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¿vivo?

Los días pasaron desde que se fue, lo único que me dijo fue que volvería, antes de abrazarme, para no volver, descansaba en el porche esperando cualquier señal, la cual no llegaba. La sonrisa de mi rostro poco a poco enflaquecía y no quería aceptar la realidad. Afrontando la tormenta que golpeaba este páramo, seguía ahí sentado, los minutos pasaron, las horas por igual hasta que los días lo hicieron igual. Desnutrido y apuntó de caer rendido ante mi agonía, distinguí una silueta que pasaba por la infernal tempestad la cual arrasaba todo, estirando mi brazo con las últimas fuerzas, mi débil voz atajo el sonido del granizo golpeando a mi alrededor.

 

—M-mamá…

Despertando de mi inconsciencia, aprecié mi entorno, me encontraba en la sala de la casa, poniéndome de pie, tropecé con mis propios pasos e incapaz de mantenerme erguido sin sucumbir por la poca fuerza y quedarme de rodillas. Apretando con las pocas fuerzas aún vigentes de mi cuerpo me levanté y camine como un muerto, cada paso era más complicado de dar, aun así abandone la sala para caminar por el pasillo y salir de mi hogar, viendo al frente presencié como dalias terminaba su labor de sepultar algo. 

En silencio me acerqué, pero antes de siquiera estar cerca me derrumbé y arrastrándome vi con mi más profundo horror. Una lápida de piedra a un lado de la de mi padre. . . Y leyendo su inscripción me quebré por completo.

" Descanse en paz Kumiko Hyodo

Querida madre, compañera y amiga."

Mi cabello cubrió mis ojos, y aun si dalias sabía muy bien mis emociones, por ende no me veía por claro respeto. 

Mis lágrimas se comenzaron a expresar en un sentimiento que no era dolor y que remplazaba la tristeza de la pérdida de mi madre, sino que eran lágrimas de una incontrolable rabia que crecía y crecía. Comenzando a golpear con fuerza el suelo, apretaba mis dientes y levantando la cabeza lo solté todo, en un gran grito de múltiples emociones que desbordaban de mi corazón, cuando lo saque todo baje la cabeza, y con ello su voz resonó.

—Lamento tu perdida issei. . . Sé que es lo que vas a hacer, si tu madre no fue capaz contra aatrox menos lo serás tú, por eso te digo que abandones la idea de buscar venganza. . . Si ese no es el caso, te deseo de las mayores suertes, chico —sus oraciones fueron cortadas, pero expresando a lo que quería llegar, sin más le deseo suerte al muchacho—.

No levanté la cabeza, pero sabiendo que se habría ido volví adentro, mi cabello castaño aún segaba mis ojos, pero eso no importaba, en lo absoluto y por mi mente quedaba frecuentemente el deseo insaciable de cobrar venganza.

. . .

Estuve un año entero recuperándome, como preparándome para lo que tendría que hacer, pero debía de hacer algo primero antes de ir a cobrar mi venganza, mis hermanos aún seguían sin contactarse, pero eso ya no importaba en lo absoluto, armado con una simple lanza, y usando un conjunto específico, me encargué en escalar el monte Targon.

Empleando únicamente mis brazos, como Fuerza avanzaba en vertical con destino a la sima, con 4 horas de escalada, los brazos me ardían y el frío que habría comenzado a sentir fue descomunal, aguardando mis fuerzas unos minutos en una grieta de monte repose y al estar listo volví a mi encrucijada, las horas pasaron y el atardecer llegó, presenciando el atardecer desde mi altura actual disfrute, pero baje la cabeza, no vi el suelo, sino una nube, que me impedía ver abajo, el aire era cada vez más denso por ende el respirar era más complicado, decidiendo reposar y retomar las fuerzas, escale un poco más y llegue a una parte del monte ciertamente plana en dónde podría descansar, al arrastrar y apoyarme contra la pared tras de mí de granito, bostece con frío, y cerrando los ojos descansé con mis sueños.

Desperté de improvisto, todo estaba oscuro, pero aun así habría luz de forma natural por el hecho del mismo monte Targon, quien tenía un alto flujo mágico que producía esa fría luz, decidiendo seguir volví a mi tarea. Tras varias horas llego el día y con ello el sangrar de mis manos. La piel se despegaba de mis manos lo cual producía aquel sangrado con el cual dejaba mis propias marcas, las aberturas en dónde poner mis manos como pies se volvía cada vez más reducidas en tamaño y con ello ponía más esfuerzo en subir, el aire se iba de mis pulmones apenas recuperándolo.

. . .

No podía más, pero con ello llegué a la sima y débil me arrastré, y en vez de ver un paraíso por parte de los aspectos solo era otra llanura irregular de granito, con piedras saliendo desde el mismo suelo, débil mis esperanzas cayeron junto a mi cuerpo incapaz de seguir y dando el último suspiro quedé desmayado por la falta completa de aire que me incapacitada de seguir consciente dando la última vista, mis ojos amarillos opacos presenciaron la última complexión de vida natural, una constelación de color dorado perteneciente al cosmos.

. . .

Y así fue como murió issei Hyodo, quien dio lo último de sí para conseguir un poder inventado, y que lo termino matando. Ahora su cuerpo descansaba, en lo más alto del monte Targon, junto a más incautos que se atrevieron a escalar este lugar. . . Pero ese aún no era el caso.

Unos kilómetros más abajo, pantheon se preparaba para su cometido, la energía se cargó, un cuerpo femenino aunque fríamente entrenado relucía, y como únicas prendas una gran capa azul que bajaba por su espalda y se ha abrochado frente de su pecho cubierto por un sostén de cuero. Mantenía la vista al horizonte, su lanza sostenida por su mano y su escudo en la otra aún observaba su entorno. 

Y ni él supo como sucedió, fue tan rápido, cuando cargo su lanza con sus fuerzas y la lanzó a los cielos, fue exterminado por un feroz ataque que vino de la nada y así pantheon murió. . . O mejor dicho su huésped dio sus últimos suspiros contra aquel ataque, pantheon actuó rápido, y en su forma actual de espectro se movió en búsqueda de algún huésped para no desaparecer, pero encontró el cuerpo de issei, este lo descarto unos segundos, por el hecho de que no cumplía sus exigencias, pero el tiempo se le agotaba y sin más lo tomo.

Al principio sintió únicamente asco. El cuerpo de su nuevo huésped se sentía débil aun así con fuerza, y era mejor a no tener nada, levantando lo hizo qué caminara hasta el borde de la cima del monte y sin más se arrojo. Su cuerpo caía a toda velocidad contra el piso y cuando impacto contra el suelo este se fracturó y levanto la caída hubiera matado a cualquier, pero no a pantheon quien salió del cráter qué habría creado, sus pensamientos eh ideas eran simples acondicionar su nuevo cuerpo para su uso propio aquella tarea le tomaría dos años en concretar un entrenamiento qué dejaría óptimo el cuerpo que usaba.

.  . .

 

Sin saber lo que sucedía exactamente me puse de mi. Un páramo únicamente blanco si ningún color distinto, confuso gire a ver a mi alrededor en busca de cualquier cosas distinta, pero no habría nada, suspirando supuse que ya estaba muerto, rendido me senté en el suelo, con la vista baja me quede ahí, únicamente respirando el extraño aire qué habría, y así paso el tiempo.

—Hijo todo estará bien —Sus palabras fueron expresadas con completa sinceridad y afecto a su amado hijo—.

Estaba incrédulo. No sabía si era verdad y con el corazón en la boca voltee en dirección a su voz, al hacerlo apreté los dientes y mi corazón se comenzó a inundar con un sentimiento de culpa y tristeza, aun asi eso no impidió mi abrazo, me aferre a el y comencé a llorar como cualquier otro niño, soltando todo lo que habría estado guardando hace mucho tiempo era expulsado de mi en unas lágrimas.

El no opuso resistencia antes de abrazarme y consolarme como aquellos tiempos en donde era un pequeño temeroso, ahora solo reposaba ni cabeza en su regazo mientras revolcaba mi cabello castaño.

—Perdóname papá, no logré sobrevivir al monte targon, me inundé con el deseo de vengarme y mira morí —comento su razón de estar ahí junto a él, se le sentía devastado como triste de dos formas diferentes—.

—No hay de que disculparse hijo, hiciste lo que pudiste hacer, lo diste todo y por eso estoy orgulloso de ti, ahora yo, tu madre y tu podremos descansar hasta que tus hermanos se nos unan —comento, sabiendo muy bien que así sería, pero se le escuchaba más animado en diferencia a cuando estaba vivo—.

Con simplemente escuchar eso no pronuncie una palabra y continúe ahí sin hacer nada más, pero sentí algo. Era extraño y esa sensación justamente venía de mi mano, por la curiosidad la vi. No esperaba ver como esta se volvía polvo frente mis incrédulos ojos. Despegando me de su regazo de forma incidental le mostré mi mano a mi padre quien tuvo la misma expresión qué yo.

—Papá a-ayúdame —suplico sin saber que le pasaba, y es que no tan solo su mano se desintegraba a sus demás extremidades le sucedían lo mismo—.

Mi padre me abrazo solo pudiendo hacer eso, no aspere eh hice lo mismo, con cada segundo que pasaba me seguía desapareciendo rápidamente, y cuando menos lo pensé lo vi a la cara antes de volverme polvo por completo. . . No entendía lo que sucedía lo único que sabia era que mi estómago estaba siendo atravesado por un colosal como demoníaca espada qué me levantaba del suelo y su portador me veía a los ojos, la sangre fluyó de mi boca por el daño por el cual pasaba, aun asi sentía una rabia que ardía directamente de mi corazón y con mis propias manos fuero al filo.

—Qué asqueroso ser —comento viendo con repulsión al joven al cual atravesaba—.

El comentario no me causó nada de gracia y solo produjo un escupitajo de mi parte directamente en su cara, y con esta misma goteando por mi boca sonreí y eso solo causó una mueca en su cara antes de que me despegará de su espada y lanzará como basura nada más, rodando por césped termine boca abajo, sabiendo muy bien que mis intestinos estaba fuera de mi interior, pero eso no impido nada para mí cuando me puse de pie, con mi mano sostenía mis tripas y en mi cara abría una mueca de sumo odio, pero no caería sin dar un poco de lucha, aunque no entendiera qué sucedió con exactitud, arrastrando los pies tome entre mis manos una lanza qué se entraba en el piso y la empuñe comopuede, ante poniéndome a mi oponente note que era mucho más grande como músculo qué yo, pero eso no implicaba nada, el no tardo un segundo en lanzar en un fuerte tajo su espada la cual bloque aun así me dio dejándome ciego del ojo izquierdo. De rodillas en el piso lance una estocada con una fuerza que ni sabia donde había conseguido atravesé su pierna.

Pateandome con su descomunal fuerza, rodé por el suelo hasta impactar contra un árbol, apoyándome en el fui impactado por la propia lanza qué habría tomado. Mi pulmón izquierdo fue el que sufrió el daño y ahora si la muerte estaba asegurada, pero sin saber lo que me sucedía me puse de pie por la última vez y al hacerlo una fuerte luz que vino del cielo mismo me golpe y vino acompañada con una gran fuerza. . . me sentía diferente, más fuerte, mis heridas ya habrían cicatrizado y ahora un casco reposaba sobre mi cabeza