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Capítulo 84: Los Thornlake

- Vamos maestro, di "Aaaa" - Nana no dejaba el lado de Dariel casi en ningun momento, desde que este salio de la bahia.

Lo primero que recomendo el doctor y Laura, fue que este comiera, pero para sorpresa de todos, Nana comenzo a alimentarlo.

Aun mas sorprendidos fueron al ver que Dariel no se negaba, esto fue una escena nueva y que animaba la sala con una calidez muy familiar.

Dariel simplemente abria la boca, mientras Nana sonreia de oreja a oreja, dandole cucharada tras cucharada de una sopa tri-color.

Poco despues, el sueño llego a los pequeños, dando otra vista peculiar, tanto Nana como el fueron a la cama, ambos dormidos, como dos inocentes niños.

Realmente esta situacion no asombro mucho a nadie, Nana siempre dormia con Dariel, solo que ahora mantenia un forma diferente.

Cuando llego la mañana, varios soldados con armadura verde, trajeron algunos animales vivos. Estos eran los ingredientes para la comida que el hotel ofrecia a sus clientes, solo que en vez de quitarles ellos la vida, se ofrecieron a Nana, para que ella los matase y se alimentase.

El alma de un ser vivo era dentro de lo que cabe, algo intangible y sin precio, para la inmensa mayoria de los seres del universo, solo unos pocos podian sacar cualquier cosa de ella, por lo que simplemente se lo ofrecieron a Nana sin coste alguno.

No hacia falta decir, que la zona se lleno de los lamentos mas aterrorizados y mórbidos, cada vez que ella se alimentaba.

Poco despues, llego el mismo joven que la ultima vez, con una fuerte reverencia, se presento.

- Su majestad, esta mota le invita a subir, ya tenemos el destino fijado - Dariel solo suspiraba, el no queria reunirse con nadie, solo quedarse con todos en casa, mucho menos ir a pasar un dia con los Lakethorn.

Nana queria acompañarle, siguiéndole de cerca, pero Dariel decidio detenerla.

- Nana, hoy no puedes acompañarme, tienes que estudiar, ¿Entendido? - La mirada de Nana fue extremadamente conflictiva, incluso sus ojos se enrogecieron ligeramente, al verla asi, Dariel casi cedio, pero la presencia de Nana era muy llamativa, el la creo de tal forma, que era hermosa y perfecta, mas alla de lo natural, una buena fachada para un depredador, pero que llamaria mucho la atencion si viajaba con el por ahora.

Nana noto la renuencia en Dariel y intensifico su mirada, mientras que los grumos de lagrimas casi descendian por su tierno rostro.

Parecia que casi lo tenia.

Pero sin previo aviso el joven asistente rompio el silencio.

- Su majestad, lamento importunar y aceptare cualquier castigo, pero debo instarle a marchar, los Lakethorn ya llegaron y nos esperan - Dariel desperto del encanto envaucador de las lagrimas de Nana y asintio.

Mientras que Nana miro a este joven con el deseo mas puro de devorarlo por interponerse, justo cuando por poco convencia a Dariel.

El joven cayo hacia atras, sentandose en el suelo, cuando la mirada enfurecida de Nana, cayo en sus ojos.

El joven mayordomo, sintio de golpe estar ante un depredador, uno hambriento y enorme, como si la muerte misma le hubiera extendido la mano y le obligase ha aceptarla.

Por suerte para el, Dariel se interpuso entre el y Nana, ocultandolo en su espalda.

De esta forma, se rompio el contacto, mientras ella se marchaba corriendo a la casa.

- El maestro es malvado... - Estas fueron las palabras gritadas por Nana en la puerta de la casa, antes de cerrarla.

- Su inmaculada eminencia, esta mota agradece su consideracion - El joven se arrodillo en el suelo, pero Dariel únicamente suspiro como solia hacer estos dias y entro en el vehículo.

El joven no tardo en conducir, mientras Dariel se notaba un poco solitario en la parte de atras del vehiculo, siempre habia salido acompañado, nunca solo, siendo un tanto aburrida como carente.

Esta vez el vehiculo no tardo mucho en llegar a su destino, fueron solo unos pocos minutos, pues donde les esperaban era en la zona mas exclusiva de la capital, igual que donde se erigía el hotel de Selena.

Descendió en un parking privado, donde el par de gemelos y la señorita thornlake, esperaban con su vestimenta fina.