1 ¡Repartidor bueno para nada!

Translator: Nyoi-Bo Studio Editor: Nyoi-Bo Studio

En el Hotel Splendor de Orlando, Florida. 

—Señor, su comida ha llegado. 

Jordan Steele, que llevaba el uniforme de repartidor de comida a domicilio, llamó a la puerta del hotel.

—¡Ya voy! 

La puerta de la habitación de invitados se abrió y Jordan se quedó helado al ver a la pareja dentro. No conocía al hombre que abrió. Sin embargo, la hermosa mujer en bata que estaba detrás de ese hombre era su esposa, ¡Hailey Camden! 

¡Clang! Jordan dejó caer al suelo la comida que llevaba en la mano derecha. 

Hacía un segundo, aún sentía curiosidad por la persona que había pedido la comida. 

El Hotel Splendor era un hotel de cinco estrellas, y los huéspedes que vivían allí rara vez pedían comida externa. Aunque lo hicieran, el hotel sólo permitiría que el repartidor la dejara en el vestíbulo. 

Sin embargo, la persona que pidió dispuso que Jordan la entregara en la puerta de su habitación. ¡¿Quién iba a pensar que se encontraría con su esposa mientras realizaba la entrega?!

Mirando la comida que estaba en el suelo, el desconocido estaba furioso. Estaba a punto de arremeter contra Jordan cuando escuchó a Hailey exclamar conmocionada: —¡Cariño! Tú... ¡¿Qué haces aquí?!

Sorprendido, el desconocido empezó a evaluar a Jordan. Era de complexión promedio, pero más guapo que la media. Llevaba un uniforme amarillo de repartidor de comida a domicilio.

El desconocido sonrió: —Hailey, así que tu marido es un repartidor, ¿eh? Ja, si lo hubiera sabido antes, habría llamado al servicio de habitaciones en vez de ordenar comida. 

A pesar de encontrarse con el marido de Hailey, ¡no se alteró en absoluto! ¡Fue porque sabía que Jordan era un yerno mantenido! ¡Y tenía un estatus inferior entre los Camden! 

—Hailey, ¡llevo tres años casado contigo! He preparado todas tus comidas y he cuidado de tu perro y tu gato sin ninguna queja. ¡No te he defraudado! ¡Durante los últimos tres años, ni siquiera me has dejado tocar tu mano! Siempre pensé que eras una mujer de principios, pero hoy, tú... ¡¿Por qué has hecho esto?! —arremetió Jordan, mirándola con furia. 

La bella y blanca Hailey se horrorizó, pero pronto se volvió arrogante. Se dirigió hacia la puerta y respondió: —¿Y qué? Jordan, no digas tonterías. Las consecuencias son graves. ¿Sabes quién es él? Es el jefe de una empresa de inversiones y el vástago de una familia importante de Orlando, ¡Tyler Collins! Está aquí para discutir un acuerdo de negocios conmigo. Si no lo crees, puedo enseñarte el contrato, pero ¿serás capaz de entenderlo?

Jordan era un repartidor y, en opinión de Hailey, era incompetente y no entendía de negocios.

Tyler sonrió sin dar una explicación. Mirando la comida esparcida en el suelo, dijo: —Al principio, iba a presentar una queja contra ti por dejar caer mi sopa de pollo. Sin embargo, debido a que eres el marido de Hailey, te daré una calificación de cinco estrellas. Sólo si te disculpas con sinceridad. ¿Qué te parece?

El hombre mostraba una sonrisa siniestra mientras actuaba como si fuera la víctima. No sólo no dio explicaciones ni se disculpó con Jordan, sino que incluso quiso que éste se disculpara con él. 

Jordan pensó que Hailey detendría el comportamiento descarado de Tyler, pero para su sorpresa, ella también insistió: —Discúlpate con Tyler. No es alguien a quien puedas ofender. 

Jordan se enfureció.

—¡Ustedes dos están siendo abusivos! No sólo no se disculpan conmigo, sino que quieren que yo me disculpe con ustedes, ¿eh? ¡Eso no tiene sentido! 

Jordan apretó el puño, sintiendo el impulso de darle una lección a esa bestia. Sin embargo, justo cuando dio un paso adelante, Tyler retrocedió tres pasos conmocionado. 

Hailey se puso delante de él para protegerlo mientras le gritaba: —¡Jordan! Mira qué mal te ves. No estás en condiciones de entrar en la habitación de un hotel de cinco estrellas. ¡Fuera! Si no, ¡llamaré a seguridad!

Jordan miró a Hailey y bajó un poco el puño. 

—¡Hailey, espero que un día no te arrepientas de esto!

Con eso, Jordan se dio la vuelta y se fue.

Mirando fijamente su espalda, ella gritó: —¡Casarme con un perdedor como tú es lo que más lamento! 

La agradable y melodiosa voz de Hailey resonaba en el pasillo del hotel, volviéndose cada vez más suave. Sin embargo, su voz se hacía más pesada en el corazón de Jordan. 

Se montó en la motocicleta que le proporcionaba el servicio de reparto nada más salir del hotel. De repente, su teléfono empezó a sonar. 

—¡Hola hola! Aquí Ubereats —respondió con profesionalidad. 

La voz de una persona mayor respondió: —Señor, su experiencia de tres años de desarrollo del carácter como yerno en la familia Camden termina oficialmente hoy. Su próxima tarea es adquirir experiencia en la gestión de empresas. El Sr. Steele ya ha comprado la Corporación Ace y ha dispuesto que tome el puesto de presidente. 

—Está bien, lo sé —respondió Jordan con indiferencia. 

Cualquier otro repartidor se quedaría extasiado al convertirse en presidente de una empresa de la noche a la mañana. Sin embargo, Jordan mantuvo la compostura.

—El Sr. Steele padre quiere saber cómo se lleva usted con su esposa. ¿Quiere que se una oficialmente a los Steele y se convierta en una de las herederas?

—¿Que Hailey Camden herede los bienes de mi familia, que valen miles de millones? Ja, no es necesario. ¡Ella no es digna! —exclamó Jordan con tono burlón. 

Jordan colgó y luego agarró el manubrio mientras pisaba el acelerador para atravesar el intenso tráfico de las calles. 

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