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El despertar de Sylvia

En un mundo donde la realidad y la fantasía colisionan, Carlos, un jugador de videojuegos, se encuentra atrapado en el cuerpo de su avatar elfico, Sylvia. Despertando en un reino desconocido, debe navegar por una vida que es tanto familiar como extraña, enfrentando desafíos que ponen a prueba su identidad y su supervivencia. Capturada y acusada de espionaje, Sylvia es llevada ante los templarios y sacerdotes del monasterio, quienes ven en ella tanto una amenaza como una posible clave para un antiguo misterio. A través de juicios y tribulaciones, Sylvia se ve obligada a adaptarse a su nuevo entorno, aprendiendo las enseñanzas de Olpao y descubriendo paralelismos sorprendentes con su vida pasada. Mientras se sumerge en las profundidades de la fe y la política del monasterio, Sylvia descubre una profecía sobre los "Viajeros de Mundos", seres con el poder de alterar el destino de su mundo. Con esta nueva comprensión, se encuentra en el centro de una lucha por el poder, donde las alianzas son tan volátiles como las verdades que busca. Enredada en una red de manipulación y engaño, Sylvia debe discernir amigos de enemigos, especialmente cuando Günter, un templario con oscuros motivos, la arrastra hacia una trama de intrigas. Con cada capítulo, la tensión se intensifica, y Sylvia se encuentra en una carrera contra el tiempo y las sombras que buscan usarla como peón en un juego peligroso. "El Despertar de Sylvia" es una historia de transformación, descubrimiento y la lucha por la autenticidad en un mundo donde las apariencias pueden ser tan engañosas como la magia que lo impregna.

Shandor_Moon · Fantasy
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48 Chs

38. La Resurrección de Aurthil

La mañana se presentó fría y húmeda, aunque despejada después de un par de días de lluvias. El viento azotaba fuerte la Costa Maldita y la Isla de la Sangre, trayendo aires salados y húmedos procedentes del mar. Sylvia no había podido dormir y, desde hacía un rato, había salido de la tienda, observando las olas romper sobre los pilares del puente. La inquietud en su pecho era casi palpable, y cada golpe de las olas resonaba con su incertidumbre. El cielo, todavía gris y cargado de nubes, reflejaba su estado de ánimo sombrío.

Hoy debían tomar su decisión Sarah y Evildark. La aterraba la idea de perderlos, pero no había querido influenciarlos insistiendo la noche anterior en su permanencia en el templo. Se sentía atrapada entre el deber y el miedo, consciente de que su futuro estaba envuelto en sombras y sacrificios. Ella seguramente se convertiría, con el paso de los sacrificios, en un monstruo. Era su elección, una elección tomada por las circunstancias, pero suya al fin y al cabo.

Estaba sumida en esos pensamientos cuando sintió unos brazos rodearla por la cintura y unos pectorales musculosos contra su espalda. —Günter... —susurró al sentir su reconfortante presencia. Aún recordaba cuando sintió esos brazos y ese torso por primera vez en la biblioteca del monasterio de la Rosa Ensangrentada. Cuánto habían cambiado las cosas desde entonces. —¿Estoy siendo una chica mala y debo hacer algo para conservar tu silencio? —preguntó, solo por ver su reacción.

—Sí, lo estás siendo. Has salido a observar el mar y no has venido a darme un beso. —Günter la volvió hacia él y la besó con pasión, a lo cual ella respondió con la misma intensidad. Sylvia se perdió en el beso, permitiendo que su calidez la reconfortara, alejando momentáneamente sus miedos. —Eso está mejor —añadió cuando se separaron.

Sylvia sonrió, pensando en cómo se había vuelto adicta a esos besos mañaneros. Iba a solicitar alguno más, pero en la periferia de su campo de visión vio a Sarah. —Perdóname, Günter, pero quiero hablar con Sarah.

Günter se apartó, dejando que Sylvia caminara hacia Sarah. Mientras se acercaba a su amiga, sus pensamientos giraban en torno a cómo iba a reaccionar si la decisión había sido marcharse. —Buenos días —dijo finalmente, con lágrimas en los ojos.

—Buenos días, ¿por qué lloras? —le sonrió Sarah, ajena a sus pensamientos. Sylvia notó la calidez en la mirada de Sarah, una mezcla de curiosidad y preocupación que le hizo sentirse un poco más aliviada.

—Tengo miedo a perderos hoy, pero no quiero condicionar vuestra decisión. —¿No quería condicionar su decisión y estaba llorando? Sylvia pensó en lo hipócrita que era esa afirmación. Sin embargo, no podía ocultar la verdad de sus sentimientos.

—¿Y si hemos decidido quedarnos? Ayer dijiste unas palabras muy ciertas. No se puede posponer las decisiones. Siempre se debe elegir. Quizás te sorprenda nuestra decisión —Sarah había cambiado un poco la angustia de Sylvia. Sylvia sintió un atisbo de esperanza. —¿Realmente te gusta Günter? —cambió de tema para no revelar su decisión final.

Sylvia respetó la decisión de Sarah e incluso cuando Evildark se unió evitó decir nada al respecto. La presencia de Evildark, con su actitud relajada y su sonrisa, le hizo sentir una conexión más fuerte con sus amigos. Era su última fogata de campamento en una buena temporada y todos la disfrutaron, aun teniendo que cobijarse en sus capas. Añoraría las largas charlas del camino, las largas charlas en las fogatas y, en definitiva, el espíritu de camaradería que había disfrutado durante este viaje.

El sol comenzó a elevarse más en el horizonte, bañando el campamento con una luz suave y dorada. La claridad del nuevo día contrastaba con la oscuridad de las preocupaciones de Sylvia. Mientras el grupo se reunía alrededor del fuego para desayunar, la tensión en el aire era palpable. Cada mirada, cada gesto, parecía cargado de un significado más profundo.

Evildark se acercó a la hoguera con una expresión pensativa. Miró a Sylvia, luego a Sarah, y finalmente tomó una profunda respiración antes de hablar. —He pensado mucho en esto —comenzó, su voz firme pero con un matiz de incertidumbre. Sylvia notó la lucha interna en sus ojos—. Mi libertad es importante, pero también lo es la justicia y el apoyo a mis amigos. Decido quedarme —dijo finalmente, provocando una oleada de alivio en Sylvia.

Sarah sonrió y asintió, mirando a Sylvia con determinación. —Yo también me quedo. No puedo abandonar a mis amigos ni a esta causa si ellos han decidido unirse. Juntos, enfrentaremos lo que venga.

Sylvia sintió que el peso que había estado cargando en su pecho se aligeraba. Abrazó a Sarah y a Evildark, sintiendo una mezcla de alivio y gratitud. —Gracias, de verdad. No sé qué haría sin vosotros.

Morwen se acercó hasta ellos. —Me alegra vuestra decisión. Ahora mismo tenemos mucho que organizar en este monasterio. Evildark, te pondrás a las órdenes de Sigfried; Sarah, tú a las órdenes de Lysandra. Cuando lo más urgente haya sido organizado, os asignaré un guardián para vuestra protección —tras esto, se dirigió a los dos goblins—. ¿Vosotros os quedáis?

Blogusz miró a Harry, luego a Zalvulb y finalmente a Morwen. —Nos gustaría seguir con Harry, pero somos goblins. A nosotros no se nos mira bien por humanos, elfos o enanos.

Morwen los miró con comprensión. —Los humanos de esta región tampoco miran bien a los elfos. Podéis preguntar a Sylvia. No obstante, nos ayudasteis a llegar y, si os quedáis, sois bienvenidos. Si os vais, no os puedo garantizar que seáis bien recibidos cuando vengáis a ver a Harry. Habrá cada vez más hermanas, y no sabrán distinguiros de otros goblins.

—Lo entendemos, pero otra cosa que nos gustaría garantizar si nos quedamos es salir de vez en cuando a cazar en el bosque libremente.

Morwen valoró la petición de Zalvulb. Dejarles salir sin supervisión era correr el riesgo de ser traicionados, no aceptar esa petición era perderlos seguro. —De acuerdo, aceptaré esa petición bajo una condición. Deberéis volver en el mismo turno de guardia que salís. De esta manera, podréis establecer un código específico con quien guarde la puerta.

Zalvulb y Blogusz aceptaron encantados. Podrían dormir bajo techo seguro y seguir siendo medianamente libres. Evildark se golpeó en la frente por no haber negociado una cláusula similar, aunque posiblemente, teniendo en cuenta su historial, en su caso no se la habrían autorizado.

Habiendo solucionado la permanencia de todos bajo el paraguas de la orden, Morwen se volvió hacia Sylvia. —¿Quieres intentar resucitar a otra? —Sylvia asintió, era muy temprano y si tenía suerte, después de comer podría intentarlo con otra. —Günter, vienes con nosotras. Necesitamos que alguien sujete bien al sacrificio.

Mientras Sylvia, Morwen, Seraphina, Keira y Günter caminaban para elegir a la siguiente a resucitar, Harry y Lyanna entraron en el monasterio para seguir reparándolo, y el resto se quedó a desmontar el campamento y meter toda la mercancía en el monasterio.

—¿Podemos resucitar a la niña? —preguntó Sylvia. Había varias mujeres jóvenes, pero al decir "la niña", todos tuvieron claro a quién se refería.

—Entiendo tu elección. Sin duda, es la muerte más dolorosa para todos, pero me presenta un par de objeciones para no elegirla. La primera, cómo le afectará estar ella viva y los cadáveres de las demás aquí. La segunda, ahora mismo tenemos pocas manos para defender y arreglar el monasterio, haciendo más óptimo resucitar a algunas de las seguidoras de Veltara, de las diestras en cocina para ayudar a Elías o de las guerreras. Espero que las seguidoras de Olpao no sean urgentes.

Las motivaciones de Keira eran de peso, pero en el corazón de Sylvia la niña debía ser la primera. —De acuerdo, tú decidirás quién es la resucitada ahora, pero si esta tarde estoy en condiciones, resucitaré a la niña. Si esta tarde no puedo, mañana lo volveremos a hacer igual. Hasta que yo pueda hacer dos en el mismo día. Entonces, esa resurrección extra será la niña.

Morwen y Seraphina miraron a Sylvia con admiración. Sylvia había aceptado las órdenes de la Gran Maestre y había encontrado el resquicio para poder hacer su voluntad sin desobedecer, aunque era la elegida de Nerthys y se podía poner exigente a la hora del orden.

—Me parece perfecto. ¿Qué recurso creéis más importante: una hechicera, una guerrera, una cocinera o una sanadora? —pidió Keira opinión valorando las posibilidades—. Yo me inclino por una hechicera para acelerar los arreglos.

—Yo puedo hacerme cargo de las posibles sanaciones. Ahora somos pocas —razonó Seraphina—. Hasta ahora, Elías no ha tenido problema para hacerse cargo de la cocina y pueden ayudarle otros mientras él dirija. Yo me decantaría por una hechicera o una guerrera.

—Sí, hechicera y guerrera son las dos opciones más útiles ahora mismo. Acelerar la reparación de la muralla me parece esencial. Coincido con Keira, mejor una hechicera —concluyó Morwen.

Todas las miradas se dirigieron de nuevo a Sylvia. Se esperaba su opinión, pero su opinión era clara: la niña. Entre hechicera o guerrera prefería tener un mejor sitio donde descansar. Esta era una región maldita y no sería muy propensa a sufrir ataques. —Supongo que una hechicera. Dime cuál era la mejor de todas las hermanas en eso.

Keira destapó el cuerpo de una hermana quemada en la hoguera como ella. —Se llamaba Valentina. Era nuestra sacerdotisa de Veltara. —Keira se desplazó unos cuerpos hacia la derecha—. Ella era Aurthil y era nuestra mejor hechicera.

Sylvia miró a Aurthil. Parecía tener rasgos élficos, pero sus orejas habían sido arrancadas, al igual que cada uno de sus miembros. Echó un vistazo a los brazos y piernas y se fijó que también habían seccionado cada uno de los dedos y las manos y los pies. Malditos salvajes, pensó en silencio. —¿Era una elfa?

—Sí, aquí no hacíamos distinciones de raza. Hay un par más. Con ella fueron especialmente violentos. Primero le cortaron las orejas. Las asaron y se la hicieron comer, después siguieron cortándole los dedos, manos, pies, brazos, piernas, lengua y terminaron defecando sobre su cuerpo sin vida —la voz a Keira le costaba mantenerla mientras iba describiendo la muerte de Aurthil.

Estas palabras de Keira causaron una terrible indignación en Sylvia, Morwen y Seraphina. Si no supieran de la importancia de los soldados para el ritual, los habrían destrozado en el acto. Günter no se contuvo tanto y arreó una patada al estómago del soldado que había de rodillas junto al cuerpo de Aurthil.

—Será esta —sentenció Sylvia con el estómago medio revuelto y el rencor corroyéndole—. Espero que uno de esos cabrones fuera este —añadió mirando al soldado que había golpeado Günter y conteniendo las ganas de hacer lo mismo—. Faltan algunos dedos, sus orejas y sus ojos, espero que Olpao me permita regenerarlo.

—¡Detente! —dijo de repente Seraphina cuando Sylvia iba a empezar la plegaria—. Nunca he usado los poderes sanadores de Olpao en un cadáver, pero tengo más nivel y conozco plegarias de más nivel. Permíteme intentar su curación.

Sylvia cedió su puesto a Seraphina y comenzó el rezo a Olpao. En la segunda repetición de la plegaria, Sylvia se unió también y, para sorpresa de esta, a la quinta repetición de la plegaria las orejas, los ojos y los dedos faltantes se comenzaron a regenerar. Aun estuvieron un par de plegarias más hasta dar por curado totalmente el cuerpo de Aurthil.

Sylvia volvió a ponerse a los pies de la elfa torturada y asesinada. —Günter, agarra fuertemente al soldado. Cuando comience a extraer su fuerza vital, saldrá de la congelación en la cual le sumió Nerthys. Si se escapa, no saldrá correctamente la plegaria y podría morir yo sin haber salvado a Aurthil.

Günter asintió ante las palabras de Sylvia y esta comenzó la segunda parte del ritual. —Una elfa va a consumir tu alma para revivir a la que vosotros asesinasteis, piensa en eso mientras tu vida se apaga —le susurró Günter al oído del soldado cuando comenzó a sentir el forcejeo de este.

Una sonrisa se reflejó en la cara de Sylvia al ver la expresión de terror y sufrimiento del guerrero. Trató de ralentizar la plegaria, pues quería verlo sufrir, al menos una mínima parte del sufrimiento causado a Aurthil. Sylvia sintió cómo sus fuerzas comenzaban a fallar cuando el guerrero exhaló su última gota de energía vital. Miró hacia la elfa tumbada a sus pies y vio abrir los ojos justo antes de perder el conocimiento ella.

En ese momento, todo se convirtió en un caos. Sylvia comenzó a caer. Günter soltó el cuerpo sin vida del soldado y se lanzó para conseguir cogerla justo antes de que la cabeza de Sylvia golpeara contra el suelo. Aurthil despertó asustada y desnuda, su último recuerdo era como estaba siendo torturada por unos guerreros y, al ver a un hombre abalanzarse sobre otra elfa, instintivamente comenzó a conjurar un hechizo. Keira gritó que se parara y Morwen desvió la muñeca de la elfa hacia el cielo y le tapó la boca, aunque demasiado tarde.

Una enorme bola de fuego pasó a escasos centímetros de la cabeza de Günter, haciéndole volverse para ver cómo Aurthil y Morwen forcejeaban.

—Tranquila, Aurthil, son amigos. Ellos te han curado y resucitado —trató de calmarla Keira.

Aurthil miró extrañada a Keira. La recordaba, pero parecía mucho más joven. Morwen aflojó su presa y, tras comprobar que no reaccionaba violentamente, la soltó. —Lo siento. ¿Eres tú, Gran Maestre? —se disculpó la elfa. Keira asintió. —Estás más joven. ¿Esa elfa me ha resucitado?

—Así es, se llama Sylvia. Quien te ha sujetado es Morwen, la Gran Maestre de esta época del Fuego Purificador. A quien ibas a quemar es Günter, el novio de la hermana que te ha resucitado. A tu izquierda está Seraphina, sacerdotisa de Olpao. Ella curó tu cuerpo antes de resucitarte. En cuanto a mi juventud, fue un efecto de mi resurrección.

Aurthil permaneció un momento en silencio, tratando de asimilar todo, verificando su cuerpo y tocándose una y otra vez sus orejas. —¿Cuánto tiempo he estado muerta?

Keira, con una sonrisa, le explicó todo lo ocurrido. Como llevaba muerta más de doscientos cincuenta años, como al parecer Nerthys trajo su reino a esta isla y como habían estado congelados los asaltantes todo este tiempo. Finalmente, le sugirió acercarse a su habitación, ponerse una de sus túnicas y ayudar a Harry y Lyanna a reconstruir el monasterio, empezando por la entrada de la muralla para hacer defendible el monasterio.

Aurthil asintió, todavía conmocionada, y se dirigió hacia su antigua habitación. Mientras tanto, Günter llevó a Sylvia a un lugar donde pudiera descansar. La joven elfa estaba exhausta, pero su sacrificio había valido la pena.

El trabajo dentro del monasterio continuaba. Harry y Lyanna usaban su magia para reparar las estructuras dañadas, y los demás miembros de la caravana se esforzaban en limpiar y organizar el lugar. Cada uno encontraba su papel en la restauración del monasterio, contribuyendo a devolverle su antigua gloria.

Morwen observaba todo con una mezcla de orgullo y determinación. Sabía que tenían un largo camino por delante. La resurrección de las hermanas caídas no sería fácil, pero con la ayuda de Sylvia y la dedicación de todos, lograrían devolver la vida y el honor a la Orden del Fuego Purificador.

El día avanzaba y el monasterio comenzaba a cobrar vida nuevamente. A pesar de las dificultades y el dolor, había una sensación de esperanza y renovación en el aire. Sylvia, aún débil pero determinada, sabía que juntos podrían superar cualquier obstáculo. Su misión estaba clara y, con la fuerza de sus amigos y la guía de Nerthys, se preparaba para enfrentar lo que el futuro les deparara.