entregarla para su uso. Casi todas las casas eran construcciones de piedra gris y adornos de maderas claras. Techos sumamente inclinados que daban a los espacios dedicados a leña. Mantenían las viejas tradiciones tanto como cualquier otro pueblo de la zona. Distinguían por medio de banderillas en los edificios a quienes eran leales o tiempos más recientes quienes eran bienvenidos en los edificios. Cuando Luciel pregunto sobre el origen de las banderillas Ella se apresuró a contestar.

—Leí que el origen de esta tradición databa de hace más de ochocientos años, cuando el país aún se llamaba Joram, y no Beruem como lo fue bautizado al pasar a manos del imperio de Gabriel —La información se le venía a la cabeza como si fuera una prueba de Cilya acerca de las partes de un barco, carraspeo para continuar cambiando el tono a uno menos formal —Drazan y Drobon Joram los propagadores fueron los primeros en usar las banderillas para resolver una disputa entre ellos. Beruem siempre ha sido un país gobernado por dos reyes, así que se les ocurrió no pelear militarmente y revisar que pensaba la gente de sus tierras para decidir cual sería el curso de las decisiones. Según el libro que leí la disputa fue porque uno quería que el águila de Beruem viese a la izquierda y otro a la derecha en la bandera. Luego cada uno de los reyes representaba uno de los lados, el mayor la derecha y el menor la izquierda. La idea funcionó, al inicio. Eventualmente la gente comenzó a pelear porque apoyaban a uno u otro. Aun ahora se muestra apoyo de esa forma. Ozren Joram el menor, apoya la unión de Beruem a el imperio de Aenthos. Mientras que Durko Joram el mayor quiere anexionarse de vuelta con Gabriel. Es difícil dictaminar en los pueblos pequeños como este quien tiene más apoyo. La mayoría solo muestra a quienes ofrecerán ayuda. Por eso ven tantas banderillas del Litae.

Cuando todos se quedaron en silencio observándola ella quería ocultarse. Apenada de haberse extendido en su explicación.

—No esperaba una respuesta tan completa. La agradezco Adelayn, parece que has estudiado mucho de la historia del país. Me encantaría que me contaras más de ella en otro momento. Es gracioso pensar que todo comenzó con algo tan simple como la dirección de un símbolo —Dijo Luciel cortando el silencio. Le sonrió de una manera tan sincera que ella pensó que se le había detenido el corazón.

—Si, con gusto lo hare —Contestó presurosa Adelayn —Fue algo que leí, puede que el origen sea otro. Hay poca historia escrita de muchos países. Por ejemplo, no he encontrado aun la razón por la que abandonaron su antigua capital.

—Alirez... también me gustaría saber más al respecto —El tono quedo con que hablo Luciel. La hizo pensar que no se lo estaba diciendo a ella.

Sergius los interrumpió antes de que ella pudiese continuar con su platica. Les comunico que saldrían a la mañana siguiente y que podían alojarse en cualquier lugar que quisieran. Según tenía que hablar con los chicos pacificadores sobre cosas importantes. Antes de separarse Adelayn insto a Luciel, y para ser cordial invito a los demás pacificadores a la posada donde se habían quedado la primera vez que cruzaron por el pueblo. El carnero de los vientos no se distinguiría de las otras posadas por muchas cosas, pero a su gusto que el cocinero Stana haya sido un marino que había viajado por todo el mar del escudo era suficiente incentivo a que sea el mejor lugar donde quedarse. No le dijo eso, no quería abrumarlo con su interés «Aunque aún estoy descubriendo que clase de interés tengo por el» Pero insistió en que fuera por la noche. Eoin se sumó a su pedido, lo cual creyó suficiente para que Luciel no se hiciera ideas sobre ella.

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