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Despertando como un personaje secundario en una novela BL

Evan se convirtió en un personaje insignificante en el mundo de una extraña novela de romance entre hombres. Fue considerado el villano, siendo humillado y rechazado. Evan solo quería vivir en paz para criar a su pequeño, esperando no toparse con ninguno de los personajes importantes de la historia. __________________________________________ Historia original y cliché. Omegaverse. Novela registrada en safecreative, no se permiten adaptaciones o plagios de ningún tipo.

Mari_Solez · LGBT+
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35 Chs

Capítulo 5: Nueva ciudad

Evan miró el albergue al otro lado de la calle durante largos, largos minutos. El típico edificio tres pisos de ladrillo rojo se veía deteriorado sin causar una mala impresión, tenía una gran cantidad de ventanas y una puerta principal de vidrio doble. Calculó cuanto podía gastar, cuanto debía ahorrar y cuanto duraría el dinero que tenía. La respuesta era quizás unas tres o cuatro semanas. Todo apuntaba a que tendría que pasar algun tiempo en ese lugar.

No podía pagar una habitación de hotel, ni mucho menos dar el primer alquiler para algún departamento, no conocía a nadie en la ciudad a la cual acababa de llegar. Revisando las cosas de Evan Clare solo encontró cajas de pastillas vacias que tiró esperando no estuvieran relacionadas con ninguna enfermedad grave, también algunos documentos doblados y maltratados, no tenía nada que le diera credibilidad para obtener un buen trabajo además de la identificación en la cartera. En su otra vida se había esforzado mucho para terminar rápido una carrera de contador. Ahora parecía que tendría que volver a esforzarse. Un ritmo mucho más lento.

Un albergue podría ser un buen lugar si sabías elegir el adecuado, ese se lo había recomendado uno de los conductores, asegurándole era un buen lugar para él. Evan ni siquiera le había dicho una palabra cuando el hombre lo había detenido para decirle eso e indicarle el camino tras bajar del autobús. Eso debía decir mucho de como se veía ahora, causar compasión era un pequeño contradictorio punto a favor.

El viaje en autobús había durado cerca de quince horas, toda la madrugada y mañana, había dormido unas cuantas horas, pero no descansado. Había tenido algunos sueños, que habían sido muy confusos. Se había dedicado a sostener a Chris contra su pecho asegurándose el niño descansará durante el trayecto.

Sus brazos dolían, pero no quería bajar al pequeño al suelo. De verdad necesitaba hacerse con unos zapatos para Chris.

A pesar de que pasaba del medio día, el día no era soleado, había nubes cargadas en el cielo gris ceniza. Evan cruzó la calle, llegando a la acera frente al edificio, un guardia lo miró al pasar por la puerta, una mirada crítica a la cual ya estaba acostumbrado desde su vida pasada.

Una joven de cabello negro y corto vestida informalmente lo miró con amabilidad desde una sencilla zona de recepción. Todo en el interior era igual de sencillo y confiable a primera vista, lo tranquilizó bastante.

—Hola. —Dejó las bolsas en el suelo sentó a Chris en una de las sillas de espera contra la pared de su lado derecho—. Espera aquí —pidió, tocando su cabeza.

Chris solo asintió, mirándolo con sus grandes y enternecedores ojos azul grisáceos. Le preocupaba un poco el niño no estuviera hablando mucho. Lo atribuía al agotamiento.

—Mi nombre es Julia. Bienvenido a Santa Marie. ¿En qué puedo ayudarte?

—Soy nuevo en la ciudad y no tengo un lugar donde quedarme. Así que... vine aquí esperando puedan ayudarme. Uno de los conductores me recomendó este lugar.

La chica lo miró con compresión.

—Por supuesto. Debió ser Larry, es muy bondadoso, siempre nos envía a alguien —comentó con facilidad—. Es bueno que hayas venido a esta hora para registrarte y apartar un lugar. —Después de buscar le ofreció un par de hojas y una pluma.

Evan miró el formulario, descubriendo sería muy sencillo de llenar. Solo había una o dos cosas que no entendía. Al alzar la mirada encontró que la chica miraba cada poco a Chris.

—... Es mi hijo.

—Debo decirte que si no encuentras y demuestras que puedes solventar sus gastos podría tener que llamar a servicios sociales en un determinado momento.

Eso lo sabía, no sería muy diferente a su mundo entonces. No permitiría se llevarán a Chris de su lado, su vida futura podría ser más fácil si lo entregará, pero… sabía lo doloroso y confuso que podía ser eso para un niño.

Y solo, no podía hacerlo. Miró al pequeño, «no lo haré».

—Entiendo, pero esperó quedarme solo algunos días. Buscaré un trabajo —dijo, tomó su cartera para sacar su identificación y mostrársela—, planeo comenzar a buscar algo hoy.

Ella miró seriamente la identificación, asintió y se la devolvió.

—Eso es bueno. Tenemos medicamentos por si lo necesitas, podemos darte más de una caja solo si te haces un examen médico en nuestro centro de salud y te registras. Pero la lista de espera es un poco larga —susurró, como si no quisiera avergonzarlo.

Sonrió sin entender porque sentía sus palabras ocultaban algo más, recordó las cajas en la maleta y negó con la cabeza. Ya habría tiempo para visitar un médico y comprobar si había algo mal con él ahora.

—Estoy bien. Gracias.

—Toma, puedes usar uno de los casilleros al fondo para guardar tus cosas, estarán seguras. Puedes estar tranquilo.

Recibió el candado con un número escrito detrás. Y después de llenar el formulario y guardar sus cosas con una combinación que no olvidaría regresó con Chris en sus brazos.

—¿Hay alguna tienda de segunda mano por aquí?

—Hay algunas. Tres cuadras hacia la izquierda. —La chica respondió sin juzgarlo, escribió la dirección en un papel y se lo tendió—. Por cierto, proporcionamos desayuno, comida y cena.

—Muchas gracias.

Evan salió fuera, caminó sobre la acera mirando alrededor, queriendo conocer esa parte de la ciudad donde viviría. Parecía ser una ciudad promedio normal y estaba en una zona de clase medio baja.

—Chris, has estado muy callado… —comentó, cruzando una calle.

—¿No estás cansado? No has dormido.

—Dormí un poco en el autobús.

Sin darse cuenta, Evan frotó su mejilla contra el cabello desaliñado, pensando que ambos necesitaban un buen corte, también un baño. Se reprendió internamente por olvidar preguntar si el albergue tenía un baño público con duchas, sino tendría que salir a buscar uno, esperaba los precios fueran parecidos a los de su mundo.

Hasta ahora no había descubierto muchas diferencias entre el mundo donde estaba y del que había venido. Todo era prácticamente igual: país, idioma, dinero... Podía guiarse por sentido común. Aún necesitaba comprobar algunas cosas, pero creía no encontrar diferencias graves.

—¿Tienes hambre? —preguntó con suavidad. Había comprado unas cajitas de leche y algo de pan en una de las paradas del autobús, pero de eso ya hacia mucho.

—Si.

—Te buscaré algo de comer.

_________________________________________

Chris terminó el onigiri y vio al omega poner las monedas en la secadora para después meter dentro la ropa que había comprado.

Sentado en un banco miró sus pies, fingiendo estudiar emocionado los tenis negros de segunda mano que el hombre le había comprado cuando este volteo a mirarlo. No pudo evitar mirar los pies del hombre, él no se había comprado zapatos, continuaba usando los mismos tenis viejos de su padre.

Para estás alturas ya se había convencido totalmente de que aquel hombre no era su padre. Su padre nunca lo pondría en primer lugar, ni siquiera se preocuparía por si comía o dormía.

No sabía porque ese omega se preocupaba por él, ya no podía clasificar como lastima lo que veía en sus ojos, pero seguramente no podía ser cariño. Eso no tendría sentido. El omega era un tonto, si él se encontrará en su situación ya lo habría abandonado. No le sorprendería si terminaba entregándolo a servicios sociales en algún momento futuro.

No entendía que planeaba, pero tampoco le importaba. Tenía sus propios planes. Además, haber dejado aquella ciudad había sido una buena decisión, se preguntaba si lo había hecho por la amenaza de aquel asqueroso hombre o por algo más. El hombre no parecía estar completamente inconsciente de la situación de su padre. Se preguntaba cuanta información tenía y por qué.

Tiempo después escuchó que lo llamaba. Levantó la cabeza, encontrando suaves ojos verdes que lo incomodaban.

—Terminé, vamos.

Vio la palma abierta en su dirección.

—Puedo caminar solo —dijo, dejando el banco de un salto. No quería seguir sintiendo su empalagoso toque. No estaba familiarizado con algo como eso. Fingir estaba relajado con ese trato le costaba.

El omega le sonrió con dulzura.

—Por supuesto que si, Chris es muy grande.

Contuvo el impulso de poner los ojos en blanco y solo ofreció otra tonta sonrisa a cambio, ignorando el sentimiento desconocido que se había presentado en el interior de su pecho.

Si, probablemente es lo que piensen. En el siguiente capítulo lo aclararé.

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