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Capítulo 1 - El comienzo de la locura

3 de enero de 1901 - Esta mañana me llamaron para investigar el asesinato de una joven. Tomé mi abrigo y me dirigí al lugar. Desearía poder sacar esa imagen de mi cabeza. Tengo algunos años de experiencia, pero lo que vi no tiene comparación. La joven de 22 años fue encontrada en el baño con la garganta cortada. No había señales de resistencia por parte de la víctima. Esto es extraño, ya que tenía los ojos abiertos, como si estuviera encantada. Ver una barra de jabón en su boca me sorprendió. Parece que la víctima se ahogó en su propia sangre. ¿Por qué no se levantó y pidió ayuda? Tendré que esperar a ver qué dice la autopsia. Después de salir del cuarto, procedí a hablar con posibles testigos para saber si habían visto o escuchado algo, o si conocían a alguien que pudiera desear su muerte. Todo lo que sabía era que ella era la amante de un empresario. Tal vez él mandó a alguien a matarla para no dejar rastro. Mientras pensaba en esto, noté una silueta observándome. No pude ver su rostro, parecía un hombre. Era alto, llevaba una gabardina negra y un sombrero de copa. Fingí no haberlo notado. Continué mi investigación y decidí echar un vistazo rápido, y aún estaba allí. Logré mirarlo a los ojos; fue extraño, y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Era como si lo que

estaba viendo no fuera humano. Al salir, lo vi de nuevo, pero esta vez simplemente se dio la vuelta y comenzó a alejarse. Intenté seguirlo, pero fue astuto y lo perdí de vista. Trataré de no darle más vueltas y me iré a dormir.

4 de enero de 1901 - Anoche tuve una pesadilla. En mi sueño, estaba acostado en mi cama con las luces apagadas, hasta que las cortinas y la parte inferior de la puerta se iluminaron con un rojo carmesí. No podía moverme, era como si mil cadenas me sujetaran. Cuando decidí dejar de luchar, la puerta comenzó a abrirse lentamente con un chirrido que parecía no tener fin; sentí que me volvía loco. Cuando finalmente se abrió, lo vi, la misma

silueta del día anterior. No podía gritar y él simplemente estaba allí, mirándome. Sentí que mi alma estaba siendo succionada. Luego comenzó a caminar hacia mí, se detuvo al pie de mi cama. Sentí que me moría. Quería llorar de impotencia. Nunca había sentido algo así en mi vida. Solo escuché un "despierta" y todo se detuvo. Me desperté deshidratado y con los ojos llorosos. Después de sentarme al borde de mi cama, tomé aire. Me di un baño frío y me dirigí al trabajo. Al llegar a la oficina, dos hombres bien vestidos me estaban esperando. Me dijeron: "Somos parte de una agencia de inteligencia oculta al público que no ha sido revelada al público". No les creí al principio hasta que me mostraron sus insignias. Me dijeron que no tomaría más de un minuto, en tono serio me dijeron: "Todo lo que descubras es confidencial, los medios y el público no pueden saberlo". Les pregunté qué pasaría si alguien se enteraba. Me miraron seriamente y solo con una señal me hicieron saber lo que le pasaría a quien se enterara. Poco después, el forense entró y explicó que lo que había sucedido no era normal. De manera desconcertada, explicó que no había resistencia por parte de la víctima. Era como si no le importara su propia vida. Parece que el jabón fue usado como mordaza porque sus dientes estaban marcados, pero no pudimos encontrar el arma. ¿Alguien

la ayudó? No lo creo, y los trabajadores no vieron nada. Mientras estaba perdido en mis pensamientos, el doctor me devolvió a la realidad. Por un momento, vi esa misma silueta. Pero desapareció cuando una pareja pasó frente a mi ventana. Creo que lo llamaré el Hombre de Sombrero de Copa. No sé si me está acechando, pero sé que algo no está bien.

3 de enero de 1901 - Esta mañana me llamaron para investigar el asesinato de una joven. Tomé mi abrigo y me dirigí al lugar. Desearía poder sacar esa imagen de mi cabeza. Tengo algunos años de experiencia, pero lo que vi no tiene comparación. La joven de 22 años fue encontrada en el baño con la garganta cortada. No había señales de resistencia por parte de la víctima. Esto es extraño, ya que tenía los ojos abiertos, como si estuviera encantada. Ver una barra de jabón en su boca me sorprendió. Parece que la víctima se ahogó en su propia sangre. ¿Por qué no se levantó y pidió ayuda? Tendré que esperar a ver qué dice la autopsia. Después de salir del cuarto, procedí a hablar con posibles testigos para saber si habían visto o escuchado algo, o si conocían a alguien que pudiera desear su muerte. Todo lo que sabía era

que ella era la amante de un empresario. Tal vez él mandó a alguien a matarla para no dejar rastro. Mientras pensaba en esto, noté una silueta observándome. No pude ver su rostro, parecía un hombre. Era alto, llevaba una chaqueta gris y un sombrero de copa. Fingí no haberlo notado. Continué mi investigación y decidí echar un vistazo rápido, y aún estaba allí. Logré mirarlo a los ojos; fue extraño, y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Era como si lo que estaba viendo no fuera humano. Al salir, lo vi de nuevo, pero esta vez simplemente se dio la vuelta y comenzó a alejarse. Intenté seguirlo, pero fue astuto y lo perdí de vista. Trataré de no darle más vueltas y me iré a dormir.

4 de enero de 1901 - Anoche tuve una pesadilla. En mi sueño, estaba acostado en mi cama con las luces apagadas, hasta que las cortinas y la parte inferior de la puerta se iluminaron con un rojo carmesí. No podía moverme, era como si mil cadenas me sujetaran. Cuando decidí dejar de luchar, la puerta comenzó a abrirse lentamente con un chirrido que parecía no tener fin; sentí que me volvía loco. Cuando finalmente se abrió, lo vi, la misma silueta del día anterior. No podía gritar y él simplemente estaba allí, mirándome. Sentí que mi alma estaba siendo succionada. Luego comenzó a caminar hacia mí, se detuvo al pie de mi cama. Sentí que me moría. Quería llorar de impotencia. Nunca había sentido algo así en mi vida. Solo escuché un "despierta" y todo se detuvo. Me desperté deshidratado y con los ojos

llorosos. Después de sentarme al borde de mi cama, tomé aire. Me di un baño frío y me dirigí al trabajo. Al llegar a la oficina, dos hombres bien vestidos me estaban esperando. Me dijeron: "Somos parte de una agencia de inteligencia oculta al público que no ha sido formalizada". No les creí al principio hasta que me mostraron sus insignias. Me dijeron que no tomaría más de un minuto contarme lo que debían: "Todo lo que descubras es confidencial, los medios y el público no pueden saberlo". Les pregunté qué pasaría si alguien se enteraba. Me miraron seriamente y solo necesitaban darme una señal para saber lo que le pasaría a quien se enterara. Poco después, el forense entró y explicó que lo que había sucedido no era normal. De manera desconcertada, explicó que no había resistencia por parte de la víctima. Era como si no le importara su propia vida. Parece que el jabón fue usado como mordaza porque sus dientes estaban marcados, pero no pudimos encontrar el arma. Alguien la ayudó. No lo creo, y los trabajadores no vieron nada. Mientras estaba perdido en mis pensamientos, el doctor me devolvió a la realidad. Por un momento, vi esa misma silueta. Pero desapareció cuando una pareja pasó frente a mi ventana. Creo que lo llamaré el Hombre del Sombrero. No sé si me está acechando, pero sé que algo no está bien.

5 de enero de 1901 - Tengo sospechas de que los trabajadores saben algo pero no quieren decírmelo. Hoy volví a hacer algunas preguntas. Lo único que obtuve de ellos fue que sufría de una depresión severa al punto de lastimarse a sí misma. Estoy cansado de no obtener respuestas. El mayordomo fue quien la encontró muerta, así que ejercí la mayor presión sobre él para que me diera los detalles. Al final, no obtuve nada. Este caso sería más fácil si se hiciera público, así podría conseguir más testigos. Me pregunto por qué el gobierno

se está involucrando en esto. Llegué a pensar que los agentes del otro día vieron mi rostro y fueron los responsables. Llamé a un viejo amigo, ya que es parte de los altos mandos militares, y si alguien puede ser de confianza, es él. Tuvimos una charla amigable hasta que le conté lo que había sucedido. Simplemente afirmó y me dijo que si estaba investigando, debía hacerse en secreto. Mis dudas solo aumentaron y lo que dijo a continuación no ayudó:

"Espero que tengas suerte". Después de eso, colgó. Maldición, ¿Cómo se supone que resolveré el caso?

6 de enero de 1901 - Recibí una llamada esta mañana de la mucama de la víctima. Me explicó que vio la silueta de un hombre que parecía llevar un sombrero de copa. Eso solo confirma que él es el asesino, tengo que encontrar a este tipo.

6 de febrero de 1901 - Estaba tomando mi taza de té en mi oficina cuando recibí el informe de un asesinatos con relación al caso, esto por parte de uno de mis ayudantes. Pensé en no seguir con esta locura, pero el remordimiento de no cumplir con mi deber me llevó a seguir con la investigación. Fui tan rápido como pude. Pero no estaba preparado para lo que estaba a punto de presenciar. Una sensación de náusea y un gran deseo de vomitar. Mis piernas temblaban. ¿Cómo era posible que alguien pudiera hacer algo así? Las costillas de la columna estaban expuestas y separadas, hasta el punto de que se podían ver los pulmones. Me acerqué a lo que parecía ser su madre para preguntarle si había visto algo o a alguien. No pudo responderme, estaba muy alterada. Pregunté quién había encontrado el cuerpo. El que parecía ser el padre se acercó a mí y dijo: "No hemos llamado a nadie, como supo que tenía

que venir". En ese momento, la sangre se me heló, al ver la silueta del hombre con el sombrero de copa. Decidí llamarlo así por su forma de vestir. Intenté atrapar al tipo, pero fue como si se hubiera desvanecido. Se está riendo en mi cara. En este punto, no sé si es solo un acosador o un asesino. Volví con los familiares y me pidieron que regresara mañana, necesitaban tiempo para recomponerse.

7 de febrero de 1901 - Llegué de nuevo a la casa y realicé las preguntas pertinentes. Nada relevante hasta que la hermana pequeña, de unos 6 años, se acercó a mí. Me dijo que su hermano no era feliz, que la presión de algún día ser el hombre de la casa y el dueño de la empresa de su padre lo agobiaba. El padre lo había estado presionando desde que era un niño. Lo que más me impactó fue que dijo que su hermano veía a un hombre con un sombrero de copa observándolo. Le pedí más detalles: ¿Su altura? ¿Cómo vestía? Todo coincidía con la descripción del hombre del sombrero de copa. Ya no tengo ninguna duda sobre quién es el asesino.

8 de febrero de 1901 - Decidí ir a la morgue a visitar al doctor. El lugar estaba frío y húmedo. Mientras caminaba, escuché una melodía, que se convirtió en una canción. La identifiqué casi al instante: era el "Réquiem - Lacrimosa" de Mozart. Me pregunté cómo alguien podría escuchar eso en un lugar como este. El médico forense salió de una de las salas. Me asustó casi hasta la muerte. Comenté que el caso era similar al anterior. No había señales de resistencia. Le pregunté si la víctima había sido drogada o algo similar. Dijo: "Si lo hubieran sido, no estaría tan confundido". Duermo cada vez menos gracias a este caso.

9 de febrero de 1901 - Volví a soñar con el hombre del sombrero de copa. Era como si fuera una continuación del sueño anterior. Esta vez, simplemente estaba allí y me habló con una voz que no sé cómo describir. Era profunda y ronca, hasta el punto de que no sonaba normal. Me preguntó: "¿Aprecias tu vida? ¿Te sientes satisfecho? ¿Eres feliz?" En todas respondí si, pero la última pregunta no supe cómo responderla: "¿Me extrañaste?" Me desperté de repente, me calmé y fui a trabajar. El día se sintió extraño hasta que escuché un golpe en la puerta. Fue un golpe frío, llegué a pensar que era el asesino. Respiré hondo y pregunté quién era. Para mi alivio, era solo mi secretaria anunciando que tenía visitas. Era la familia del joven que quería saber más sobre el caso. Les dije que por el momento solo teníamos un posible sospechoso que estaba prófugo. La niña me preguntó por qué me convertí en investigador. Los padres la regañaron, diciendo que esa no era una pregunta apropiada. Solo sonreí y les dije que no había problema. Le respondí que desde que soy pequeño siempre quise saber la verdad. Pero la verdadera razón por la que soy investigador es porque hace mucho tiempo mi esposa e hija fueron asesinadas y el asesino nunca fue encontrado. Es una pequeña niña, no es adecuado agobiarla con la verdadera razón. Después de una charla ligera, se despidieron y me pidieron que les informara si descubría algo.