3 Capítulo 3: Sueño

Con dificultad, esquivando piedras y atravesando arbustos, siguió al tigre.

—¿No puedes ir más deprisa, humano? —cuestionó, deteniendo su ágil andar para mirar hacia atrás, su hocico y garras con sangre seca.

Jin no respondió, tan solo continuó siguiéndolo al mejor paso que podía. Luego de hacer el trato, el tigre había salido corriendo para tratar con aquella cosa, había regresado minutos después con el hocico y garras ensangrentados. No había sido necesario pensar mucho en lo que había hecho.

El tigre había ordenado lo siguiera, sin ninguna otra opción y con el conocimiento de que se encontraba en un lugar peligroso en el cual no podría sobrevivir solo, Jin había obedecido.

En su camino no había podido evitar darle vueltas otra vez a lo que había sucedido al despertar, la mención de sectas, demonios, elixires, y ahora el descubrimiento de animales capaces de hablar, sentía una vez más que todo eso le era extrañamente conocido, solo que no lograba recordar el porqué.

El tigre blanco se detuvo frente a una pequeña construcción rústica de algún material natural, bambú reconoció un momento después; no había puerta, en el interior se podía ver únicamente una estera de paja en el suelo.

—Te quedaras aquí esta noche.

Sin decir nada, entró. No tenía la energía para buscar madera o algo de comer a pesar de sentirse hambriento, echó una mirada al tigre fuera de la puerta, el animal no lo ayudaría a resolver eso, sin embargo, Jin tenía experiencia en lidiar con el hambre y el frío.

Con una mano en la frágil pared se puso de rodillas, apoyando las manos en el suelo se dejó caer sobre su trasero, suspiró con irritación mirando la enorme panza.

La túnica que usaba se había terminado de secar en el trayecto, pero no ofrecería mucha protección en las siguientes horas por venir.

El tigre miraba a Jin, al verlo tiritar gruñó.

—Si pudieras comenzar tu cultivo, solo tendrías que hacer circular tu qi para calentarte.

—... ¿Qué es ese qi? —decidió preguntar. Era la segunda vez escuchaba esa extraña palabra.

El tigre resoplo y desvió la mirada, no dignándose a contestar.

Jin chasqueo la lengua y entonces se recostó boca arriba apoyándose en sus codos, de inmediato sintió como si bloques de cemento estuvieran sobre él.

Frunció el ceño y mirando el techo de paja tocó tentativamente su vientre, aún se sentía irreal. «Tal vez me precipite, este vientre no necesariamente tiene que deberse a un embarazo», tras ese pensamiento Jin sintió una claro golpe desde el interior, «no patees», reprendió mentalmente, se dio cuenta de lo tonto de eso y retiró la mano con rapidez.

Jin necesitaba averiguar porque el interés del animal estaba en la cosa en su interior, necesitaba averiguar si lo que llevaba era siquiera un ser un humano o demonio como había dicho el grupo de idiotas, había decidido entregarlo, pero eso no significaba no quisiera saber que lo hacía especial, por lo menos para el tigre.

También estaba intrigado sobre el motivo por el cual el dueño de su cuerpo había terminado así.

Sospechaba estar embarazado no era la única razón para que fuera condenado a muerte, el estado de su cuerpo le dejaba en claro el dueño anterior había recibido maltrato durante meses, si bien querían matarlo podrían haberlo hecho de inmediato antes de dejar la cosa crecer.

Jin sacó el frasco que había guardado en el bolsillo cosido al interior de una de las mangas, tocó el suave jade verde con su pulgar, alguien lo había ayudado, probablemente alguien de los que lo habían lanzado a ese lugar para que muriera, quizás uno de aquellos cuatro que habían estado vistiendo igual que él, necesitaba saber quién y porqué. Una de las preguntas más importantes para Jin era el averiguar cómo había sido posible y por quién había terminado embarazado. ¿El padre de la cosa lo buscaría? ¿Era alguien especial para el antiguo propietario del cuerpo que ahora poseía? Él era un hombre, ¿de qué forma daría a luz?

Era demasiado tarde y suponía peligroso pensar en una interrupción, él no sabía como funcionaba el embarazo masculino, pero dado el tamaño, el momento de dar a luz parecía cerca. Además, ya había hecho un trato con ese tigre.

Por ahora no había nada que pudiera hacer para resolver esas incógnitas, bien podría descansar y comenzar a trazar un plan a primera hora de la mañana. Demasiado agotado, con la mente saturada de dudas y sintiendo un montón de emociones complejas, Jin se durmió.

No paso mucho para que Jin tuviera la extraña sensación de haber sido transportado a otro lugar. A un viejo almacén de madera húmedo y sucio con estantes que contenían algunas cosas como ropa, mantas y tazones.

Había un hombre joven de buena apariencia frente a Jin, usaba una especie de adorno para atar a media cola su largo cabello negro, vestía los mismos colores que aquellos cuatro que había visto horas antes, miraba a Jin con rabia, lastima y dolor, emociones que se sobreponían y… extrañamente producían un gran dolor dentro del pecho de Jin.

Confundido, Jin abrió su boca para preguntar sobre su identidad, pero en lugar de una pregunta, un lamento escapó de sus labios.

—Yo… yo no lo hice… yo… Lin Hui yo… —Un enorme nudo estaba obstruyendo la garganta de Jin, su confusión y ese dolor que no le pertenecían se entremezclaban en su interior.

Jin se encontró cayendo de rodillas frente a ese hombre, consternado intentó ponerse de pie, pero su cuerpo no lo obedecía, era como si se hubiera convertido en una marioneta controlada por alguien más.

Intentó llevar las manos a la túnica de ese hombre, pero sus manos terminaron en el suelo cuando el hombre dio un paso hacia atrás, evitándolo.

—Yin Tao, ¿por qué?

—No fui yo, joven maestro, yo no quería, yo fui obligado… —dijo en medio de lágrimas y sollozos.

El hombre llamado Lin Hui pareció dudar, pero aún se mantuvo lejos de Jin. Claramente sin querer tocarlo. En ese momento, una chica y chico ya conocidos para él aparecieron tras ingresar por una puerta a la espalda del hombre. El chico, como antes, le lanzó una mirada encubierta llena de burla, mientras la chica lo miraba con abierto asco.

—Tápenle la boca e impidan siga lanzando mentiras —ordenó el chico.

Su lucha no sirvió de nada, desde atrás un hombre ato un trapo sobre su boca, otro lo ato de pies y manos, Jin se retorció, sin despegar la mirada de esos dos, el odio que sintió hacia ellos lo hizo gritar y balbucear.

—Lo hizo voluntariamente —susurró el joven, con falso arrepentimiento—. Lo siento, joven maestro Lin.

—Es verdad, creemos fue durante una de las visitas a la ciudad, Yin Tao no volvió esa noche. Sé que usted nos pidió protegerlo, fuimos descuidados y él aprovecho la oportunidad para traicionarlo —dijo la joven, limpiándose las lágrimas en sus mejillas.

—Fang Jiao, Fang Cong, no es su culpa —suspiró con pesar—, creí demasiado en él.

Ambos jóvenes inclinaron la cabeza, como si lamentaran sumamente la situación y también estuvieran demasiado avergonzados como para ver al otro a los ojos.

—El líder debe de enterarse de esto, joven maestro —susurró la chica.

—No, aún no —espetó. Los otros dos retrocedieron sorprendidos por el arebato, el hombre compuso su expresión y le lanzó una calculada mirada a Jin—. Necesito tiempo, padre no podrá con la noticia.

—Es su decisión, joven maestro —dijo el chico, en voz muy baja.

Jin se sacudió atado de manos y pies, las lágrimas caían de sus ojos mientras una gran desesperación se apoderaba de él, miró fervientemente al hombre y negó bruscamente con su cabeza una y otra vez.

—Manténgalo aquí y no lo dejen salir —dijo a los hombres que lo habían atado, miró a Jin con agravio—. Has roto mi corazón.

El hombre apartó la mirada como si no pudiera soportar seguir mirándolo debido a su dolor y decepción, salió seguido por los dos chicos, quienes le dirigieron una mirada burlona antes de lanzar un asentimiento a los dos hombres detrás de Jin.

Una patada cayó sobre la espalda de Jin, haciéndolo caer sobre su rostro, llorando pegó su frente al suelo mientras golpes de un látigo comenzaban a caer sobre su espalda.

Jin abrió los ojos y parpadeo, no había ningún rastro de somnolencia en su mirada, su expresión era fría e ilegible.

Había sido un sueño interesante, pero también bastante desagradable, estar obligado a llorar y comportarse así sin poder hacer nada, era como si dentro del sueño Jin fuera solo un espectador dentro de un cuerpo. Limitado a reaccionar a como dictará el sueño. «O recuerdo… », pensó entrecerrando la mirada.

Si lo ocurrido esa noche iba a ser algo frecuente, al menos le serviría para obtener información.

Jin se sentó sobre la estera de paja, miró hacia afuera, el cielo estaba oscurecido y no había rastro del tigre blanco en la puerta, pero no tenía ninguna duda de que estaba cerca. Tocó su estómago brevemente, la animosidad de Jin a tocar o pensar en lo que había dentro de él estaba intacta.

«Yin Tao», meditó Jin con una suave mueca inconforme, ese nombre también había sido usado antes para dirigirse a él, era el nombre del dueño anterior de su cuerpo. «Así que tu también te enamoraste de un idiota doble cara.»

Una pequeña y autocritica sonrisa se formo en sus bellos labios, al mismo tiempo recordó porque algunas cosas le resultaban familiares.

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