¡¿Quién es ese hombre?!

—¡Sí! 

Herman llamó inmediatamente a Hailey, pero fue Sylvie quien respondió. 

—Oh, eres tú, Sylvie. Quiero hablar con Hailey. Rápidamente ponla al teléfono. 

Ahora que los Camden habían perdido tantos socios y al menos varios miles de millones de dólares en negocios por culpa de Hailey, Herman por fin se sentía seguro al enfrentarse a Sylvie. 

—Hailey y yo estamos en el hospital. Ella ya se ha desmayado y le han puesto el gotero. Si no hay nada importante, ¿por qué no esperamos un poco? 

—¿Nada importante? Tu hija ha hecho que los Camden casi se vayan a la quiebra. ¡Déjate de tonterías y pásale el teléfono a Hailey!

«¿Su hija? Debería ser Jordan quien sufriera. Su hija debería saber lo que ha hecho. ¡El Sr. Steele ha sufrido un gran golpe!»

Sylvie y Hailey estaban en el hospital, y no le pusieron el goteo. Ella estaba fingiendo que se desmayaba porque, en una situación así, no había forma de explicarle ese asunto a Jordan en absoluto.