35 Capítulo 35: Temor y vulnerabilidad

La primera vez que Evan se había topado con Nate, había fingido nada demasiado extraño había sucedido, nada demasiado extraño como verse afectado por una orden suya o sentir un miedo paralizante, demasiadas cosas en su cabeza como para echarse encima una preocupación más, no podía fingir esta vez.

Sentado en la enfermería del hotel, Evan respondió las preguntas del enfermero no sintiéndose verdaderamente presente allí.

En las palabras del hombre frente a él, Evan estaba en shock, para tranquilizarlo le había informado que ya le habían pedido a Nate se retirara del hotel.

Podía deducir que ese tipo de sucesos eran algo bastante normal, aunque no comentado, de hecho era algo esperado desde que habían decidido tener personal omega. El enfermero estaba muy sorprendido con las nuevas políticas y respuesta del hotel, diciendo que en la mayoría de los lugares despedirían al omega en lugar de tratar con el alfa.

Se colocó el parche nuevo que le fue entregado y dejó su mano allí, protegiéndose.

Ni siquiera se dio cuenta cuando el enfermero salió para darle un momento y alguien más entró.

—Evan… Evan…

Parpadeo, saliendo de su aturdimiento y levantó la mirada para encontrar a Elena, Francis y Matt allí.

—No enteramos de lo que ocurrió —dijo Francis, mirada apacible, acercándose lentamente, como si temiera asustarlo más—, ¿cómo estás?

—Todo el mundo se enteró de lo que ocurrió —dijo Matt, sus manos en puños temblando ante el miedo y enojo que sentía en nombre de Evan.

—Evan, ¿necesitas algo? —preguntó Elena, parecía que ella estaba apunto de llorar.

Evan los miró y solo negó con la cabeza.

—Nunca… —«Nunca me había sentido tan vulnerable… no así.»

Cerró los ojos y tomó una respiración profunda, sintiéndose aliviado de que no saliera temblorosa como las anteriores ahora que los tres estaban allí.

Una cosa era haber leído sobre alfas y omegas, sobre hormonas y feromonas, leer sobre como un alfa podía tener cierto control sobre un omega o beta usando su olor y una frecuencia de voz, otra, otra era experimentar eso.

Tener un recordatorio tan grande de cuan vulnerable era un omega, de cuan vulnerable era él ahora, lo había sacudido.

Cuando Nate había tocado su cuello, apretado la glándula omega oculta bajo su piel, se había paralizado, sintiendo un miedo inexplicable mientras lo recorría un intenso dolor. Nunca había experimentado un miedo así, una necesidad de solo encogerse y temblar, de obedecer.

No quería volver a experimentar algo así otra vez.

Nunca.

Debía ser más cuidadoso con los alfas.

Debía encontrar la manera de mantenerse alejado de alguien como Nate.

—Evan… Evan vamos a casa, te dieron el resto del día libre, tampoco tienes que venir a trabajar mañana —dijo Francis.

Evan asintió, retiró la mano de su cuello y se puso de pie para salir de la enfermería. Luego de agradecer la atención se dirigió al área de empleados, sin prestarle atención a las miradas de sus compañeras y compañeros presentes abrió su casillero y después fue a cambiarse.

Se detuvo frente a un espejo dentro del baño, se acercó al lavamanos para ver su reflejo, no era sorpresa hubieran estado tan preocupados y cuidadosos en su trato, su rostro estaba blanco y sus ojos estaban enrojecidos, había una expresión pasmada en su rostro de la cuál no había sido consciente, su cabello se había soltado, pero decidió no recogerlo, dejando cubriera su cuello.

Tras cambiarse, se echó agua en el rostro, queriendo deshacerse del sentimiento de irrealidad que lo embargaba, similar al que había sentido al despertarse como otro Evan Clare.

Salió del baño y decidió llevarse su uniforme para lavarlo, necesitando que el tenue olor de Nate desapareciera. Mientras lo metía en su mochila sintió las miradas de sus amigos, intentó sonreír para tranquilizarlos, pero sus expresiones le hicieron saber no había tenido éxito en engañarlos.

Luego recordó ellos probablemente podían oler el como se sentía, a pesar del parche para el olor nuevo y los supresores.

—¿Quieres que alguno de nosotros te acompañe? —preguntó Matt.

Francis asintió en acuerdo.

—Puedo hablar con Ana.

—No. Esta bien, no es justo les descuenten el día cuando saldrán en algunas horas.

—Evan… —comenzó Elena.

—Regresaré al departamento y después los veré frente a la casa del señor Cheng, les enviaré un mensaje… No quiero Chris sepa sobre esto.

—Lo entiendo, pero Evan… no me importaría acompañarte —habló Matt—, se que a Elena o Francis tampoco. Podemos pedir permiso, la gerencia entenderá.

Evan negó con la cabeza y suspiró.

—Lo sé y lo aprecio, pero quiero tomar un poco de aire…

—Pero-

—Matt —llamó Francis—, él estará bien.

Evan le lanzó una mirada agradecida a Francis.

—Bien, bueno. Llama si sucede algo, si quieres hablar o maldecir, estaremos aquí.

—Gracias, Matt. Los veré después.

—Ten cuidado —habló Elena, pareciendo querer evitar Evan saliera para en su lugar envolverlo en sus brazos.

Bajó una atenta mirada preocupada, subió el cierre de su chaqueta de mezclilla, se echó la mochila al hombro y se dirigió a la puerta de servicio para registrar su salida.

Afuera en la acera, Evan comenzó a caminar sin rumbo fijo.

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A Evan no le gustaba pensar en la diferencia entre su mundo y este, tenía suficiente con el hecho de estar en una novela como un villano secundario, aunque esta ya hubiera terminado y Evan Clare ya hubiera recibido su final por los protagonistas.

Hacía más fácil las cosas, olvidar que si no tomaba medicamentos el próximo mes se vería atravesando algo como un celo omega.

Encontraba maravilloso el que Chris hubiera nacido del cuerpo que ahora le pertenecía, que una forma diferente de dar vida existiera en ese mundo, pero, también le asustaba un poco. Sin embargo, no era como si algún día él pretendiera experimentarlo, así que solo apreciaría lo increíble de eso desde lejos.

No podía dejar Chris se enterara sobre lo sucedido, no tenía sentido y solo lo preocuparía.

Sacó las manos de los bolsos de su chaqueta.

Nate le había ayudado a entender cosas que Evan ya había deducido y sospechado en base a lo que había leído en la novela. Pero escuchar había acertado no le sentaba bien, al parecer Evan Clare había tenido éxito en drogar a William Blake, la pareja del protagonista, algo que no se había mencionando en la novela, en la novela no se había mencionado tampoco que Evan Clare había terminado drogado por un error propio como había dado entender Nate, tampoco la aparición de Adam o la clara participación de Nate en lo sucedido.

En realidad la presencia de Nate había sido nula en la novela, su personaje jamás apareciendo en la trama que recordaba, pero por sus palabras entendía había estado presente en todo el desarrollo de la trama, había estado presente en la vida de Evan Clare y se había relacionado con Tristán White.

De allí que odiara a Evan Clare y quisiera perjudicarlo. Nate había estado y aún estaba de parte del protagonista, probablemente buscando lo que consideraba justicia en su nombre al lidiar con el otro Evan estos últimos años.

Quizás la razón de que el antiguo Evan se moviera de un lugar a otro también tenía que ver con Nate, no lo sorprendería si ese fuera el caso, si de alguna manera lo hubiera seguido perjudicando, después de todo Nate era quien le había enviado un proxeneta a la puerta. Sin embargo, esas acciones eran maliciosas, si tenía razón, podrían considerarse hasta obsesivas dado habían sido hechas luego de que Evan Clare saliera de la vida del protagonista, de que un villano recibiera su merecido final. Claro, esto pensándolo como parte de la trama de una novela, pero eso no era el caso, no parecía solo haber héroes o villanos, blanco y negro. Era la vida real fuera de lo mencionado en la novela.

El tipo de odio que Nate sentía hacía su primo era verdaderamente peligroso, algo que ya había sabido y ahora solo confirmaba su magnitud.

Solo podía pensar en una razón para ese tipo de odio, y era que no era algo únicamente resultado de las acciones de Evan Clare contra el protagonista, sino de un disgusto acumulado a través de los años, Nate había mencionado algo sobre ser niños, crecer cerca, pero ese disgusto se había convertido en odio tras la aparición del protagonista, probablemente porque Nate había estado enamorado del protagonista. Tal vez aún lo estaba, pero aunque si así fuera no era algo importante para Evan.

Evan no podía creer ciegamente lo dicho por Nate, pero si realmente Evan Clare había caído en su propia trampa, entonces existía la posibilidad de que no hubiera estado involucrado con lo que le había sucedido a Adam, que solamente había sido un accidente. Adam le había dicho alguien lo había encerrado con Evan Clare cuando este había estado en celo, un omega en celo no podría hacer algo como eso. Era poco probable dado lo que había leído le sucedía a un omega durante el celo, donde lo único en lo que pensaban era en reproducirse.

Le inquietaba no saberlo, el no tener idea de lo que realmente había pasado esa noche.

Bien podría no haber leído la novela por todas las diferencias y cambios que iba descubriendo.

Evan caminó a pesar de que no reconocía la zona en la que estaba, era claramente comercial, con tiendas, restaurantes y otros tipos de negocios, se fijó en el nombre de la avenida y descubrió no se había alejado demasiado de la zona del hotel.

Cruzó la calle dispuesto a regresar cuando notó a un hombre de su edad, asiático, unos centímetros más alto que él, que vestía ropa deportiva y sudadera repartiendo volantes frente a un edificio, podía ver a través de las grandes ventanas que en la planta baja de ese edificio había un gimnasio.

Evan tomó uno y lo agradeció, se detuvo luego de dar unos pocos pasos al leer el volante.

—¿Estas interesado? —preguntó el de cabello negro y corto, alcanzándolo con claro entusiasmo ante la perspectiva de conseguir un cliente.

—Un poco.

Los costos eran accesibles, y quizás su consideración venía del miedo fresco por la experiencia con Nate, pero también por un interés genuino. Saber defenderse no estaría mal, también podría mejorar su condición física.

Evan recibió una gran sonrisa alentadora del chico frente a él.

—La primera clase es gratis. En cualquiera de las disciplinas, tenemos una maestra omega, ella enseña yoga y danza.

Volvió a mirar el volante.

—¿Quién es el maestro de kick boxing?

Vio sorpresa cruzar los ojos oscuros.

—Ese sería yo…

Evan intentó averiguar si era un alfa o un beta, a pesar de su olfato no lo consiguió a la primera, prefería no pensar en los olores que solía percibir, a menos que fuera útil para él hacerlo, como para entender lo que sentía Chris.

Cada aroma era único, pero no había ese toque dulzón que parecía ser el que asociaba a los omegas, tampoco uno picante presente en el aroma de los alfas, como en el de Adam o Ana, solo había una neutralidad, parecida al que había estado en el aroma de Trudy recordó.

—¿Eres un beta? —dijo directo, sin detenerse a pensar en si era incorrecto o extraño lo preguntara.

Lo vio olerse discretamente la axila.

—Si, ¿no es obvio? Acabo de entrenar, quizás por eso… —se sonrojó—, debí tomar un baño. Lo siento.

Evan solo recordaba haber leído que los betas no usaban parches para el olor, que era más una preferencia personal que una necesidad. Dado no experimentaban el celo los betas y alfas no necesitaban supresores. Los betas eran como un humano normal de su mundo, aunque no totalmente, su sentido del olfato no se comparaba al de los omegas o alfas, pero imaginó aún sería superior al de un humano normal, además también podían verse afectado por las otras castas en una mayor o menor medida.

Lo dejó creer ese era el caso y no lo corrigió sobre su creencia sobre el mal olor.

—¿Qué debo hacer para tomar esa clase gratis?

—Solo venir y presentar este volante. Iniciaremos el curso básico la próxima semana, tres días a la semana, viernes y fines de semana, o lunes a miércoles, puedes elegir mejor te convenga, hay clases en la mañana y en la tarde.

—¿Tú impartes ambos cursos?

—Oh no, solo el de lunes a miércoles. Mi compañera Érica, es quien se encarga del otro.

—¿Y ella es beta también?

—No, es una alfa . —El otro debió ver algo en el rostro de Evan porque continuó hablando—. Pero ella es bastante increíble, una de las mejores alfas que conozco. Ella no solo enseña kickboxing, sino también jiujitsu, ha ganado torneos y… lo siento —pareció avergonzado por desviarse del tema y se rascó la nuca—. Lo que intento decir es que todo los instructores aquí son correctos y decentes, no hay de que preocuparse.

Eso último parecía un discurso practicado, se preguntó si solo se los decía a los omegas.

—¿Puedo tomar esa clase gratis ahora? Contigo.

Las mejillas del otro se tiñeron ligeramente de rosa, Evan ignoró eso.

—… Por supuesto. Solo, te será un poco difícil con jeans, pero podemos arreglárnoslas dentro —le ofreció otra sonrisa—. Soy Hwan.

—Evan —ofreció a cambio. Entonces lo siguió al interior del edificio, y la sensación de vulnerabilidad comenzó a disminuir en su corazón.

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