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El amanecer del rey demonio

él nunca supuso que morir y regresar a la vida en un mundo de fantasía sería tan estresante... Rayan ha tenido esta fantasía donde tras morir iba a un mundo fantástico para vivir aventuras de todo tipo como no las vivía en el mundo real. el problema, es que ahora que ha rencarnado como el hijo bastardo y mestizo del ahora muerto rey demonio tiene más problemas que nunca. sus hermanos mayores le odian y le quieren ver muerto, los humanos normales le odian por ser un engendro medio demonio, lo buscan para extraer componentes mágicos de su cuerpo y por si fuera poco, no hay un sistema milagroso que le ayude. Ahora tiene que depender solo de su astucia y de cualquier otra herramienta que pueda, para conseguir sobrevivir en este mundo fantástico. ¿Podrá conseguirlo?

julioDelhumeau · Fantasy
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4 Chs

capítulo 1 ¡a correr!

El viento le golpeó en la cara mientras que sus alas rompían el aire con cada batir. Rayan estuvo tentado a echar la vista atrás, pero no le daba el valor. ¡Sigue volando, carajo!, pensó, y sacando fuerzas de flaqueza, aumentó la velocidad. Su frente estaba perlada de sudor y ya le empezaron a doler las alas.

El cielo nocturno salpicado de estrellas podría ser impresionante y el amplio bosque de grandes pinos centinelas, bajo él sería una vista gloriosa, de no ser que Rayan estaba huyendo por su vida. Así que por él todo el bosque podía irse al fondo del infierno si con eso él conservaba el pellejo. Con un último batir de sus grandes alas de murciélago, comenzó a descender. Luego de atravesar un techo de agujas, ramas y hojas, consiguió aterrizar.

Cuando sus pies cargaron con su peso, sintió como sus piernas fueran de gelatina. Se tambaleó por un instante, se apoyó contra el tronco de un árbol y comenzó a tomar aire a grandes bocanadas. Su corazón le martillaba en el pecho, apretó sus dientes, que no dejaban de castañetear, tratando de controlar su pánico. 

Plegó sus alas, le punzaban de cansancio. Si bien Rayan estaba en mucha mejor forma ahora que había conseguido esta extraña nueva vida, estaba muy lejos de ser un gran atleta; el hecho de volar a toda velocidad suspendido a 20 metros del suelo cargando con su peso y con el de su equipaje tampoco ayudaba.

Se limpió el sudor de la frente. Por encima de sus cejas, justo por debajo de la línea de su cabello, sintió un par de cuernos del tamaño de uno de sus dedos. Estaba ya acostumbrado a la presencia de esos apéndices sobre su cabeza, así como su cola y sus alas. 

Se dejó caer contra el árbol, descansando su espalda contra el tronco rugoso. Aguzó sus sentidos. El bosque estaba en silencio. Los pequeños animales se ocultaron por su presencia, Rayan escrutó la oscuridad con su mirada. Un humano normal no habría podido ver casi nada, pero sus ojos eran como los ojos de un felino. Eran un par de brillantes puntos escarlatas con una pupila vertical que le permitían ver en la oscuridad de la noche sin problemas. No había nada.

Suspiró ya más calmado. Se detuvo a recuperar el aliento. '¿Cómo es que han salido tan mal las cosas?', pensó desilusionado mientras se quitaba el morral que traía a la espalda y pasaba lista de su muy austero inventario. Una cantimplora medio vacía, un mapa viejo, un libro de encantamientos forrado con lo que Rayan supuso era piel humana, un pan duro y un trozo de queso poco más grande que su puño; no mucho para trabajar. Tomó el mapa y lo ojeó, según él debía estar en la frontera con el reino de los humanos, o al menos debería de estar cerca de ahí.

Se palmó el pecho, en el peto de su gastada armadura de cuero tenía un corte que exponía su piel. Un poco más y el golpe de la espada de su hermano le habría cortado desde el hombro hasta la cadera. Rayan o Zhaitan, como se hacía llamar ahora, no era el más fuerte entre sus muchos hermanos. Cuando llegó a este mundo fantástico hace ya 15 años, supuso que sería como en las novelas ligeras que tanto le gustaba leer en su vida anterior. Por días estuvo tratando de ver si podía de algún modo invocar una clase de interfaz como en un juego de video que le mostrara sus estadísticas o algo por el estilo. Pero nada. Averiguó para su consuelo, al menos tenía la cualidad latente de hacer magia, gracias a la sangre de Ahriman, el rey demonio, su padre en este mundo. Pero al parecer, no era tan simple como solo quererlo para hacer magia. Y sus hermanos mayores e hijos legítimos del rey demonio le tenían muy controlado lo que podría o no aprender de las artes de la hechicería.

Entonces se le ocurrió que podría usar sus conocimientos de otro mundo para tener una ventaja en este mundo, que se asemejaba bastante a una temprana edad media. El problema con eso era que Rayan no tenía idea de nada. Hasta donde él sabía, cosas como las armas de fuego hacían que un proyectil de plomo saliera disparado por un estallido de pólvora que 'de alguna manera', era una explosión controlada; los motores de combustión interna igual; la penicilina era un hongo o algo así que 'de algún modo', podría ayudar a curar enfermedades o algo así. 'En pocas palabras, soy casi tan ignorante como los nativos de este mundo', concluyó luego de años de darle vueltas a eso.

Prefirió centrarse en aprender lo que pudiera de magia y esperar que eso le granjeara un beneficio. Pero luego se enfrentó al siguiente gran problema. La sociedad demoniaca del reino del rey demonio Ahriman. Donde la única ley que importaba es que el fuerte manda y el resto obedese; si no eres lo bastante poderoso o astuto, solo te quedaba agachar la cabeza o morir. Rayan o Zhaitan era del primer caso. Eso le dio una reputación como el bastardo más insignificante, por lo que nadie lo tomaba en serio. Solo estaba por encima de los esclavos o de los sirvientes de la fortaleza de su padre, e incluso estos le tenían una suerte de respeto increíblemente reacio, solo por ser hijo de quien era.

Pero eso acabó cuando ese grupo de aventureros, 'los puños de plata', llegaron. De algún modo que Zhaitan no podía ni imaginarse, se infiltraron en la fortaleza y mataron al rey demonio junto con sus lugartenientes. El problema era que aún existía el resto del ejército y los propios hijos del rey demonio, por lo que inició la guerra de sucesión. Ese era el motivo por el que estaba huyendo. No tenía ni idea de lo que tramaban sus hermanos mayores, pero lo que vio en la antigua fortaleza fue suficiente para que no quiera tener nada que ver con eso.

Levantándose con lentitud, Rayan se encaminó al sur, adentrándose en el bosque oscuro. Puede que los humanos no lo vieran con buenos ojos, pero de tener que elejir entre un enemigo que quizá quiera matarlo, a un pariente que seguramente va a matarlo; Zhaitan lo tenía claro: prefería apostarle a los humanos.