75 Capítulo 75: La entrada a la cúpula de negro y dorado

- Vamos Nana - Dariel llamo a la pequeña hidra, mientras se despedía de Desdel.

La pequeña hidra, siempre acompañaba a Dariel, porque temía dejarla sin su influencia, Nana seguía siendo una devoradora de almas, por lo que, mantenerla lejos de el, podría terminar en catástrofe.

- Venga, ves, no hagas esperar a la Emperatriz Denetria - Oswald dijo, mientras abría la puerta.

Dariel dio un sonoro suspiro, la desgana estaba marcada con un cartel de neón, pero aun así, fue.

EL tembloroso joven lo esperaba fuera, miraba al pequeño niño con Nana en los bracitos, pero para el, la imagen no era la marca de la inocencia y el infantilismo, podía ver la sombra que portaba. la misma que su señora y los hermanos de esta.

Al contrario que la familia de este, la cual no lo trata con el debido respeto, lejos del temor y la gloria que desprende su presencia, la magnificencia y la gloria que desprendía su simple exhalación.

Incluso atreverse a mencionar a mi señora sin su titulo completo.

Pero el joven no se atrevía a decir nada de esto, cada pensamiento y realización serian un tormento enterrado y guardado en lo mas profundo de su conciencia, esperando que ninguna de sus majestades le preguntara, pues si así fuera no se atrevería a mentir y su vida se esfumaría por sus impíos pensamientos.

- Su majestad, esta mota le invita a subir - Sin cambiar mucho su expresión, aun cuando su corazón corría a mas de mil por hora.

Dariel no le hizo ningún caso a su sofisma, simplemente subió al vehículo.

Tampoco es que pudiera negarse.

El viaje fue corto, nada mas lejos que unos quince minutos, el lugar de residencia de Denetria era una inmensa cúpula de arboles primigenios.

La aeronave descendió fuera de la cúpula, allí estaba Denetria, sonriendo.

Cuando Dariel bajo, la sensación de parentesco creció, por lo que la molestia fue reducida en cierta cantidad.

Denetria no tardo en abrazarlo.

- Bien hermanito, espero que tengas tus papilas gustativas preparadas, además de que ayudare con tu problema de liquidez - Dariel la miraba expectante, pero su mirada acabo en otros dos vehículos que llegaban, uno era muy magnifico con soles brillantes como marcas representativas, no hacia falta saber quien era la pasajera de este.

Por otro lado, la siguiente nave si lo sorprendió sacándole un suspiro de reticencia, profundo y largo.

Denetria le sonrió con denotada sapiencia.

- Hermanito, no esperarías escaparte de tus responsabilidades, ¿Verdad? - Dariel la miraba y entendía el sentimiento de desesperación que tenia el Doctor, cuando Laura y el, hablaba con la tía Marian.

Aunque esta luz de comprensión no evitaría que los emparejara.

- También he invitado a las Trillizas, le debo un favor a Brunilda recientemente, ha decidido cobrarlo hoy, que sorpresa - Dariel miraba a la Denetria divertida, que jugaba con su destino, mientras se lamentaba profundamente de su impotencia.

Selena fue la primera en descender, pudo ver el estado de animo de Dariel de lejos, pero eso no pudo evitar que ella lo levantar y frotase su cara con la suya.

- Me vas a despeinar... Hermana... - Aun, ante las quejas de Dariel, Selena no dejo de hacerlo.

- No podras escapar de mi, tengo que aprovechar que el tiempo no ha madurado tu cuerpo, si no lo hago, en solo un parpadeo habrás crecido... Bueno, siempre puedo seguir haciéndolo entonces -Selena tan enérgica y libre... Aunque lo pero fue cuando seguía haciéndolo mientras las trillizas lo miraban.

Dariel no pudo evitar sonrojarse.

Las trillizas no dijeron absolutamente nada, pero esa sonrisa indisemula y la leve picardía impregnada en su mirada atenta al par, no podían esconderse en ninguna parte, acentuando el enrojecimiento del pequeño.

Las trillizas vestían iguales, vestido corto con falda a media piernas, de diseño abierto, todo adornado pero no sobrecargado, un abrigo de pelo pomposo y unos zapatitos como de muñeca.

Pero con la diferencia de los colores base, cada uno, seguramente para poder diferenciarlas, portaba un color base diferente, azul, amarillo y cian verdoso.

- Saludamos a los venerados Emperadores, es un honor tener la oportunidad de pasar esta velada con vosotros y poder contemplar uno de sus hogares, Emperatriz Denetria - Las tres dijeron a la vez, la entonación de sus tres voces resonaban como un encantador canto.

- No es nada pequeña, dadle las gracias a vuestra madre por el favor - Las tres dieron una elegante reverencia.

- Bueno mis pequeños, preparaos para contemplar mi humilde hogar, Dariel, una vez dentro puedes retirar tus restricciones, en nuestra casa, jamás debes contener tus marcas - Con un gesto de su mano, sonrisa en rostro.

Los arboles se doblaron, las raíces se movieron y las ramas se enrollaron, formando un camino hacia un prado de flores de todos los colores y con uno de los aromas mas embriagadores, que cualquier olor que Dariel pudo apreciar nunca.

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