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Heridas

Fui de nuevo al trabajo, el gerente me estaba esperando, iba a decirme algo, se le notaba enfadado, pero me miró a los ojos y se detuvo, su expresión cambió de enfado a calma.

-Has llegado tarde Mikael.-

-¿Por qué? Si son las seis y cuarto.- respondí evidentemente sorprendido

-Te dije a las 6 <<menos>> cuarto- remarcó mi error con su mirada

No le respondí y simplemente seguí con mi trabajo.

Después de varias horas terminé y volví a mi casa, el estado de la habitación seguía dejando mucho que desear pero tampoco tenía ninguna intención de arreglarlo. Miré mi mochila en el suelo, tenía que hacer algunas actividades de clase, sin embargo, me dormí mientas pensaba en levantarme de la cama.

Me desperté con dolor de cabeza, sentía como si no hubiese dormido nada. quise levantarme de nuevo, pero toda la energía que había llegado a sentir durante un segundo desapareció.

Esta vez me dormí hasta la mañana siguiente, me levanté sin ganas de hacer nada y miré el techo. "¿Y si hoy no voy a clase?", pensé, pero inmediatamente me arrepentí, después de todo, no tenía nada que hacer en casa durante tanto tiempo. Me puse el uniforme y salí del hotel, de camino a la parada de autobús pensé en Sofía, seguramente ella no aparecería por allí ese día. Me senté alicaído en uno de los únicos asientos libres, con la mirada clavada en el suelo. Una alegre voz me sacó de mi deprimente estado.

-¡Hola~! ¿Qué tal?-- no pude sacar nada de mi boca, incluso mis pensamientos se habían congelado.-- Perdona lo de ayer, no sé en qué estaba pensando.-

-No te preocupes, tampoco hiciste nada malo- Pensé que no me hablaría, su repentina aparición me hizo muy feliz.- Yo estoy bien ¿Qué tal tú?-

-Yo también, ¿Estudiaste para el examen de hoy?- decidí fingir sorpresa, aunque ya sabía sobre eso.

-Ah, no sabía que era hoy-

-Suerte, que veo que la vas a necesitar- posó su mano sobre mi hombro mientras hablaba con ironía.

De esta manera, como lo habíamos estado haciendo hasta ahora, simplemente seguimos hablando sobre trivialidades en nuestro camino a la escuela, aunque un gesto que repetía mucho me llamaba la atención, a veces metía su mano en el bolsillo y me miraba, pero poco después la sacaba y dejaba de mirarme.

Fui incapaz de concentrarme en las clases, por tanto, me pasé todo el día hablando con Sofía. De vez en cuando, miraba a Adrián, no debía seguir huyendo, tenía que afrontar lo que habíamos estado aplazando todo este tiempo, y aún así, no podía moverme y mucho menos hablar con él, me pregunté varias veces si Sofía podría hablar con él si estuviese en nuestra situación, pero abandoné rápidamente ese pensamiento.

-Buenas, ¿Tienes algún plan este fin de semana?- preguntó Sofía, a quien no había visto llegar.

-No, ¿Por qué lo preguntas?-

-Por esto- Sacó dos entradas para el cine- ¿Qué te parece?- En ese momento entendí porque antes metía tanto su mano en el bolsillo.

-Claro, ¿Qué día es?-

-Es el sábado a las 6 y media.-

-Perfecto, los sábados estoy libre.-

Las clases terminaron y una avalancha de personas se abalanzó contra la salida, esperamos a que se acabase aquel espectáculo y salimos. Miré hacia atrás y vi a Adrián, seguía en su sitio, con la cabeza apoyada en la mesa, unos segundos después se levantó y se marchó.

-¿A qué esperas, Mikael?- Sofía me reclamó por haber tardado tanto.

-Ya voy-

Salimos del centro y fuimos a esperar el autobús, sin embargo, un ruido llamó nuestra atención cuando llegó el autobús, el ruido provenía de un callejón. cuando llegamos, pudimos identificar rápidamente la causa del ruido, lo dos lo conocíamos perfectamente, era una pelea. Después haber llamado a la policía, fuimos a ver que pasaba, vimos la escena que esperábamos: cuatro personas estaban golpeando a un chico que estaba en el suelo, intenté no mirar su cara, supuse que se encontraría en muy mal estado pero, en un acto involuntario terminé mirando. La imagen que vi terminó grabada a fuego en mi memoria, la persona que recibía esos golpes no era otro que Adrián. Me quedé paralizado y pensé en lo que pasó hace 2 años, no podía volver a repetir mis errores, acabé ignorando mi parte racional, que me pedía a gritos quedarme a un lado de la disputa y actué por impulso, corriendo hacia él.

-¡¿A dónde vas, Mikael?!- Sofía no quiso dejarme ir y me detuvo agarrándome del brazo, supongo que no quería que acabase igual que él.

-Voy a ayudarle- ella soltó mi brazo mirándome con preocupación, pero no dijo nada más.

Cuando empecé a correr para ayudarle, el sonido producido por los coches de policía y una ambulancia inundaron el lugar. Salí del lugar e indiqué a los policías dónde estaba Adrián. Rápidamente, se lo llevaron en la ambulancia, antes de entrar, me miró fijamente, intentando reconocer a la persona que le había salvado.

-¿Por qué precisamente tú, Mikael?- dijo con un hilo de voz.